jueves, febrero 02, 2023

NOTICIA 2194ª DESDE EL BAR: MÉTODOS Y TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA (1 de 3; "El oficio de historiador", Moradiellos)

¿Cuántas veces como historiadores no habremos escuchado a alguien, al decirles nuestra licenciatura o nuestra profesión relacionada, diversas preguntas tópicas, entre ellas la de que es "como contar cuentos"? Bueno, pues no es así. Hoy un pequeño serial de tres capítulos que fue un breve trabajo que realicé para la asignatura Métodos y Técnicas de Investigación Histórica, que cursé durante la licenciatura de Historia en el año 2003. Moradiellos era un autor muy respetado en esos momentos a la hora de afrontar citas, abreviaturas, técnicas de investigación y métodos para afrontar diferentes tipos de texto histórico. Creo que ahora está valorado más en cuanto a la hora de afrontar cómo plantear textos y análisis históricos, por cuanto ahora mismo estoy preparando la publicación de un nuevo libro de investigación histórica que he realizado y la chica que lleva la revisión técnica para editar me hizo revisar todas las notas. Bien es cierto que ella es de filología y quizá su forma técnica de afrontar un texto es más de literatura que de Historia, pero la cosa es que ella me dijo que ahora mismo en España las técnicas para anotar textos son al modo británico mayoritariamente. A la vez la propia Real Academia Española se ha encargado de enrevesar las cosas también en este campo. Bueno, lo cierto es que el final del siglo XX y el comienzo del XXI es un tiempo de cambios diversos, del final de una época y el comienzo de otra donde muchas cosas que por mucho tiempo fueron estables ahora son inestables y cambiantes, continuamente en cambio. Aviso a jóvenes navegantes, cuidado con creerse en posesión de la certeza o la verdad más pura o más correcta, en el paso del tiempo (breve) otros vendrán que cuestionen todo lo que has hecho y haces. Valga esto para cualquier cuestión de la vida y una reflexión personal de cada cual.

Hay mucha preocupación hoy día en las formas y menos en el fondo. Pero la cuestión es entenderse y hacerse entender. No hay que minusvalorar aquel viejo dicho castellano de a buen entendedor, pocas palabras le bastan.

Hoy la primera parte va sobre lo que recomendaba Moradiellos cómo técnicas básicas del oficio del historiador para escribir textos de Historia. Son normas muy básicas. Lo cierto es que según te adentras en el oficio sabes que hay cosas más complejas, pero con esto se podía empezar. 

 

MÉTODOS Y TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA
     Introducción.

     El presente trabajo pretende exponer brevemente dos capítulos sobre métodos y técnicas de investigación histórica. Dichos capítulos son: "Introducción a las técnicas de trabajo universitario", de Enrique Moradiellos en su libro El Oficio de historiador [1], referente a técnicas de trabajo de historia, y "la historia como narración", de Jorge Lozano en su libro El discurso histórico [2] referente a métodos de trabajos de historia. Aunque habría que matizar que este último, pese a tratar métodos para escribir la historia, parece ser más bien un largo capítulo acerca de cómo ven la historia determinados autores o corrientes, así de cómo se ha visto en diversas épocas. 

Empezaremos ahora a exponer el capítulo de Moradiellos sobre las técnicas.

Sobre el capítulo "Introducción a las técnicas de trabajo universitario", en El Oficio de historiador de Enrique Moradiellos.

Moradiellos expone en su escrito unas normas más o menos universales de citaciones bibliográficas, de formas de comentar y de formas de trabajar textos históricos.

Comienza desde lo más básico, lo referente a la bibliografía. Las citaciones bibliográficas son útiles para buscar determinados libros, artículos, capítulos o revistas, en archivos, bibliotecas y bibliografías. Los archivos y bibliotecas requieren de fichas [aunque actualmente también funcionan los archivos informáticos que no precisan de ellas] que han de contener determinados datos, entre ellos los bibliográficos propios. Normalmente estas fichas se han de ordenar por orden alfabético según la primera letra del apellido del autor, por este más singular que el nombre (y por tanto más útil para el orden alfabético). Pero si las fichas no corresponden a un catálogo de autores, sino de materia, entonces la clasificación sigue un orden temático según la materia a la que corresponda. En cuanto a las hemerotecas el orden alfabético lo impone la primera letra del nombre del periódico.

Las referencias bibliográficas seguirán este orden:

1.- En cuanto a un libro de autor individual: apellido del autor, nombre o inicial, título de la obra subrayado o en cursiva, lugar de edición o entidad editora, año de publicación, las páginas consultadas seguidas de la abreviatura p. o pp., número de la edición si no es la primera, y nombre del traductor si es una traducción. [sin embargo, otros autores prefieren ubicar la editorial o entidad editora antes del lugar de edición, y las abreviaturas p. o pp. antes del número de página o páginas consultadas.] Si el lugar de edición no figurara se escribiría s.l. (sin lugar de edición consignado), y si no figurara el año, s.a. (sin año consignado).

2.- Si fueran varios autores los de un libro se escribirían separados por punto y coma y el último precedido por una "y". Si fuesen muchos se pondría el primer nombre más un "y otros", o bien, si fuese una obra colectiva, VVAA (varios autores).

3.- Si fuera un trabajo colectivo con un encargado de la edición o un director, se diría señalando entre paréntesis "ed" (editor) o "dir" (director), detrás del nombre.

4.- Si fuese un artículo de un autor incluido en un libro, el artículo se entrecomillaría, detrás del nombre del autor, y mediante la palabra "en" se indicaría a que libro pertenece con una referencia bibliográfica normal.

5.- Pero si fuera un artículo de revista se volvería a entrecomillar el título del artículo, detrás del nombre del autor, escribiendo detrás el título de la revista subrayado o en cursiva, con el lugar de edición entre paréntesis, el número de ejemplar, el mes o año de publicación y las páginas exactas del artículo. Si el artículo fuera de prensa se haría lo mismo, pero añadiendo el día de publicación a la fecha.

En cuanto al orden alfabético habría que decir que el autor habla de usar primero el apellido si la referencia bibliográfica está entre otras referencias, ya que de no ser así no importaría la singularidad de este y se podría escribir el nombre del autor antes del apellido.

Estas normas bibliográficas deberían ser usadas en las fichas de archivos, así como en las fichas que un historiador debería crear de los textos que consulta, con el fin de facilitar su tarea sin necesidad de releer la bibliografía referida de nuevo. A los datos bibliográficos de la ficha se le podrían añadir otros datos útiles, tales como la biblioteca donde está el ejemplar, la signatura, el número de catalogación, las impresiones causadas, etc.

Ahora bien, si la ficha creada no es bibliográfica, sino de otra índole habría que atender a:

1.- Ficha de lectura: los datos bibliográficos en la parte izquierda superior (resumidos, pues se tendrán todos los datos en la ficha bibliográfica), en la parte derecha, un resumen general el contenido, citas textuales entre comillas seguidas de su página entre paréntesis, datos, nombres y conceptos, otras informaciones y opiniones, así como comparaciones con otras obras.

El tamaño y cantidad de fichas variaría según el interés de la obra. Y si en lugar de citar algo del libro se escribiesen opiniones propias, se haría entre corchetes. Si en una cita se omitiese algo se indicaría con puntos suspensivos o bien con puntos suspensivos entre paréntesis.

2.- Ficha de ideas o conceptos: El título del tema se pondría en el margen derecho superior, en mayúsculas. Este tema se definiría por medio de diccionarios y enciclopedias. Luego se leerían obras monográficas sobre el tema. Después se ajustaría todo ello a la aplicación concreta del libro sobre el que se hace la ficha de ideas. Por último se consultarían documentos originales y fuentes primarias para compararlas con las ideas que han expuesto los autores consultados, y sus conexiones.

Habiendo expuesto Moradiellos las técnicas bibliográficas y de creación de fichas, pasa a explicar la realización de comentarios de texto, de gráficos históricos y documentos estadísticos y de mapas históricos. Para todos ellos son necesarios conocimientos históricos previos, pero, eso sí, para comentarlos en relación al tema expuesto, no para usarlos como excusa para exponer un tema relacionado (y mucho menos se debe parafrasear).

El comentario de texto requeriría de las siguientes partes:

1.- Lectura atenta del texto, que se hará al menos dos veces.

2.- Encuadramiento y contextualización del texto, determinando la naturaleza del texto (jurídico, literario, etc.), el autor o autores (para conocer las causas, llamémoslas "psicológicas", del texto), y la localización cronológica y geográfica (para conocer el contexto y conocer más las causas y todo lo que envuelve al texto). Si algo de esto no se supiera, se podría entresacar de la información que el texto proponga.

3.- Análisis formal y temático del texto. Donde se indicaría el estilo y las partes del texto, identificando, a la vez, las ideas y conceptos fundamentales.

4.- Explicación del contenido y significado del texto. Es el comentario propiamente dicho. O sea, explicar el contenido del texto relacionándolo con las circunstancias históricas que le rodean y afectan, o bien a las que el propio texto afecta.

5.- Conclusión. Es la interpretación del texto mediante las valoraciones históricas hechas acerca de las consecuencias que pudo tener, o la relación con otras consideraciones que del texto se hayan hecho por otros autores.

Para comentar gráficos históricos y documentos estadísticos se tiene en cuenta el carácter gráfico y numérico de estos. Por ello primero se ha de describir la gráfica o estadística de que se trata, diciendo también los datos que aporta. Después se analizarían los datos según sus fases, etapas y ritmos, para, finalmente, explicar todo lo analizado dentro de su contexto histórico.

Los mapas requerirían también de una descripción inicial, partiendo de si se trata de un mapa que refleje realidades políticas, sociales, culturales, económicas, etc., y siguiéndose de la descripción propiamente dicha del tal mapa según zonas más destacables y menos destacables. En esa distinción ya se estaría realizando un análisis del mapa, el cual daría paso a una explicación que volvería a ser, como en las otros casos, una contextualización de lo que el mapa muestra.

Pero tan importante como saber comentar, es reseñar libros y redactar trabajos históricos. Esas son las siguientes técnicas que explica Moradiellos.

Moradiellos ya dice que ambas técnicas son variables. Las que él ofrece son:

En cuanto a la reseña de libros, recomienda la lectura del libro para anotar la información básica, concerniente al grado de especialización en la materia del autor, y otros datos que hayan podido influir en la intencionalidad del texto (año, lugar, editorial, etc.). Se deben crear las citadas fichas después de la lectura. La redacción de la reseña recogerá esa ficha bibliográfica, son datos sobre el autor específicos sobre su vida y trayectoria, un resumen del tema, un examen crítico que se podrá hacer con un método literal (que trate cada apartado y capítulo) o con un método lógico (que analice las ideas y lógicas seguidas). Además, se podría comparar con otros autores y el grado de novedad sobre el tema tratado. Por último, se escribiría una evaluación (o conclusiones), la cual calificaría el valor e interés del libro tratado según las aportaciones a la materia que ofrecería.

Para un trabajo de investigación de historia, lo primero que se ha de hacer es elegir un tema y hacerse un planteamiento básico general de él acerca de cómo enfocarlo. Reuniendo una lista bibliográfica (compuesta de los libros más generales a los más precisos), que se examinará consultándola, se recogerán y anotarán en fichas todos los datos, ideas, contraposiciones, etc., útiles al trabajo a realizar. No hay que olvidar las normas dichas anteriormente para realizar esto. Inicialmente, para redactarlo, habría que crear un índice que nos sirva de guion para trabajar el tema desde diversos puntos a tratar. Así la redacción se hará más ágil, y también su lectura, al tener compartimentados los datos adquiridos y las hipótesis que hagamos y no tratarlos en bloque, en bruto. Mediante una narración de conceptos y juicios se desarrollaría el tema, eso sí, de forma sencilla y clara, con presentación aceptable hecha a doble espacio, márgenes amplios y por una cara. Las notas al texto se indicarían con números entre paréntesis [o pequeños] a pie de página o al final del trabajo. Para ellas se usarían abreviaturas útiles que referirían ideas como: capítulo, anónimo, apéndice, por ejemplo, etc. Son abreviaturas universales (cap., anón., ap., v.g., etc.). Pueden ser notas bibliográficas, o bien citas de autor o aclaraciones al texto. Una cita breve no necesitaría ir en una nota. Una larga, si no va en nota, se escribiría con letra menor y con un margen izquierdo mayor al del texto. Las conclusiones finales serían consideraciones sobre el texto, y se añadirían una bibliografía y unos apéndices útiles para una mayor comprensión del tema.

Finalmente, Moradiellos, habla acerca de cómo realizar una consulta archivística. Los archivos recogen información primaria de la administración, tanto actual como antigua. La consulta de catálogos, inventarios y guías de los archivos ayudarían a conocer y encontrar la documentación y datos necesarios para el trabajo del historiador en los respectivos dichos archivos que interesen para el tema a tratar. Suelen estar divididos en secciones que recogen información de un mismo organismo administrativo. Estas se dividen en series que agrupan las diferentes clases de documentos de esas secciones. Las series tendrían legajos o volúmenes que agruparían los documentos por su cronología, temática, autoría, etc. Ahí se podría dividir en expedientes o documentos particulares (que son pequeñas colecciones de documentos), por último estaría la pieza documental básica. Todo esto se indica con una serie de abreviaturas, numeraciones y nombres propios de cada forma de organización de cada archivo. Lo que se suma a la importancia de las guías, catálogos e inventarios de estos, para su uso.

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[1] S.l., Siglo XXI de España editores, s.a., 88-159 pp.
[2] S.l., Alianza Universidad editorial, s.a., 113-171 pp.

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