lunes, noviembre 12, 2018

NOTICIA 1827ª DESDE EL BAR: ALCINE 48

Un año más vuelvo a ser, afortunadamente, jurado del público del festival Alcine. Lo soy, como he dicho muchas veces desde el año 2000, con la única interrupción del 2003, que teniendo carnet de jurado no pude juzgar porque coincidía con la enfermedad mortal de mi padre. Previo al 2000 yo iba al festival como espectador, a algunas pocas cosas. El año pasado pude ser jurado, aunque me perdí varias sesiones, bastantes, muchas, porque tuve que atender cuidados familiares. Aquello ya lo conté.

Este año comencé en el atardecer del jueves 8, porque el antiguo dueño del Flamingo, amigo mío, me había comprado una entrada e invitado a ir con él al concierto de The Royal Flash que abría el festival en el Teatro Salón Cervantes. Presentaban su segundo disco de rock puro y duro. Tuvieron una puesta en escena de una hora llena de adrenalina y una canción en acústico. Tuvieron la libertad de moverse por entre el público e incluso rematar el concierto de forma sorpresiva montando la batería en el pasillo central de las butacas y cambiando sus papeles como músicos, el cantante ejerció de batería. Mereció la pena. Buen concierto, aunque quizá no era lo más indicado un teatro donde las butacas te obligan a estar sentado, por mucho que en alguna ocasión el público se levantara a petición de los músicos.

He estado juzgando los cortometrajes europeos, como otros años, aunque mi preferencia siempre son los largometrajes de Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores. De momento os comento de los cortometrajes europeos.

Este año ha habido un nivel muy bueno, una vez más ha mejorado al año anterior. Los cortometrajes han sido dinámicos y algunos muy finamente puro cine. Al margen de eso, sí que es cierto, a modo de anécdota, la gran cantidad de penes que hemos visto en los diferentes argumentos que se han proyectado. Como sea, muchos de los autores y autoras que vinieron a presentar su obra se subieron al escenario para decir que no van a decir nada porque su corto era corto y preferían que lo viéramos. Ante esto sólo puedo decir una cosa: si no vas a decir nada, no subas al escenario. No dilates el tiempo del público. Si subes, atrévete a decir algo, aunque sea breve.

VIERNES 9:

Bloque 1º de cortometrajes europeos: Dark chamber (Otto banovits, Suecia, 2018), May day (Frederick de Beul, Olivier Magis, Bélgica, 2017), Dünnes eis (Alexander Herzog, Alemania, 2018), Virgins4life (Thea Hvistendahl, Noruega, 2018) y Fettknönlen (Jane Magnusson, Liv Strömquist, Suecia, 2018). Hicieron coincidir un año más este bloque con otras proyecciones que requieren del jurado del público. En este caso con Pantalla abierta a los nuevos realizadores. Así pues, al tener que elegir entre uno y otro, yo acostumbro a darle preferencia a la Pantalla abierta. No pude ver este bloque, pero hay amistades que me han dicho que fue muy buen bloque.

Bloque 2º de cortometrajes europeos: Temtej nocy (Pat Howl Kostyszyn, Polonia, 2018), Nittonhundraáttioett (1981) (Dawid Ullgreen, Suecia, 2018). Flexible (Matthieu Salmon, Francia, 2018), 三天 (Tres días) (Yingqing Gong, Reino Unido, 2017), Fest (Nikita Diakur, Alemania, 2018). El formato del programa de este año tiene un maquetado que nos hizo despistarnos a más de uno. Y no lo digo en broma. Yo no me di cuenta de que este bloque estaba programado. Otros años tampoco han puesto dos bloques de cortometrajes para el juicio del público en el primer viernes. La maquetación con el organigrama en el programa está dispuesto de una forma que nos hizo despistarnos a varios de los habituales. Yo me fui a esta hora con unas buenas amistades a tomar algo y ponernos al día de nosotros, pero hablando al día siguiente con otras personas que suelen ir todos los años la gran mayoría coincidimos en que nos perdimos este bloque porque no nos habíamos enterado que existía. No puedo decir nada de estos cortometrajes.

SÁBADO 10:

Bloque 3º de cortometrajes europeos: 
Jahiloom (Jerónimo Sarmiento, Estonia, 2018): La historia de un grupo de amigos que quedan en una cabaña de bosque en invierno para jugar a cazar ciervos con los ojos tapados. Ellos disparan mientras ellas les indican la posición. Una chica del pueblo no termina de encajar con esa forma de diversión, pero desea hacerlo porque en el grupo hay un chico que le gusta. Acude a la cabaña con su perra y juega el juego, aunque hace fallar el disparo de él. Este se enfada y ella, en un conflicto emocional, desea tener otra oportunidad para no fallarle a él y así poder ganar puntos de atracción. Sin embargo él decide disparar sin su ayuda en una segunda ocasión. La tragedia viene cuando al animal al que acierta es a la perra de ella, no a ciervo alguno. En una escena final de ejecución final del perro y juego de culpabilidades de todo el grupo, culmina la historia la paliza que le da ella a él para acabarla besándole y abandonándole. Ella se levanta y se va a su casa yendo directa a cámara. Se ve en ella su boca llena de la sangre de él (le ha partido al cara a golpes). Es una bella metáfora final sobre los costes de determinados deseos y una reflexión sobre si el todo vale o no para los fines propuestos. Un amor que costaba la vida de animales que para ellos eran anónimos, los ciervos, hasta que se cobra el de uno conocido, que les duele su muerte la cual es culpa de su indiferencia ante la vida ajena. No estaba mal planteado este cortometraje donde cada escena está bien planteada para la reflexión de lo que nos relata.

Mleko (Urszula Morgá, Polonia, 2017): Es el cumpleaños de una chica que va a celebrarlo con su madre en una fiesta privada que van a organizar ambas en una casa que tienen en un lago o río. Sólo que a la madre se le estropea el día cuando ella invita a su novio. En principio ella aparenta no gustarle él, al cual le dice varias veces que se vaya. No sé si por resabiado o qué desde el principio vi que en realidad lo que ocurre es que a la madre le gusta el chico y que se habían liado alguna vez juntos. Acerté. A medio cortometraje lo que yo ya intuía desde el principio ocurrió. La hija no sabe nada, y él claramente lo que quiere es tener sexo con la madre. Es, por así decirlo, otro cortometraje de caza. Tal como el otro, es el sexo o el amor lo que se trata de cazar en un juego peligroso. El chico logrará su objetivo a escondidas de la hija, y está llorará mucho y no querrá fiesta alguna cuando él le dice que no volverá a la casa. Al final del cortometraje hay una frase clave: "no va a volver, mamá, llevabas razón como siempre", lo que da un sentido más amplio e inesperado al relato: ¿la madre auyenta a todos los novios usando el sexo? ¿Acapara a la hija a la que trata como una niña (dado las bandejas que quería comprar)? El relato es más retorcido de lo aparente. Y el que parecía un depredador, parece más bien un depredado.

Mi amado, las montañas (Alberto Martín Menacho, Suiza, 2017): Aunque la producción es suiza el cortometraje, empezando por su realizador, tiene un fuerte componente español. Se trata de una especie de "dibujo" cinematográfico de la España rural más profunda y atávica. Eligen un pueblo extremeño y nos muestran pequeñas escenas cotidianas de ese lugar, como gente mayor enseñando a disparar a niños mientras preparan una caza ilícita, una casa donde hay un velatorio, una procesión religiosa o un hombre que trabaja con un carro tirado por una mula. Todo envuelto en ese lenguaje castúo que deforma tanto el castellano que nos hace comprender en su conjunto el ambiente social que se retrata, porque en medio de ese ambiente aparece una joven triste al principio y al final del relato. Esta chica decide librar a la mula de las riendas del carro del que tira para irse con él fuera del pueblo, por el monte. En cierto modo lo entiendo como una metáfora del deseo de libertad o de nuevos horizontes para una joven que se ve dentro de un ambiente que se le queda pequeño y que oprime sus auténticos deseos para expandirse.

Cadavre exquis (Stéphanie Lansaque, François Leroy, Francia, 2018): Es un cortometraje animado que me recuerda un poco a un modo de narración propio de cuento oriental. A mí este me gustó bastante. Se trata de un perro tuerto y vagabundo que vive en una ciudad del Extremo Oriente, no sabemos si china, vietnamita, camboyana o de dónde. Busca comida y vemos sus pensamientos en una doble pantalla que se nos abre, como a modo de bocadillo de cómic. En esto se encuentra cuando a un motorista se le cae un paquete con comida que el perro se lleva contento a un escondrijo donde vive junto a un ciervo azul de juguete. Allí se imagina lo afortunado que ha sido y la comida que podrá contener el paquete, cuando, para su sorpresa, encuentra medio perro asado al horno. se compadece de él y lo tumba en un lugar confortable de su escondrijo. Lo cuida a su manera. Le busca comida, agua, juguetes... Le defiende de las ratas y de otro perro que sí se lo quiere comer. Entre medias veremos hasta una procesión budista protagonizada por ratas, como en algunas leyendas budistas. El perro comprende que su "amigo" está muerto y debe ir a un lugar sagrado para descansar, tal vez reencarnarse. Atraviesa la ciudad moderna y de caos para llegar hasta un río o lago donde hay un templo en medio. En esas aguas deposita al perro asado, una tortuga gigante, como una divinidad, acoge el cuerpo sobe su caparazón y lo lleva nadando hacia el templo. Cobra así un cuerpo de cuento y de sentido más trascendente que hace de esta historia una historia bonita más allá de lo visual.

تلاتة سنتيمتر (Tres centímetros) (Lara Zeidan, Reino Unido 2018): En este caso es un cortometraje bastante formal y correcto que usa por metáfora una noria en la capital de Líbano donde cambiará para siempre la vida de un grupo de amigas. Una de ellas les cuenta a las otras tres que puedes no perder la virginidad si te introducen el pene sólo tres centímetros, y en esta confesión, donde obviamente se observa las restricciones morales de una sociedad musulmana preocupada por las cuestiones sexuales, siendo, por lo que se ve en ellas, una sociedad que a la vez avanza hacia la modernidad más allá de esas restricciones. Como sea, un comentario homófobo hace que una de ellas confiese que es homosexual. De repente las cuatro chicas toman el papel de diferentes puntos de vista de esa sociedad al respecto de la homosexualidad. De fondo, más que un asunto de la homosexualidaad en un país musulmán, lo que se adivina es una imagen de un Líbano abierto a las libertades occidentales pero a la vez aún dentro de una concepción del mundo desde lo religioso. En otras palabras: un mundo en cambio que se confronta consigo mismo. En todo caso, insisto, es un cortometraje narrado muy correctamente.

Bloque 4º de cortometrajes europeos: 
Bogdan i Róza (Milena Dutkowska, Polonia, 2017): Bogdan y Róza es un viejo matrimonio que trabaja en el mismo comedor de un colegio. No se soportan y no se hablan. Viven en la misma casa y el uno al otro se hacen la vida imposible impidiéndose el paso en las puertas, impidiendo que el otro tenga acceso a la comida, el té, dormir o ver la televisión, etcétera. Su odio llega a un punto culminante extremo que hace que uno de los dos comprenda que es absurdo continuar con ese odio viviendo en el mismo hogar, por lo que hace un primer gesto de acercamiento que provoca otro gesto de la otra persona y de ahí una posibilidad para la reconciliación. El cortometraje, que contiene una formalidad también muy correcta, está bien planteado. La interpretación de los actores es bastante buena. En ellos recae el mayor peso del relato.

Même pas mal, petit animal (Juliette Kempf, Francia, 2018): Este cortometraje tiene cierto punto de simpático a pesar de que cuenta un gran problema. Una madre soltera joven tiene su vida fuera de control con un desempleo que oculta a la madre, un hijo que la hace la vida imposible quizá por cierto abandono en algunas cuestiones de su educación y una casa desastrada. Está claro que las circunstancias de su vida la han desbordado, pero hace todo lo posible por su hijo. Hay un conflicto también madre e hija cuando aparece la madre de ella para ayudarla, obviamente se evidencia que ella quiere hacerse valer por sí misma, aunque es consciente de que ella misma no sabe o no puede hacer determinadas cosas, como por ejemplo una tarta. Es un cortometraje de superación personal y de lucha diaria donde la madre es toda una heroína para, pese a todas las adversidades, seguir sacando adelante su presente y seguir haciendo así su futuro. La escena final con la madre y el hijo de noche en una cafetería nos muestra como ella tiene por punto de sostén de su vida su hijo. A pesar de todo, siempre hay camino. Buen trabajo actoral, de nuevo.

Lovebox (Ivan Turkovic Krnjak, Croacia, 2018): En este cortometraje, con un poco de humor dentro de la seriedad otra vez, se explora el mundo de las redes sociales pensadas para encontrar pareja, como Tinder. No es ningún secreto hoy día de que en realidad la gran totalidad de sus usuarios buscan sexo sin compromiso más que pareja. La gente falsea su imagen en sus fotos, su vida en sus descripciones sobre sí, y sus intenciones. Además, la gente descarta o selecciona personas por cuestiones estéticas o cuestiones de otro tipo superficial. En todo esto nada el cortometraje mientras escoge por protagonista a un posible treintañero que vive con su madre, no muy agraciado y con un evidente problema de sociabilidad, que trabaja en una tienda de comida rápida. Busca sexo, sin más, en una de estas redes sociales, y no lo oculta. Su estrategia es totalmente pésima pero le funciona con una chica cuya foto es su culo con tanga. La chica resulta ser parapléjica, no se mueve de cintura para abajo, pero ella también busca sexo, o al menos una pareja que la acepte. Este chico, de talante un tanto miserable, demuestra serlo más cuando tiene reticencias para mantener sexo con ella por su problema físico. Dentro de un relativo humor, el cortometraje nos muestra un problema social donde las relaciones personales se vuelven cada vez más superficiales por el uso de las nuevas tecnologías.

Cadoul de craciun (Bogdan Muresanu, Rumanía, 2018): La historia se desarrolla en la Navidad de 1989, en una Rumanía que vive una serie de protestas cuya represión conllevó matanzas de manifestantes. Una Rumanía ya muy cerca del final de la dictadura de Ceaucescu. Una dictadura dura llena de represión, encarcelamientos, torturas, ejecuciones, espionaje a los propios ciudadanos, delacciones entre familiares, vecinos y amigos... En este panorama que está de fondo y conocerá quien conozca la Historia reciente, comienza la historia de un padre que regresa con su hijo pequeño a su casa tras comprar un árbol de Navidad. Allí les espera la madre. Preparan la cena cuando el padre le pregunta a su hijo que le ha pedido por carta a Papa Nöel. El niño, con inocencia comenta que una locomotora, un bolso para su madre y para su padre la muerte del tío Nicu (nombre de Ceaucescu). El padre alterado le pregunta si es eso cierto, el niño contesta que sí, porque le oyó desearlo el día anterior. La casa se transformará en todo un conflicto familiar grave en una larga noche de miedo a que el gobierno lea la carta o los vecinos informen de esto si lo han oído, lo que puede llevar al padre a la cárcel o a algo peor. Las escenas de paranoia familiar tienen cierto sentido del humor, pero explican bien un ambiente en el que vivieron millones de personas en la Europa del Este. En aquellos momentos no tenía humor. Era un drama serio y una tragedia en muchos casos. Una sociedad entera vivía con el miedo y la autocensura. Me gustó. Está bien dirigido artísticamente. El piso cuadra con el año 1989, así como las ropas, electrodomésticos y otras cuestiones que aparecen. Está muy bien logrado.

Kiem holijanda (Sara Veltmeyer, Países Bajos, 2017): Una familia donde conviven la abuela, la madre y sus dos hijos vive gracias al trabajo del hijo mayor repartiendo los productos que puede elaborar la madre con esfuerzo. La desesperación económica hace que los hijos vean su ambiente familiar como un ambiente no deseado para vivir. Se apoyan entre ellos. Desarrollan entre ellos dos un lazo de unión muy fuerte que a veces tratan de disimular con comportamientos de hombres fuertes que no son. El hermano menor quiere un teléfono móvil para ver cinco minutos de pornografía, pero sólo puede compartir el del hermano mayor. El hermano menor ve como un drama que no pueda tener un móvil, pero es mayor drama lo que les ocurre: la pobreza y el desempleo. El hermano mayor decide irse de casa en secreto, sólo se lo dice al menor, que sufre su ida para la cual no estaba preparado. El transfondo de este cortometraje queda casi oculto por el hecho de deseo de pornografía del protagonista. Una lástima.

Selfies (Claudius Gentinetta, Suiza 2018): Una animación muy breve que narra mediante autorretratos fotográficos (selfies) la vida en general de las personas, así como la Historia de la aparición del selfie, que se ha introducido en nuestras vidas hasta lo absurdo. Predecible. Su mérito quizá algunas cuestiones metafóricas, pero predecible. Con cierta gracia, pero poco más.

Bloque 5º de cortometrajes europeos:
Salam (Claire Fowler, Reino Unido, 2018): Una taxista palestina vive en New York, donde también vive presumiblemente su hermano con su familia, o su hermana. Están integrados en el Bronx, pero cuando conduce el taxi ella es tratada por extranjera o es vista con tópicos acerca de su religión. En una carrera conoce a una clienta con problemas ala que confiesa que tiene pareja pero no puede tener hijos. Sabemos además que sus padres viven en Siria, en medio de la guerra que allí se vive. Justo al final recibe una llamada en la que nadie contesta y sabemos que debe ser Salam, su pareja y que probablemente así la hace saber desde Siria que sigue vivo. Un cortometraje dinámico, pero se tarda en llegar al punto donde nos quería llevar. En cierto modo cobra más importancia el ponernos en situación, el explicarnos.

Rewind forward (Justin Stoneham, Suiza, 2017): A modo de documental familiar nos cuenta la historia de una familia rota y a la vez unida por la tragedia familiar que supuso que a la madre le diera un ictus cerebral cuando era joven. Ella quedó con una parálisis de parte de su cuerpo y unas facultades mentales muy mermadas. Se transformó en una persona dependiente de los cuidados de su familia. Los hijos, que se criaron con una madre en estas condiciones, desarrollaron un cierto alejamiento afectivo que ahora de adultos trataban de corregir. Una mirada dura a la par que entrañable de una realidad que le puede ocurrir a cualquiera. Un pasado roto que se trata de enmendar con realismo.

Granite (Andra Chiriac, Francia, 2017): Un matrimonio rumano vive separado porque ella se ha ido a trabajar a Francia como servicio doméstico de una familia. El marido va a visitarla con la idea de pedirle que regrese al hogar para hacer la vida familiar que tenían antes. Ella sin embargo ha descubierto un mundo nuevo donde puede salir a hacer actividades que antes no hacía, tiene amigos y conversaciones que la llenan más que la vida de trabajo y hogar que tenía con su marido en Rumanía. Él descubrirá que su matrimonio ha muerto, lo que es un gran impacto para él. Ella sabe que le gusta más la vida que lleva en ese momento y no quiere regresar a Rumanía, pero no se había planteado la muerte de su matrimonio hasta que la pregunta de su marido la sorprende durmiendo juntos en la cama. Una historia de sentimientos y mundos interiores contada muy al estilo intimista francés, pero narrada algo más rápida y fluida que lo que acostumbra el cine francés.

Fuck you (Anette Sidor, Suecia, 2018): Un grupo de jóvenes compuesto por chicos y chicas, se relacionan entre ellos con unas posturas de adolescentes de hoy día. Quieren hacerse todos los más duros. Este comportamiento hace que el que tiene novia, lo que le confiere una cierta posición relevante dentro del grupo se sienta amenazado ante la llegada de un amigo atractivo y fuerte al que su novia mira. Además le prohibe jugar a un juego que le puede dañar las manos. Esto le molesta a ella. Previamente la chica ha robado con otras dos chicas un cinturón con pene de plástico para las relaciones sexuales lésbicas en un sex shop. Se lo pone y se ríen entre ellas aparte del grupo, cuando de repente llegan los chicos y la ven. El novio queda en entredicho por sus amigos y le ordena que se lo quite, pero ella, no se lo quita y juega a forzar la situación haciéndole ver que sólo ella es la única persona que puede decidir por ella misma. Al final, para evitar una pelea grave, él, ha escondidas de sus amigos, va con ella y acepta tener una relación sexual con ella con ese aparato. No es un cortometraje que me atrajera especialmente. Comprendo el mensaje que se lanza, pero como cortometraje me dejó un poco indiferente.

Surpresa (Paulo Patricio, Portugal, 2017): Una animación un tanto simbolista y näif que usa de la grabación de una madre hablando con una niña sobre una enfermedad que ha hecho que le estirpen un riñón, se sobreentiende que cáncer. Así pues es el punto de vista infantil sobre tan grave enfermedad. Tiene cierto optimismo. Otro metraje correcto, pero nada más.

DOMINGO 11:

Bloque 6º de cortometrajes europeos: 
Sleepwalk (Filipe Melo, Portugal, 2018): Uno de los cortometrajes que más me han gustado de este año. Un anciano al lado mía decía que le recordaba al cine de David Lynch. Yo creo que no, tiene más cercanía al cine de los hermanos Coen. Buena fotografía, buen argumento y un buen ritmo para narrar una historia bien contada y con una banda sonora apropiada. Un hombre blanco mayor viaja en su coche por Texas para encontrar a un viejo matrimonio negro con a única idea de que ella le haga una tarta de manzana. La encuentra trabajando en una cafetería de carretera como cocinera, pero ella no quiere cocinarle la tarta. El dueño del establecimiento quiere agradar al hombre. Este no se va de allí. Al final la espera incluso cuando ha cerrado el local, ella sale a ver porqué la molesta tanto, hasta que, sin palabras, comprende porqué quiere la tarta y se la cocina. El hombre vuelve a la carretera y al día siguiente llega a una prisión. Es un funcionario de cárcel que cumple la promesa que le ha dado al hijo de la mujer, traerle una tarta de manzana de su madre para su última comida antes de ser ejecutado. Un cortometraje realmente excelente en todos sus aspectos cinematográficos. Trasciende a varios planos y nos hace pensar en diferentes posibilidades del argumento a muy diferentes niveles. Merece la pena.

Negah (Farnoosh Samadi, Italia, 2017): Una madre trabajadora musulmana de un país del Próximo Oriente regresa a su casa en autobús tras la jornada de trabajo. En el trayecto presencia como un hombre joven le roba cartera a otro viajero más mayor que se ha quedado dormido. Ella duda si debe tomar partido, pero al final, justo antes de que se vaya a bajar el carterista del autobús delata el crimen, le es quitada la cartera y es echado a la calle. La mujer queda tranquila con lo que ha hecho hasta que descubre por la ventana que el caco viaja en moto con otra persona y que siguen al autobús hasta el punto que se ponen al lado de su ventana. Ella atemorizada llega hasta la última parada, a una calle de distancia de su casa cuando ellos vuelven a aparecer. Ella anda deprisa y se oculta de ellos. la persecución proseguirá hasta que llega al fin a su casa con su hija pequeña, pero incluso allí tiene temor. El cortometraje, con una iluminación nocturna perfecta, desarrolla un clima de angustia muy bien elaborado. Contiene en sí el dilema moral que se plantea en la humanidad desde la Edad Antigua: ¿hacer lo correcto aunque pueda ir en tu perjuicio y afrontar lo que te venga encima con estoicismo o no hacerlo y salvaguardarte? Buena dirección.

Nic nowego pod slodcem (Damian Kocur, Polonia, 2017): En un grupo de jóvenes que se divierten fumando costo o marihuana en lata de cerveza y beben en el río donde se bañan deshinibidos chicos y chicas, el único que tiene trabajo recibe las burlas de todos ellos porque trabaja en una granja de vacas y, por otro lado, es evidente que físicamente no es tan agraciado como ellos, ni su personalidad es extrovertida. Es un chico con numerosos complejos que se agraban con las burlas de sus amigos. Él parece enamorado de una de las chicas del grupo, puede que a ella le guste él, o quizá sólo se apiade de él. Él para hacerse el interesante le cuenta a ella que ha conocido por Internet a una chica de los Países Bajos que es tan guapa como ella, aunque no la ha visto, y que va a venir a  verle a Polonia. Le cuenta que la traerá con ellos y se bañarán en el río e irán en un concierto y, en fin, lo que viene a decir es que la sacará para mostrar que es un triunfador y no un perdedor. Llega a un acuerdo con un vecino de su pueblo que tiene coche para que se lo deje para recoger a la chica cuando llega a verle. Ella no es lo que esperaba. Físicamente no cumple con los cánones de belleza que imaginaba. Tampoco se parece a la chica amiga suya. Es obesa, chaparra, de gran nariz, grandes ojos, pelo corto moreno, una sonrisa no muy favorecedora, una gran cicatriz en un lado de la cara y unos modales correctos, pero no refinados. Él se avergüenza de ella y trata de ocultar que está con él hasta el punto de vejarla impidiendo que orine en un servicio de carretera donde le conocen para que lo haga en mitad del campo. Le pregunta que si se irá pronto (más o menos eso vino a preguntar) y la lleva al río de noche, cuando no hay nadie, llegando a abandonarla cuando ella se mete a nadar y él rema lejos de ella. Cuando vuelven a estar juntos en la orilla ella le recrimina su actitud. Llegan a ir al concierto juntos, pero él terminará sólo en la granja de las vacas. La idea es similar a la del cortometraje Lovebox ya comentado, pero elaborada de otro modo. Aquí hay en juego lasa relaciones sociales más allá de las del deseo o el amor. Aquí se pone sobre la mesa la superficialidad de la vida actual unida a la presión social de los grupos, a los sentimientos heridos y a las víctimas pasadas verdugos contra otras víctimas.

სოციუმის პატიმარი (Prisionero de la sociedad) (Rati Tsiteladze, Georgia, 2018): A modo de documental que, según se dice en él mismo, no será estrenado en su propio país, Georgia, se nos relata con entrevistas la vida de un transexual en un país donde la homofobia tiene unos niveles altos, hasta el punto de que a veces asesinan homosexuales en la calle por el hecho de serlo. Aparte del estigma social y familiar que les supone. Allí el/la protagonista nos habla de su conflicto interno y familiar junto a su madre, que trata de comprenderle, aunque le supone un drama y a la vez ama a su hijo/a, y junto a su padre, que está ampliamente ofendido y enfadado con el rumbo que ha tomado la vida de su hijo, aunque se contiene y le preocupa tanto por él como por su propia posición social. No está exenta la referencia a la violencia familiar por este asunto. Claramente se muestra la cuestión de que la libertad individual necesita también de la libertad social para poder desarrollarse plenamente, pero además está el drama y el sufrimiento de los individuos afectados por una mentalidad intolerante. El cortometraje contenía en sus últimos minutos un problema de sonido algo desagradable.

(Fool time) job (Gilles Cuvilier, Francia, 2017): Una animación en tonos grisáceos sobre unos seres antropomorfos que se dividen entre unos que parecen tener cabezas de pelícano y tienen la cualidad de transformarse en animales, y otros que parecen pájaros de picos finos. Uno de los primeros seres está casado y tiene una hija con una mujer de la otra especie. Para sacar adelante a la familia trabaja en una reserva natural donde se despoja de sus vestimentas para ir desnudo por un bosque donde hay otros individuos como él y son perseguidos por turistas que son de la otra especie que desean hacerles fotos, observarles, darles de comer... El trabajo es denigrante y degrada su condición "humana" a una condición animal. Sin embargo, prospera económicamente. Un día unos "ecologistas" protestan de manera violenta en la reserva cuando esta es usada para coto de caza. Los disturbios hacen que cierre la reserva y él se quede sin empleo temporalmente. Volverá a trabajar como empleado de un zoo que se abre en el mismo lugar, da de comer a los animales en sus jaulas. En un momento se acercará a una valla donde llama a unos seres desnudos como cuando estaba él trabajando en ello, pero no son los de cara de pelícano, sino los de cabeza de pájaro de pico pequeño, su esposa y su hija. De este modo, la especie que los denigraba eran ahora los animales del zoo. Un giro de papeles que nos lanza ideas metafóricas y simbólicas sobre la discriminación de todo tipo en nuestro mundo moderno. Hay un profundo sentido reivindicador tanto desde lo laboral y el reparto injusto del trabajo y sus rendimientos, que nos remitirían de algún modo a ideas marxistas y anarquistas, como a ideas ecologistas animalistas, como a ideas de igualdad racial, o más filosóficas sobre lo que nos humaniza y lo que nos animaliza, etcétera. Curioso e interesante final de los cortometrajes europeos por este año.

Y eso ha sido todo en cuanto a cortometrajes a juzgar. Ahora me dedicaré, como cada año a los largometrajes de pantalla abierta. Saludos y que la cerveza os acompañe.

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