lunes, noviembre 16, 2015

NOTICIA 1540ª DESDE EL BAR: UN FALSO CIERRE A MEDIO ALCINE

Con banderas a media asta en las puertas del Teatro Salón Cervantes ayer, a costa de los más de ciento treinta personas asesinadas en Francia y otra gran tanda de decenas de heridos a manos del terrorismo de los seguidores del Estado Islámico, sonó dentro, entre los balcones y las butacas del siglo XIX repletas de público, a media luz, con ímpetu y elegancia, "La Marsellesa", que es el himno nacional de Francia. Fue interpretado por la Orquesta Sinfónica Ciudad de Alcalá según como dijo su director, Vicente Ariño, no por ser himno de nación alguna, sino por ser el himno que dio comienzo a finales del siglo XVIII a la Edad Contemporánea y las democracias con el lema "libertad, igualdad y fraternidad". Sonó, pues, con el deseo de ser un himno de libertad, igualdad y fraternidad. Fue el penúltimo tema que sonó, apenas veinticuatro horas después de los atentados tan brutales vividos en París, de los cuáles yo me enteré por la noche del viernes, en un bar. Los músicos casi no tuvieron tiempo de preparar la música de ese himno, pero, teniendo las relaciones que tiene nuestra orquesta sinfónica con Francia, lo prepararon a conciencia y sonó muy bien. Gran ovación y aplauso al acabar aquellas notas, tocadas sin la voz de la letra cantada. A diferencia de todos los demás años de este tipo de conciertos en Alcalá de Henares, por primera vez Vicente Ariño, que normalmente habla mucho y es muy pedagógico, sólo dijo en toda su actuación estas únicas palabras dedicadas a las víctimas de Francia y sus deseos de fraternidad universal. Sólo casi al final de la hora y quince minutos que duró el concierto.

¿De qué concierto hablo? del concierto sinfónico de clausura del festival de cine de Alcalá de Henares, Alcine, al que acudo cada año entusiasmado y como un niño para escuchar las notas en vivo y vivas de numerosas historias de cine que he vivido y revivido en las pantallas y en mi ser. Este año deseaba compartirlo con alguien especial para mí que no pudo acudir, y lo compartí con otra persona también muy importante para mí. 

He de decir que es un error decir este año que este concierto sinfónico era de clausura, porque aunque ha existido una clausura del festival el viernes 13, lo cierto es que, como ya escribí días atrás, es un gran error haberlo programado así, pues el festival continúa hasta el 6 de diciembre, lo que hace que se vivan cosas tan horriblemente mal programadas como que haya existido un palmarés de cortometrajes entre el día 13 y el 15, y ahora esta semana vivamos que aún tenemos que juzgar películas los jurados, los largometrajes de Pantalla Abierta, para tener otro palmarés el viernes 20 y otro más el sábado 21. Por lo que uno podría estar de acuerdo con el comentario de uno de los miembros del Tornillo de Klaus cuando dice que el palmarés y clausura de un festival de cine es cuando el espectador quiere que sea en su vivencia personal con ese festival. Visto lo visto lo hemos de tomar así, pues si nos atenemos a los actos oficiales, esta programación es una locura fatal, es un festival que celebra su clausura a medio curso de sí mismo. Es como licenciarse en una carrera universitaria cuando aún estás yendo a clase y seguirás yendo a clases. Un absurdo. Un absurdo tan absurdo y tan mal pensado que los libros con los metrajes proyectados este año incluían en su anexo habitual de cada año los ganadores de todas las ediciones, sólo que este año no incluía los ganadores de 2015, de esta edición, se frenaba en 2014. Normal, no pueden tener todos los ganadores... falta por desarrollarse completo todo el festival. No me gusta nada como se han organizado este año. Se han hecho las cosas mal. La gente puede disfrutarlo y todo lo que quieran alegar, pero las cosas se han hecho mal, y no soy el único espectador que se queja de esto mismo, sobre todo entre los espectadores más fieles y constantes. Es un desprecio al espectador más cinéfilo. 

Dicho todo esto, el concierto de este año fue uno de los mejores conciertos sinfónicos que ha dado la Orquesta Ciudad de Alcalá en mucho tiempo. Cuando vi el programa tuve mis dudas. Una primera parte estaba dedicada a música de videojuegos, Warcraft (de J. Brubakee) y Game (de A. Ford, con una suite compuesta con fragmentos de Civilitation IV, Bounty Hunter, Kingdom Hearts y Hallo). No he jugado a ninguno, conozco su trama, pero no los he jugado. No me llaman la atención los videojuegos. Sé que cada vez tienen más seguidores y que las productoras de cine invierten en ellos. Quizá por eso mismo estaban programados como parte del concierto. Me llevé una sorpresa muy agradable. Eran auténticas sinfonías arrebatadas y delicadas. Parecía que había atravesado el tiempo y escuchaba a mi apreciado Berlioz, al tremendista Wagner, a mi amado Beethoven, a cualquiera de los sinfónicos. El primer violinista sonó este año con una vida que se transmitía por toda la sala. Violas y violines, contrabajos y violoncelos, llevaban el mayor de los pesos de la música. Tan pronto hacían remolinos de sensaciones enérgicas como el primer violín hacía pequeños remolinos en las emociones del corazón movido al amor. Las trompetas marcando el lugar donde pararnos, decorando con vuelos del alma. El xilófono trayendo el justo metal breve que vibrando nos marca una fantasía, una esperanza. Todo era arrebatarte la mente, llevársela lejos, mandarla junto a tu alma a rincones inhóspitos donde sólo la música más profunda nos lleva. Vicente Ariño, una vez más, me tuvo cautivo con la música. Y el primer violinista, para mí, este año, fue cautivador. Los arcos subiendo y bajando por entre las cuerdas de todas las secciones de cuerda, todas al mismo ritmo visual, como olas, a veces en movimientos largos, otras en movimientos cortos, y los pizzicatos pellizcando cuerdas con los dedos. Fue tan grande lo que allí se vivió que incluso tras ese segundo tema dedicado a Game, de A. Ford, hubo un aplauso de cinco o seis minutos de duración, algo que suele ocurrir al final de los conciertos, raramente entre medias. Ariño tuvo que salir y regresar a escenario para recibir esos aplausos como manda el protocolo de estos conciertos. El público estaba totalmente rendido a sus pies. ¡Y sólo habían interpretado dos temas del programa! Espectacular este año.

La segunda parte del concierto se dedicó a musicales, que era algo que ya había ocurrido otro año. Este año interpretaron una suite de la película Grease, cuya banda sonora compuso B. Gibb, de los Bee Gees. Escuchar música disco de los años 1970 a modo de orquesta sinfónica os aseguro que no tiene precio. Ver los arreglos de instrumentación clásica para lograr los efectos de los sonidos electrónicos de esa música de discoteca de los 1970 fue algo muy sugerente y que te abría la mente a una sorpresa sonora tras otra. Se prescindió otra vez de las voces. Aunque salieron dos bailarinas y dos bailarines a bailar los bailes de la película. Lo hicieron en el pasillo central del teatro, lo que a algunos nos obligó a torcer la cabeza hacia atrás, no fue cómodo, el cuello dolía. No fue muy acertada esa ubicación para los bailarines. Ellas bailaban con más entrega que ellos. Ellas y ellos eran además auténticos modelos de belleza y dotados de cierto erotismo con sus trajes negros ajustados al cuerpo. En todo caso, me quedo con el detalle de esos arreglos para imitar el sonido disco, muy acertados y muy sugerentes.  El otro tema de este bloque fue una suite de una película musical que es una de mis favoritas del género, aunque mi favorita es otra, hablo de Chicago, compuesta su música por J. Kander. Esta ya la habían tocado otro año anterior, pero este año sonó mucho mejor. Por cierto, que mi musical favorito es JesuCristo Superstar, del que ya hablé en esta bitácora hace tiempo. Chicago es para mí uno de los musicales actuales mejor logrados, y que además me incita a pertenecer a ese mundo que retrata. Música tipo años 1920-1930 en este caso arreglada igualmente para la orquesta sinfónica. 

La tercera parte dejó oír un suite de El Señor de los Anillos, compuesta por H. Shore. De nuevo el primer violín nos transportó a la tranquila campiña de donde todo partiría hacia una aventura llena de sobresaltos. Y tras esta composición que iba de lo bucólico a lo épico a cada momento y sin pararse demasiado en ninguno de los dos estados, sonó al fin la última pieza, que fue el tema central de Memorias de África, de J. Barry. Un tema de amor profundo donde los instrumentos dibujan amaneceres o atardeceres con algún animal de vez en cuando apareciendo en el sonido de un fagot u otros instrumentos, y nos dibujan a ese hombre y a esa mujer que se aman aunque no terminan de sacar a la luz toda la tensión sexual que respiran. No hay escena más erótica del cine, dicen algunos, que el momento en el que ella le afeita a él y corre la espuma ya afeitada por el agua derramada. Sinceramente, confieso por aquí que a mí me gusta mucho que me afeite una mujer, me parece un momento muy bonito, porque sus manos se aplican con mucho cariño, y tiene un algo precioso. Sólo dos me han afeitado, pero es algo que me gusta... igual que muchas veces en esta bitácora, incluida en alguna entrevista que me hicieron, confesé que la espalda desnuda y las curvas de la espalda de la mujer es parte de lo más erótico para mí. Y es precisamente el afeitado y la espalda desnuda de la mujer lo que imaginaba junto a atardeceres de África al sonar esta música de tan romántica película. 

El concierto terminó, y Ariño salió una vez más para tocar la citada Marsellesa, y luego una suite general con todos los temas que sonaron de la primera parte.

Me gustó mucho el concierto de este año. Tuvo un carácter muy propio y muy inspirado. Sin errores. Fue el mejor en muchos años. 

Saludos y que la cerveza os acompañe.

2 comentarios:

Cesar dijo...

Off topìc,

No se como andarás de trabajo, pero por si acaso:

---Procedencia:
Institución:Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Contacto correo-e:gerencia.mncn@csic.es
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UNIDAD: Museo Nacional de Ciencias Naturales. Servicio de Biblioteca y Archivo.
Denominación del Puesto: Responsable del Archivo del MNCN-CSIC.
Adscripción a Cuerpos: A1A2.
Nivel: 24.
Complemento específico: 6.482,14€.
Provincia: Madrid.
Localidad: Madrid.
Descripción del puesto: Organización, conservación y gestión del patrimonio documental del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Agencia Estatal CSIC).
Se pide fundamentalmente un perfil de “archivero”.


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Información complementaria de la oferta:
www.mncn.csic.es
Félix Rojas Ostolaza
Gerente del MNCN-CSIC
C/ José Gutiérrez Abascal, 2
28006 Madrid
Telf.: 914111328

Canichu, el espía del bar dijo...

Muchas gracias, tomo nota. Ando mal de trabajo. Un saludaco.