domingo, enero 08, 2023

NOTICIA 2190ª DESDE EL BAR: SUICIDIO, NUEVAS REFLEXIONES

 En el recién acabado año 2022 se ha cerrado redondeando las cifras con la mayor cifra de suicidios registrados en España. Ni más ni menos que en 2022 hubo cuatro mil suicidios y la estadística no indicaba que ya comenzaran ni a bajar ni a estabilizarse, o sea: que van en alza. De esos cuatro mil suicidios hay una tendencia que nunca jamás ha cambiado en todos los años en los que hay cifras oficiales, la gran mayoría de las personas que se suicidan (contamos los que logran el resultado de morir, pero evidentemente hay que sumarle los que lo intentaron sin resultado) son hombres adultos. Tres mil de los cuatro mil suicidados son varones. Del mismo modo que otros problemas sociales graves los hemos identificado como problemas de la mujer porque mayoritariamente les afecta a ellas de manera abrumadora, aunque minoritariamente hay casos que afecten a hombres, el tema del suicidio, afectando a todos, podríamos decir que es un problema principalmente masculino, aunque afecte a ambos géneros. Esto no quiere decir que se deje de atender a los casos femeninos, nada más lejos de la realidad. Sin embargo, gobierno y periodistas hablan del tema en los términos de que el problema hay que afrontarlo sobre todo en mujeres y jóvenes. ¿Se suicidan? Sí, pero dentro del gran problema, no son en realidad la mayoría de los suicidados, pero... Más aún, en más de un medio de comunicación y red social se ha colado el discurso del suicidio como culpa del machismo y el patriarcado y con razones unas más técnicas de la sociología y otras más militantes se crean toda una serie de explicaciones que cuando uno las lee parece que te estuvieran diciendo: "si te has suicidado y eres hombre, te jodes, que es culpa de este sistema que habéis creado los tíos". De verdad, no se necesita eso. Si tienes un problema de salud mental que lleva al suicidio, no creo que lo mejor sea orientarlo señalando culpas, buenos y malos. Es legítimo que si alguien cree que el problema viene por la cultura machista que pone en el hombre muchas responsabilidades y muchas expectativas para no hablar de sí mismo, adelante, que lo desarrolle y lo trabaje si eso va ayudar a solucionar, pero no creo que lo suyo sea jugar a "culpa tuya". El que lo pasa mal y se suicida no creo que necesite que le digan: "ah, pues es tu culpa, por tío". Imaginemos que en otros ámbitos se hiciera lo mismo con la mujer. No, no se hace, porque se ha comprendido que no es lo correcto. La víctima es víctima, ¿no habíamos quedado en eso?

El aumento de jóvenes suicidas ha ascendido en 2022, pero, como digo, no son los mayores suicidas. Los mayores suicidas nunca dejaron de ser los hombres adultos. Ahora bien, los hombres adultos lo son porque a la hora de intentarlo tienen más éxito que las mujeres. Las mujeres tienen el mayor número de intentos fallidos. ¿Tiene explicación? Para algunos psicólogos sí. La mujer, y aquí viene como se puede hablar de la cultura patriarcal sin el dedo acusador, está acostumbrada desde niña por sus padres, abuelos y demás personas cercanas, a recibir más comprensión, más diálogo y educación en juegos en equipo, mientras que los hombres de niños no suelen recibir esas atenciones, siendo habitual aquella frase de si se cae el niño todos esos padres que le instan a levantarse y dejar de llorar, que "ya es mayor" (o traducido: un hombre). La inteligencia emocional se aprende ahí, de manera indirecta. Ellas aprenden a comunicar entre sí y a ayudarse a niveles psicológicos, emocionales. Liberan de mejor manera sus preocupaciones y sus ansiedades, sin  negar que pueden llegar a tener muchos, tanto por cómo es la sociedad que les corta alas y pone dificultades mayores, como por lo hormonal. Pero aún con esto, cuando una mujer llega a los límites suicidas, algunos psicólogos explican que su mayor número de intentos fallidos vienen causados a menudo porque aún teniendo que tomárselo muy en serio en el subconsciente muchas veces lo que hacen es reclamar una mayor atención para poder liberar, o en otras palabras: aún sin negar que pueden realmente a llegar hasta el final y matarse (sin subestimar el intento fallido) su subconsciente realmente las está protegiendo porque su inteligencia emocional sabe dónde está la solución, y la reclama evitando la fatalidad. Esto así explicado en burdo, yo no soy psicólogo. Pero insisto: nunca hay que subestimar los intentos fallidos... porque pueden derivar en intentos acertados. Pensemos que siendo el porcentaje menor de suicidas acertados, mil de cuatro mil, no dejan de ser mil mujeres, un cuarto (25%) de los suicidios en España. No hay que minusvalorar el suicidio femenino, hay que tomarlo en serio, como todos los suicidios, a pesar de que, como he dicho, el suicidio en España es mayoritariamente masculino.

Por otra parte existe otra diferencia entre suicidios femeninos y masculinos. Según la psicología forense que estos días ha salido por la televisión por casos recientes notables, las mujeres cuyo intento de suicidio es fracasado tiene una peculiaridad respecto a la que lo intenta de manera cuyo desenlace sí suele ser la muerte: las que logran alcanzar la muerte, dicen ellos, en un  90% han dejado todo lo que dejan atrás más o menos cerrado. Uno de los psicólogos forenses entrevistado por estos temas en La Sexta llegó a decir lo que nos sorprenderíamos de saber la gran cantidad de mujeres cuyo suicidio es un intento acertado dejan previamente su casa arreglada y limpia, y cartas donde dan todo tipo de explicaciones e incluso voluntades de cómo deben quedar sus cosas y lo que respecte a sus personas cercanas después de su muerte. El asunto de la carta suicida, decían, aunque hay hombres que las escriben, son mayoritariamente escritas por mujeres. Sin embargo, los hombres que se suicidan con acierto funerario mayoritariamente en general no se preocupan por dejar arreglado lo que dejan atrás, van, simplemente, directos al grano sobre al asunto de su no existencia, de matarse.

Que el mayor número de los suicidios masculinos sean intentos con final acertado (la muerte propia) es un tema que incluso hablándose ya públicamente del suicidio pareciera que no se quiere poner en la importancia que tiene, ya que, como se ha dicho, la administración y el periodismo está poniendo el punto de mira en el suicidio femenino y en el juvenil, y que en todo caso se ha apuntado a modo culpabilizador a la cultura patriarcal, lo que no es lo mismo que afrontar los problemas concretos del hombre suicida, del que sufre dentro de sí. 

El 9 de agosto de 2009 escribí en Noticias de un espía en el bar por primera vez unas reflexiones sobre el suicidio (Noticia 666ª). Hablaba por entonces de los suicidios por honor y los que forman parte de una cultura social. Se generó en los comentarios de los lectores un amplio debate. No era habitual hablar del suicidio. Estamos hablando de 2009, pero era así. Aquello fue un oasis en medio del silencio. La idea en general era que periodistas y administraciones no hablaban del suicidio porque creían que podía existir un efecto contagio, en el cual yo, desde hacía muchos años, no creo, ni sigo creyendo. Yo no tuve problema en hablar de ello desde muy joven cuando surgía el tema en alguna conversación, incluso en los años de la década de 1990. Me acuerdo que el suicidio de Larra, por ejemplo, cuando se nos enseñó en Literatura de Bachillerato como algo romántico fue algo que nos generó en los recreos varias conversaciones. He de decir que en mi propia familia tenemos el caso de mi bisabuelo materno por parte de mi abuelo, Manuel se llamaba ese bisabuelo, que se suicidó en las puertas del cementerio, se ahorcó un año después de la muerte de su esposa por causas naturales. Un tema que se me contó muy contadas veces y en apenas a modo una frase corta. Nunca lo contó mi abuelo, que por otra parte se murió de manera natural cuando yo tenía 6 años, y nunca se lo oí a mi abuela, su esposa, pero sí se lo oí a mi madre y a su hermano, mi tío Félix, pero en muy pocas y contadas ocasiones, casi se podrían contar con los dedos de una mano y a modo de frase como si fuera una nota a pie de página.

 Yo creo que del mismo modo que otros problemas han encontrado un avance por medio de poder hablar, esto es lo mismo. Así lo comentaba yo cuando en el comienzo de 2020, antes del confinamiento por la pandemia, Más País habló en el Congreso sobre la necesidad de afrontar los problemas de salud mental. Me acuerdo que a las puertas del bar Winchester me encontré con una pareja amiga y surgió este tema. Iban acompañados de una amiga común educadora y se negaba a que se hablara en público porque se aferraba con uñas y dientes a la realidad de la teoría del efecto llamada si hubiera debates públicos. A la vez, la pareja de mi amigo se aferraba al discurso de combatir el machismo y, sin tocar los posibles motivos de un hombre ante el suicidio, no se podía mantener una conversación si todo no se media únicamente por el análisis del sistema patriarcal hablando de todo tipo de cuestiones patriarcales cuya problemática de la que hablamos, por otra parte, eran problemas a solucionar pero que afectaban al mundo laboral o de la familia de la mujer... pero no del suicidio masculino... Fue una conversación, rara, reconducirla era imposible, siempre volvía a ese tronco.

 En diciembre de 2021, en la Noticia 2100ª, volví a escribir en esta bitácora sobre el suicidio con motivo del suicidio de la actriz Verónica Forqué. Por entonces los telediarios y los políticos volvieron a poner el foco principalmente en el suicidio femenino, que también es grave y hay que solucionar, pero minusvaloraba el hecho de que el mayor suicidio es el masculino adulto. Si de cuatro mil suicidas de 2022 en España tres mil son hombres, supone que el 75% de los suicidas españoles son hombres adultos.

De las cosas que se han dicho últimamente cae el peso no solo en esa inteligencia emocional ampliamente estudiada desde hace décadas, donde los hombres son educados desde niños para no compartir sus problemas y sufrimientos y afrontarlos casi individualmente, cae también en la sensación del hombre (por presión cultural y social y aquí se puede hablar de patriarcado) de tener que ser quien lleve el peso de sacar adelante familias o tener altas unas expectativas, incluso fomentadas por las parejas femeninas, que pueden no cumplirse. No solo del mundo laboral, también del mundo de aspecto físico, cualidades, salud, fuerza, etcétera. Mucho se ha hablado estos años de lo injusto que es exigir o esperar de una mujer X cuestiones físicas, poco de las que se esperan de un hombre, y son también listones altos, como la de equiparar la calvicie natural con algo indeseable, por ejemplo (¿de qué si no el espectacular aumento de implantes de pelo masculinos, y no todo el mundo puede acceder a ellos?). Pero es evidente que el suicidio masculino a menudo tiene que ver más, según los psicólogos, con motivaciones de sentimiento de fracaso personal, a menudo relacionado ese sentimiento de fracaso con la imposibilidad de sacar adelante su propia vida, o la de su familia en caso de tenerla, mediante sus ingresos de dinero y su trabajo. El sentimiento de fracaso y de inutilidad suele ser una causa de suicidio masculino alta. También está en cuotas altas de motivo de suicidio la soledad, cada vez mayor en los hombres en el mundo actual, y  la pérdida de capacidad para mantenerse por sí solo. En medio de todas estas causas, y posiblemente en relación directa con el sentimiento de soledad, están los fracasos amorosos. Lejos de esa falsa realidad de que el hombre solo está interesado en el sexo, el hombre establece también lazos amorosos fuertes, otra cosa es si logra expresarlos de modo que la pareja los perciba. En algunos casos, rotos los lazos, puede llevar al suicidio, ojo: no digo a los asesinatos de mujeres (violencia de género), que esos casos lamentablemente ocurren y hay que acabar con ellos, estamos hablando del netamente suicida, del que se mata únicamente a sí mismo por no poder ver más futuro. Pero repito, según se ha ido viendo, los sentimientos de fracaso personal en la vida propia y el de soledad son las principales causas de suicidio masculino. 

Es difícil detectar al suicida en la gran mayoría de los casos. Una depresión evidente en una persona, hombre o mujer, puede ser percibida, y a través de ella se puede más o menos intuir e incluso prevenir, solucionar. El problema es que muchas depresiones, la mayoría, no son percibidas. Se viven interiormente. No se exteriorizan con facilidad. Las mujeres tiene más facilidad para hablar de sus problemas, pero los hombres suelen ocultar, a menudo disfrazar en fiestas y bromas, las idas al bar suelen ser uno de lo mayores disfraces, ya que el humor con el alcohol oculta penas. Puede caerse en alcoholemia o, llegado el momento explosivo, en suicidio. El suicida no está permanentemente pensando en el suicidio, ni permanentemente está triste. Se abren y cierran ventanas en sus estados de ánimo. El interruptor que se abre en su mente hacia el suicidio puede ser de un momento a otro de manera rápida, se incuba de manera multicausal (el suicidio siempre es multicausal) durante un periodo prolongado de tiempo, pero si se activa, es rápido. Si alguna vez aflora pensamientos suicidas, aunque se rechacen, dicen, es un posible síntoma ante el que estar alerta, por si acaso en algún momento aparece de manera inevitable en su consecución. 

Muchas de las personas suicidadas han sido casos totalmente inesperados para su gente más cercana por estos motivos.

El problema del pensamiento suicida en su estado de lograr el objetivo es que funciona de manera tan explosiva que el problema de la persona puede saltar tanto en ese intento suicida como por ejemplo en una pelea con alguien por motivos totalmente inesperados e incomprensibles a menudo para la parte afectada por el enfado de esa persona potencialmente suicida. Los casos más graves del suicida que a la vez es previamente asesino vienen por este mecanismo, pero hay que recordar: el suicida no es en general un asesino. El suicida por lo general mayoritariamente solo atenta, con o sin éxito, contra su propia, única y exclusiva vida.

Sentimiento de fracaso personal en la vida, en cualquiera de sus aspectos, y soledad, solo eso nos debería poner en guardia incluso observado en la vida de nuestras personas cercanas.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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