"(...) Por otro lado, esta actuación entre España y Japón, que desempeñan ambas una labor importante en el escenario internacional, lamentablemente no se percibe en los ciudadanos de ambos países siendo todavía algo muy superficial en términos generales. Recientemente, a pesar de que se destaca el creciente interés en España por la cultura popular japonesa, todavía se hace necesario un esfuerzo para conseguir un entendimiento mutuo que nos liberen de los tópicos o imágenes superficiales de “Japón, Fuji-yama y geisha” y “España, toros y flamenco”. En este sentido, a través de la visita del Presidente del Gobierno, espero que la imagen real y actual de la España que he mencionado con anterioridad, penetre aún más en la percepción de los ciudadanos japoneses. (...)"
Fumiaki Takahashi, embajador de Japón en España, 25 de agosto de 2010 en rueda de prensa ante la visita del presidente de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a Japón. Se puede leer el texto íntegro del discurso en la página de la embajada japonesa en España.
Esa imagen de la que habla son las relaciones históricas España-Japón, que ya fueron tratadas en esta bitácora hace poco, y las más actuales relaciones donde el interés de los japoneses por la cultura de España y el de los españoles por la cultura de Japón va en aumento desde la segunda mitad de los años 1990', dándose el caso que ni siquiera la crisis económica internacional ha frenado los viajes turísticos entre ciudadanos de ambos países, sino que incluso se han incrementado a pesar de suponer tener que atravesar medio planeta, así como se ha incrementado el consumo de productos culturales (cine, literatura, cómic, arte, ropa, comida, artes varias, deportes, música, bailes, etcétera) o el aprendizaje de ambos idiomas de modo respectivo entre los dos mundos que suponemos somos. Pero el señor embajador también se refería a una colaboración económica más fluida que inició en 1997 el expresidente español José María Aznar, una colaboración militar contra la piratería en aguas cercanas a Somalia, y sobre todo las relaciones de todo tipo en torno a la vanguardia mundial que supone España en energía renovable, sobre todo eólica (donde somos ejemplo y líderes planetarios) y la producción lider mundial también de pilas fotovoltáicas en Japón. España y Japón actualmente tienen numerosos proyectos comunes interesados en la ecología y frenar el cambio climático a través de energías más sostenibles que las actuales. Es una relación bilateral de política ecológica, que implica de lleno a lo económico y lo empresarial, que se inició con el gobierno de Rodríguez Zapatero.
El terremoto y tsunami que han sufrido los japoneses el pasado viernes, el mayor en la zona desde hace un promedio de 140 años, ha segado la vida de miles de personas, arrasado ciudades, provocado un incidente nuclear que está por solucionarse para que no llegue a peores (y serán auténticos héroes los que en estos momentos están intentando reparar y refrigerar la central nuclear de Fukushima I). Es impactante ver en imágenes un buque en mitad de los escombros de lo que fue una ciudad plena. La crisis económica iniciada en 2008 había comenzado a afectar a Japón desde 2007, y aunque reaccionaron rápido creando medidas contra la crisis lo cierto es que su deuda económica se había incrementado en un 200%, provocando numerosas crisis políticas y un gobierno que actualmente estaba desprestigiado. Las destrucciones de la catástrofe natural les llevará a reconstruir el Japón afectado. En palabras de su primer ministro, Naoto Kan, tendrán que "construir un nuevo Japón". Eso costará sin duda mucho dinero público, lo que no hará más que agrabar la deuda que ya de por sí tenían y había estado poniendo contra las cuerdas a su pueblo. El diario EL PAÍS escribe hoy en sus páginas que de ser la tercera potencia económica mundial acaba de pasar a ser por el momento la cuarta en estos tres días de catástrofe. El terremoto y tsunami le ha concedido su puesto a la República Popular China.
Sea como sea, el drama humano más inmediato de las víctimas directas, que sin duda verá su aumento dramático en los siguientes meses con las víctima indirectas a través de lo que les vaya sucediendo en lo que se llama "el día después de los hechos", es lo más terrible en estos momentos. Japón, aun con todo, es un país preparado y rico, a diferencia de otros países que han sufrido dramas semejantes pocos años antes, como Haiti o Malasia, les ocurrirá como a Estados Unidos cuando sufrió el huracán que desoló Nueva Orleans, se recuperarán rápido. Japón es un pueblo trabajador y estoy convencido de que se reconstruirán fácilmente y no sólo eso, si no que además aprenderán de lo ocurrido y algo crearán para mayores prevenciones frente a un hipotético caso similar. Pero el drama humano está ahí, y quizá por eso ayer le mandé una carta de condolencia a la embajada japonesa. El texto decía esto:
"Excelentísimo señor embajador:
'Soy un simple ciudadano anónimo de España pero les escribo porque quiero expresarles mi solidaridad y condolencias por el tremendo drama que están sufriendo en estos días. Soy un licenciado de Historia y he seguido en mis conocimientos más modestos la Historia de Japón. Admiro a gente como Hayao Miyazaki, Yasutaka Tsutsui o Akira Kurosawa, aparte de las grandes cuestiones históricas y personajes de a través de todos sus siglos de existencia. He admirado su cultura y me he acercado a conferencias como las que recientemente celebró el Ateneo de Madrid o a eventos como el del año pasado en el Real Jardín Botánico de Madrid. Desde mi ciudad, Alcalá de Henares, escucho, veo y leo las noticias tan trágicas y tremendas que está sufriendo el pueblo japonés. Tengo gran preocupación ya no sólo por las pérdidas del terremoto y el tsunami, si no también por lo que en estos momentos se informa de las explosiones en una central nuclear. Lamento mucho lo que les ha ocurrido y lamento también no estar allí para poder ayudar con mis manos aunque desconozca por completo su idioma. Somos ante todo personas, gente que vive en el mismo planeta y que de un modo u otro estamos hermanados, y sólo puedo desde este rincón del planeta mandarles esta carta electrónica de condolencia. Sin más, les reitero mi apoyo moral y mi solidaridad con el pueblo de Japón.
'Un cordial saludo."
Fumiaki Takahashi, embajador de Japón en España, 25 de agosto de 2010 en rueda de prensa ante la visita del presidente de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a Japón. Se puede leer el texto íntegro del discurso en la página de la embajada japonesa en España.
Esa imagen de la que habla son las relaciones históricas España-Japón, que ya fueron tratadas en esta bitácora hace poco, y las más actuales relaciones donde el interés de los japoneses por la cultura de España y el de los españoles por la cultura de Japón va en aumento desde la segunda mitad de los años 1990', dándose el caso que ni siquiera la crisis económica internacional ha frenado los viajes turísticos entre ciudadanos de ambos países, sino que incluso se han incrementado a pesar de suponer tener que atravesar medio planeta, así como se ha incrementado el consumo de productos culturales (cine, literatura, cómic, arte, ropa, comida, artes varias, deportes, música, bailes, etcétera) o el aprendizaje de ambos idiomas de modo respectivo entre los dos mundos que suponemos somos. Pero el señor embajador también se refería a una colaboración económica más fluida que inició en 1997 el expresidente español José María Aznar, una colaboración militar contra la piratería en aguas cercanas a Somalia, y sobre todo las relaciones de todo tipo en torno a la vanguardia mundial que supone España en energía renovable, sobre todo eólica (donde somos ejemplo y líderes planetarios) y la producción lider mundial también de pilas fotovoltáicas en Japón. España y Japón actualmente tienen numerosos proyectos comunes interesados en la ecología y frenar el cambio climático a través de energías más sostenibles que las actuales. Es una relación bilateral de política ecológica, que implica de lleno a lo económico y lo empresarial, que se inició con el gobierno de Rodríguez Zapatero.
El terremoto y tsunami que han sufrido los japoneses el pasado viernes, el mayor en la zona desde hace un promedio de 140 años, ha segado la vida de miles de personas, arrasado ciudades, provocado un incidente nuclear que está por solucionarse para que no llegue a peores (y serán auténticos héroes los que en estos momentos están intentando reparar y refrigerar la central nuclear de Fukushima I). Es impactante ver en imágenes un buque en mitad de los escombros de lo que fue una ciudad plena. La crisis económica iniciada en 2008 había comenzado a afectar a Japón desde 2007, y aunque reaccionaron rápido creando medidas contra la crisis lo cierto es que su deuda económica se había incrementado en un 200%, provocando numerosas crisis políticas y un gobierno que actualmente estaba desprestigiado. Las destrucciones de la catástrofe natural les llevará a reconstruir el Japón afectado. En palabras de su primer ministro, Naoto Kan, tendrán que "construir un nuevo Japón". Eso costará sin duda mucho dinero público, lo que no hará más que agrabar la deuda que ya de por sí tenían y había estado poniendo contra las cuerdas a su pueblo. El diario EL PAÍS escribe hoy en sus páginas que de ser la tercera potencia económica mundial acaba de pasar a ser por el momento la cuarta en estos tres días de catástrofe. El terremoto y tsunami le ha concedido su puesto a la República Popular China.
Sea como sea, el drama humano más inmediato de las víctimas directas, que sin duda verá su aumento dramático en los siguientes meses con las víctima indirectas a través de lo que les vaya sucediendo en lo que se llama "el día después de los hechos", es lo más terrible en estos momentos. Japón, aun con todo, es un país preparado y rico, a diferencia de otros países que han sufrido dramas semejantes pocos años antes, como Haiti o Malasia, les ocurrirá como a Estados Unidos cuando sufrió el huracán que desoló Nueva Orleans, se recuperarán rápido. Japón es un pueblo trabajador y estoy convencido de que se reconstruirán fácilmente y no sólo eso, si no que además aprenderán de lo ocurrido y algo crearán para mayores prevenciones frente a un hipotético caso similar. Pero el drama humano está ahí, y quizá por eso ayer le mandé una carta de condolencia a la embajada japonesa. El texto decía esto:
"Excelentísimo señor embajador:
'Soy un simple ciudadano anónimo de España pero les escribo porque quiero expresarles mi solidaridad y condolencias por el tremendo drama que están sufriendo en estos días. Soy un licenciado de Historia y he seguido en mis conocimientos más modestos la Historia de Japón. Admiro a gente como Hayao Miyazaki, Yasutaka Tsutsui o Akira Kurosawa, aparte de las grandes cuestiones históricas y personajes de a través de todos sus siglos de existencia. He admirado su cultura y me he acercado a conferencias como las que recientemente celebró el Ateneo de Madrid o a eventos como el del año pasado en el Real Jardín Botánico de Madrid. Desde mi ciudad, Alcalá de Henares, escucho, veo y leo las noticias tan trágicas y tremendas que está sufriendo el pueblo japonés. Tengo gran preocupación ya no sólo por las pérdidas del terremoto y el tsunami, si no también por lo que en estos momentos se informa de las explosiones en una central nuclear. Lamento mucho lo que les ha ocurrido y lamento también no estar allí para poder ayudar con mis manos aunque desconozca por completo su idioma. Somos ante todo personas, gente que vive en el mismo planeta y que de un modo u otro estamos hermanados, y sólo puedo desde este rincón del planeta mandarles esta carta electrónica de condolencia. Sin más, les reitero mi apoyo moral y mi solidaridad con el pueblo de Japón.
'Un cordial saludo."
1 comentario:
P.D.: la imagen fotográfica corresponde a un insecto cerambicido de la Guayana Francesa. La fotografía la tomó Mark W. Moffert para la revista "National Geographic". La perspetiva que retrató de este cerambicido me recuerda a la figura de un Samurai con su traje de guerrero. La he colocado en homenaje a esos "samurais" que son la población japonesa estos días tratando de recuperarse con sus ropas aún mojadas por el agua del mar.
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