miércoles, noviembre 28, 2018

NOTICIA 1831ª DESDE EL BAR: LA PANADERÍA, 30 AÑOS ENTRE PANADEROS DEL ROCK

En agosto de 2013 anunciaba los treinta años del bar de rock más veterano en activo de Alcalá de Henares, La Gatera (Noticia 1232ª). Este noviembre de 2018 toca anunciar los treinta años del segundo bar de rock en activo más antiguo de la ciudad, La Panadería, en el comienzo de la Calle Mayor según se entra en esta por la Plaza de los Santos Niños. El día clave de la celebración es el 28 de noviembre, mañana, aunque muchos estaréis leyendo esto el mismo día, ya que publico tarde esta vez. Han habido causas mayores en mi vida particular para que publique tarde hoy. La Panadería es uno de esos lugares emblemáticos del rock alcalaíno del que he hablado muchas veces en esta bitácora desde el mismísimo inicio de la misma, en los primeros meses de 2006 (la bitácora comenzó en los últimos días de 2005). Ha aportado a la ciudad rock, diversión, un escenario de conciertos, un mural artístico en la calle Mayor, un aporte al rock y a uno de los centros de reunión alternativos de la juventud. No obstante, otro de sus haberes es pertenecer a una familia que viene de los Chacón, que han aportado a uno de sus poetas y uno de sus pintores importantes y relevantes del siglo XX. Así pues, ya desde el arte o desde el rock, es una familia con grandes aportes culturales a Alcalá, aunque no siempre reconocidos como debe.

Siempre me ha parecido un buen lugar para disfrutar. Incluso hoy día lo sigo diciendo y lo recomiendo para quien quiera pasar una buena noche de rock y de conocer gente. ¿Y por qué lo escribo así? Bueno, ahora viene la parte complicada de este post, tristemente para mí. Yo no esperaba tener que hablar de los treinta años de La Panadería como procede hablar desde el punto de vista de quien aquí escribe, como siempre he escrito: desde mi punto de vista. En fin, procedamos a la parte delicada. Creo que debo honrar a La Panadería porque treinta años de bar de rock no son pocos, porque es significativo en la ciudad, porque es significativo en mi vida, porque me ha dado buenos momentos, y debo escribir de lo delicado porque... porque soy historiador y esto es una bitácora y con ambas cosas juntas, tal como hicieron The Beatles en "Anthology", hay que afrontar lo bueno, pero también la mala etapa, identificarla, analizarla, comprenderla... sin resquemor, pero sin huida. Y por supuesto siempre para superar y reconciliar. Lo delicado.

Yo comencé a salir en 1994, con 15 años, me enteré de la muerte de Kurt Cobain en El Minipimer, posterior La Luna. Al principio, ese año, no salí mucho, y eran cosas más ligeras, propia de esa edad. En 1995 aumentaron esas salidas, alternaba con unos amigos de gustos dispares los lugares rock (por los que yo y otro colega sentíamos predilección), con los lugares de Bakalao (hoy empeñados en llamarlo electrónica). Pero cuando comencé ha salir ya de forma habitual fue a partir de 1996. Desde esa fecha hasta la actualidad he conocido los ambientes de Alcalá de forma más constante y desligada del todo del bakalao al hacer un grupo más estable de amigos de los que hoy forman el núcleo de mis amigos más antiguos (aunque algunos lo son desde la guardería infantil). ¿Cómo no pisar La Panadería gustándonos el rock? Efectivamente, no sé si empecé a ir a La Panadería desde 1995 ó desde 1996, pero desde esos años soy asiduo de La Panadería, aparte de que la hija de los dueños era compañera mía en Bachillerato y que hice amistad con el hijo. Pongamos que fuera 1996 y no 1995, son ya veintidós años de camino juntos. Cierto que hubo etapas que iba más y etapas que iba menos. Esta claro que La Vaca Flaca, La Luna, el Flamingo, La Ruina, el Tic-Tac, La Chata, el Wheelans, el Tráfico, el Paranoid, el Nivola, La Iguana, el M15, el Skunk, el Mason, el Noise, el Cosa Nostra, El Arsenal, el Delirium, El Kobacho, el Blues Bar, La Gatera, El Reloj, El Ego, el Deltoya, el Laboratorio, El Nirvana, El Kahuna, El Rock-on, El Can-Can, el Akelarre, la Corte, el Internacional, etcétera, han estado fuertemente ahí en mi vida. En los últimos años fui a La Panadería todos los fines de semana y a veces entre semana. Allí había amistades y conocidos con los que siempre podías hablar de algo. Pero lo que es un clásico es que los veranos y las Navidades, sí o sí, o si no: también, La Panadería era algo obligado. Me he sentido cómodo y en familia. Me he divertido mucho. Me parece uno de los mejores bares de rock de la ciudad y por ello mismo cuando alguien que no es de aquí me pregunta, se lo sigo recomendando, pero...

Pero... 

¡Veintidós años de treinta que cumple que yo he sido uno de esos clientes que ha hecho posible que La Panadería tenga la trayectoria que tiene, porque sin clientes que paguen no hay ingresos y sin ingresos no hay bar, y sin clientes tampoco hay ambiente, y sin ambiente tampoco hay rock ni buen rollo! 

Pero... viene el "pero", lamentablemente. Yo os lo sigo recomendando y por eso os sugiero que es una buena opción que vayáis a celebrar sus treinta años con ellos, os lo digo de verdad y de corazón y con todo mi afecto a los propietarios de La Panadería, pero yo no iré. 

No iré porque llevo sin ir a La Panadería desde primavera de este año 2018. No voy a entrar en detalles del porqué, aunque sé que hay que explicar algo... Diré tan sólo que en primavera, siendo sincero, me quedé dormido en la barra a unas horas tardías de fin de semana, de manera totalmente involuntaria e indeseada, y siento que se me faltó al respeto. Yo llevo veintidós años siendo panadero del rock, pero quien llevaba aquella noche creyó que debía hacer X cosa, la hizo, y aunque al principio lo quería pasar por alto, pero con queja, ante mi queja se me contestó de malos modos y de malos modos contesté. Suelo contestar de malos modos a quien me habla de malos modos. Decidí no volver al bar con esa persona presente mientras no hubiera una mínima disculpa, un "lo siento, me he equivocado" mínimo. No tengo nada contra La Panadería, ni contra sus dueños, en realidad contra nadie en particular. Pero quiero respetarme a mí mismo, que creo que es lo que no se hizo conmigo, y respetándome a mí mismo, a pesar de ir y ser parte de la familia Panadera desde 1996 (si no desde 1995), he cumplido con no volver con esa persona presente mientras no haya un mínimo borrón de todo esto, un "disculpas", y como esa persona está casi siempre, pues directamente no he vuelto. Me he sentido bien acogido y tratado en Starway, La Gatera, La Ruina, The Green, Enigma, La Dulce Harley, el Jardín Secreto, El Reloj, el Winchester (donde he encontrado a una gente maravillosa que en parte ya conocía desde las etapas de La Luna, Flamingo y La Vaca Flaca). Por sitios para salir no ha sido. Soy una persona que le gusta el rock y su ambiente. Pero es cierto que falta La Panadería, más habiendo ido en los últimos años todas las semanas varias veces como bar de encuentro y disfrute.

Algunas amistades me han preguntado por mi ausencia de La Panadería. Les he contado lo ocurrido y tengo visiones amplias desde fuera, que pasan por todos los espectros posibles. Hace pocos días una amistad me hablaba del treinta aniversario y me preguntaba si iría. Esa amistad no sabía de todo esto. Y al final me preguntó si alguien de La Panadería me había preguntado por mi ausencia tras tantos años. Le dije que no. La verdad es que ignoro si los dueños saben o no saben de lo ocurrido. Si lo supieran, desde luego no saben de mi punto de vista. Me preguntó esa amistad si no me desilusionaba que tras tantos años no les importase solucionar esto. No me lo había planteado. La verdad. No me lo había planteado así. De hecho, sigo saludando y hablando con cualquiera de la familia dueña que me cruzo cuando me cruzo. Pero si he de pensarlo... que tras 1996 ó 1995 deje de ir de repente desde la primavera de este 2018, independientemente de si saben o no lo ocurrido y por tanto de si desean o no ponerle remedio, sí es un poco desilusionante a título personal que tras tantos años no se hayan preguntado siquiera porqué no aparezco por La Panadería. No ya decir: vamos a hacer que haya abrazo amistoso de nuevo entre estos para que vuelvas como siempre, si no simplemente decir: bueno, qué pasó, queremos ser neutrales, esta es tu casa de rock como siempre, ven cuando creas. Ellos cumplen años de 1988 a 2018, yo he estado desde 1996 (ó 1995), cuando yo empecé a ir por allí no tenían ni diez años y ahora tienen treinta. Yo ya estaba en ese bar cuando sus camareros apenas eran niños muy niños de juguete, parque y televisión. 

Y sí claro que me gustaría la reconciliación, pero creo que soy el damnificado y no creo por tanto que deba ser yo quien dé el paso primero. Sería aún más humillante, si humillante ya fue lo de aquel día. Pero por supuesto que soy de los de borrón y cuenta nueva, siempre que se hagan las cosas con buena voluntad y predisposición. 

Sea como sea, La Panadería es un buen bar y en su treinta aniversario será genial que le hagáis una gran fiesta como se merece. El día grande es el 28, que es el exacto, pero tengo la impresión que la celebración se extenderá hasta el domingo mínimo. El día grande puede ser el viernes 30-sábado 1. 

Como sea. Me alegro por La Panadería. Larga vida al rock. 

Saludos y que la cerveza os acompañe.

domingo, noviembre 25, 2018

NOTICIA 1830ª DESDE EL BAR: AZAÑA, SABORIT Y ACTOS CONTRA EL MACHISMO

(Foto: ayuntamiento de Barcelona, 18 de julio de 1938, Manuel Azaña pronuncia el discurso: "Paz, piedad, perdón". Le escuchan de izquierda a derecha Julio Álvarez del Vayo, Lluís Companys, Diego Martínez Barrios y Juan Negrín.)

Manuel Azaña murió el 3 de noviembre de 1940, con ese motivo el Foro del Henares lleva nueve años celebrando unas jornadas sobre su vida y obra. Yo, la primera vez que vi un acto sobre Manuel Azaña fue en el Círculo de Contribuyentes, aunque no sabría en qué año desde 2003 a 2005. Como sea, la primera jornada que cito se hizo en 2010 y fui de los pocos, si no quizá el único, que entonces informó de ello (Noticia 846ªNoticia 847ª). En 2011 volví a ser de los pocos en informar de las que fueron las segundas jornadas (Noticia 1026ª). Y pasó similar en 2012 con las terceras jornadas (Noticia 1147ª). En 2013, con las cuartas jornadas estuve en otras jornadas que no eran de Azaña donde yo mismo fui conferenciante, por lo que despisté este asunto, pero en 2014 sí volví a dar cobertura a las de ese año (Noticia 1406ª), que ese año se centró en Azaña como miembro literario de la Generación de 1914. Luego, en 2014 y 2016 estuve pendiente de otras conferencias de otras cuestiones, pero estas jornadas ya llamaban la atención de gente que decidió darle bombo y de paso publicidad a alguno de sus negocios o instituciones, depende del caso. Quizá ahí me deslindé. Quizá también porque era patente que muchas veces se ensalzaba una visión conservadora de Azaña, cuando no lo era tanto, o porque hay una insistencia en hablar sólo de su faceta como escritor y como mucho tratar una y otra vez de su discurso "El problema español", mientras ocasionalmente, depende del año y lo oportuno, se saca a la luz una y otra vez su punto de vista sobre el asunto catalán y su discurso "Paz, piedad, perdón" pronunciado en Barcelona como búsqueda dialogada imposible de finalizar la guerra. En medio de todo esto: el historiador Santos Juliá regresando una y otra vez para hablar de alguno de sus libros sobre Azaña, ignorando así tanto a otros historiadores, como a los historiadores locales y cualquier visión que no se ciña a la literatura y a lo que parece un esquema prefijado de lo que hay que hablar y de lo que no hay que hablar. Quizá estas jornadas, que traen bastante aire al recuerdo de Azaña en Alcalá de Henares, su ciudad, necesitan un poco de aire nuevo en su organización o en su planteamiento, y no temer a hablar de lo que se tenga que hablar, y reconocer que Azaña, republicano burgués, era de izquierda, una izquierda burguesa, no socialista, pero una izquierda que pactaba con los socialistas, por mucho que se empeñen: no era conservador, o no tanto como alguno querría. Quizá necesita ese aire más que la promoción radiofónica y la disposición de su librería de Javier, sin quitarle mérito a lo que pueda hacer el librero Javier, al cual no recuerdo por estas jornadas hasta al menos las dos o tres últimas. En 2017, el año pasado, fue la última vez que cubrí uno de los actos de estas jornadas, en torno a una exposición de Azaña en la Primera Guerra Mundial (Noticia 1751ª).

Pues bien, estamos en 2018 y las IX jornadas  sobre la vida y obra de Manuel Azaña ya están aquí de nuevo, una vez más interesadas en sus libros, en su defensa del patrimonio histórico y artístico y en una biografía que se reedita escrita por Santos Juliá y que se presentará el 30 de noviembre en la librería de Javier. Este año a la gente del Foro del Henares también les apoyan la Universidad de Alcalá de Henares, su Fundación General, la Fundación Largo Caballero, la Asociación Présence de Manuel Azaña (Montauban), el Arxiu Fotogràfic de Barcelona del Ayuntamiento de Barcelona y la propia Librería de Javier, claro.

La cosa es que este año esta semana que hoy domingo se agota ha estado llena de actos, no sólo de los coloquios y conferencias de Azaña. Así por ejemplo, se entregó el tercer premio Francisca de Pedraza por parte de las Mujeres Democráticas y la Universidad de Alcalá para premiar las inciativas por la igualdad de género. En ese sentido, también se celebró por primera vez en Alcalá el Festival Violeta de las artes escénicas por la igualdad. Ya sólo con los actos por Azaña, la entrega del premio Francisca de Pedraza y el Festival Violeta la ciudad iba cargada, muy cargada, de actos culturales. Sumadle si lo deseáis la apertura de algunas atracciones navideñas en el recinto ferial. Pero es que resulta que el 22 la Biblioteca Municipal Cardenal Cisneros acogió la reedición por parte del ayuntamiento de la biografía del también alcalaíno Andrés Saborit que escribió en su día Urbano Brihuega.Yo acudí a este acto, donde también estuvieron importantes personas como la representante del Archivo Histórico de la Fundación Pablo Iglesias, el alcalde Javier Rodríguez, el presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Alcalá de Henares, el director de música sinfónica Vicente Ariño, varios historiadores y un nieto directo de Andrés Saborit. No es poca cosa. Quizá ese día 22 fue el más complejo, pues fue cuando más actos coincidieron en el tiempo. Imposible estar en todos, al menos que como el alcalde te fueras comenzado el acto para poder estar un poquito en todos, que es tanto como no estar personalmente en ninguno. 

Saborit fue un alcalaíno nacido en la calle del Ángel, como indica una placa, y que fue uno de los primeros socialdemócratas del PSOE al comienzo del siglo XX. Fue diputado en Cortes (uno de los primeros que tuvo el PSOE en España), concejal del ayuntamiento de Madrid y también primer teniente alcalde de la capital. Participó activamente de la Huelga Revolucionaria de 1917 y también, viendo el éxito anarquista con la huelga de La Canadiense, defendió desde sus cargos la consecución de la jornada laboral de ocho horas, y denunció a todo aquel empresario que no la cumplía. Estuvo treinta y nueve años en el exilio. Murió con 91 años en 1980. Urbano Brihuega ha revisado y ampliado el libro. Será interesante su lectura. La presentación estuvo amena y fue directa a lo que interesaba.

Como sea, bien se ve que la penúltima semana de noviembre se ha cargado de eventos de alto contenido cultural e histórico, y que esta semana que empieza seguirá ese rumbo dando final, por ejemplo, a los eventos convocados en conmemoración a Azaña. Pero quizá de esta semana lo más interesante sea un recital que se va a hacer el jueves 29, a las 19:00 horas, en la sala de conferencias de la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital de Santa María la Rica, con poemas de León Felipe. Este poeta del desgarro, también exiliado, es una de las voces más atrevidas en España. Quizá sea lo más cerca que ha tenido España de un poeta contracultural. Tiene un estilo propio muy potente y rompedor que aún hoy arrampa con todo. Puede ser una buena cita.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

martes, noviembre 20, 2018

NOTICIA 1829ª DESDE EL BAR: STAN LEE PRESENTA...


¿Cómo no iba a hablar de Stan Lee tras su muerte cerca de los noventa y seis años la semana pasada, el 12 de noviembre? Hice tiempo porque quería escribir seguidas las dos entradas del festival Alcine de este año (Noticia 1827ª y Noticia 1828ª). Además quería escribir más sosegadamente sobre ese hecho. No se tratará esta entrada de un análisis biográfico de su vida, la cual ya ha sido más que tratada por medios de comunicación de todo el mundo, anécdotas incluidas. Desde que de joven conoció a Jack Kirby y formaron un tándem creador de cómics, a la fundación de Marvel Cómics, las ocurrencias de los nuevos empleados, la recuperación de Capitán América, el cambio que le dio a Conan tras hacerse con sus derechos, la vuelta de tuerca que le dio al dios Thor para hacerle superhéroe, sus éxitos con la invención de Los Vengadores, Los Cuatro Fantásticos, su exitoso Spiderman, el admirado Dare Devil, Iron Man (al comienzo en España El Hombre de Hierro), Punisher (que era El Castigador en España hasta la segunda mitad de los años 1990), Hulk (La Masa en España hasta los años 1990), X-Men (Patrulla X en España hasta los años 1990), Wolverine (Lobezno en España hasta los años 1990)... Sí, yo leía cómics de Marvel de niño en los años 1980 y de joven en los años 1990... y sigo leyéndolos de mayor, los que puedo. Antes tenía bastantes cómics de Marvel, Unos comprados por mis padres (muchos domingos uno para cada hijo) cuando paseábamos por la Plaza de Cervantes, otros comprados por mí en las Ferias de Libros Antiguos y de Ocasión o en algún kiosko de prensa. Tenía incluso un par de las novelas gráficas de películas que sacaron en los años 1980. Me gustaría poder seguir teniendo mis ejemplares, pero las cosas de la vida, parece ser que no los tengo, como todos aquellos de DC, la compañía competidora (compré una gran cantidad de Batman), o los de Bruguera. Como sea, he comprado alguno de ellos de nuevo, aunque he de reconocer que más de DC que de Marvel, y no porque tenga algo contra Marvel, todo lo contrario. No ha surgido así. Busco historias completas hoy día, y en Marvel esto es complejo, porque Stan Lee se las apañó muy bien para crear historias interminables e interrelacionadas con las historias de sus múltiples personajes y sus lineas editoriales... Los Cuatro Fantásticos podían interrelacionar con Capitán América, y este con Iron Man, y este con Hulk, y de repente Patrulla X se cruza con Spiderman, y varios tienen parte en Los Vengadores, pero resulta que para explicarte un asunto que lees debes saber qué pasó en Secret Wars, o en Civil War, Infinity War o en What if? (aquel mundo alternativo en los años 1980 que nos ofreció el personaje Todopoderoso... ¡hasta vimos a Conan en medio de New York!). Un jaleo, pero no es irresoluble, y hay novelas gráficas o al menos historias más o menos completas disponibles.

DC había dado con la invención de los superhéroes en los años 1930, con determinados precedentes de otras editoriales de héroes que se podían asemejar pero no eran superhéroes. Capitán América, de los años 1940, nació como héroe que combatía a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Los soldados del Pacífico lo leían para subir la moral, curiosamente. Este personaje era una especie de copia del Capitán Marvel (Capitán Maravillas) de DC (el famoso héroe que sus poderes se activaban gritando "Shazam!"). Para los años 1950 ambos superhéroes estaban ya en horas bajas, pero mientras DC recuperaba al Capitán Marvel, Stan Lee hacía lo propio en los años 1960 con Capitán América. No va a ser casual que recupere a un personaje que imitaba a otro de la DC. Los cómic más vendidos eran los de DC. Según se forme Marvel Comic se van a dar tres claves importantes: un talante más progresista que los héroes de DC, unos superhéroes con problemas personales como el resto de las personas y una copia sistemática y adaptada de las invenciones de DC, lo que transformó a esas editoriales en algo más que competidoras. Marvel lo solucionó acercándose más al lector, fueron ellos por idea de Stan Lee los que iniciaron una sección de correspondencia donde los lectores podían escribir y los autores y editores podían contestar. No es casual los paralelismos entre La Liga de la Justicia y Los Vengadores, Capitan Marvel y Capitán América y otros héroes, si bien Marvel comenzó a experimentar creando auténticas innovaciones revolucionarias, como Spiderman, que contenía en sí todo el manual completo de cómo no debía ser un superhéroe... y se transformó en el más exitoso de ellos tras Superman, Batman y Capitán América. Tampoco es raro que algunas lineas argumentales generales de ambas editoriales tuvieran sospechosos puntos en común. Aún con todo DC y Marvel no se llevaron tan mal a partir de su necesaria renovación en la segunda mitad de los años 1980 y sobre todo tras el empuje del cómic japonés en los 1990. En 1998 coprotagonizaron una serie en la que los superhéroes y supervillanos de las dos editoriales colaboraron en lo que se llamó Acceso total. Una rareza donde colaboraron autores y editores de estos creadores.

Stan Lee era un empresario sagaz. Se transformó a sí mismo en un personaje de su obra. No sólo en cómic, también en televisión y cine. Desde los años 1960 DC y Marvel quisieron estar en estos medios. DC lo logró con éxito desde entonces, pero Marvel no lo logró hasta que en los años 1990 pudo hacer series de dibujos animados más o menos exitosas (tras intentos varios con actores de los que sólo en los años 1970 destacaría La Masa). Pero sin duda el gran éxito cinematográfico de Marvel ha sido desde los años 2000, con los nuevos efectos especiales. Los que nos hemos criado con sus cómics hemos podido ver a Spiderman, a la Patrulla X, a Los Vengadores, a Los Guardianes de la Galaxia (donde salen Los Eternos, que guardaban un paralelismo con los Linternas Verde de DC), a Thor, al Hombre Hormiga, a Wolverine... a tantos. Uno se puede sentir afortunado de haberlos leído e imaginado desde niño y de haberlos visto como si fueran reales en el cine una vez que se es adulto. Yo tenía, tengo, al Capitán América con Falcon (Halcón ahora) y Cráneo Rojo en la portada del cuaderno que me sirvió como mi primer diario personal en 1989, con diez años. La portada está rota y sujeta con adhesivos desde que en los años 1990 me fue rota al quererse leer mi diario sin permiso. Lo conservo, como conservo todos mis diarios, claro, y esa portada sigue ahí con todos sus colores. Es una de las viñetas de Capitán América que hoy día más se reproduce en camisetas y pósters. 

Marvel incluyó bastantes más personajes femeninos de los que hasta entonces (los años 1960/1970) había introducido DC. Cierto que DC los tenía muy sonados, como Wonder Woman (una diosa amazona cuya respuesta de Marvel será Thor) o Cat Woman, pero DC tendía a duplicar en femenino a sus héroes masculinos (Super Girl, Bat Girl). Marvel también lo hizo (véase Spider Woman o Hulka), pero cada vez más tendió a crear heroínas innovadoras e independientes de un equivalente masculino (Sue Storm de Los Cuatro Fantásticos, Tormenta, Avispa, Pícara, La Gata Negra...). Como he dicho, Marvel será algo más progresista que DC en su momento, aunque en general ambas editoriales hayan sido acusadas de conservadoras. En España sufrieron censura las dos durante el franquismo. Aquí llegaban por medio de editoriales con sede en México y Barcelona, como Novaro y Vértigo, y tras Franco Bruguera tendría el sello de Fórum, y después vendría Planeta... Pero volvamos a Franco. Marvel sufrió la censura total de sus personajes para la prensa infantil y juvenil, si bien durante el tardofranquismo se permitió publicar algo como prensa adulta, siempre que fuera una historia completa como novela gráfica y que no formara serie de personaje, pues no se autorizaban los personajes pero se podían autorizar las historias como libros de prensa adulta. La mayor parte de las generaciones anteriores a la mía que recuerdan haber leído algo de jóvenes de Marvel durante el franquismo, por mucho que lo juren y juren, tiene muchas probabilidades de que en realidad su memoria les confunda y se trate de los años de la Transición, a pesar de que en el tardofranquismo existieran novelas gráficas por ejemplo de Los Vengadores, yo he llegado a tener en las manos un original de este tipo de 1973 impreso en España. La publicación tardía de los personajes de Marvel en España es lo que hace que en cuanto a cómics extranjeros aquí tomasen ventaja los de DC tipo Superman y Batman (también con censura). Marvel en España tendría su mayor tirón en los años 1980, tardaron en asentarse tras ese importante retraso por la censura total hasta 1975 en la prensa juvenil. Y es precisamente esa época la de la infancia de las personas de mi generación y cercanas, los que esta semana más hemos lamentado la muerte de Stan Lee. Los cómic que lográbamos en los años 1980 muchas veces eran cómics editados en España por primera vez a partir de 1976/1977 que no se habían vendido y aún conservaban algunos kioskos. Otros eran nuevos en nuestro país, pero sus historias se habían vendido fuera de España diez o veinte años antes. Se seguían editando en revistas quincenales, y a menudo perdías las partes que lo continuaban. El negocio del cómic era diferente por entonces.

Por otro lado Marvel reproducía un mundo claramente marcado por la Guerra Fría y los experimentos nucleares. Buena parte de sus superhéroes eran producto de accidentes científicos. Un análisis de las génesis y tramas de estas series podrían darnos muchos datos socioculturales de la época, sobre todo en cultura popular. No olvidemos que también en Estados Unidos los creadores de cómic eran perseguidos, a menudo acusados de comunismo, a pesar de que en España durante la Transición hubiera un campaña tratando de hacer creer que los superhéroes de Marvel iban contra el comunismo.

Aún recuerdo cuando en 2012 el bar de rock Flamingo organizó un Carnaval de disfraces de superhéroes y ya por entonces os hablé de DC y de Marvel (Noticia 1047ª)  y nos disfrazamos, ya lo creo (Noticia 1051ª). Pero es que de Cómic se ha hablado mucho en esta bitácora, y de personajes de Marvel y se han usado sus viñetas, e incluso cubrí aquel encuentro internacional de conferencias de cómic que hubo en Alcalá de Henares y del que participé. 

Los superhéroes de los cómic son en parte una reinvención de los dioses griegos y romanos de la Edad Antigua. Se ha escrito mucho sobre estos paralelismos y sobre su influjo en la cultura popular. Terence Moix y Umberto Eco se explayaron analizando sus efectos en la sociedad y su admiración por todos estos personajes de papel. Hay un común denominador de admiración del superhéroe, del salvador, de la vida alternativa posible, el hombre común que se puede transformar en alguien importante. De la vida imposible al lector, por otra parte. Stan Lee murió y por todo el planeta, sobre todo de cultura occidental, ha sido recordado y conmemorado. Es uno de esos personajes que contribuyeron por otra parte a cambiar la Historia de la Humanidad desde su aporte cultural. Me explicaré, porque suena exagerado, pero no lo es tanto. Aunque el fenómeno del cómic estaba en marcha desde el siglo XVIII, sobre todo desde el XIX, y que los héroes y superhéroes estaban presentes desde los años 1930, tras la Segunda Guerra Mundial, en 1945, se inicia una etapa nueva que al entrar en la Guerra Fría de manera muy definida a partir de 1947, busca en Occidente como solución la creación de un Estado del bienestar que implicaba entre otras cosas la difusión aún más potenciada de la cultura de masas y la aculturación estadounidense en todos aquellos países que se necesitaban para combatir al bloque soviético. Se trataba de exportar una visión de la vida y se trataba también de alejar de la política a los ciudadanos comunes, para ello lo mejor que se encontró fue la cultura del entretenimiento de masas... música, cine, televisión, festivales... cómic. ¿qué duda hay de que los superhéroes son el producto de cómic más exitoso de los creadores de Estados Unidos? Competían con otros cómic, como el manga japonés, o los personajes europeos (Tintín, Astérix, Mortadelo y Filemón, Spirou, Corto Maltés, Blueberry, Capitán Trueno, Valentina, el erotismo de Milo Manara...), pero en cuanto a creaciones norteamericanas de las décadas inmediatamente posteriores a la guerra mundial, los superhéroes son clave, y entre ellos, desde los años 1960 Cuatro Fantásticos, Capitán América, Los Vengadores y Spiderman van a ser claves, más aún cuando lleguen los años 1970. Es la segunda edad de oro del cómic norteamericano y uno de sus protagonistas indudable fue Stan Lee.

Mi homenaje y mi agradecimiento a Stan Lee y su "Stan Lee presenta..." que comenzaba cada obra de Marvel. Nos ha hecho vivir muchas y muy maravillosas aventuras. Patrulla X y Wolverine fueron de mis favoritos, pero Spiderman tiene un atractivo impecable y, con el tiempo personajes como Cuatro Fantásticos y otros los revaloricé. Gracias, Stan Lee.

domingo, noviembre 18, 2018

NOTICIA 1828ª DESDE EL BAR: ALCINE 48 LLEGÓ A SU FIN, ANALICEMOS SUS LARGOMETRAJES

Impagable, realmente impagable, el concierto de clausura de Alcine 48 este domingo. Un concierto de nuevo conducido por Vicente Ariño al frente de la Orquesta Ciudad de Alcalá, en el Teatro Salón Cervantes. Son ya veintidós años en los que se produce este concierto. Este año hubo un pequeño problema con la programación de mano. No venía recogida la primera mitad del concierto, que estuvo compuesta por las bandas sonoras de las series de televisión Alfred Hitchcock presenta, Los siete magníficos (aunque yo ignoraba que hubiera tenido serie antigua, sí sabia que la tiene actual) y, para sorpresa y mucho gusto: Star Trek, de la que Ariño anunció que la Orquesta Ciudad de Alcalá había comprado los derechos, cosa que si saben manejarlo podría darle unos disfrutes y unos ingresos necesarios para la orquesta. La segunda parte del concierto fue un enorme y monumental bloque en una suite gigante compuesta por una overtura que daba pie a las sintonías de series españolas Cuéntame cómo pasó, Crónicas de un pueblo, Curro Jiménez, Cañas y barro, Don Quijote de la Mancha, Verano azul, Anillos de oro, Segunda enseñanza, Farmacia de guardia, Brigada central (que sonó antes que la anterior a pesar de la ubicación que le dio el programa), Amar en tiempos revueltos, Los Serrano y Aquí no hay quien viva. Esta suite, una maravilla total y ojalá quede constancia sonora de ella de algún modo, fue arreglada por el joven compositor residente de la Orquesta Ciudad de Alcalá Jesús Castañer, que apenas cuenta con 22 años de edad. La suite se llama SuiteTV. Creo que es una persona muy prometedora. Habrá que estar atento a su trayectoria. Levantó aplausos del público de muy larga duración. Para terminar no hubo bis, pero sí una propina de un tema que no habían tocado aún: Misión imposible, que ya sonó en Alcine anterior como banda sonora de película, igual que Los siete magníficos. Hubo un artista invitado tocando con la orquesta, el músico Jimmy "Rizos" (Jaime de Jesús).

La orquesta estuvo genial. Emocionó hasta la última nota, pero ya con las primeras, con ese sonido de misterio y crimen de Hitchcock ya estábamos ganados. Escuchar el comienzo de Star Trek, y todo lo demás de la serie, ha sido uno momento realmente transportador tanto a la nave como a otra época y formas de hacer cine y televisión. Pero desde luego SuiteTV fue de lo más llamativo. Dos colosales momentos de la orquesta, Star Trek y SuiteTV en un mismo concierto. Fue algo impresionante. estuchar todo este bloque me hace pensar que algún día se debería hacer un concierto de homenaje a algunos de los compositores españoles del mundo del cine y televisión, igual que se ha hecho con John Williams o Ennio Morricone. Nosotros podríamos hacer algo muy digno con Augusto Alberó. Como sea, la suite tenía unos arreglos muy vitalistas y fuertes. Llenaban de vida la sala. Reinventaban algunos sonidos. Escuchar la adaptación de la canción rock de Fórmula V Cuéntame cómo pasó fue algo novedoso y sorprendente. Destaca la gran habilidad de Castañer para crear frases musicales que adaptan a la perfección la voz de los cantantes, como se pudo comprobar también en lo correspondiente a Fran Perea en Los Serrano o en Aquí no hay quien viva. Excelente trabajo de los vientos y excelente trabajo de la percusión. Ariño hizo una dirección impecable. La orquesta entera no lo pudo hacer mejor. Incluso la reinvención de Verano azul, que sonaba con una rapidez y un fondo casi de música de circo era algo que casi invitaba a bailar. Puede que hubiera partes con sonidos cercanos al jazz o el rock. Volvería a pagar por volverlo a escuchar. La misma música de Curro Jiménez en directo levantaba el ánimo a niveles muy altos. Un concierto muy digno.

Y tras el concierto, pequeño tirón de orejas a la organización que este año no editó el díptico con el palmarés de los metrajes ganadores.

Ha terminado Alcine 48. Este año me ha parecido que tuvo unos cortometrajes de mucha calidad y unos largometrajes que quizá han estado por debajo de lo que suelen estar. Directamente: me ha parecido mejor los cortometrajes que los largometrajes. Yo juzgué como público los cortometrajes europeos, como os analicé (Noticia 1827ª). El palmarés fue hecho público ayer por la mañana, se puede consultar por acá. No estoy de acuerdo con el premio al mejor montaje dado a Mi amado, las montañas, ni al segundo premio de los cortometrajes europeos, Fuck you. Pero sí estoy satisfecho con el resto de ganadores, especialmente con Cadoul de craciun y Cadavre exquis, aunque me ha faltado algún otro. Hay este año hasta un premio desierto, el de efectos especiales, y es que este año se ha tendido más a la realidad. Pero con lo que desde luego estoy totalmente en desacuerdo, y me parece que ha sido otro de esos años de desilusión en esa categoría, es con la ganadora de Pantalla abierta, Muchos hijos, un mono y un castillo. Como esa sección es la sección a la que le doy preferencia tanto como jurado del público que como espectador, paso a comentaros las película de la sección tal como las vi.

En general, como he dicho, creo que este año los largometrajes fueron superados por los cortometrajes. Otros años han habido películas que iban más allá de lo que han ido estas. Se podría decir, en general, que ha sido un año flojo. Ahora bien, en comparación con el resto de años, este año, menos una sesión, todas las sesiones tuvieron la sala del Teatro Salón Cervantes llena a rebosar de gente de una manera inédita en ediciones anteriores. Por lo que si medimos el éxito en afluencia, este año ha tenido más afluencia. Eso sí: muchas sesiones estaban repletas de gente muy mayor. Lo cierto es que, aunque yo tenía que trabajar en Madrid y levantarme a las seis de la mañana, pude ir a todas las proyecciones. Ha habido un cambo en los horarios que ha beneficiado esto y eso es aplaudible. En otras ediciones recuerdo haber llegado a mi casa cerca de las 00:00 horas en uno de los días que más durase el metraje, este año, en análogo caso, lo más tarde fue entre las 23:00 y las 23:30 horas. Espero que esta decisión horaria se mantenga en el futuro por ser beneficiosa para público, autores y festival. Por otro lado, ha sido una edición con mayoría de películas de protagonistas femeninas e historias femeninas. De hecho hubo seleccionadas varias realizadoras. Pasemos a hablar de las películas.

Un día más con vida (Raúl de la Fuente y Damian Nenow, 2017). Se proyectó el primer viernes, lo que repitió el hecho que ya se había dado el año pasado. Quedaba así aislada del resto de proyecciones de Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores. Pareciera que con ello se la quisiera destacar, al otorgarle ese honor inaugural. Y no sé hasta qué punto eso pudiera ayudar a la imparcialidad de juicio del público, aunque el público no tiene porqué ser imparcial, simplemente tiene que ser público, cada uno con su juicio y sus valores a la hora de ir al cine. Esta es para mí una de las dos películas con mayor calidad del festival. Tuvo gran acogida y un excelente debate posterior con uno de los directores que se quedó a hablar con el público de cómo logró sacar adelante este metraje, si bien algunos espectadores quisieron llevar la conversación al asunto político. Raúl de la Fuente, documentalista, explicó cómo durante diez años trabajaron este proyecto con el mayor problema de todos: la necesidad de dinero y el llamar a todas las puertas posibles. Se trata de la adaptación del libro de mismo nombre que la película, del periodista polaco reportero de guerra Ryszard Kapuściński, premiado Príncipe de Asturias en 2003. A la vez este libro es un libro de memorias y periodístico sobre las experiencias del autor como reportero en la guerra de descolonización de Angola en 1975. La película, como el libro, tiene pasajes poéticos y surrealistas que se mezclan con la más cruda realidad de aquellos sucesos en los que Kapuścińskise transformó en el único reportero extranjero en el frente de guerra sur, donde vio la entrada de las tropas de Sudáfrica en Angola, del mismo modo que vio antes que ningún otro periodista la llegada de las tropas de Cuba en ayuda de los socialistas angoleños. Escenas de dibujos animados se mezclan de repente con imágenes reales de algunos de los personajes reales de aquellos hechos, aún vivos, hablando desde su recuerdo de lo que narró Kapuściński. es interesante esa forma de ficcionar unas memorias y de repente meterlas de lleno en el formato documental para volver a la ficción de la realidad, y, ¡bum!, de golpe a la poesía de lo onírico y surreal. Si bien es verdad que el metraje tiene algunos agujeros que crean saltos temporales que fuerzan al espectador a dar por hecho ciertos acontecimientos vitales que hubiera estado bien ver, el director lo explicó como problema de la productora, que le pidió quitar quince minutos del metraje cuando ya estaba casi montado, por cuestiones económicas. Aún con todo es una idea expositiva muy fresca, nueva, poética, que ciertamente nos enseña también el falseado de la animación mejorando físicamente a las personas reales, o también dicho la idealización. Creo que la película dejó muy buen sabor de boca a todo el mundo. Es muy recomendable. Y quizá muy necesaria para entender un poquito también aquel conflicto. Por cierto que el metraje se estrena este mes en Angola en la semana de su fiesta nacional, la de la fecha de la independencia por aquella guerra, y tendrá presencia de una de sus  ministras en su proyección. La película tiene de otro festival, navarro, el Premio Cartoon Movies de 2018, y en el Festival de San Sebastián consiguió el Premio del Público.

Muchos hijos, un mono y un castillo (Gustavo Salmerón, 2017). Es la ganadora del Premio del Público de Alcine 48, y con este premio cuenta ya con seis premios entre 2017 y este 2018, entre ellos el del Goya al mejor documental, su máximo galardón. Estoy totalmente disconforme con este premio, pero bien es cierto que el premio que otorga el público responde al criterio sumamente amplio que supone la suma de todos los criterios de los espectadores que, como yo, tenían la capacidad de voto en la urna. Esa disparidad de criterios pueden ser cinematográficos o no. Es simplemente el criterio del público. La película tenía una mala ubicación, o eso se podría pensar. El lunes en el último pase, no suele ser el pase más afortunado en otros años. Sin embargo, la sala se llenó al completo. Quiero decir para empezar que yo me divertí con el documental. Puedes reírte con él y empaparte de su aparente buen humor ante los "va y vienes"  de la vida. En ese sentido es recomendable. Pero como película documental no aporta nada. Lo que se hace en ella ya se hizo en El desencanto (Jaime Chávarri, 1976), con la familia Panero, o en El encargo del cazador (Joaquím Jordá, 1990), que también ganó premio en Alcine ese año. Y en cuanto a poner el foco en la propia madre de la familia y sus excentricidades como gancho para reír, tenemos el ejemplo de Carmina o revienta (Paco León, 2012). Juntar grabaciones caseras antiguas y montarlas junto a material nuevo de grabaciones familiares con la idea de crear un documental tampoco es una innovación no ya por los ejemplos citados, sino también por otros que transcienden incluso las fronteras. No hay una fotografía espectacular, ni una iluminación, ni una dirección artística destacable, no hay nada. No hay obviamente interpretación, y el guión probablemente se adaptó a la espontaneidad. Quizá lo más destacable sea la pericia del autor para seleccionar y montar el material. Por muy premiada que haya sido la película, y aunque yo también me haya divertido con ella, no la veo tan espectacular como para obtener tantos galardones. No tiene nada. Es una película que se vende bien porque goza de un excelente sentido del humor familiar, un humor, que, por otra parte, tiene algo de ese humor enfermizo en el que los reyes contrataban enanos para reírse de su estatura mientras hacían cosas comunes. Una familia claramente guiada en su destino por los deseos de la madre, vive el éxito y la caída de manera conjunta. Ella, la madre del director, desea tener muchos hijos, los tiene, un mono, lo tiene, y un castillo, lo tiene. De no tener demasiado, pasan a tener mucho dinero, pero por razones que no se explican y se escurre el bulto echando la culpa a la crisis de 2008 se arruinan, cierran una fábrica y les embargan el castillo. La madre tiene una especie de síndrome de Diógenes, No quiere tirar nada que haya estado en su vida. Acumulan todo tipo de cosas, hasta las vértebras de su abuela. Ese acumular objetos lo transmite al resto de los miembros familiares. Al desalojar el castillo esto queda patente. Por el camino yo me río y me pregunto a la vez qué oculta lo que no nos cuenta el documental. Esta familia tan graciosa, ¿en qué situación y modo cerró la fábrica con sus respectivos obreros y sus familias? ¿En qué condiciones y por qué el embargo de castillo? ¿Por qué los hijos tienen que regresar a vivir con los padres? No se responde a esto porque no es un documental sobre la familia, sino sobre la personalidad de torbellino de la madre y su sentido del humor. Pero, ¿y si tras las risas hay algo más? No va de eso el documental. La familia se quedó a hablar con el público tras el metraje, allí también se habló poco de cine, se llegó a hablar de cómo preparar un bocadillo gigante que se ve en el metraje, o a mostrar el Goya que ganaron. Esta claro que si la idea era ganar el premio del público, el objetivo era ganarse al público y para eso la inteligencia emocional recomienda siempre: haga usted sentir bien a la otra persona. En fin, fue la ganadora. se veía venir tras las reacciones del resto del público, aunque unos pocos, muy pocos, reconocíamos habernos reído pero no haber encontrado el sentido cinematográfico del metraje aunque tuviera tanto premio.  

Con el viento (Meritxell Colell, 2018). La más novedosa de las películas que se presentaron. Y la que menos público atrajo a la sala. El principal problema de esta película es su sonido. Tiene un pésimo sonido. Los personajes hablan muy bajo y como en murmullo. A pesar de que hablaban en español, agradecí mucho que tuviera subtítulos en inglés, pues alguna partes sólo las entendí leyendo en inglés... y menos mal que sé algo de inglés. La película se hizo dura, no sólo por el sonido, sino que a eses sonido hay que sumarle silencios que se hacen largos (que no tanto que fueran largos), y escenas lentas que si bien le dan cuerpo necesario para que cuaje la historia emocionalmente, a veces a uno le hizo divagar en sus propia cosas. En muchas ocasiones de la película terminé pensando en mis propios asuntos. Iba y venía del metraje tantas veces como el metraje invitaba a mi cabeza a darse un paseo por ahí. Ahora bien, eso nos lleva a que la película requiere de su momento preciso para ser vista con toda la atención que requiere. Yo quizá no estaba en ese momento. Claro que tampoco invitaba mucho a centrarse el hecho de un comienzo donde en una sombra muy oscura con conatos de luz, intuimos a una persona que se mueve y gime, no sabemos muy bien el motivo, hasta que poco a poco vemos que es una mujer bailando danza en traje oscuro. Una escena más o menos larga, sin explicación que casi parece ideada para que la entienda quien entienda de danza. Cuando avance la película sabremos el porqué. Para mí es una metáfora. La película empezará y se cerrará con esas danzas de la bailarina, en largas escenas sin palabras y baile moderno. Ella es una española que ha triunfado en Argentina como danzarina. Está ensayando cuando recibe una llamada de teléfono donde se la informa del empeoramiento de la salud de su padre. Ella regresa ha España, pero él ya ha fallecido. Vivía en mitad del campo de una aldea muy pequeña del norte. En la gran casa antigua y sin casi comodidades del mundo actual (y parece que allí se paró la actualidad cuando llegó la electricidad, no es algo anómalo en algunos lugares de España), se queda sola la madre, una anciana, y la acompañará ella unos días tras el entierro, junto a su hermana, su cuñado y su sobrina. La madre decide vender la casa e irse a vivir a un piso a la ciudad, más cerca de la hermana que vive en España. es evidente que la madre ha sufrido mucho la enfermedad del marido, pero que una vez muerto comprende que ha terminado una etapa y quiere cerrarla del todo. Sin embargo, esa casa tiene muchos recuerdos felices de su pasado y que estén allí todas juntas hace pensar que en realidad la madre disfruta de la presencia de ellas y lo vive como un pequeño paraíso. Incluso se anima cuando juegan a las cartas. Pero en medio hay reproches entre hermanas, por quien hizo qué por el padre. La casa se venderá. Y la película es todo un retrato, una pintura intimista, de todo ese amor lleno de dolor cuando alguien que pertenecía a ese amor se muere. La madre vuelve a la realidad. La cosa es que la madre le ha pedido a su hija famosa que se quede, pero la hija, cumplida su misión, ya puede volver a su vida. E ahí el asunto. El amor por el otro puede ser mucho, pero cuando el amor por el otro quiere ser cadena, hace sufrir. La vida tiene etapas, hay que asumirlas. Hay cambios. Los cambios no implican falta de amor o desapego, simplemente, son como son. Todo el mundo tiene su vida. Por ello empieza y cierra una danza la película, o así lo entiendo. La película se llama Con el viento porque ella bailará con el ritmo del viento al final de metraje. Ella baila cuando es libre al comienzo, y se ata a una vida rural por amor a su madre, la ayuda, pero en cuanto la ayuda está cumplida y la madre misma lo comprende, ella vuelve a su vida y baila en la casa para despedirse de una etapa, y baila con el viento porque vuelve a la libertad. Una libertad que no huye de la madre, todo lo contrario, sino que es consciente del amor familiar y de la necesidad de la libertad propia. Hay una frase de la danzarina a la sobrina clave, cuando la sobrina quiere irse a estudiar a Londres pero tiene miedo del enfado de la abuela y la madre, la tía le viene a decir que la apoyarán porque la quieren y cuando alguien quiere a alguien le desea lo mejor, y lo mejor es lo que esa persona desea hacer con su vida, no imponerle la vida que no desea. Película intimista.

Viaje al cuarto de una madre (Celia Rico, 2018). Quizá la otra de las dos mejores proyecciones de este año, aunque quizá ha pasado indiferente a mucho espectador no preocupado por las dificultades que entraña un relato como este, unas dificultades que no son evidentes, pero que están. La principal dificultad es que el peso total recae en las interpretaciones. Si estas fallan, falla todo. Y no fallan. Lola Dueñas (una veterana de Alcine) y Anna Castillo hacen con sus personajes de madre e hija una interiorización total que nos meten dentro de un guión con un estudio psicológico profundo y bien trabajado. El relato tiene por necesidad grandes saltos temporales, cuando aparentemente no los ha habido, y en esos saltos las psicologías avanzan. La interpretación es precisa y brillante. Rodar cada escena manteniendo esa realidad emocional es complejo... ¡y lo logran! Buenas actrices y buena directora novel, quizá la próxima premio Goya a esa categoría, ¿quién sabe? En este caso la historia cuenta la vida de una madre y una hija joven que viven juntas en un pequeño piso obrero, muy humilde, lleno de necesidades, por ejemplo energéticas, y y con mobiliario anticuado. En realidad me recuerda mi propia casa o la casa de múltiples vecinos y amistades. La cuestión es que hay en el ambiente una tristeza y una dependencia emocional fuerte de la madre a la hija. El padre ha muerto aparentemente no hacía mucho y, a juzgar por la edad de la madre, de manera temprana. Eso les ha creado un trauma. La hija acompaña a la madre y hace cosas con ella para intentar levantarla el ánimo, como ver series de televisión en Internet. Está claro que también la madre estaba desactualizada y la hija la mete en esa actualización del mundo, un mundo que ella conoce, como herramienta para devolverle a un buen estado de ánimo. No se fuerzan la una a la otra, simplemente se comprenden, sin mencionar el tema. Pero en ese apoyo y en ese acompañamiento la hija ha cedido tanto espacio propio para su madre que ha perdido su vida. Sus amigas avanzan en sus vidas con sus trabajos, novios y relaciones, mientras ella se ve abocada a una mesa camilla con la madre y horas de ver series de televisión, mientras accede al viejo trabajo de su madre: planchadora, que no es el trabajo que realmente la motive. Un día le hablan de ser niñera en Reino Unido. Desea irse a probarlo. Hay algo tenso en ella: el miedo a hacer daño a su madre o que se enfade si le dice que se va. Una vez más, como la anterior película, el amor se transforma en cadena y cuando se quiere romper esa cadena, es difícil. La rotura de la cadena se toma como conflicto y efectivamente hay mala convivencia cuando la hija plantea que se quiere ir. La madre con su enfado quiere forzar que nada cambie. Pero todo evoluciona y como la película trata de relaciones sanas y naturales entre personas que se quieren y aprecian, el amor vence al egoísmo y la madre deja, ayuda y facilita irse a la hija, aunque le duela. La madre se sentirá sola, la hija se sentirá agobiada con sus llamadas, pero esa ruptura de una zona de comodidad es necesaria, y aún vendrá otro golpe de ruptura, un accidente doméstico forzará que tenga que tirar la esa camilla y comprar un mueblo nuevo. Verá a un viejo amigo que le hace un encargo de ropa, y poco a poco la madre notará mejoras psicológicas, como dejar de vestir de oscuro. La hija volverá y no aguantará bien tantos cambios en la madre. Se produce la quijotización de Sancho y la sanchificación de Quijote, pero en ese momento se produce también la aceptación de la hija de la nueva etapa, ambas aceptan la vida propia y personal de la otra persona, sin imponer nada, se apoyan, porque se quieren, que es lo que ocurre sanamente en estos casos. La última frase del metraje es clave, la madre le pregunta a la hija por otros motivos, pero con claro mensaje de la intención del metraje: "¿estás preparada?". Y de ese modo se dejan ir y a la vez permanecen unidas. Película intimista de nuevo, bonita, de sentimientos, muy del tipo de cine francés, más que español. Muy buen trabajo. Perfecto estudio psicológico, además.

Carmen y Lola (Arantxa Echevarría, 2018). Esta película tuvo también lleno total. Tuvo mucho éxito entre el público. Reconozco que no estaba mal, pero e pareció "tramposa". Sincera, pero "tramposa", así de paradójico. Trata de un enamoramiento entre dos lesbianas (una de ellas descubre que lo es). Ambas son gitanas y están sumamente dentro de su cultura gitana, una cultura que en lineas generales se presenta como patriarcal y fuertes dosis machistas y homófoba, según se muestra en la película en diferentes escenas y diálogos. Los actores participantes eran gente común y corriente buscados y sacados de los mercadillos y barrios gitanos de Madrid por la directora. Así pues hemos de suponer que siendo ellos mismos gitanos de los ambientes que narra la película habrán aportado al guión e interpretaciones cosas de su mundo. La verdad es que para ser todos gente común, actúan realmente bien. Hay que destacar esas interpretaciones, aunque algún diálogo inicial quede un poco artificial. El trabajo de la directora debe ser igualmente destacable. La película es sincera porque trata un tema como el lesbianismo desde una perspectiva racial y de cultura homófoba que incluso, según se ve en la película, confunde homosexualidad con algún tipo de afrenta religiosa o acción del demonio, o bien como consecuencia nociva de adquirir conocimiento en la escuela. La película es un cuchillo más sutil de lo que parece, porque de rebote pone de manifiesto toda una sociedad cultural que practica la marginación a la mujer de forma opresiva y sometedora. No obstante, en uno de los personajes el lesbianismo se presenta como liberador de la mujer frente a la vida que le ofrece el hombre de ese mundo cultural, atada a la casa y los hijos y sumisa a lo que diga su marido, padre, hijos, etcétera siempre que sea varón. Películas sobre el lesbianismo ya habían habido varias en ediciones anteriores de Alcine. Películas sobre el mundo gitano, no tantas, y tampoco en el cine español en general. Por ello es destacable y sincero este esfuerzo en el que se nos muestra el lesbianismo en el mundo gitano y narrado y contado por personajes gitanos. Ahora bien, la película es tramposa. Todos los payos que salen (blancos) son racistas. Lo que transforma al gitano que asume al payo como racista en racista de payos, aunque parezca que no. El racismo es adjudicarle a una raza entera un determinismo biológico, psicológico, de triunfo, de fracaso, y demás. Yo no creo en el determinismo racial, no creo en las razones de los racismos. Pensar que todos los payos son racistas es un determinismo racial, es racismo. Del mismo que cuando en un momento de la película uno de los personajes usa una expresión muy clásicamente gitana y el público se rió, pero sin embargo esa expresión no estaba en un contexto de humor, sino de enfado, esa risa del público era racista, al adjudicarle un determinismo racial a un modo de hablar que se transforma en gracioso porque determinado humor ha llevado a ese modo de hablar a un lugar de mofa. Pero la cosa es que tampoco sería real decir que hay cosas que no se dan. Yo he nacido y me he criado y vivo en un barrio gitano donde hay además un mercadillo gitano semanal. No puedo negar que hay actitudes que ocurren de manera generalizada en unos y en otros. Que probablemente las creencias y rasgos culturales tienen su peso, y la religión evangélica. Pero no es tanto un determinismo racial, sino cultural, y si se me apura económico y social. Pero en ambos sentidos, en el gitano y en el no gitano, con tintes históricos y que la creencia en los tópicos y la asunción de los tópicos ayudan a mantener. No me era creíble la manera de comportarse en la calle los gitanos de la película, no me era creíble su forma de hablar entre ellos, no me fue creíble el gran enfado familiar, no me era creíble el mercadillo semanal, no me eran creíbles las relaciones de gitanos con payos (las pocas que salen) y demás. No me eran creíbles porque en mis 39 años de vida en mi barrio no lo he visto todo eso tan suave y tan buenista como se ve en la película y tan sin violencia. Una bronca como la del final de la película, para lo que desencadena y motiva, no implicaría sólo a la familia padre-madre-hija, ni sería tan "civilizado" como aquí se resuelve. Esa bronca no es ni una mitad del cuarto de lo que motivaría. Sí he reconocido otras cuestiones de la película como la fiesta social y familiar, o las relaciones jerárquicas y familiares entre ellos. Pienso que quizá al ser gente común interpretando su propio mundo, conocen tan bien su propio mundo que hay cosas que no salen tal como son fuera de cámaras. Sin embargo, la doy por buena, porque esta película trae un tema delicado y desconocido como es el lesbianismo en el mundo gitano y de paso le presenta al público payo que menos contacto haya tenido con el mundo gitano cuestiones para bien y para mal de esa cultura de clanes que podría ayudar a entendernos mejor entre nosotros y quizá a ayudarnos a eliminar lo negativo, aupar lo positivo, empezar a acabar con el racismo de uno y otro lado. Aunque es cierto que la película, como he dicho, tiene un buenismo enorme y excesivo con relación a la vida real en este tipo de barrios. Y ya no lo digo sólo por mi experiencia vital, sino también por esa experiencia laboral el año pasado como archivero para la Agencia de la Vivienda Social de la Comunidad Autónoma de Madrid, donde pasaron por mis manos centenas, quizá más de mil, expedientes sobre los poblados chabolistas, los barrios marginales, los desalojos, los realojados, los programas de integración. Una experiencia laboral que incluyó de treinta a cuarenta minutos de prohibición de salir del edificio mientras la policía nacional cuidaba las puertas porque un clan gitano quería protestar, navaja en manos, porque no les daban el piso que querían donde ellos querían. No existe el determinismo racial, pero si un grupo está sumamente empobrecido y embrutecido, se comportará de una manera, pero que ese grupo, o acaso unos individuos, se comporte así no implica que toda su raza se comporte así. Los motivos del comportamiento no es el racial. A pesar de que la película flojea en la relación ficción con realidad, es una película que está bien.

Sin fin (César Esteban Alenda y José Esteban Alenda, 2018). En el Festival de Málaga el actor Javier Rey se llevó el galardón a mejor actor, pero creo que en realidad sería María León quien más destaca interpretativamente en este metraje. La película me parece que tiene unos agujeros de guión llamativos, como el hecho de que una máquina del tiempo se sincronice y funcione por sí sola con un reloj ganado en una máquina de bolas de un bar. Pero obviamente la ciencia ficción en esta película es sólo una herramienta para mostrarnos su auténtico género: el romántico. La máquina del tiempo sólo es una metáfora, pero tiene su peso para desarrollar la historia. Sería ese tipo de ciencia ficción que deja caer su peso en los sentimientos más que en el prodigio del hecho científico ficticio. En los últimos años hemos visto varias películas de ciencia ficción de este tipo más sentimental. Así por ejemplo hay que recordar por fuerza a ¡Olvídate de mí! (Michel Gondry, 2004). En esa película una máquina hace perder la memoria de lo que se desea en este caso a un amor fallido. Mientras esto ocurre el protagonista entra en un viaje mental donde salta de recuerdo en recuerdo, y de espacio temporal en espacio temporal, huyendo del olvido y aferrándose a un amor que se rompió por desencuentros a lo largo de su relación. En cierto modo Sin fin se alimenta de esa película, pero la reproduce mal. Aquí la pareja está rota tras muchos de relación donde él se ha dedicado egoístamente a su trabajo, siendo desconsiderado con ella. Él logra inventar una máquina del tiempo y viene del futuro (dos veces) para salvar su vida emocional justo en el momento exacto donde cree que se rompe. Pero la ruptura se produjo hace tiempo, también, a lo largo de numerosos desencuentros. Repasan sus recuerdos y viajan con el recuerdo al pasado, donde el espectador podrá comprender qué falló, que faltó, qué se perdió. Lo que siempre es una amable invitación a que valoremos lo que se tiene, si se tiene. La película tiene sus fallos paradójicos graves y profundos, pero si se toma sólo su esencia romántica no importan. Depende del grado de exigencia del espectador. Para mí sería una película para no pensar demasiado y entretenerse un rato. No es poco, aunque lo parezca.

Jefe (Sergio Barrejón, 2018). No entiendo muy bien cómo pudo ser que esta película fuera seleccionada. Lo mejor que tiene es su banda sonora, una colección de canciones de rhythm & blues que va sonando marcando los momentos de decisiones conflictivas de su protagonista, como ocurriera en clásicos como Granujas a todo ritmo (John Landis, 1980). A mí sinceramente esta película me parecía una especie de película de la época del destape puesta al día en el siglo XXI, tomando por referencia un poco del cine de los años 1990 donde hay cierta violencia y humor mezclados, como es el caso de la heroína o los golpes. Un jefe de una empresa totalmente pasado de rosca, no trata bien a sus empleados y a la vez se desvela por ellos. Con todo tipo de ideas retrógradas es a la vez, superparadoja, un progresista empedernido. No faltara la chica de belleza de modelo a la que podremos ver en ropa interior. Ahora bien, los tiempos cambian. Cuando exista un complot para echar al jefe de la empresa, las mujeres serán las que logren que no le echen. Algunos chistes no funcionaban. Otros funcionaban para esbozar (poco más) una sonrisa. Una película quizá para desconectar neuronalmente un domingo por la tarde en tu sofá, pero sólo si se tercia no cambiar de canal de televisión.

Y con esto, hasta la próxima entrada. Saludos y que la cerveza os acompañe.

lunes, noviembre 12, 2018

NOTICIA 1827ª DESDE EL BAR: ALCINE 48

Un año más vuelvo a ser, afortunadamente, jurado del público del festival Alcine. Lo soy, como he dicho muchas veces desde el año 2000, con la única interrupción del 2003, que teniendo carnet de jurado no pude juzgar porque coincidía con la enfermedad mortal de mi padre. Previo al 2000 yo iba al festival como espectador, a algunas pocas cosas. El año pasado pude ser jurado, aunque me perdí varias sesiones, bastantes, muchas, porque tuve que atender cuidados familiares. Aquello ya lo conté.

Este año comencé en el atardecer del jueves 8, porque el antiguo dueño del Flamingo, amigo mío, me había comprado una entrada e invitado a ir con él al concierto de The Royal Flash que abría el festival en el Teatro Salón Cervantes. Presentaban su segundo disco de rock puro y duro. Tuvieron una puesta en escena de una hora llena de adrenalina y una canción en acústico. Tuvieron la libertad de moverse por entre el público e incluso rematar el concierto de forma sorpresiva montando la batería en el pasillo central de las butacas y cambiando sus papeles como músicos, el cantante ejerció de batería. Mereció la pena. Buen concierto, aunque quizá no era lo más indicado un teatro donde las butacas te obligan a estar sentado, por mucho que en alguna ocasión el público se levantara a petición de los músicos.

He estado juzgando los cortometrajes europeos, como otros años, aunque mi preferencia siempre son los largometrajes de Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores. De momento os comento de los cortometrajes europeos.

Este año ha habido un nivel muy bueno, una vez más ha mejorado al año anterior. Los cortometrajes han sido dinámicos y algunos muy finamente puro cine. Al margen de eso, sí que es cierto, a modo de anécdota, la gran cantidad de penes que hemos visto en los diferentes argumentos que se han proyectado. Como sea, muchos de los autores y autoras que vinieron a presentar su obra se subieron al escenario para decir que no van a decir nada porque su corto era corto y preferían que lo viéramos. Ante esto sólo puedo decir una cosa: si no vas a decir nada, no subas al escenario. No dilates el tiempo del público. Si subes, atrévete a decir algo, aunque sea breve.

VIERNES 9:

Bloque 1º de cortometrajes europeos: Dark chamber (Otto banovits, Suecia, 2018), May day (Frederick de Beul, Olivier Magis, Bélgica, 2017), Dünnes eis (Alexander Herzog, Alemania, 2018), Virgins4life (Thea Hvistendahl, Noruega, 2018) y Fettknönlen (Jane Magnusson, Liv Strömquist, Suecia, 2018). Hicieron coincidir un año más este bloque con otras proyecciones que requieren del jurado del público. En este caso con Pantalla abierta a los nuevos realizadores. Así pues, al tener que elegir entre uno y otro, yo acostumbro a darle preferencia a la Pantalla abierta. No pude ver este bloque, pero hay amistades que me han dicho que fue muy buen bloque.

Bloque 2º de cortometrajes europeos: Temtej nocy (Pat Howl Kostyszyn, Polonia, 2018), Nittonhundraáttioett (1981) (Dawid Ullgreen, Suecia, 2018). Flexible (Matthieu Salmon, Francia, 2018), 三天 (Tres días) (Yingqing Gong, Reino Unido, 2017), Fest (Nikita Diakur, Alemania, 2018). El formato del programa de este año tiene un maquetado que nos hizo despistarnos a más de uno. Y no lo digo en broma. Yo no me di cuenta de que este bloque estaba programado. Otros años tampoco han puesto dos bloques de cortometrajes para el juicio del público en el primer viernes. La maquetación con el organigrama en el programa está dispuesto de una forma que nos hizo despistarnos a varios de los habituales. Yo me fui a esta hora con unas buenas amistades a tomar algo y ponernos al día de nosotros, pero hablando al día siguiente con otras personas que suelen ir todos los años la gran mayoría coincidimos en que nos perdimos este bloque porque no nos habíamos enterado que existía. No puedo decir nada de estos cortometrajes.

SÁBADO 10:

Bloque 3º de cortometrajes europeos: 
Jahiloom (Jerónimo Sarmiento, Estonia, 2018): La historia de un grupo de amigos que quedan en una cabaña de bosque en invierno para jugar a cazar ciervos con los ojos tapados. Ellos disparan mientras ellas les indican la posición. Una chica del pueblo no termina de encajar con esa forma de diversión, pero desea hacerlo porque en el grupo hay un chico que le gusta. Acude a la cabaña con su perra y juega el juego, aunque hace fallar el disparo de él. Este se enfada y ella, en un conflicto emocional, desea tener otra oportunidad para no fallarle a él y así poder ganar puntos de atracción. Sin embargo él decide disparar sin su ayuda en una segunda ocasión. La tragedia viene cuando al animal al que acierta es a la perra de ella, no a ciervo alguno. En una escena final de ejecución final del perro y juego de culpabilidades de todo el grupo, culmina la historia la paliza que le da ella a él para acabarla besándole y abandonándole. Ella se levanta y se va a su casa yendo directa a cámara. Se ve en ella su boca llena de la sangre de él (le ha partido al cara a golpes). Es una bella metáfora final sobre los costes de determinados deseos y una reflexión sobre si el todo vale o no para los fines propuestos. Un amor que costaba la vida de animales que para ellos eran anónimos, los ciervos, hasta que se cobra el de uno conocido, que les duele su muerte la cual es culpa de su indiferencia ante la vida ajena. No estaba mal planteado este cortometraje donde cada escena está bien planteada para la reflexión de lo que nos relata.

Mleko (Urszula Morgá, Polonia, 2017): Es el cumpleaños de una chica que va a celebrarlo con su madre en una fiesta privada que van a organizar ambas en una casa que tienen en un lago o río. Sólo que a la madre se le estropea el día cuando ella invita a su novio. En principio ella aparenta no gustarle él, al cual le dice varias veces que se vaya. No sé si por resabiado o qué desde el principio vi que en realidad lo que ocurre es que a la madre le gusta el chico y que se habían liado alguna vez juntos. Acerté. A medio cortometraje lo que yo ya intuía desde el principio ocurrió. La hija no sabe nada, y él claramente lo que quiere es tener sexo con la madre. Es, por así decirlo, otro cortometraje de caza. Tal como el otro, es el sexo o el amor lo que se trata de cazar en un juego peligroso. El chico logrará su objetivo a escondidas de la hija, y está llorará mucho y no querrá fiesta alguna cuando él le dice que no volverá a la casa. Al final del cortometraje hay una frase clave: "no va a volver, mamá, llevabas razón como siempre", lo que da un sentido más amplio e inesperado al relato: ¿la madre auyenta a todos los novios usando el sexo? ¿Acapara a la hija a la que trata como una niña (dado las bandejas que quería comprar)? El relato es más retorcido de lo aparente. Y el que parecía un depredador, parece más bien un depredado.

Mi amado, las montañas (Alberto Martín Menacho, Suiza, 2017): Aunque la producción es suiza el cortometraje, empezando por su realizador, tiene un fuerte componente español. Se trata de una especie de "dibujo" cinematográfico de la España rural más profunda y atávica. Eligen un pueblo extremeño y nos muestran pequeñas escenas cotidianas de ese lugar, como gente mayor enseñando a disparar a niños mientras preparan una caza ilícita, una casa donde hay un velatorio, una procesión religiosa o un hombre que trabaja con un carro tirado por una mula. Todo envuelto en ese lenguaje castúo que deforma tanto el castellano que nos hace comprender en su conjunto el ambiente social que se retrata, porque en medio de ese ambiente aparece una joven triste al principio y al final del relato. Esta chica decide librar a la mula de las riendas del carro del que tira para irse con él fuera del pueblo, por el monte. En cierto modo lo entiendo como una metáfora del deseo de libertad o de nuevos horizontes para una joven que se ve dentro de un ambiente que se le queda pequeño y que oprime sus auténticos deseos para expandirse.

Cadavre exquis (Stéphanie Lansaque, François Leroy, Francia, 2018): Es un cortometraje animado que me recuerda un poco a un modo de narración propio de cuento oriental. A mí este me gustó bastante. Se trata de un perro tuerto y vagabundo que vive en una ciudad del Extremo Oriente, no sabemos si china, vietnamita, camboyana o de dónde. Busca comida y vemos sus pensamientos en una doble pantalla que se nos abre, como a modo de bocadillo de cómic. En esto se encuentra cuando a un motorista se le cae un paquete con comida que el perro se lleva contento a un escondrijo donde vive junto a un ciervo azul de juguete. Allí se imagina lo afortunado que ha sido y la comida que podrá contener el paquete, cuando, para su sorpresa, encuentra medio perro asado al horno. se compadece de él y lo tumba en un lugar confortable de su escondrijo. Lo cuida a su manera. Le busca comida, agua, juguetes... Le defiende de las ratas y de otro perro que sí se lo quiere comer. Entre medias veremos hasta una procesión budista protagonizada por ratas, como en algunas leyendas budistas. El perro comprende que su "amigo" está muerto y debe ir a un lugar sagrado para descansar, tal vez reencarnarse. Atraviesa la ciudad moderna y de caos para llegar hasta un río o lago donde hay un templo en medio. En esas aguas deposita al perro asado, una tortuga gigante, como una divinidad, acoge el cuerpo sobe su caparazón y lo lleva nadando hacia el templo. Cobra así un cuerpo de cuento y de sentido más trascendente que hace de esta historia una historia bonita más allá de lo visual.

تلاتة سنتيمتر (Tres centímetros) (Lara Zeidan, Reino Unido 2018): En este caso es un cortometraje bastante formal y correcto que usa por metáfora una noria en la capital de Líbano donde cambiará para siempre la vida de un grupo de amigas. Una de ellas les cuenta a las otras tres que puedes no perder la virginidad si te introducen el pene sólo tres centímetros, y en esta confesión, donde obviamente se observa las restricciones morales de una sociedad musulmana preocupada por las cuestiones sexuales, siendo, por lo que se ve en ellas, una sociedad que a la vez avanza hacia la modernidad más allá de esas restricciones. Como sea, un comentario homófobo hace que una de ellas confiese que es homosexual. De repente las cuatro chicas toman el papel de diferentes puntos de vista de esa sociedad al respecto de la homosexualidad. De fondo, más que un asunto de la homosexualidaad en un país musulmán, lo que se adivina es una imagen de un Líbano abierto a las libertades occidentales pero a la vez aún dentro de una concepción del mundo desde lo religioso. En otras palabras: un mundo en cambio que se confronta consigo mismo. En todo caso, insisto, es un cortometraje narrado muy correctamente.

Bloque 4º de cortometrajes europeos: 
Bogdan i Róza (Milena Dutkowska, Polonia, 2017): Bogdan y Róza es un viejo matrimonio que trabaja en el mismo comedor de un colegio. No se soportan y no se hablan. Viven en la misma casa y el uno al otro se hacen la vida imposible impidiéndose el paso en las puertas, impidiendo que el otro tenga acceso a la comida, el té, dormir o ver la televisión, etcétera. Su odio llega a un punto culminante extremo que hace que uno de los dos comprenda que es absurdo continuar con ese odio viviendo en el mismo hogar, por lo que hace un primer gesto de acercamiento que provoca otro gesto de la otra persona y de ahí una posibilidad para la reconciliación. El cortometraje, que contiene una formalidad también muy correcta, está bien planteado. La interpretación de los actores es bastante buena. En ellos recae el mayor peso del relato.

Même pas mal, petit animal (Juliette Kempf, Francia, 2018): Este cortometraje tiene cierto punto de simpático a pesar de que cuenta un gran problema. Una madre soltera joven tiene su vida fuera de control con un desempleo que oculta a la madre, un hijo que la hace la vida imposible quizá por cierto abandono en algunas cuestiones de su educación y una casa desastrada. Está claro que las circunstancias de su vida la han desbordado, pero hace todo lo posible por su hijo. Hay un conflicto también madre e hija cuando aparece la madre de ella para ayudarla, obviamente se evidencia que ella quiere hacerse valer por sí misma, aunque es consciente de que ella misma no sabe o no puede hacer determinadas cosas, como por ejemplo una tarta. Es un cortometraje de superación personal y de lucha diaria donde la madre es toda una heroína para, pese a todas las adversidades, seguir sacando adelante su presente y seguir haciendo así su futuro. La escena final con la madre y el hijo de noche en una cafetería nos muestra como ella tiene por punto de sostén de su vida su hijo. A pesar de todo, siempre hay camino. Buen trabajo actoral, de nuevo.

Lovebox (Ivan Turkovic Krnjak, Croacia, 2018): En este cortometraje, con un poco de humor dentro de la seriedad otra vez, se explora el mundo de las redes sociales pensadas para encontrar pareja, como Tinder. No es ningún secreto hoy día de que en realidad la gran totalidad de sus usuarios buscan sexo sin compromiso más que pareja. La gente falsea su imagen en sus fotos, su vida en sus descripciones sobre sí, y sus intenciones. Además, la gente descarta o selecciona personas por cuestiones estéticas o cuestiones de otro tipo superficial. En todo esto nada el cortometraje mientras escoge por protagonista a un posible treintañero que vive con su madre, no muy agraciado y con un evidente problema de sociabilidad, que trabaja en una tienda de comida rápida. Busca sexo, sin más, en una de estas redes sociales, y no lo oculta. Su estrategia es totalmente pésima pero le funciona con una chica cuya foto es su culo con tanga. La chica resulta ser parapléjica, no se mueve de cintura para abajo, pero ella también busca sexo, o al menos una pareja que la acepte. Este chico, de talante un tanto miserable, demuestra serlo más cuando tiene reticencias para mantener sexo con ella por su problema físico. Dentro de un relativo humor, el cortometraje nos muestra un problema social donde las relaciones personales se vuelven cada vez más superficiales por el uso de las nuevas tecnologías.

Cadoul de craciun (Bogdan Muresanu, Rumanía, 2018): La historia se desarrolla en la Navidad de 1989, en una Rumanía que vive una serie de protestas cuya represión conllevó matanzas de manifestantes. Una Rumanía ya muy cerca del final de la dictadura de Ceaucescu. Una dictadura dura llena de represión, encarcelamientos, torturas, ejecuciones, espionaje a los propios ciudadanos, delacciones entre familiares, vecinos y amigos... En este panorama que está de fondo y conocerá quien conozca la Historia reciente, comienza la historia de un padre que regresa con su hijo pequeño a su casa tras comprar un árbol de Navidad. Allí les espera la madre. Preparan la cena cuando el padre le pregunta a su hijo que le ha pedido por carta a Papa Nöel. El niño, con inocencia comenta que una locomotora, un bolso para su madre y para su padre la muerte del tío Nicu (nombre de Ceaucescu). El padre alterado le pregunta si es eso cierto, el niño contesta que sí, porque le oyó desearlo el día anterior. La casa se transformará en todo un conflicto familiar grave en una larga noche de miedo a que el gobierno lea la carta o los vecinos informen de esto si lo han oído, lo que puede llevar al padre a la cárcel o a algo peor. Las escenas de paranoia familiar tienen cierto sentido del humor, pero explican bien un ambiente en el que vivieron millones de personas en la Europa del Este. En aquellos momentos no tenía humor. Era un drama serio y una tragedia en muchos casos. Una sociedad entera vivía con el miedo y la autocensura. Me gustó. Está bien dirigido artísticamente. El piso cuadra con el año 1989, así como las ropas, electrodomésticos y otras cuestiones que aparecen. Está muy bien logrado.

Kiem holijanda (Sara Veltmeyer, Países Bajos, 2017): Una familia donde conviven la abuela, la madre y sus dos hijos vive gracias al trabajo del hijo mayor repartiendo los productos que puede elaborar la madre con esfuerzo. La desesperación económica hace que los hijos vean su ambiente familiar como un ambiente no deseado para vivir. Se apoyan entre ellos. Desarrollan entre ellos dos un lazo de unión muy fuerte que a veces tratan de disimular con comportamientos de hombres fuertes que no son. El hermano menor quiere un teléfono móvil para ver cinco minutos de pornografía, pero sólo puede compartir el del hermano mayor. El hermano menor ve como un drama que no pueda tener un móvil, pero es mayor drama lo que les ocurre: la pobreza y el desempleo. El hermano mayor decide irse de casa en secreto, sólo se lo dice al menor, que sufre su ida para la cual no estaba preparado. El transfondo de este cortometraje queda casi oculto por el hecho de deseo de pornografía del protagonista. Una lástima.

Selfies (Claudius Gentinetta, Suiza 2018): Una animación muy breve que narra mediante autorretratos fotográficos (selfies) la vida en general de las personas, así como la Historia de la aparición del selfie, que se ha introducido en nuestras vidas hasta lo absurdo. Predecible. Su mérito quizá algunas cuestiones metafóricas, pero predecible. Con cierta gracia, pero poco más.

Bloque 5º de cortometrajes europeos:
Salam (Claire Fowler, Reino Unido, 2018): Una taxista palestina vive en New York, donde también vive presumiblemente su hermano con su familia, o su hermana. Están integrados en el Bronx, pero cuando conduce el taxi ella es tratada por extranjera o es vista con tópicos acerca de su religión. En una carrera conoce a una clienta con problemas ala que confiesa que tiene pareja pero no puede tener hijos. Sabemos además que sus padres viven en Siria, en medio de la guerra que allí se vive. Justo al final recibe una llamada en la que nadie contesta y sabemos que debe ser Salam, su pareja y que probablemente así la hace saber desde Siria que sigue vivo. Un cortometraje dinámico, pero se tarda en llegar al punto donde nos quería llevar. En cierto modo cobra más importancia el ponernos en situación, el explicarnos.

Rewind forward (Justin Stoneham, Suiza, 2017): A modo de documental familiar nos cuenta la historia de una familia rota y a la vez unida por la tragedia familiar que supuso que a la madre le diera un ictus cerebral cuando era joven. Ella quedó con una parálisis de parte de su cuerpo y unas facultades mentales muy mermadas. Se transformó en una persona dependiente de los cuidados de su familia. Los hijos, que se criaron con una madre en estas condiciones, desarrollaron un cierto alejamiento afectivo que ahora de adultos trataban de corregir. Una mirada dura a la par que entrañable de una realidad que le puede ocurrir a cualquiera. Un pasado roto que se trata de enmendar con realismo.

Granite (Andra Chiriac, Francia, 2017): Un matrimonio rumano vive separado porque ella se ha ido a trabajar a Francia como servicio doméstico de una familia. El marido va a visitarla con la idea de pedirle que regrese al hogar para hacer la vida familiar que tenían antes. Ella sin embargo ha descubierto un mundo nuevo donde puede salir a hacer actividades que antes no hacía, tiene amigos y conversaciones que la llenan más que la vida de trabajo y hogar que tenía con su marido en Rumanía. Él descubrirá que su matrimonio ha muerto, lo que es un gran impacto para él. Ella sabe que le gusta más la vida que lleva en ese momento y no quiere regresar a Rumanía, pero no se había planteado la muerte de su matrimonio hasta que la pregunta de su marido la sorprende durmiendo juntos en la cama. Una historia de sentimientos y mundos interiores contada muy al estilo intimista francés, pero narrada algo más rápida y fluida que lo que acostumbra el cine francés.

Fuck you (Anette Sidor, Suecia, 2018): Un grupo de jóvenes compuesto por chicos y chicas, se relacionan entre ellos con unas posturas de adolescentes de hoy día. Quieren hacerse todos los más duros. Este comportamiento hace que el que tiene novia, lo que le confiere una cierta posición relevante dentro del grupo se sienta amenazado ante la llegada de un amigo atractivo y fuerte al que su novia mira. Además le prohibe jugar a un juego que le puede dañar las manos. Esto le molesta a ella. Previamente la chica ha robado con otras dos chicas un cinturón con pene de plástico para las relaciones sexuales lésbicas en un sex shop. Se lo pone y se ríen entre ellas aparte del grupo, cuando de repente llegan los chicos y la ven. El novio queda en entredicho por sus amigos y le ordena que se lo quite, pero ella, no se lo quita y juega a forzar la situación haciéndole ver que sólo ella es la única persona que puede decidir por ella misma. Al final, para evitar una pelea grave, él, ha escondidas de sus amigos, va con ella y acepta tener una relación sexual con ella con ese aparato. No es un cortometraje que me atrajera especialmente. Comprendo el mensaje que se lanza, pero como cortometraje me dejó un poco indiferente.

Surpresa (Paulo Patricio, Portugal, 2017): Una animación un tanto simbolista y näif que usa de la grabación de una madre hablando con una niña sobre una enfermedad que ha hecho que le estirpen un riñón, se sobreentiende que cáncer. Así pues es el punto de vista infantil sobre tan grave enfermedad. Tiene cierto optimismo. Otro metraje correcto, pero nada más.

DOMINGO 11:

Bloque 6º de cortometrajes europeos: 
Sleepwalk (Filipe Melo, Portugal, 2018): Uno de los cortometrajes que más me han gustado de este año. Un anciano al lado mía decía que le recordaba al cine de David Lynch. Yo creo que no, tiene más cercanía al cine de los hermanos Coen. Buena fotografía, buen argumento y un buen ritmo para narrar una historia bien contada y con una banda sonora apropiada. Un hombre blanco mayor viaja en su coche por Texas para encontrar a un viejo matrimonio negro con a única idea de que ella le haga una tarta de manzana. La encuentra trabajando en una cafetería de carretera como cocinera, pero ella no quiere cocinarle la tarta. El dueño del establecimiento quiere agradar al hombre. Este no se va de allí. Al final la espera incluso cuando ha cerrado el local, ella sale a ver porqué la molesta tanto, hasta que, sin palabras, comprende porqué quiere la tarta y se la cocina. El hombre vuelve a la carretera y al día siguiente llega a una prisión. Es un funcionario de cárcel que cumple la promesa que le ha dado al hijo de la mujer, traerle una tarta de manzana de su madre para su última comida antes de ser ejecutado. Un cortometraje realmente excelente en todos sus aspectos cinematográficos. Trasciende a varios planos y nos hace pensar en diferentes posibilidades del argumento a muy diferentes niveles. Merece la pena.

Negah (Farnoosh Samadi, Italia, 2017): Una madre trabajadora musulmana de un país del Próximo Oriente regresa a su casa en autobús tras la jornada de trabajo. En el trayecto presencia como un hombre joven le roba cartera a otro viajero más mayor que se ha quedado dormido. Ella duda si debe tomar partido, pero al final, justo antes de que se vaya a bajar el carterista del autobús delata el crimen, le es quitada la cartera y es echado a la calle. La mujer queda tranquila con lo que ha hecho hasta que descubre por la ventana que el caco viaja en moto con otra persona y que siguen al autobús hasta el punto que se ponen al lado de su ventana. Ella atemorizada llega hasta la última parada, a una calle de distancia de su casa cuando ellos vuelven a aparecer. Ella anda deprisa y se oculta de ellos. la persecución proseguirá hasta que llega al fin a su casa con su hija pequeña, pero incluso allí tiene temor. El cortometraje, con una iluminación nocturna perfecta, desarrolla un clima de angustia muy bien elaborado. Contiene en sí el dilema moral que se plantea en la humanidad desde la Edad Antigua: ¿hacer lo correcto aunque pueda ir en tu perjuicio y afrontar lo que te venga encima con estoicismo o no hacerlo y salvaguardarte? Buena dirección.

Nic nowego pod slodcem (Damian Kocur, Polonia, 2017): En un grupo de jóvenes que se divierten fumando costo o marihuana en lata de cerveza y beben en el río donde se bañan deshinibidos chicos y chicas, el único que tiene trabajo recibe las burlas de todos ellos porque trabaja en una granja de vacas y, por otro lado, es evidente que físicamente no es tan agraciado como ellos, ni su personalidad es extrovertida. Es un chico con numerosos complejos que se agraban con las burlas de sus amigos. Él parece enamorado de una de las chicas del grupo, puede que a ella le guste él, o quizá sólo se apiade de él. Él para hacerse el interesante le cuenta a ella que ha conocido por Internet a una chica de los Países Bajos que es tan guapa como ella, aunque no la ha visto, y que va a venir a  verle a Polonia. Le cuenta que la traerá con ellos y se bañarán en el río e irán en un concierto y, en fin, lo que viene a decir es que la sacará para mostrar que es un triunfador y no un perdedor. Llega a un acuerdo con un vecino de su pueblo que tiene coche para que se lo deje para recoger a la chica cuando llega a verle. Ella no es lo que esperaba. Físicamente no cumple con los cánones de belleza que imaginaba. Tampoco se parece a la chica amiga suya. Es obesa, chaparra, de gran nariz, grandes ojos, pelo corto moreno, una sonrisa no muy favorecedora, una gran cicatriz en un lado de la cara y unos modales correctos, pero no refinados. Él se avergüenza de ella y trata de ocultar que está con él hasta el punto de vejarla impidiendo que orine en un servicio de carretera donde le conocen para que lo haga en mitad del campo. Le pregunta que si se irá pronto (más o menos eso vino a preguntar) y la lleva al río de noche, cuando no hay nadie, llegando a abandonarla cuando ella se mete a nadar y él rema lejos de ella. Cuando vuelven a estar juntos en la orilla ella le recrimina su actitud. Llegan a ir al concierto juntos, pero él terminará sólo en la granja de las vacas. La idea es similar a la del cortometraje Lovebox ya comentado, pero elaborada de otro modo. Aquí hay en juego lasa relaciones sociales más allá de las del deseo o el amor. Aquí se pone sobre la mesa la superficialidad de la vida actual unida a la presión social de los grupos, a los sentimientos heridos y a las víctimas pasadas verdugos contra otras víctimas.

სოციუმის პატიმარი (Prisionero de la sociedad) (Rati Tsiteladze, Georgia, 2018): A modo de documental que, según se dice en él mismo, no será estrenado en su propio país, Georgia, se nos relata con entrevistas la vida de un transexual en un país donde la homofobia tiene unos niveles altos, hasta el punto de que a veces asesinan homosexuales en la calle por el hecho de serlo. Aparte del estigma social y familiar que les supone. Allí el/la protagonista nos habla de su conflicto interno y familiar junto a su madre, que trata de comprenderle, aunque le supone un drama y a la vez ama a su hijo/a, y junto a su padre, que está ampliamente ofendido y enfadado con el rumbo que ha tomado la vida de su hijo, aunque se contiene y le preocupa tanto por él como por su propia posición social. No está exenta la referencia a la violencia familiar por este asunto. Claramente se muestra la cuestión de que la libertad individual necesita también de la libertad social para poder desarrollarse plenamente, pero además está el drama y el sufrimiento de los individuos afectados por una mentalidad intolerante. El cortometraje contenía en sus últimos minutos un problema de sonido algo desagradable.

(Fool time) job (Gilles Cuvilier, Francia, 2017): Una animación en tonos grisáceos sobre unos seres antropomorfos que se dividen entre unos que parecen tener cabezas de pelícano y tienen la cualidad de transformarse en animales, y otros que parecen pájaros de picos finos. Uno de los primeros seres está casado y tiene una hija con una mujer de la otra especie. Para sacar adelante a la familia trabaja en una reserva natural donde se despoja de sus vestimentas para ir desnudo por un bosque donde hay otros individuos como él y son perseguidos por turistas que son de la otra especie que desean hacerles fotos, observarles, darles de comer... El trabajo es denigrante y degrada su condición "humana" a una condición animal. Sin embargo, prospera económicamente. Un día unos "ecologistas" protestan de manera violenta en la reserva cuando esta es usada para coto de caza. Los disturbios hacen que cierre la reserva y él se quede sin empleo temporalmente. Volverá a trabajar como empleado de un zoo que se abre en el mismo lugar, da de comer a los animales en sus jaulas. En un momento se acercará a una valla donde llama a unos seres desnudos como cuando estaba él trabajando en ello, pero no son los de cara de pelícano, sino los de cabeza de pájaro de pico pequeño, su esposa y su hija. De este modo, la especie que los denigraba eran ahora los animales del zoo. Un giro de papeles que nos lanza ideas metafóricas y simbólicas sobre la discriminación de todo tipo en nuestro mundo moderno. Hay un profundo sentido reivindicador tanto desde lo laboral y el reparto injusto del trabajo y sus rendimientos, que nos remitirían de algún modo a ideas marxistas y anarquistas, como a ideas ecologistas animalistas, como a ideas de igualdad racial, o más filosóficas sobre lo que nos humaniza y lo que nos animaliza, etcétera. Curioso e interesante final de los cortometrajes europeos por este año.

Y eso ha sido todo en cuanto a cortometrajes a juzgar. Ahora me dedicaré, como cada año a los largometrajes de pantalla abierta. Saludos y que la cerveza os acompañe.