viernes, noviembre 30, 2007

NOTICIA 364ª DESDE EL BAR: GOYA Y LAS CLASES TRABAJADORAS (3)

Tercera entrega de este informe para el Alto Mando. Nos adentramos en la concienciación de Goya, aunque de momento sólo sea incipiente y, al comienzo de su juventud, aparentemente inexistente. Pero ya se sabe, todo camino tiene un comienzo.

Este dibujo en tinta, creo que china, pertenece a su cuaderno denominado E, que es un cuaderno donde realizaba dibujos y bocetos para sí mismo. Este dibujo nunca fue un cuadro, ni cartón, ni pintura alguna, sólo fue un dibujo para sí mismo. Se llama "Hútiles Trabajos" escrito así por Goya en el mismo cuaderno, con falta ortográfica incluída, y sería pintado entre 1815 y 1820. Estas lavanderas, como se ve, son más reales que las de su famoso cartón "Las Lavanderas", de décadas atrás, dónde las idealizó par el gusto de los nobles. Ahora, dibujándolas sin necesidad de cobrar dinero por ello, se ve que es consciente de la realidad obrera y, aún más, que se solidariza con ella al ponerle el título "Hútiles trabajos", mientras por otra parte crea grabados que son duras críticas a los nobles, el clero y la burguesía rica que aspiraba a vivir de rentas y títulos.

EL INFORME GOYA Y LAS CLASES TRABAJADORAS (3)

Goya, la ilustración y la clase trabajadora:

En los primeros cuadros, pinturas y dibujos de Goya predominan las tendencias entre barrocas y neoclásicas. Su temática está entre lo religioso y lo clásico, así como pequeñas vistas y estudios que realizó en Italia. En uno de esos trabajos, en el del relicario de la iglesia de Fuendetodos (quemado durante la guerra civil española en 1936, conservado sólo en fotografía), pintó un San Francisco de Paula que recuerda a uno de esos viejos de barba blanca y bastón que pintaría tanto en la pintura negra como en un autorretrato suyo en el que escribiría "aún aprendo". De esta época nada nos atrae al tema a tratar. Tan sólo un hecho que no tuvo que ver con la vida de Goya, se trata del levantamiento popular conocido como el Motín de Esquilache, en 1766. Goya tendría 20 años entonces y podría suponerse que se pudo interesar por la revuelta madrileña que pedía el abaratamiento del pan y el levantamiento de la prohibición contra las capas y sombreros de ala ancha. Sin embargo, en sus datos biográficos conocidos sólo hablan de un gran interés por aprender y perfeccionar el arte de pintar. La consecuencia del hecho en el mundo de la Ilustración fue más contundente, pues, entre otras medidas Carlos III expulsó a la orden jesuita de España al culparles de los hechos. Esta orden, pese a ser religiosa, había promovido cierta educación ilustrada, llegando algunos miembros jesuitas a colaborar con el pueblo en la revuelta. No regresarían a España hasta el reinado de Carlos IV.

Cuando se trasladó a Madrid para pintar sus primeros cartones, estos eran de un estilo neoclásico y rococó claro. Puede que Francisco Bayeu le indicara la clase de temas que gustaban en la Corte para que los pintara. Goya usaba, como Tiépolo, un fondo marrón rojizo para dar calidez a unas escenas pintadas fundamentalmente con los colores básicos rojo, amarillo, azul y verde. A lo largo del tiempo estudio las luces y sombras y usó mucho de los brillos. Los cuadros eran muy llamativos en cuanto a color. Eran muy rococós. Mengs llegó a alabar las aptitudes presentes y futuras de Goya. La temática era muy habitual de la época. Eran escenas populares de caza o juegos que recordaban grabados y pinturas de otros autores de la época. El mundo era contemplado de modo frívolo y banal, al gusto de la Corte. Parecía que todo era un mundo de placer y diversión. Incluso tocó el tema del bandolerismo andaluz en El resguardo de tabaco, pero estos bandoleros eran personajes muy tranquilos e idealizados de un modo romántico, sin nada que hiciera prever de ellos actos de violencia y deshonor. Sólo con el tiempo, entre estos cartones y a medida que empezaba a hacer retratos cortesanos y a conocer a los círculos ilustrados, parece que introduce alguna variante más concienciada de la realidad social del país.

La agricultura era idealizada por la ilustración, que, como se dijo, era potenciada como la forma productiva más beneficiosa de la economía. Tanto es así que hubo quien escribió textos idealizándola de modo que parecía un mundo bucólico y deseable para vivir. Así Meléndez Valdés la definió como "...la profesión primera / del hombre y la más santa...". Jovellanos dijo que no necesitaba leyes que la protegiesen pues se encontraba siempre tendiendo hacia su perfección (aunque se crearon leyes que la intentaban potenciar). La concepción del campesino era revalorizada todo lo que se podía, incluso en contraposición a la vida disoluta de la nobleza cortesana. Sirva de ejemplo otro texto de Meléndez Valdés: "...por estos campos / la corte olvida; ven y aprende en ellos, / (...) / La virtud en los míseros hogares / donde el trabajo y la templanza habitan, / gime escondida entre groseros paños, / miembros callosos y tostadas frentes..." En esta época la Ilustración, además, vio parte del retraso español en la creencia social del desprestigio y deshonor que producía el trabajo no intelectual. Las propias universidades y determinados ámbitos nobiliarios y eclesiásticos exigían no sólo la limpieza de sangre (en términos religiosos casi racistas) sino también la no participación de trabajos manuales en varias generaciones. Esta era una de las causas por la que la industria española era incapaz de avanzar, ya que se prefería vivir de rentas. Una serie de escritos tendieron a mostrar lo improductivo de esta situación y a forzar una reforma legal por la que los trabajos manuales eran honrosos y deseables incluso para las mujeres. La holganza era duramente criticada en todas las clases populares. Además determinadas diversiones, tales como las fiestas, el teatro, los toros y la bebida (quizá únicos refugios de las clases trabajadoras) eran expuestas como elementos de barbarización de la sociedad y de grave perjuicio para las familias populares ("Un día de toros en una capital desperdicia todos los jornales de su pueblo y el de su comarca", Jovellanos). Probablemente, pese a que la situación podía ser grave, los ilustrados no contaron con lo necesario que son para la vida de las personas el descanso y la diversión tanto como el trabajo, pero este pensamiento no es tan propio de las mentes progresistas de la época, sino de épocas más avanzadas ya en el siglo XIX y el XX. En 1783 se logró una Real Cédula por la cual se honraba el trabajo manual y femenino, como se deseaba. Eso no impidió que perdurara en la mentalidad de la época el desprestigio que podía suponer. Un hecho cultural de siglos no podía desaparecer con una ley de un solo año. Por ello muchos ilustrados se siguieron quejando de la pervivencia de estas creencias y comportamientos, tanto de desprestigio por trabajar manualmente en nobles y clero, como de ociosidad en las clases populares. Los escritos al respecto se continuaron y se trató de crear una educación con los puntos de vista de los ilustrados para que la sociedad cambiara y progresara. Era un debate muy activo de la época, sobre todo en los ambientes ilustrados por los que Goya se movía. En algún cuadro, el autor Alcalá Flecha ha querido ver correspondencia entre textos ilustrados y pinturas de Goya. Tal vez la haya, o tal vez sólo sean reflejo de lo que Goya aprendía de aquella gente, ya que sus escritos, probablemente, eran ampliamente debatidos por los círculos donde él se movía.

Goya, tal vez llevado por la idealización del campo y los artesanos, y por la visión de un mundo de disfrute, que había en los nobles, pintó cartones de un mundo popular lleno de cierta dignidad idealizada. Todo muy apacible y sin padecimientos presumibles. Probablemente lo hacía para poder introducirse más y más en los trabajos pictóricos de la Corte, ya que él conocía la realidad vivida en su pueblo Fuendetodos. Sirvan de ejemplo dos cartones: Las Lavanderas y La Vendimia. El primero está pintado entre 1779 y 1780. Formaba parte de la antecámara de los Príncipes de Asturias. Es una escena idílica donde las lavanderas están a la orilla de un torrente. Una de ellas se haya recostada y dormida en el regazo de otra que, junto a otra compañera más, va a despertarla asustándola acercándole la cabeza de un cabritillo. En el fondo hay ropa tendida que recogen una mujer sonriente y otra que se lleva un hatillo sobre la cabeza. Hay quien dice que podría ser una alegoría a la lujuria femenina, dado el hecho de la cabeza del cabritillo para lamer la cara de la lavandera dormida sobre el regazo de otra. Incluso se ha hablado de la voluptuosidad de las formas femeninas. Sin embargo, ciñéndonos a lo que nos interesa, estas lavanderas aparecen con trajes populares muy ricos y brillantes, además de ociosas. En la realidad estas lavanderas iban a lavar con ropas menos llamativas, ya que se iban a mojar. Por otra parte, el oficio de lavandera tenía mala fama y en muchos lugares lo ocupaban hombres y no mujeres. Ser mujer lavandera implicaba unas connotaciones nada idílicas, muchas veces ser llamada lavandera era un insulto equivalente al que hoy día ha perdurado como "verdulera", si no a veces al de prostituta. Sin embargo, Goya ha dignificado el oficio en su pintura y lo ha idealizado al gusto ilustrado y cortesano, muy probablemente. Es más notable el hecho en La Vendimia (1786-1787). Este iba dirigido al comedor de Carlos III en El Pardo. Es una alegoría al Otoño. Vendimiar era también una tarea dura que desempeñaban más los hombres que las mujeres. Sin embargo, los individuos protagonistas del cartón son dos mujeres, un niño y un hombre. Una de las mujeres se encuentra sentada ofreciendo, al que se deduce es su marido, un racimo de uvas que ha cogido de la canasta que transporta la otra mujer sobre su cabeza. El niño se estira para coger las uvas. Es sin duda un matrimonio terrateniente viendo recoger los productos de su campo de manos de sus jornaleros, o bien gente del campo que le ofrecen uvas a un matrimonio pudiente. Sea como sea, los trajes de todos los personajes en primer término tienen cierta elegancia. Incluso la de la vendimiadora no parece haber estado en la faena de haber llenado el canasto de uvas. Es una escena de paz y naturaleza en tonos amarillos propios del Otoño. Es una escena muy bucólica e idealizada, donde al fondo se ven a unos hombres vendimiando, algo desdibujados. Estos sí tienen en su traje y actitud un aspecto más de cansancio y trabajo agrario que los de la campesina de la canasta, pero se encuentran desdibujados para dar profundidad, como un elemento más decorativo que representativo. Goya, al ser de un pueblecito, debía conocer las fatigas del campo, pero representó una escena totalmente apacible y descansada para el gusto e ideas de la alta sociedad a la que servía. Sólo el detalle de los campesinos del fondo podría revelar un vago intento de mostrar la realidad social de lo que suponía vendimiar, ya que el cartón corresponde a la serie de las Cuatro Estaciones, y a la época de El albañil herido, donde sí podría estar mostrando una realidad social más amarga y menos idílica.

De hecho, el mismo acto de dar uvas a un matrimonio pudiente, pese a tener aspecto de ser más un hecho por el gusto idílico, podría ser reflejo de otra de las ideas ilustradas del momento: la de que eran las clases populares las que mantenían con su trabajo a los nobles y eclesiásticos, en otras palabras: un simbolismo (de los que Goya no era habitual que hiciera, por lo que no es muy probable). Los impuestos que les imponían, más las donaciones, eran tan elevados que les dejarían poco para vivir. Miñano Bedoya escribió: "no bien han concluido los lechuzos eclesiásticos de exigir sus respectivos cuantaques, cuando se presentan los lechuzos seculares a cobrar los repartos de las contribuciones reales (...) se le piden al vecino los de riego de las heredades que se secaron; los de la guardería del campo que se arrasó antes de la cosecha; los de los gastos del diputado que se envió a Madrid para seguir el pleito contra los curas; los de las costas de ese pleito, en que fue condenado el lugar, según costumbre; los derechos de la sal, los de la alcabala, la sisa, la paja y utensilios, y otras mil preciosidades que con diversos nombres y apellidos se han ido aumentando cada año". Un pasquín anónimo añadía: "en cuanto asoma el verano, y las mieses empiezan a ponerse amarillas, ya tiene vmd. A su puerta un lechuzo vestido de negro, con una sotana muy larga, su manteo terciado por debajo del brazo, y un sombrerón que se anuncia diez varas delante de la persona, y sin preguntar ni una sola palabra relativa a lo que se ha gastado en la siembra, ni en la labor, ni en el abono, ni en la era, ni en el acarreo, ni en nada a lo que huele a partida de data, abre su cuaderno, y presenta un cargo de la décima parte de lo que se ha cogido. Vmd. Se queda aturdido de ver que el tal sopistón trae ya ajustada la cuenta hasta por cuartillos de lo que monta la cosecha (...). Apenas ha salido el lechuzo negro, cuando se asoma por la puerta otro vestido de lana gris, con su gran cordón al cinto, un rosario con cuentas de a veinte y a cuatro, y un chapero redondo a modo de quitasol. Echa su Deo gracias por delante, y sin pedir nada por amor de Dios, dice que viene por la limosna del convento de San Francisco (...). Detrás del lechuzo gris viene otro vestido de color del tabaco, (...) que como la regla de nuestro padre no permite que ellos toquen físicamente el dinero viene a pedir en especie (...). En pos de la capucha entra el hermano motilón, mandadero de las monjas de la esquina, el cual, sin arengas ni cumplidos, dice que viene por lo acostumbrado (...). Luego se sigue sin falta el padre que hizo las últimas misiones (...). Aún falta pagar la renta de las tierras arrendadas a los monjes del desierto (...)". Es una situación de asfixia económica empeorada con los gastos ya dichos en fiestas y bebidas.

El dinero ganado no habría sido ganado fácilmente. Pues, en contraste con una vida idealizada del campo, en los ilustrados también reconocen en sus textos las fatigas y la dureza de una vida cuyas condiciones disminuían la esperanza de vida y cultura de las personas. Así, escribió Juan Pablo Forner: "... la nueva aurora / le amanece ya atado a la fatiga, / cuyo fecundo afán devora luego / en ocio muelle la opulencia inútil". Por lo que se reconocía que un trabajo fatigoso daba como resultado unos productos y beneficios que disfrutarían las clases nobiliarias y eclesiásticas y no tanto las productoras. Un disfrute que sería en ocios improductivos. Tomás González de Carvajal añade: "suda y se afana el mísero colono, / llevando el peso del calor y el día / sobre las tierras del señor ingrato, / que en blanco lecho, en regalada mesa, / en espléndido tren consume y gasta / el fruto de su afán y el de sus hijos". Del sector secundario también habría esta sensación, por ejemplo, Floridablanca escribe: "...ved entre los anhelos trabajosos, / el hambre y el oprobio sempiterno, / un Carpintero vil: inestimable / tesoro en él se encierra: / es la imagen de Dios, Dios en la tierra". O bien, Trigueros escribe: "Vean los Menestrales, esos necios, / que en la bajeza vil de su crianza / no saben elevar sus pensamientos: / véanlos, y reparen como medran. / Víctimas del sudor y del desprecio, / sin salir de la esfera más humilde / apenas ganar pueden el sustento: / sin libertad, sin gusto, con fatiga, / lejos de lustre, de fortuna lejos, / a la preocupación sacrificados, / siempre encogidos, rara vez contentos / sirven, se esmeran, sudan y se afanan; / y tras de todo son siempre los mismos...".

Estas ideas irían cobrando peso en la concienciación social de Goya, que, por otra parte, habría podido ver la realidad del mundo en sus orígenes más humildes. Sirvan de ejemplo los cartones realizados entre 1786 y 1788 para los tapices del comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo. Estos son los correspondientes a las Cuatro Estaciones más el conocido como el Albañil herido. Usaremos de ejemplo éste más el llamado El Invierno, ya que en ambos reflejaría las duras condiciones laborales y de vida de campesinos y trabajadores urbanos. Aún usaría los tonos de color propios del rococó, los pastel, y todavía usa mucho dibujo en lugar de trazos muy rápidos. Sin embargo, había cobrado experiencia pintando y ha comenzado ha interesarse por captar las expresiones humanas que definen toda la imagen de la pintura. En El Invierno (también llamado La nevada) capta el padecimiento de la gente del campo en Invierno al mostrar una escena de frío realzada con los blancos brillantes de la nieve, los colores azuláceos y grisáceos, las posturas encogidas de hombres y perros, los árboles inclinados por el aire y, sobre todo, las expresiones de los rostros. Tres campesinos cubiertos con mantas ásperas avanzan a través de la nevada con caras sombrías, pues viajan sin nada. Por detrás de ellos les adelantan dos individuos que visten sombreros, capas y libreas, con caras sonrientes, aunque con frío, pues detrás de ellos les sigue una mula que carga con un gran cerdo abierto en canal. Estos dos individuos podrían ser criados de una casa noble y se sienten satisfechos de poder tener sustento en el Invierno. Los tres individuos que ocupan el plano central están peor vestidos, por lo que son claramente campesinos que no han podido comprar u obtener alimento alguno para el Invierno, por lo que vuelven a sus casas tristes. Es un claro contraste social el que se muestra, apoyado en las ideas ilustradas del padecimiento de los campesinos, que, por otra parte, serían los que proporcionarían esos alimentos a las clases más pudientes, al ser ellos quienes los permiten obtener mediante las prácticas agrónomas. La temática no hubiera sido bien recibida por la Casa Real como elemento decorativo si la Ilustración, que ella misma intentaba procesar, no hubiese abarcado este asunto. Además, al envolver Goya la temática en un estilo rococó lo hacía más agradable. No obstante es parte de su incipiente concienciación, aunque hay autores que piensan que sólo se trata de un Goya que trata de adaptarse al gusto de sus clientes, por lo que trataría sólo de representar aquello que podría agradarles por corresponderse con sus ideas. En El albañil herido esta polémica entre los autores que han tratado a Goya prosigue. Ortega y Gasset dice que "los objetos que interpreta -cosas o personas- no le interesan con ningún interés directo". Edith Helman añade: "este cartón de El albañil herido es un excelente ejemplo de esa falta de simpatía humana por parte de Goya para con sus criaturas. ¿Se percibe en el cartón cualquier emoción profunda o particular, de dolor en el rostro del herido, o de verdadera compasión en el de los rostros de los compañeros que le llevan herido en brazos? De ninguna manera". Parece ser que sólo Licht confía plenamente y sin duda en que reflejaría una preocupación real de Goya por las clases trabajadoras más humildes. Quizá a la polémica ha contribuido que su boceto original era El albañil borracho. La diferencia estriba en mostrar en el cartón a un albañil herido transportado en alzas por dos compañeros en lo que es el techo o andamio de una obra (cuya altitud viene dada por unas grúas y poleas desdibujadas en el fondo). Los rostros aquí tienen una expresión seria, mientras, que en el boceto la misma escena muestra a los compañeros que llevan al inane sonriendo. En un caso se trataría de una crítica social sobre los accidentes laborales y en otro sólo sería una escena, quizá crítica, de los vicios del alcohol en las clases populares, mostrada mucho más alegremente que la idea que pintaría en el cartón. Es posible que la corrección de lo cómico a lo trágico la pidiera Carlos III y que Goya tomará mayor conciencia social más tarde. Aunque se correspondería con los hechos sociales denunciados por el amigo de Goya, Meléndez Valdés. El albañil borracho nunca se tejió. El albañil herido se correspondería con un edicto de Carlos III, pocos años antes, sobre la construcción de andamios en las obras públicas y privadas de la Corte para evitar accidentes laborales. Sea como sea, aunque estilísticamente siguen el estilo rococó, su temática no muestra un mundo tan ideal y gozoso como los otros cartones anteriores. De hecho, durante esa época pintó el óleo La conducción de una piedra, donde se ve la construcción de una gran obra. Con ayuda de unos animales de tiro unos obreros transportan una gran piedra, mientras en dirección opuesta deja ver a otros dos obreros que transportan a un compañero herido en una camilla.

Desde estos finales años de 1780 Goya se atreve a pintar algunas imágenes de crítica social al gusto de los ilustrados, como La boda, por ejemplo. Tal vez es una etapa que está entre las pinturas al gusto de su clientela e intentos de representar en pintura las mismas críticas sociales que oía en sus ambientes cotidianos, de los que debió terminar compartiendo ideas. Con el paso de los años al servicio del Rey y los encargos de cortesanos Goya no sólo adquiriría experiencia en su oficio, si no también ideas de conciencia social que llegaría a pintar, del mismo modo que los ilustrados amigos suyos las escribían en poemas, obras de teatro o informes, pasquines y ensayos. La grave enfermedad que sufrió y que le llevó a retirarse una temporada a Cádiz le hizo abordar temas para su propio gusto que luego pudo dar salida vendiéndolos como caprichos. La propia sordera que le acompañó desde entonces le dio un mundo interior que le permitía observar aún más su alrededor y representar mejor lo que más le interesaba: el mundo interior de las personas. De estas épocas hay cuadros que representan naufragios, incendios, casas de locos, brujas... y retratos, muchos retratos muy logrados expresivamente en los rostros de los retratados. El modo de ver el mundo había cambiado en Goya. Fue abandonando el rococó poco a poco para pintar de un modo más suelto y rápido, fijándose cada vez menos en la perfección del dibujo. Como ejemplo estaría una nueva pintura sobre bandidos. En Bandidos asaltando una diligencia (1793-1794) los bandidos aparecen con fusiles y cuchillos sobre la diligencia rematando a los viajeros, uno de los cuales se encuentra arrodillado suplicando por su vida. Ya no es una escena idílica y teatral como en El resguardo de tabaco. La pincelada es más suelta y rápida, como queriendo retratar sólo la expresión violenta de la escena y no algo idílico. Se ajusta más a la realidad del asunto a tratar.

Goya se veía más libre para pintar lo que deseaba. Cuando en 1796 se trasladó a la casa campestre de la Duquesa de Alba, comenzó a pintar lo que sería su primera serie de grabados, Los Caprichos. No los publicaría hasta 1799. En ellos es libre de representar todo aquello que se le ocurre. Él mismo dice no haberse fijado en nada dibujado o pintado anteriormente por él u otros. Ni siquiera la Naturaleza, dice, ha podido darle ejemplos de determinadas cosas que representa. Son invenciones suyas para ejercer el humor y gustar a un público más popular del que tenía para darse a conocer. Moratín escribió sobre estos grabados que Goya escogió: "entre la multitud de extravagancias y desaciertos vulgares (...) aquellos que ha creído más aptos ha suministrar materia para el ridículo". Añadía sobre el ridículo que éste tenía utilidad para corregir vicios. Así pues es una obra para darse a conocer y con una temática humorística destinada a corregir vicios o a criticarlos. No hay que olvidar que esta obra le dio problemas hasta el punto de tener que regalarle los ejemplares no vendidos y las planchas al Rey Carlos IV en 1803. Es una obra que representa ideas ilustradas de crítica social y, en algún lugar de crítica a la Iglesia y crítica política. Pero son críticas encubiertas por la caricaturización. Varios de los temas que representó tenían correspondencia con temas que los ilustrados trataban a menudo. Los ilustrados habían criticado los matrimonios de conveniencia, la prostitución, los procesos de la Inquisición, la vanidad cortesana, las creencias supersticiosas en brujas y, por supuesto, la denuncia de las injusticias sociales existentes en la época de los Estamentos sociales. Los grabados sobre prostitución son una denuncia social clara de la pobreza de algunas mujeres hasta el límite de alquilar su cuerpo. Aunque a veces esta crítica se empaña con lo que podría ser la utilización de los hombres por parte de estas mismas mujeres. Grabados que muestran bien esta crítica social podrían ser Bellos consejos o Bien tirada está. En el primero una anciana aconseja a una joven, dando a entender de modo ambiguo que se trata de la escena de una vieja celestina convenciendo a una joven para que ejerza la prostitución. Mientras que en el segundo una anciana mira como se pone una joven una media, es de creer, en lo ambiguo, que se trata de una joven que acaba de ejercer la prostitución siendo la anciana quien administra su beneficio económico. Pero en el sentido de mujeres buscando beneficio económico también está el grabado llamado A Caza de dientes, esta vez se ve a una mujer introduciendo su mano en la boca de un ahorcado. Por el título se deduce que busca y desea arrancar un diente de oro. Son escenas sobre los límites a los que arrastra la pobreza. Pero también hay otras escenas, más confusas, que muestran la crítica a la adicción al alcohol de las clases populares, ya mencionada anteriormente. Es el caso de Y se le quema la casa, donde se ve a un anciano con los ojos entrecerrados intentando ponerse los calzones mientras, accidentalmente ha iniciado con un candil un fuego en una de sus sillas. Hay quien lo ha relacionado con textos de la época que hacían referencia a la lujuria de ciertos viejos, la cual les haría arder. Pero muchos más lo han relacionado, dado un texto del propio Goya, a un accidente propio a un espartero de la época. Parece ser que en las casas de estos, donde ejercían sus oficios, era habitual los incendios, a veces relacionados con el alcoholismo. Hay que tener en cuenta que El albañil herido de años antes había sido previamente El albañil borracho. Sobre el tema hace más dibujos, como el hecho en aguada de sepia Comer bien, beber mejor y dormir (1812-1824), Aquí se ve a un hombre de las clases populares, por su ropa, tumbado en el suelo bebiendo de una botella, claramente embriagado. Este era un tema de clara preocupación para los ilustrados. Baste como ejemplo lo que escribía Campomanes: "(...) sería providencia utilísima, para mejorar las costumbres de los artesanos y aún de otras clases, mandar a los taberneros, bajo de gravísimas e irremisibles penas, vender precisamente el vino como los demás géneros de abastos, para que cada uno lo consuma en su propia casa, donde hay menos ocasiones de desorden o exceso, llevando vasija o jarro".

Sobre el asunto acerca de la clase trabajadora del campo y las ciudades como soportes de la vida y comodidades de la clase eclesiástica y la nobiliaria también hay dibujos. Estos están más encubiertos, ya que las críticas directas a las clases dirigentes podían tener malos resultados para el pintor. Se aprecian en grabados como Tú que no puedes, donde dos campesinos montan a sus espaldas dos burros, en referencia a los escritos que hacían referencia a que el pueblo llano soportaba a sus espaldas la carga de los dos Estados sociales colocados por encima suya. Más claro resulta en el grabado Miren que graves. Dos seres con cabezas como de mulas, cargan a sus hombros a otros dos seres antropomorfos, uno con cabeza de ave rapaz y otro con una cabeza como de burro que está rezando o rogando. Esos seres antropomorfos representarían a la nobleza, de la que las aves rapaces han sido su símbolo por mucho tiempo, y al clero que ora. Y como reivindicación social que llama a la protesta casi revolucionaria, estaría su dibujo en aguada en tinta china No harás nada con clamar (1803-1812). Aquí un campesino ha tirado su azada y se haya gritando o implorando al cielo con los brazos en alto. Bien puede ser ambiguo, pues puede estar implorando que mejore el tiempo de modo desesperado tras un periodo de sequía, o quejándose de cualquier otra circunstancia, pero todo parece remitir, más bien, a una reivindicación social que, por el título, podría caer en posturas de llamamiento a acciones más allá de la mera queja.

jueves, noviembre 29, 2007

NOTICIA 363ª DESDE EL BAR: GOYA Y LAS CLASES TRABAJADORAS (2)


Este ensayo sobre Goya no se podría entender bien si no nos asegurásemos de que el Alto Mando conoce la vida de este pintor y las circunstancias de su tiempo. Asíque el segundo informe es la biografía del pintor. Bueno, ya sabéis que cuando os presento informes de Historia estos son largos. Paciencia, de esta serie sólo son cuatro y vamos por el segundo, ya volveré con otra clase de post más breves. Espero que os sean estos útiles. Entretanto yo me quedo escuchando canciones del exguitarrista de The Beatles, George Harrison, ya que hoy se cumplen seis años de su muerte, una fecha que no puede dejar un admirador de estos rockeros. Un saludo y que la cerveza os acompañe.

El cuadro se llama "La fragua", lo pintó Goya en algún momento entre 1812 y 1816, durante la guerra de independencia española, en principio para sí mismo, tal vez recordando que su juventud la usó grabando los cuadros de Velázquez, pero sin duda una clara demostración de que las temáticas que pintaba sin afán de lucro eran temáticas preocupadas por el mundo obrero.

EL INFORME GOYA Y LAS CLASES TRABAJADORAS (2)

Breve biografía:

Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos, un pueblo de Zaragoza, el 30 de Marzo de 1746. Como ya se ha dicho, su padre era dorador de marcos de cuadros, lo que le ubicaba dentro de los artesanos, y su madre pertenecía a la pequeña burguesía local. Durante su infancia había estudiado en las Escuelas Pías de los escolapios en Zaragoza. Mientras que en 1759 subía al trono español Carlos III, Goya en 1760 se convertía en discípulo del pintor José Luzán Martínez. Carlos III traería a su Corte a pintores como Corrado Giaquinto, Tiépolo, o el pintor Real Mengs, que introdujo el academicismo y el neoclásico en España.

El 4 de diciembre de 1763 el Libro de Actas de la Real Academia de San Fernando indica que Goya se presentó para obtener una beca de estudios que le llevara a Italia. No la ganó y volvió a presentarse en Enero de 1766. Pero no flaqueó en sus intenciones y se costeó su propio viaje a Italia. Es posible que Goya hubiese tomado contacto con los pintores citados más otros que se movían por Madrid, como Salvador Maella y Francisco Bayeu. En 1769 Mengs regresaba a Roma y es posible que Goya le acompañara. Hicieron el viaje por tierra, pasando por Francia, Génova y otros lugares. En 1770, con 24 años, vivió en Roma en la casa de un pintor polaco llamado Küntz, la cual tenía un estudio de pintura habituado por franceses y españoles. Desde aquí mandó una pintura a un concurso convocado por la Academia de Pintura de Parma. Tal concurso no lo ganó, pero recibió una mención especial del jurado por la calidad de la obra. Eso le otorgaba cierto mérito, ya que Italia siempre gozó de gran prestigio entre el mundo del arte.

La juventud de Goya había gustado de fiestas populares como las corridas de toros, la música, los bailes... es de suponer que la vida bohemia no le fue ajena en Italia. Pero el accésit logrado le entusiasmó como para enviar el boceto del cuadro a España y regresar él mismo en 1771. Tal premio le permitió obtener el encargo de pintar al fresco la bóveda del coreto (bóveda del coro) del templo de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Un encargo importante que iniciaría en bocetos para el Cabildo y que no iniciaría en la bóveda hasta 1772. En estos años que está en Zaragoza cobró cierto prestigio y recibió tantos encargos que superó a los de su maestro Luzán, aunque se le registraba como artesano. No terminó de pintar el coro hasta Junio del mismo año que lo comenzó. A partir de ahí recibió encargos de varias iglesias. Es aún un estilo muy neoclásico, a veces algo barroco. Se siente vital y feliz y realiza su primer autorretrato el mismo año en el que se casó, 1773, pintando también a su esposa. Esta mujer era una hermana de los pintores Ramón y Francisco Bayeu, que él ya conocía de Madrid. Ella se llamaba Josefa. La boda, de hecho, se produjo en Madrid, aunque el matrimonio regresó a Zaragoza, donde aún tenía el pintor varios encargos que realizar. Entre esos encargos se encuentra el de comienzos de 1774, por el que se le llamó para que participara del ciclo mural de la Cartuja del Aula Dei. Exactamente debía pintar un friso de tres metros de alto la nave, el crucero y el presbiterio de la iglesia de dicha cartuja.

Al final de aquel año fue llamado para que se trasladara a Madrid. Según un escrito de Goya en 1779, le llamó el mismo Mengs para que colaborara con las creaciones de la Corona. Aunque el historiador José Gudiol piensa que la invitación pudo ser iniciativa de su cuñado Francisco Bayeu, por ser uno de los jefes del equipo de pintores de la Real Fábrica de Tapices. De hecho, los Goya se instalaron en la casa de este cuñado, teniendo allí, incluso, a su primer hijo el 15 de Diciembre de 1775. La tarea de Goya en Madrid, por lo que se deduce de lo dicho, debía ser pintar cartones para la Real Fábrica de Tapices. Siendo los directores de los pintores de cartones Francisco Bayeu y Mariano Salvador Maella, siendo el director de todo Francisco Sabatini, el arquitecto decorador del Palacio. Tal trabajo no le daba sueldo fijo, estaba sujeto a los encargos que le realizasen, aunque era un gran paso en su carrera y un gran honor y prestigio. No podía estar ocioso, necesitaba ganar dinero con estos encargos y con encargos de pinturas particulares. En 1776 tanto él, como Ramón Bayeu y José del Castillo solicitaron ser oficialmente pintores de la Real Fábrica de Tapices, para poder gozar de un trabajo estable y un sueldo fijo, pero se les denegó la posibilidad.

En 1777 le comenta por carta a su amigo zaragozano Zapater, que tiene una enfermedad, será el inicio de la enfermedad que le acarreará graves crisis sobre todo desde 1778. No obstante, se dedicó a los cartones casi en exclusiva, El Quitasol, La Riña en la Venta Nueva, La Merienda... Pero en 1778 pintó un único cartón, El Ciego de la Guitarra, lo que era un fuerte contraste con el año anterior. Cornelio Van der Gotten, director de la Real Fábrica de Tapices, se quejó por carta de la falta de trabajo de Goya y de que lo que pintaba eran composiciones de forma y color muy complicados de pasar a los tapices. Goya deseaba pintar de una manera más libre de lo que le permitía hacerlo los tapices, y tal vez no se sentía muy contento con lo encorsetado de un trabajo que le daba problemas económicos. Sin embargo, ante la queja aduce que estaba trabajando en varios cartones a la vez, los cuales entregó en Enero de 1779. Fueron siete cartones para tapices destinados a la cámara personal de los Príncipes de Asturias en el palacio de El Pardo. Estos cartones tenían las características más rococós que Goya pudo alcanzar. Entre ellos está El Cacharrero. En Junio moriría Mengs. Goya solicitó su puesto en la plantilla de pintores de Cámara alegando su trayectoria pasada en Roma. Pero le fue denegado también, aunque con el reconocimiento de ser un pintor que prometía algo para el futuro. Tras esa solicitud fallida pintó trece cartones más, entre ellos Las Lavanderas. Además, se le encargó y realizó la grabación de las pinturas de Velázquez para poder darlas a conocer. Esto le llevó a estudiar en profundidad la pintura del siglo XVII, así como tener una primera toma de contacto con el arte de grabar imágenes. Aparte de que se debió concienciar de la importancia de dar a conocer de modo popular su obra para cobrar prestigio.

Goya debió dedicarse a pintar otras cosas que no fueran tapices, ya que España se declaró en guerra contra Inglaterra, a causa de la guerra por la independencia que habían iniciado las colonias inglesas en América desde 1776. Tal implicación en la guerra hizo que la Corona decidiera suspender los gastos en lo artístico y lo suntuario. Pero, en cambio, tuvo una compensación moral junto a Francisco Bayeu. Ambos fueron nombrados miembros numerarios de la Academia de San Fernando el 5 de Mayo de 1780, para lo que Goya presentó el cuadro al óleo Cristo Crucificado, de tendencias neoclásicas que recuerdan a Mengs y también barrocas que recuerdan a Velázquez. Era un modelo de hacer de Francisco Bayeu, por lo que le retrató poco después. Goya tenía entonces 34 años. El propio Francisco, inspector de la decoración general del Pilar de Zaragoza, sugirió el nombre de su cuñado para que participara de la dicha decoración. Goya regresó a Zaragoza en Octubre, ya que en los meses anteriores nació y murió uno de sus hijos. El sueldo era modesto, y le pidió a Zapater que le buscase una casa modesta, pero se mostraba ilusionado y entusiasmado con el que, hasta entonces, era el mayor de sus encargos. Sus bocetos fueron aprobados y comenzó a pintar los frescos de una de las pechinas de la cúpula. Goya había cobrado mucha experiencia en Madrid y su estilo había cambiado. Ya no se atenía tanto alas normas neoclásicas ni tenía los dejes del barroco. Por ello, al iniciar su obra comenzó a no gustar a las autoridades religiosas ni a su cuñado Francisco Bayeu. Eso les llevó a un pequeño enfrentamiento personal donde el cuñado quería corregir a Goya y Goya no se dejaba corregir. Dio por terminada la obra en 1781, pero las autoridades religiosas y el propio Bayeu no la dieron por buena y le pedían que la retocara. Hubo de mediar entre ellos uno de los cartujos para los que Goya pintó años antes en el Aula Dei. Goya terminó aceptando retocar de las pinturas lo que no gustaba, pero se había abierto un motivo de disgusto entre los dos cuñados. Goya regresó a Madrid, donde tenía el encargo de decorar al fresco uno de los altares de la iglesia de San Francisco el Grande. En realidad se trató de un gran lienzo y, en la decoración participaron otros pintores. Su elección se debía a Juan Martín Goicoechea, uno de los amigos del ministro Conde de Floridablanca, por lo que puede ser ya una introducción en los ambientes cortesanos. Ese año aún habría de ver la muerte de su padre.

En 1783 se firmó la paz con Inglaterra. La Corona podía volver a invertir más en lo artístico y lo suntuario. Las amistades que había ido haciendo Goya durante todos estos años lograron que se le abrieran puertas por las que obtendría resultados tales como el poder pintar al ministro de Floridablanca. De este retrato esperaba grandes encargos, pero no fue así, pese a que sirvió para que algunos personajes de la Corte le tuvieran más en cuenta. Por el mismo camino pudo pintar a la familia del Infante don Luís de Borbón en su palacio de Arenas de San Pedro (Ávila). Este trabajo de varias semanas fue algo que entusiasmó a Goya por cuanto reconocimiento y empuje de su carrera supuso. El ilustrado Melchor de Jovellanos había contraído amistad con Goya y también le procuró trabajos bien pagados, como los realizados entonces para la Universidad de Salamanca. Posiblemente en 1784 homenajeó a este intelectual retratándole. Sin embargo, en esa fecha aún no obtenía el reconocimiento que pretendía, ni con las pinturas de la iglesia de San Francisco, inauguradas entonces. Pero sí le dio la vida la alegría de ver el nacimiento de su único hijo que le sobrevivió, Francisco Xavier, el 2 de Diciembre. De mano de otro amigo, Ceán Bermúdez, le fue concedido el encargo de pintar los retratos de los miembros de la junta directora del Banco de San Fernando. Este era un encargo importante y bien pagado que le daría más prestigio. Era 1785. Ese mismo año, en Mayo, se le concedió el cargo de teniente director de pintura de la Academia de San Fernando. Este cargo reportaba mucho trabajo y una paga anual fija de 25 doblones. Parece este un año de consagración. Tenía 39 años, con lo que dicha consagración vendría tardíamente. Logra nuevos valedores de su pintura en los Duques de Medinaceli y en los de Osuna. Con ellos retrató a numerosas personas de estirpe arraigada, así como se pudo permitir pintar y venderles caprichos de su invención, temas de brujería, de moda por entonces, otros clientes por medio de ellos, y conocer las obras literarias y teatrales de los ambientes ilustrados. Es un buen momento en su vida.

El 11 de Marzo de 1786 escribe a Zapater hablándole de que sus ingresos anuales ascendían a trece mil reales. Lo que no era mucho, pero tampoco poco. Esto era gracias a los encargos particulares, el sueldo de la Academia y sus reservas en acciones en el Banco de San Carlos. El mismo año moría el director de la Real Fabrica de Tapices. Entonces, el hijo de este, Stuyck, y varios artistas españoles, entre ellos Bayeu, comenzaron a solicitar la dirección de dicha fábrica. Los españoles defendían a artistas que tuvieran mucha relación con los cartones y con sueldo fijo que les pudiera permitir dedicación total. Por ello propusieron al mismo Goya y a Ramón Bayeu. Fue Stuyck el elegido, pero a estos otros dos pintores propuestos les nombraron pintores del Rey, con un sueldo de quince mil reales al año. Lo que duplicaba los ingresos de Goya. Sin embargo, no le dedicó todo su tiempo a los cartones, ya que estos no le dejaban desarrollar sus ambiciones de desarrollo pictórico, y sus necesidades económicas ya estaban cubiertas como para no tener que agradar repitiendo formas neoclásicas. Para 1787 pintó diez cartones para el comedor del Palacio de El Pardo. Entre ellos están La Vendimia, El Obrero Herido, La Nevada y Las Floreras, entre otros. Era el año en el que EEUU promulgaba su Constitución, que preludiaba lo que en breve se desataría en la Historia de Europa: la Revolución Francesa. Esta carta fundacional abrió un amplio debate dentro de los reformistas ilustrados y es de creer que Goya comenzaría entonces a oír y concienciarse de los derechos y deberes del hombre como ciudadano e individuo. Por otra parte, este año Goya se reconcilió con su cuñado Francisco Bayeu, además diversos encargos importantes de particulares y de instituciones, entre ellos tres cuadros para la iglesia de Santa Ana de Valladolid.

En 1788, el año en que el Rey francés Luís XVI convocó los Estados Generales que iniciarían la Revolución, el Rey español Carlos III moría y heredaba el trono el Príncipe de Asturias, Carlos IV, casado con la Reina María Luisa de Parma. Sería en Diciembre, en los meses anteriores de este hecho Goya había estado pintando los bocetos y cartones para los dormitorios de los que aún eran infantes e infantas, entre los que estarían las pinturas de La Pradera de San Isidro y La Gallina Ciega, entre otros. En Junio se presentó a director de la Academia de San Fernando, pero sus compañeros no le votaron y él optó por desear pintar para sí mismo, aunque le ataban las obligaciones. El resto del año los había estado dedicando a encargos de los Duques de Osuna. El 17 de enero de 1789 Carlos IV era coronado. Desde que era Príncipe de Asturias había sentido predilección por las pinturas de Goya, por lo que le encargó el retrato de los miembros de la nueva Familia Real. El 30 de Abril le otorgó el cargo de pintor de cámara del Rey. Cargo codiciado por Goya, aunque no suponía un aumento de sueldo. Era sin duda el prestigio y más libertad para pintar que lo que los cartones le concedían.

En 1790 Goya habla de la confianza Real que goza, así como del obligado cambio de sus gustos personales para pervivir en la Corte. Además, familiarmente vive un momento de concordia con los cuñados, expresado en su obra conjunta en la iglesia de Valdemoro, así como de ciertos recelos hacia sus hermanos, que pretendían vivir de él. En estas fechas Goya prefiere pintar para particulares y no para la Fábrica de Tapices. Pintar para particulares le permite ganar más dinero y pintar más libremente en su estilo y temática. Pero se ve obligado a hacer cartones para los tapices del estudio de Carlos IV en El Escorial, entre 1791 y 1792, ya que Stuyck se queja al Rey acerca de que los obreros de la fábrica están parados por culpa de Goya. Goya, además, se queja de la Academia de San Fernando en que resulta en exceso academicista y basada en premios infantiles, lo que es un ataque a la escuela neoclasicista. Pero 1792 sería clave por otras cosas. Tenía 46 años. Ceán Bermúdez le llevó a Cádiz sin licencia del Rey para que se repusiera de una grave enfermedad (tal vez producida por respirar los vapores del plomo de la pintura). El resultado de la enfermedad va a ser el haber estado al borde de la muerte, aparte de una sordera que se intensificará el resto de su vida. Bermúdez y Bayeu escriben al Rey pidiéndole la licencia del viaje como si Goya estuviese en Madrid. El Rey concedió la licencia. Goya estuvo en la casa de Sebastián Martínez, coleccionista de arte, sobre todo de pintura inglesa.

Goya regresó a Madrid en 1793. Durante su convalecencia Goya había pintado once cuadros para su entretenimiento donde se ven autorretratos, casas de locos y una multitud atrapada por un incendio, entre otros. Su visión del mundo había cambiado un poco. Desde aquella felicidad idealizada de los cartones a un mundo más real y que comienza a llenarse de sufrimiento humano. Comenzó una vida de aislamiento incipiente. Ese mismo año, para aumentar la pena familiar, moriría Ramón Bayeu. En 1795 lo haría el otro cuñado, Francisco.

En 1795 Goya ya se había adaptado a su nueva situación vital de sordera y parecía totalmente recuperado de salud. La muerte de Francisco Bayeu hace que la Junta de la Real Academia de San Fernando le elija como su Director de Pintura. A los pocos meses renunció al cargo, por lo que la Junta optó por darle el título de Director Honorario en 1797. Se dice que la renuncia pudo ser por la sordera, pero también que pudo ser porque sólo pretendiese el cargo para derrotar a Gregorio Ferro, que le ganó en otras solicitudes de otras cosas anteriores. Es en el mismo 1795 cuando surge en su vida, por primera vez la Duquesa de Alba, mujer destacada y frívola de la vida madrileña. La había pintado a ella y a su marido, este último murió en 1796 y ella se retiró a pasar los primeros meses de su viudez en su finca de San Lúcar de Barrameda. A tal sitio se llevó consigo a Goya para que realizase una serie de retratos, aunque se rumorea que ambos fueron amantes. Esta circunstancia ha sido muy debatida y estudiada por diversos autores de sus biografías y por estudiosos de la obra de Goya. Por esta época, además, Goya comenzó a trabajar en su primera colección de grabados, que serían Los Caprichos, publicados en 1799.

En 1798 pintó para los Duques de Osuna los cuadros sobre brujería, así como hizo varios retratos y unos acercamientos en pintura al tema de la tauromaquia. Goya reclamó a Jovellanos su sueldo atrasado no cobrado como pintor del Rey desde su enfermedad, alegando que si no pintó fue por esta misma. Jovellanos le concede los atrasos y le encarga pintar los frescos de San Antonio de la Florida, en Madrid. En 1799, como se dijo, publicó los caprichos, de los que vendió pocos ejemplares. Hubo de retirarlos a los cuatro años a causa de ciertos problemas que le estaban dando, ya que la Iglesia y sus enemigos particulares le acusaban de propagandista contra la Familia Real.

No obstante es una buen época para el pintor. Trabaja directamente para la Familia Real. Retrata a la Realeza y para el valido Godoy, aunque tendrá otros clientes añadidos. La culminación del periodo es el retrato de La Familia de Carlos IV. Aún pintaría otro retrato más de la Duquesa de Alba, la de su amortajamiento en 1802. Prosiguió pintando retratos y caprichos e intentó en 1804 obtener el cargo de Director General de la Academia de San Fernando, pero esta vez le volvió a ganar Ferro, ya que sus compañeros no creyeron que Goya sordo pudiera dirigir la academia.

En 1804 Napoleón Bonaparte se había proclamado Emperador de Francia. La serie de guerras europeas que había iniciado habían llevado a España a cambiar sus alianzas en favor suya. Por ello, en 1805 la flota hispano francesa salió derrotada en Trafalgar cuando zarparon con dirección a invadir Inglaterra. Los ingleses, dirigidos por Nelson, habían sido más rápidos en la estrategia defensiva. Los españoles recelaban de los franceses y, por consiguiente, del valido del Rey Carlos IV, Godoy. Goya se dedica ha hacer retratos, los cuadros de Las Majas e incluso alguna rareza en su temática. El malestar en España iba en aumento. Según se va acercando la fecha del comienzo de la Guerra de Independencia Española Goya va expresando las inquietudes del momento en sus propias inquietudes. Sus pinturas comienzan a buscar la expresión y el movimiento de una manera inquietante. Incluso se realiza alguna especie de denuncia de una España oscura que ya había aparecido en sus grabados. El Entierro de la Sardina, La Inquisición o el cuadro de El Coloso son de esta época. Todo se vuelve más rápido, como más desembocado.

Definitivamente la conocida situación política española, en relación con la internacional, desembocó en los sucesos de mayo de 1808 de golpe de Estado y rebelión antifrancesa popular. La Guerra de Independencia había comenzado. Goya recibió el encargo de pintar al nuevo Rey Fernando VII de Borbón, pero este será atrapado por los franceses. Se dirigió a Zaragoza para pintar al general resistente Palafox. Tal vez entonces pintó a "el Empecinado". Sin embargo hubo de regresar a Madrid donde juró lealtad al Rey José I, hermano de Napoleón. Goya se sentía cerca de las ideas de progreso y las consignas revolucionarias de Francia, pero se veía alejado de las atrocidades de la guerra que habían traído. Goya pintó para José I retratos y alegorías, pero mantuvo las distancias y su mayor producción fue de tipo personal y no hecha publica hasta después de su muerte. Buena parte fueron los grabados de Los Horrores de la Guerra. José I le nombró protector de la Academia de San Fernando. Por lo que en 1810 tuvo que elegir cincuenta cuadros para enviar al Museo Napoleón de París. Se dedicó a retratar a su familia particular, los Goicoechea (sus consuegros). Escribe un testamento mancomunado con su esposa Josefa. Goya, por otra parte, desea crear sin parar, aunque no ha quedado nada suyo con fecha escrita en 1811.

En 1812 se crean las sitiadas Cortes de Cádiz, que daban una Constitución monárquico liberal a España. Mientras, el Duque de Wellington tomaba posiciones en suelo español en su lucha contra los franceses. Goya sufría una tragedia personal, 20 de Junio moriría su esposa Josefa Bayeu. Su hijo, Francisco Xavier, que vivía de pequeñas rentas y alejado de su padre, regresó a su lado para reclamarle su parte de la herencia materna. Esta herencia era la mitad de todo lo que Goya había podido ganar modestamente como pintor. En Octubre se tasó y dividió todas las pertenencias. Goya se quedó con los muebles, la ropa, un reloj de oro, la platería, las joyas y una considerable cantidad de dinero. Francisco Xavier se quedó con la casa, la biblioteca, las pinturas (que marcó con una X para distinguirlas) y los grabados. Los cuadros pintados durante la guerra eran bastantes y de mucha calidad, fueron estos los que se quedó el hijo, incluido El Coloso. Tras esto, Goya retrató al Duque de Wellington, que pudo entrar en Madrid. Las tropas francesas huían saqueando lo que podían. Napoleón se vio obligado a liberar a la Familia Real española en 1813, siendo rey Fernando VII, que se comprometía a no continuar la guerra contra Francia una vez que los franceses saliesen del todo del territorio español.

En 1814 Fernando VII restauró la Inquisición e inició una gran represión contra todos los afrancesados y liberales españoles. Esto fue el inicio de lo llamado en Historia: las dos Españas. Goya, afrancesado, tuvo miedo de la represión a la par que comprendió de lo salvaje e injusto de los hechos después de todo lo vivido. La propia Inquisición quiso juzgarle por las pinturas requisadas del palacio de Godoy, Las Majas. De este juicio sólo se libró gracias a una intervención del Rey. Muchos de sus amigos se habían exiliado forzosamente al ser liberales ilustrados, o habían muerto durante la guerra. Goya, que seguía siendo pintor del Rey, retrata a amigos suyos no necesariamente de la alta sociedad. Además, para autoexculparse de las acusaciones que se le hicieron de afrancesado se ofreció a pintar unos cuadros que demostrasen la gloria del pueblo español contra la invasión de los revolucionarios franceses. Tal idea fue bien acogida, pero quedó abierta a todos los artistas de la Academia de San Fernando. Goya pintó los lienzos de El Dos de Mayo y Los Fusilamientos del Tres de Mayo. Sin embargo no pintó unas escenas llenas de gloria y orgullo patriótico, sino dos escenas de brutalidad y violencia desorbitadas por parte española y francesa. Estos cuadros no gustaron ni fueron bien comprendidos, por lo que fueron almacenados hasta la década de 1870. Ese expresionismo de la violencia no sería bien entendido, en realidad, hasta que la escuela alemana no inició la tendencia del expresionismo en el último tercio del siglo. Decidió, en 1815, realizar unos grabados sobre La Tauromaquia, acompañados de una serie de óleos sobre el mismo tema. Esta era una afición que había tenido de joven, pero de la que había intentado huir durante su época de esplendor entre la Corte Ilustrada. Ahora, probablemente, le daría igual estar o no reconocido por los cortesanos de ese momento, los cuales eran reaccionarios contra el movimiento Ilustrado por cuanto había contribuido en las ideas de los revolucionarios. Es posible que esta temática tuviera la ventaja de no provocar suspicacias ni peleas políticas. Aunque también realizó óleos por diversos encargos de viejos amigos.

A sus 73 años, en 1819, realizó el lienzo de La Última Comunión de San José de Calasanz, que se colocó en el colegio de los escolapios de San Antón en Madrid. En esta pintura el color negro está muy destacado. El ex Rey Carlos IV y su esposa, María Luisa, morían el mismo año. Estos habían sido grandes protectores del pintor, a diferencia de su hijo Fernando VII, que se decantaba por las pinturas del más joven Vicente López. Ambos habían muerto desterrados, él en Nápoles, ella en Roma. Quizá eso le llevó a comprar una casa en las inmediaciones de Madrid, a la que se llamó La Quinta del Sordo. En esta casa, debido a su edad y achaques, planeaba pasar sus últimos años de vida, por así decirlo: jubilarse de la vida cortesana. Inició la serie de grabados de Los Disparates, que quedaría inacabada e inédita hasta 1864. Eran una crítica social a los acontecimientos que vivía. Pero a finales del año volvió a sufrir una recaída en la enfermedad que le había llevado a la sordera años antes. Por lo que la Quinta del Sordo se va a transformar también en su lugar de retiro, aislamiento, padecimiento y recuperación.

En el panorama político no estaba todo dicho. En 1820 un levantamiento militar, el del general Riego, recupera la monarquía liberal e impone al Rey la Constitución de 1812. Las libertades liberales regresaban a España. Los presos de la Inquisición fueron liberados y la asfixiante institución fue anulada en España para siempre. Goya recibía los cuidados de su amigo, el doctor Arrieta, en la Quinta del Sordo, para el que le regaló un autorretrato donde el protagonismo era el del doctor salvando la vida a un moribundo Goya. En Abril asistió a la Academia de San Fernando para jurar la nueva Constitución. Cosa que declaró hacer con gusto, al creer que traería la libertad y la paz. A la Quinta se habían trasladado con él su pariente lejana Leocadia Weiss, mujer separada del alemán Isidro Weiss. Esta era una mujer temperamental y liberal, cuyo hijo era un activista liberal en armas. Aunque En teoría se trasladó a vivir con Goya para cuidarle en su vejez, se cree que vivieron emparejados, lo que, todo junto, era un gran escándalo para la época. Leocadia tuvo una hija varios años después de su separación de Isidro. Aunque la apellidó Weiss, todo el mundo sospechó que se trataba de una hija de Goya, lo que era alimentado por la especial atención y cuidados que Goya le dio. Goya decoró la Quinta pintando las paredes con las conocidas como "Pinturas Negras". Estas eran pinturas oscuras donde aparecían aquelarres, borracheras, canibalismo, adelantamientos a su época de modo surrealista, seres como monstruos, incluso bajo erotismo en lo que podría ser una masturbación.

El ambiente de libertad se truncó en 1823. Francia enviaba a España el llamado ejército de los Cien Mil Hijos de San Luís, que daba fin al trienio liberal de Riego. Se restauraba el absolutismo conservador de Fernando VII. La represión regresó. Por ello, Goya, en 1824, huyó a refugiarse en la casa de un eclesiástico censor, amigo suyo. Allí pintó algún tema religioso y, enseguida, inició un viaje a Francia con la excusa de ir a tomar las aguas de un balneario que le iba a curar su enfermedad. En realidad se autoexiliaba a Francia secretamente con Leocadia Weiss y la niña. En Burdeos se reencontró con Moratín. Este le encontró muy viejo y sordo, pero no pudo evitar que Goya viajase a París a sus 77 años. Goya aún se sentía vital y con ganas de aprender cosas nuevas en su arte de pintar. Pintó algún retrato, tauromaquia y algunas de las primeras litografías de la Historia, así como inició una forma de pintura nueva sobre marfil. Tuvo diversos achaques en Francia, pero pudo pintar y visitar las obras de los nuevos autores. El espionaje de la época controlaba sus movimientos. Fernando VII le permitió continuar de esa manera, pues le consideraba ya un viejo que poco podría vivir, además, él ya tenía los servicios de Vicente López. El 7 de Mayo de 1827 regresó a Madrid para reclamar los retrasos de su paga oficial, así como su jubilación. Le fue concedido junto a un permiso para regresar a Francia. Durante este periodo le retrató Vicente López. Ni su hijo ni su nieto le pudieron retener en España y Goya regresó a Burdeos. Goya siguió haciendo bocetos y retratos de personas que le eran comunes en su vida diaria, como La Lechera de Burdeos. Su nieto y su hijo se trasladaron a verle en Francia. Momento en el que Goya retrató a su nieto como si fuera un dandy de la época. El 2 de Abril de 1828, estando su hijo en España, Goya perdió el habla y a los trece días murió en la noche del 15 al 16, en medio de delirios y olvidos de su memoria, pero rodeado de seres queridos. Fue enterrado en la tumba de un exiliado amigo suyo, Miguel de Goicoechea. Sus restos fueron trasladados a San Antonio de la Florida, en Zaragoza, en 1919. Murió con casi 82 años.

miércoles, noviembre 28, 2007

NOTICIA 362ª DESDE EL BAR: GOYA Y LAS CLASES TRABAJADORAS (1)

Pasados ya estos días en los que estuve informando sobre el estado de salud de mi abuela paterna hasta su muerte, y ahorrándome un post de dura crítica sobre unos servicios funerarios del cementerio de la Almudena, de Madrid, que parecían más dedicados al trabajo en serie que al último trato de humanidad que se le ha de dar a una persona, su funeral, abro hoy una serie de cuatro informes de Historia dedicados al pintor Francisco de Goya y Lucientes.

Se trata de un ensayo que realicé hace tiempo donde desarrollé mi particular teoría acerca de un aspecto de Goya poco tratado, el de su concienciación social y obrera, sobre todo a partir del comienzo del siglo XIX. Son temas poco vistos y que no ha interesado mostrar. Así por ejemplo, un amigo personal tiene por teoría las relaciones del escritor Julio Verne con el anarquismo, tras leer casi toda su obra y analizarla, así como tras conocer la vida del autor.

En todo caso, como anteriores informes de Historia, estos son largos. Serán cuatro capítulos y aquí presento el primero, espero que os sea útil, esclarecedor, didáctico, algo que reflexionar, que os valga para ir al Museo del Prado con nuevas concepciones, o que simplemente os entretenga lo que leáis. Pues nada, este espía reporta la primera parte, la cual es básicamente introductiva. Un saludo y que la cerveza os acompañe.
El cuadro es "El Albañil Herido", Goya, cartón para tejer un tapiz, pintado sobre 1786 - 1787.

EL INFORME: GOYA Y LAS CLASES TRABAJADORAS (1)

Introducción:

Francisco de Goya y Lucientes es uno de los pintores que más han llamado la atención en la Historia del Arte. En él se dieron estilos de pintura anteriores a su época, coetáneos e, incluso, posteriores. Algunas pocas obras iniciales tienen características barrocas, otras muchas son neoclásicas y rococós, y se podría hablar de obras realistas, impresionistas, expresionistas y, más allá, surrealistas, adelantándose así a su tiempo por mucho. Goya había desarrollado una personalidad enérgica y vital que se descubre a través de sus autorretratos, sus cartas y sus acciones a lo largo de la vida, tales como sus viajes a Francia y a España a las edades de los ochenta y tantos años. Esa forma de ser le había llevado a intentar desarrollar un estilo donde lo importante era captar lo natural y propio al humano tal cual es, sin disfrazarlo de honorabilidad, grandeza, heroísmo o patetismo. Eso le llevó a ser uno de los grandes retratistas de su momento, lo que le valió ser pintor de cámara del Rey. Sin embargo, esa misma característica en él hizo que fuera incomprendido cuando comenzó a retratar la guerra a través de su mirada y a crear una serie de pinturas particulares, llamadas hoy día "negras". Por muchos años estas pinturas no fueron apreciadas debidamente hasta que décadas más tarde el expresionismo y el surrealismo le revalorizaron al reconocer y avalar su obra.

Goya hace apreciar dos épocas en su vida. Una primera época más acorde con lo ideal del pensamiento Ilustrado, y una segunda donde comienza a marcar más su propio estilo tras el primer achaque grave de su enfermedad y la guerra. Son dos épocas donde los estilos cambian y donde la forma de tratar los temas también lo hace. Precisamente en ese cambio pretende fijarse este trabajo. No obstante, la obra de Goya es inmensa y sería una labor enciclopédica tratar de abarcarlo todo. Por ello, a efectos de este trabajo, interesa centrarnos en cómo vio Goya a la sociedad de su época. Es indudable que Goya retrató a grandes personalidades, creó cuadros de brujería excepcionales, tiene imágenes de tauromaquia o de juegos infantiles y populares, denuncia instituciones como la Inquisición o las casas de locos, tiene caprichos interesantes sobre actores, incendios, naufragios y temáticas un tanto oscuras, etcétera. Pero nos llama la atención el cómo vería el pintor a la sociedad llana, a la habitualmente nominada Estado Llano o Tercer Estado. Goya había pertenecido a esa clase social al ser hijo de un artesano, un maestro dorador (aunque su madre era hija de la pequeña nobleza). Poco a poco se había abierto paso entre la alta sociedad gracias a su pintura. En medio, no había leído tanto como para ser un intelectual a la altura de sus amigos Jovellanos y Moratín, pero sí se había imbuido de las ideas de su época a fuerza de permanecer en los ambientes donde estos estaban y hablaban, o representaban obras, o leían escritos. Por otra parte, su posición privilegiada en la sociedad y en la Historia le permitió ver numerosas cosas que debieron hacer mella en su mente desde un punto de vista más emocional que intelectual. Así pues, qué pensaría Goya a lo largo de su vida sobre la realidad social de la clase a la que más individuos pertenecían y a la que él mismo habría pertenecido en su juventud, en cierto modo. Es cierto que en un principio su mayor preocupación era la pintura y alcanzar un puesto notable en la Corte como pintor, según se lee en su correspondencia con su amigo de infancia Zapater. Pero alcanzada la comodidad que busca, y sobre todo después de su primer achaque de enfermedad, parece que se ve a sí mismo más libre para pintar lo que desea y se permite crear pinturas donde se puede advertir mejor su concienciación social. Habremos de centrarnos, pues, en esta temática a través de algunas de sus pinturas y grabados.


Situación de las clases populares en la España de finales del siglo XVIII:

España vivió dentro del Antiguo Régimen hasta 1812, año en el que se redactó la Constitución de un nuevo orden monárquico liberal. La situación de guerra desde 1808 había creado una cierta inestabilidad en el funcionamiento del sistema. En la parte afrancesada se aplicaban las nuevas normas que traía la Revolución Francesa, en las partes no afrancesadas se seguían tendencias absolutistas o bien tendencias liberales. Sea como sea, tras 1814 se restauró el mismo sistema político social del absolutismo hasta 1820. En esta fecha se recuperaron las formas liberales. Cuando en 1823 se volvió al absolutismo, éste estaba más matizado y, pese a reproducir cierta represión y restaurar la política conservadora, hizo gestos al liberalismo (sobre el que se apoyó al final para lograr que reinase Isabel II tras la muerte de Fernando VII en 1833).

España, como el resto del mundo europeo hasta la Revolución Francesa, se apoyaba en la idea de los Tres Estados surgida en la Edad Media. Esto era: la nobleza como cabeza motora, la Iglesia como directora espiritual, y el Tercer Estado o pueblo llano como sustentadores de los otros dos estamentos y del gobierno mismo, mediante su trabajo. En 1797 el censo daría por cifra que el 95'4% de la población española pertenecía al Tercer Estado. Sin embargo no es comparable lo que se entendería con Tercer Estado en la Edad Media con lo que se entendía en el siglo XVIII. Aunque su teoría no dejaba de ser la misma, en el siglo XVIII algunos miembros de ese Tercer Estado habían desarrollado unas profesiones, conocimientos y fortunas particulares que les ponían a la altura de las clases altas nobiliarias, cuando no terminaban en estas por matrimonio, o adquiriendo algún cargo eclesiástico. Los que no alcanzaron fortunas como para ser atractivos a los ojos de un matrimonio de conveniencia, pero que a la vez no eran gentes especialmente incultas o que se dedicasen a trabajos brutos, tenían conocimientos y funciones sociales que les hacía desarrollar un estilo de vida que no era típico de las clases tradicionalmente catalogadas como Tercer Estado (normalmente identificado con los trabajadores del campo y los artesanos). No fue por otra razón por la que en esta época se desarrollaron diversas revoluciones. Las personas excluidas de la nobleza deseaban participar del gobierno y así disfrutar de los beneficios que, por su nuevo estatus, deseaban adquirir y defender. Es así como comenzarían las revoluciones burguesas, que, junto a algunas ideas ilustradas y los levantamientos campesinos de Francia durante la revolución, entroncarían con la defensa de los derechos de las personas no burguesas y relegadas al trabajo bruto. Por ello, usando análisis marxistas, ggserá mejor anotar un análisis en términos de historiografía marxista.

Prescindiendo de la definición en Estados sociales, dividiremos la sociedad en tres sectores clasistas (Primario: agrario; Secundario: industrial; Terciario: servicios). Así pues, tenemos que el sector terciario en España en 1797 ocupaba un 13'4% de la población (1.497.464 individuos). Estos eran eclesiásticos, auxiliares eclesiásticos, funcionarios, gente de la justicia, profesiones liberales, gente de la enseñanza media y superior, maestros, comerciantes, arrieros y carreteros, gente de las fondas y los cafés, gente de la Marina mercante, gente del transporte, empleados y sirvientes. El sector secundario ocupaba a un 15'8% de la población (1.773.431 individuos). Estos otros estaban compuestos por Hidalgos (cuya baja nobleza les obligaba a desempeñar oficios o cultivar pequeñas tierras), gente de oficios, menestrales, y gente de la industria y la minería. La industria española sería prácticamente inexistente, por lo que principalmente eran artesanos y miembros de gremios que imponían unas condiciones de producción y precios. Por último, el sector primario lo componía el 70'8% de la población (7.938.559 individuos). Estos se repartían entre la agricultura, la ganadería, los pescadores, los cazadores, los sin clase y los marginados. Teniendo en cuenta siempre que los nobles y gobernante se repartían entre estos sectores. Es fácil deducir de estas cifras que España era fundamentalmente agraria. Vivía del campo. Además, en 1787 se registra que el 86% de la población vivía en poblaciones de menos de 10.000 habitantes, siendo eminentemente rural. A lo que se añade que se concentraban en el interior de la península más que en las zonas periféricas. Aunque, de la población rural, sobre un 70% serían rentistas, labradores, ganaderos, jornaleros, cazadores, criados y pastores, siendo el resto artesanos tales como, por ejemplo, herreros, clero y funcionarios locales. Probablemente unos ocho millones de personas vivían en el campo. Los labradores y los jornaleros eran mayoritarios, trabajando a favor de la Iglesia y de la nobleza, que les rentaban tierras o bien les cobraban impuestos, o bien les hacían trabajar sus tierras. Habría unos 364.514 labradores propietarios, 507.423 labradores arrendatarios y 805.235 jornaleros, según el censo de 1797. No obstante, la teoría política española se había hecho cargo, ese siglo, de las teorías económicas francesas e inglesas basadas en la creencia de que la riqueza de un país la daba sólo los productos del campo, y no tanto el atesoramiento de oro y plata, o las rentas. Es una idea que los ilustrados españoles quieren introducir en la mentalidad española de la época. Sin embargo, llegaban algo tarde, pues aunque lo agrónomo continuará teniendo gran importancia, en Gran Bretaña ya se había iniciado la Revolución Industrial, por la que sería el sector secundario el más importante de las economías.

Goya pertenecería al sector de las profesiones liberales, a los artistas (dentro del sector terciario), que sería un escaso 0'1% de la población (9.474 individuos), aunque habría nacido en la familia de un artesano, que era del sector secundario, y no del terciario, sería él de una familia representativa de un 5'8% de la población en 1797 (650.800 individuos en el mismo año).

La tendencia sería al aumento de los funcionarios, de los labradores autónomos, de las profesiones liberales, al aumento de la industria (lentamente), y, tras la Guerra de Independencia, a un cada vez mayor número de militares.

En cuanto a su cultura, la población era mayoritariamente analfabeta, siendo mayor el analfabetismo entre las mujeres, y concentrándose el mayor porcentaje al sur de la línea de los ríos Tajo y Segura, con algunas excepciones en el Norte. A principios del siglo XIX, el 94% de la población sería analfabeta. Lo que hace pensar que, Goya, proveniente de un ámbito social probablemente lleno de alfabetismo, llegó a moverse dentro de los círculos de la más alta intelectualidad de la España del momento. De hecho, es conocido el poco gusto que Goya demostró por ejercer la lectura. En el anuncio que hizo en el Diario de Madrid el 6 de Febrero de 1799 para vender sus grabados Los Caprichos, existen faltas de ortografía. Aunque se duda si lo escribió él mismo o alguien del diario, el texto parece una copia de otros anuncios similares de la época. Hay incluso dudas sobre si para redactar el texto le ayudó alguno de estos dos amigos suyos: Moratín o Ceán Bermúdez. Goya adquirió cierta cultura y conocimientos a fuerza de permanecer en los círculos nobiliarios e ilustrados, donde podía oír las conversaciones, oír lecturas, ver obras de teatro, disfrutar de la amistad de personas como Jovellanos y otros grandes pensadores de la época, disfrutar de las colecciones de arte particulares... no hay que olvidar que en 1812, a la muerte de Josefa Bayeu, su hijo Francisco Xavier se quedó con la biblioteca de la casa paterna en el reparto de la herencia, lo que indica que Goya había adquirido diversos libros para su lectura. Esto podría decir que, aquellos ambientes, le habían creado determinadas inquietudes.

A los problemas de alfabetismo en el mundo cultural hay que añadir el problema de la censura que se dio a través de la Inquisición, así como la censura política a favor de la monarquía. Esta censura fue mucho más grave en los periodos absolutistas del reinado de Fernando VII, por más que en la etapa de 1820 a 1833 la Inquisición ya no existiera. Aunque no es exclusiva de Fernando VII, pues la Inquisición funcionó anteriormente, así como los recelos políticos a subversiones. Los Caprichos de Goya fueron retirados de la venta y regalados por el pintor al Rey Carlos IV debido a los continuos rumores que se extendieron por la Corte sobre su contenido de escenas subversivas. La caricatura de la Reina María Luisa o la deformación o animalización de determinados personajes que se podrían identificar con esta o con Godoy, vienen a ser, entre otras cosas, a causa de la falta de libertad de expresión para expresar claramente una crítica política. La censura de tipo monarquía absoluta conservadora, así como de valores morales conservadores, estaba en una gran actividad a causa de la Revolución Francesa producida entre 1788 y 1799 (precedida por la norteamericana) y proseguida por Napoleón, durante cuyo gobierno se produjo otra revolución, esta vez en las colonias americanas francesas, donde se estableció un gobierno a la occidental con miembros de raza negra dispuestos a vengarse de los atropellos producidos por los blancos. La revolución había supuesto el final de la monarquía francesa e, incluso, la decapitación de Luís XVI y María Antonieta. Puesto que las ideas revolucionarias se relacionaron con la expansión y puesta en práctica de las ideas ilustradas, estas corrieron el destino de ser censuradas o/y moderadas mediante un reformismo político. Esto sería lo que se produciría con Carlos IV al introducir breves ministerios de ilustrados españoles, a la postre amigos de Goya.

lunes, noviembre 26, 2007

NOTICIA 361ª DESDE EL BAR: UNA MUERTE EN LA FAMILIA

La abuela ya ha muerto. Tras una larga agonía más allá de lo probable murió esta noche sobre la 1:45 a.m. (1:45 h.), más o menos, sin ya casi más fuerzas tras agotarlas en una resistencia impresionante. Muere a los 87 años de edad, y dos días después del cuarto aniversario de la muerte de su hijo Vicente, mi padre. Con la muerte de Eugenia Gónzalez Gómez (Herencia [Ciudad Real] 13 de Marzo de 1920 / Madrid, 26 de Noviembre de 2007) ya sólo queda vivo su esposo, Rufino López-Serrano, como único superviviente familiar de la generación más antigua de la familia, los abuelos, si no contamos con los pocos tíos abuelos vivos y que están apunto de venir desde Herencia (Ciudad Real) a Madrid para el entierro de mañana. Ahorro contar anécdotas de estos días en el blog y doy las gracias a todos aquellos que han dado su apoyo y sus condolencias. Tan sólo anoto ya que el traslado que realicé esta noche a Madrid junto con mi madre al Hospital Ramón y Cajal, al norte de Madrid Capital, fue posible gracias al tío Camilo, antiguo hippy en los sesenta. La abuela fue trasladada sobre las 2:30 h. a los lugares rutinarios esta misma noche para prepararla para su funeral, así como para realizar las obligaciones médicas y burócráticas de estos estos casos. A las 12:40 de hoy su cuerpo ya estará visible en el Tanatorio de la M-30 para las últimas despedidas. Mañana será incinerada en el Cementerio de la Almudena de Madrid, antiguo Cementerio del Este, el más grande de Europa, creo, y donde estuvo enterrado el abuelo Félix Páez de 1985 a 1995. La familia se fue a hacer tiempo y preparaciones al chalet de uno de mis tíos, mientras yo he preferido pasar la noche en soledad por las calles de Madrid. Caminé desde el hospital al estadio de fútbol Santiago Bernabéu, lo que no es imposible pese a la distancia, vi despertar a la ciudad y cogí el metro a Lavapiés para terminar desayunando en Tirso de Molina y callejeando por el centro de Madrid, viendo historias raras a mi alrededor en el despertar capitalino. En fin, ya descansa la abuela, ahora le toca una nueva etapa al abuelo Rufino aún por definir por todos y por él. Sin más, me marcho al tanatorio. Un saludo al Alto Mando del Espionaje de Bares, que sois vosotros los lectores y los amigos, y que la cerveza os acompañe.

domingo, noviembre 25, 2007

NOTICIA 360ª DESDE EL BAR: ROMPIENDO PREVISIONES

Rompiendo previsiones es lo que está haciendo la abuela Eugenia en su lecho de muerte, hasta el punto que vuelve a tener la mascarilla de oxígeno. Sigue viva, lleva cuatro días de agonía extrema. Su médico la daba un máximo de tres días el Jueves 22, incluyendo en ellos el propio jueves 22, como escribí en la noticia anterior, de hecho el viernes 23 tuvo unos episodios que apuntaban a la muerte inmediata, hasta el punto de quedarse toda la familia en el hospital faltando a trabajos y obligaciones durante el día y a pasar la noche completa y la mañana del siguiente día. Yo llegué a estar unas 35 a 36 horas ininterrumpidas despierto, cuando murió mi padre estuve más. La madrugada del día 24, día del 4º aniversario de la muerte de mi padre, hijo de ella, pareció que la respiración dejó de funcionar a la misma hora exacta que murió él, lo que provocó comentarios en los presentes en la habitación, yo estaba allí. Pero se recuperó y siguió. Hoy 25 sigue igual aunque con la respiración muy débil. Ha sufrido ya un total de 8 a 10 paradas respiratorias... pero las supera y sigue con su agonizar. Ha roto todos los pronósticos, incluídos los del médico. No hay nadie que se lo explique, ni familia, ni médicos, ni enfermeras, ni cualquier persona que conozca el caso. La única explicación que se da son comentarios peregrinos acerca de la resistencia de un corazón enormemente fuerte. Escribo esto el domingo 25, a las 22:17 h. Como diría ella en vida, y escrito desde el cariño: "¡Pitorras! ¡Qué pachorra para morir!" En fin, que seguimos a la espera en una agonía extremadamente larga, donde las enfermeras ya han puesto incluso morfina en la más reciente crisis donde parecía que todo acababa ya. Una agonía larga donde se pueden ver ya unas manos y unos pies algo amoratados, algunas zonas un tanto rígidas ya... pero un cuerpo vivo, al fin y al cabo, vivo pese a estar agonizante. Simplemente, rompiendo previsiones. Un saludo y ya informaré con lo que haya próximamente.

jueves, noviembre 22, 2007

NOTICIA 359ª DESDE EL BAR: HACIA EL FINAL

Siguiendo en sintonía con las tres noticias anteriores en este blog, vuelvo a usar este espacio para informar a amistades cercanas que me leen aquí antes de verme a mí habitualmente o que se hayan lejos, conocidos y bloguers amigos sobre el estado de salud de la abuela Eugenia. Hoy, día 22 de Noviembre, su médico ha decidido al fin retirar las máquinas (hago recordar que ayer retiró los medicamentos), dejándola sólo con suministro de suero y un catéter que le extraiga la orina. El deterioro ha ido avanzando. La retirada de las máquinas quiere decir simplemente que estamos ya en la recta hacia el final más rápido. En unas 24 a 48 horas todo se habrá resuelto ya. Con ello es muy probable que se cumpla la previsión de algunos familiares, incluída mi madre, que rumorearon que moriría el día que murió su hijo Vicente, mi padre, el cual murió el 24 de Noviembre de 2003, cuya defunción provocó la peora de la salud de la abuela Eugenia, la cual incluye esta crisis (la cual se repetía en vísperas de todos los aniversarios de tal fecha). Tal vez la decisión médica de retirar las máquinas pueda deberse a dos cosas, un empeoramiento de la salud más allá de lo humanamente tolerable en estos casos de agonía, o bien que el abuelo Rufino, su esposo, empezase ayer realmente a concienciarse de lo irremediable e inminente del asunto al ver que se le retiraban los medicamentos y la generalización de varios males en el cuerpo de la abuela Eugenia, razón por la cual quizá esperó el médico a que se produjera. Ni se sabe, ni importa demasiado.

Hay que recordar también que esta será la segunda muerte familiar de este año 2007, ya que el 12 de junio murió mi abuela Antonia, que vivía en mi casa. Tanto la abuela Antonia como mi padre murieron en mis manos, literalmente. Mañana me toca la guardia nocturna del viernes 23 al sábad0 24. Ya veremos que ocurre, hay previsiones varias que no sólo apuntan al día 24, si no también a que yo seré el último en ver a la abuela Eugenia viva, en cierto modo en la familia se está levantando una "leyenda" sobre mí en estos casos. Una vez más cierro el post diciendo que sólo queda esperar.

miércoles, noviembre 21, 2007

NOTICIA 358ª DESDE EL BAR: PARTE SOBRE LA ABUELA EUGENIA

Nota informativa para amigos íntimos, amigos en general interesados, conocidos cercanos interesados, y amistades realizadas a través de este blog y les interese:

Escribo a 21 de Noviembre a las 21:02 h. La abuela Eugenia sigue viva por medio de la conexión a varias máquinas, como se dijo en las noticias 356ª y 357ª precedentes. Las novedades desde la última vez que escribí son:

Día 20 (Martes), ayer: Se le paralizó un riñón y se le ha colocado un cateter para ayudar a salir a la orina de su cuerpo. Sufre una retención de líquidos que le hincha una mano. Una infección creada en uno de sus pulmones ha logrado extenderse a toda su sangre. Las máquinas siguen funcionando.

Día 21 (Miércoles), hoy [a las 21:02 h.]: La infección extendida en la sangre ha logrado crear deficiencias en el funcionamiento del riñón útil. El médico decide retirar antiobióticos y otras medicinas, dejándola sólo con las máquinas. Las máquinas siguen funcionando.

Por lo demás, toda la familia sufre ya de un agotamiento físico y mental generalizado, por no hablar de los esfuerzos económicos y sociales realizados a base de sacrificios y forzamientos ante tan esperpéntica situación dada a medias entre la Naturaleza humana y las máquinas aplicadas a ella. Personalmente, que hoy además he tenido que atender otros asuntos de mi vida privada aparte de este, llevó más de una semana con dolores y molestias en el pecho, no es un capítulo nuevo, ya lo conozco del pasado. Nos mantenemos a la espera.

lunes, noviembre 19, 2007

NOTICIA 357ª DESDE EL BAR: DECISIÓN MÉDICA

La abuela Eugenia ha sobrevivido la noche y la mañana, contra todo pronóstico de la familia. Quedaba la espera esta mañana del dictamen médico acerca de si se la desenchufaba de la máquina o no. El médico, un hombre ya mayor, ha decidido por mantenerla enchufada a la máquina, prolongando así su vida de modo artificial. Una decisíón médica que siempre entrará en la duda en el futuro de si fue por razones realmente médicas (la abuela emite algún sonido, aunque con gran probabilidad de que estos no sean resultados de una mente útil), o de si fue una decisión médica por miedo a represalias jurídicas y políticas a causa de todo un año en el que algunos grupos de presión religiosos y conservadores, fundamentalmente, llevaron a proceso judicial a ciertos médicos de Madrid que trataban de dar una muerte lo más digna posible a enfermos terminales cuya prolongación de la vida pudiera incurrir en sufrimiento inútil. Una decisión médica, al fin y al cabo, que habrá que respetar, y con la que existe en la familia acuerdos, desacuerdos y dudas, actitudes todas enraizadas en cada uno de los afectados en sus diferentes modos de entender la vida y la muerte, y con sus temores y no temores acerca de múltiples temas relacionados con estos casos. Un tema complicado, lo cual quizá también haya influenciado al doctor en tomar esta decisión a modo de juicio salomónico.
La vida de la abuela Eugenia se prolonga gracias a una máquina de oxígeno a la que se le aplican otros elementos cada cierto tiempo, otra de suero y otra de suministro de insulina. La Naturaleza de la abuela ya ha dado su respuesta de tiempo de vida ayudado por la medicina, somos los humanos ahora los que le damos a ese tiempo Natural de la abuela una prolongación con máquinas. Usando de humor negro con mi propio familiar, pero no malintencionado, sino todo lo contrario y en vista de una situación médica tal vez dada por la presión social y periodística de los últimos tiempos en Madrid al respecto de estos casos, digo que visitar a la abuela en el hospital es equivalente a visitar a una cafetera. Bien pareciera que al entrar en la habitación daría igual preguntar "¿qué tal está la abuela?", que preguntar "¿qué tal funciona la máquina?".
En todo caso, la abuela es la abuela y vive, pese a que sea en esta lamentable situación. El tiempo de vida que le reste depende de la máquina y lo que su cuerpo resista ayudado por la máquina. ¿Horas, días, alguna semana? No se sabe. Nada se sabe. Hay en la familia quien rumorea infundadamente que morirá el día 24, mismo día que murió su hijo Vicente, mi padre. No se sabe en realidad, no se puede saber.
La decisión médica a fecha de hoy es que siga conectada a la máquina y que no se la mueva del hospital, que todo siga el curso que deba seguir.

domingo, noviembre 18, 2007

NOTICIA 356ª DESDE EL BAR: UNA CITA CON LA MUERTE

Esta que empieza promete ser una semana agitada. Pero no sólo por sus eventos sociales preprogramados de los que ya comentaré algo. Ahora no procede hablar de ellos. Como no procede comenzar una serie de cuatro capitulos sobre Goya, como quería, y como no procede escribir algo largo. Más bien procede hoy reportar al Alto Mando una breve nota sobre mi desaparición de este fin de semana. Como mínimo dirigido a la parte del Alto Mando de mi más viejo grupo de amigos y conocidos que lee este blog y no me comuniqué desde el jueves con ellos, ni me encontré con ellos, y también dirigido a los lectores habituales que han entablado algún tipo de amistad o conexión conmigo o mis escritos a fuerza de leer y, algunos, conseguir vías personales de contacto. No procede hoy hablar de los señalados eventos de esta semana en mi vida, ni procede escribir sobre Goya, ni decir nada que ocupe muchas líneas, ya lo dije. Procede sólo hablar de los motivos de mi desaparición por unos días. El sabado 24 de este mes, que será esta semana, es el cuarto aniversario de la muerte de mi padre, y como todos los años tengo una cita con La Muerte, dado el protagonismo que en esos días de 2003 tuve en el suceso. Pero la cita con La Muerte se extiende a toda la familia, y desde 2004 la abuela Eugenia, madre de él, ha sufrido crisis graves recordando en estas fechas a su hijo muerto. En la crisis de este año se la ha tenido que hospitalizar en el Hospìtal Ramón y Cajal de Madrid capital, desde hace unos 13 a 14 días. El Viernes 16 yo hice la guardia de noche, muriéndose en la habitación de al lado un paciente compañero, nada que no haya visto en cantidad en el pasado. La tarde del Sábado 17 se nos informó a la familia de que la abuela, sin conocimiento, había entrado en una fase irreversible y terminal en su crisis de salud. En la noche de ese día se nos informó de su muerte, preparados para ir urgentemente a Madrid capital, la noticia familiar fue desmentida unos minutos después, y cual noticia importante comenzaron rumores acerca de si sus manos estaban o no estaban moradas de muerte o de frío, o si estaban realmente moradas. La mañana del Domingo 18, hoy, toda la familia más cercana, definitivamente, fuímos al Hospital Ramón y Cajal, donde la abuela sólo vive gracias a la conexión a una máquina que le proporciona oxígeno. Al ser domingo la atención de los pacientes corre a cuenta de urgencias y de las guardias rutinarias, por ello se espera al dictamen de su médico mañana Lunes 19. Hay muchas probabilidades de que la decisión médica de mañana sea la desconexión de las máquinas que la mantienen viva y se deje hacer su trabajo a La Naturaleza que nos rige a todos los seres vivos, La Muerte. En todo caso, y tras morir literalmente en mis manos dos seres humanos, y algún animal que no cuento en número aquí, al abandonar el hospital hoy para descansar un poco en mi casa, creo que será difícil que pase de esta noche o de esta madrugada, a juzgar por la evolución que a día de hoy he visto. Toca esperar, y de pasar ella a mañana habrá que ver la decisión médica final de mañana. Sea como sea, el proceso es irreversible y terminal, dictaminado por los médicos y confirmado por lo que yo he visto y juzgado. La prolongación mediante máquinas de su vida es sólo un acto de demostración de hasta donde puede prolongar una máquina la vida de una persona que ya no responde. Hoy sólo procede comunicar al Alto Mando que me mantengo a la espera. Un saludo y que la cerveza acompañe al Alto Mando.

martes, noviembre 13, 2007

NOTICIA 355ª DESDE EL BAR: CORRE, CUCARACHA, CORRE

No había estado antes en ese bar, entré por probar. Un típico bar de barrio, de los llamados "de viejo", en el centro de la ciudad, aparentemente limpio y atendido por un chico rumano muy hablador. Sólo estábamos él y yo y ya era de noche. Sólo al rato entró una pareja española que le conocía y se pusieron a hablar. Yo estaba haciendo tiempo entre el final de uno de los largometrajes del festival de cine y la proyección del siguiente que habría de juzgar. Pensaba en la tetería de la que acababa de salir, la mejor tetería de Alcalá de Henares, con mi predilecto té paquistaní, pensaba en un encargo de Mauricio para que fuera al AGA en busca de los documentos referentes al proceso penal a un periodista de 1934 a 1935, pensaba en ese periodista y en los suceoss de octubre de ese 1934, pensaba en un chico hijo de una amiga de mi madre que ha muerto hace unos días de cirrosis con 18 años, pensaba en un niño de mi infancia que se suicidó con la corbata de su padre, al cual conocía, pensaba en el día 24 de este mes y el cuarto aniversario de la muerte de mi padre, pensaba otra vez en 1934 y en los represaliados de ese año, y en 1936 y la inmundicia de la guerra, volví a pensar en el periodista al que debía investigar, y pensé en una chica amiga, que conocí hace uno o dos años por la novia de un amigo, que vi por la calle Mayor hacía unos instantes y que me saludó con dos besos, venía totalmente dispersa o echa un lío mental por algo que no supe qué era, pero que reconoció que existía, se alejó rápido aunque la ofrecí ir conmigo al festival de cine, dándose media vuelta mientras se alejaba, me miró y me señaló con un dedo extendiéndo su brazo. "Haz que te vaya bien", dijo, y se fue sin volverse más por aquella calle medieval porticada, ya de noche y con gente con frío. Pensaba en mis carencias, pensaba en una entrevista de trabajo que realicé por la mañana y en el curso para desempleados que me ofrecieron por la tarde y al que me inscribí. Y mientras pensaba, una cucaracha alada, sí, alada, apareció andando sobre la barra del bar, cerca de mí, esquivando los platos con vasos y azucar colocados a la espera de clientes que pidiesen café. El camarero parecía que no veía bien, que no distinguía que era una cucaracha, o tal vez no la vio de verdad, o tal vez era una mascota, daba igual, andaba cerca de mí pero no se había metido en mi cerveza. La dejé andurrear por la barra del bar. Pedí otra cerveza mientras empezaba la siguiente película del festival, a fin de cuentas la tapa de tortilla que ponían con la cerveza sabía bien y quería repetirala. Corre, cucaracha, corre.

domingo, noviembre 11, 2007

NOTICIA 354ª DESDE EL BAR: ALCINE 37 Y A LA VACA FLACA



Dos fotos de la noche Beatles vs. Rolling Stones. La señorita camarera es una de las dos nuevas adquisiciones del Flamingo para sus noches. Por otra parte una amiga mía de tiempo atrás, y ocasional compañera de baile de rock and roll clásico de los 1950' cuando coincidimos en alguna ocasión. Sobre el cartel del viernes pasado hay más cosas aquí. Aunque también hay más aquí, y aquí también.

Y por lo demás anoto tan sólo que el mismo día 9, el viernes de la fiesta, empezó en Alcalá de Henares la 37ª edición del Festival de Cine nacional e internacional Alcine, el cual puede cobrar más importancia el año que viene de la que ya tiene, ya que los Premios Goya, máximo galardón cinematográfico en España, está pensando en no volver a dar premios a cortometrajes, por lo que nuestro festival, que ya era el más importante en cortometrajes y jóvenes realizadores, podría recoger lo que los Goya sueltan y ser así de un renombre mayor. Sea como sea, y como ya viene ocurriendo desde hace años, vuelvo a ser jurado del público de las sección Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores, cuyos largometrajes empiezan a proyectarse mañana y durarán hasta el Viernes 16 (el festival acaba el 18 con actividades paralelas a la proyección de películas).

Ayer fui al Teatro Salón Cervantes con Raúl el Vaquero de la Vaca Flaca para ver el primer bloque de cortometrajes, ya que entre ellos estaba el cortometraje de otro cliente habitual de La Vaca Flaca, Ugo Sanz, del cual ya hablé el año pasado. Presentaba "No es una buena idea". Cortometraje interesante que fue estrenado en New York, si no recuerdo mal. Lo malo es que tuvo en su contra un problema con el sonido que durante buena parte de la proyección fastidio su obra, tuvieron que volver a proyectarla al final del primer bloque. Por cierto que dentro de ese bloque hubo otro que también me gustó "Bichos raros", de Alegría Collantes & Estíbaliz Burgaleta, y aún "Niños que nunca existieron", de David Valero.

Ugo celebró una fiesta semiprivada tras la proyección en la Vaca Flaca, donde repartió piezas de puzzle a los invitados para que las usáramos como si fuera dinero. Por allí estuvieron entre otros gente de aikido, Juanma (el pintor rocker), la feminista aférrima de tiempo atrás en este blog, el Conde de Montecristo, y otros. La fiesta estuvo animada y, cosa curiosa, la primera vez que pedias, el Vaquero de la Vaca te regalaba directamente un plato entero de migas, con lo cual cenabas.

Contado todo esto, tengo una semana entera por delante para ir a juzgar películas. Saludos y que la cerveza os acompañe.

sábado, noviembre 10, 2007

NOTICIA 353ª DESDE EL BAR: EL SET DEL DUELO

Pues me despierto hoy con sabor a cerveza en la garganta, lo que no es raro, y con inercia a poner el álbum Sticky Fingers, de los Rolling Stones (1971) en el equipo de música de mi dormitorio. Pues sí, el duelo Beatles versus Rolling Stones fue anoche. Comencé a pinchar desde las doce de la noche hasta las tres. Os pongo la lista completa de lo que puse a sonar, y al fin de esta entrada os digo el resultado final de este duelo. La lista está por estricto orden de como lo pinché, a excepción de que hube de repetir "Todo negro", de Los Salvajes, y "Twist and Shout", de los Beatles, por petición de algunos clientes-público.
LEON RUSELL: medley: Jumpin' Jack Flash/Youngblood
THE BEATLES: Everybody's something to hide except me and my monkey
THE ROLLING STONES: She said Yeah!
THE BEATLES: Helter Skelter
THE ROLLING STONES: Surprise Surprise
THE BEATLES: Polythene Pam/She came in trough the bathroom window
THE ROLLING STONES: Rip this join
THE BEATLES: Hey bulldog!
LOS SALVAJES: Todo negro
THE BEATLES: Tomorrow never knows
THE ROLLING STONES: 19th nervious breakdown
THE JIMI HENDRIX EXPERIENCE: Day tripper
THE ROLLING STONES: Doo Doo Doo Doo Doo (heartbreaker)
IKE AND TINA TURNER: Get back
THE ROLLING STONES: Sympathy for the Devil.
RAY CHARLES: Eleanor Rigby
THE ROLLING STONES: We love you
THE BEATLES: Magical Mystery Tour
THE BEATLES: Revolution
THE BEATLES: Penny Lane
THE ROLLING STONES: Paint it black
THE ROLLING STONES: Stupid girl
THE BEATLES: I saw her standing there
THE BEATLES: 007/Help!
LOS MUSTANG: Lady Madonna
THE ROLLING STONES: I can't get no (satisfaction)
THE BEATLES: Get back
THE ROLLING STONES: Gett off my cloud
THE BEATLES: Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band
THE ROLLING STONES: Cherry oh baby
LOS MUSTANG: Conocerte mejor
THE BEATLES: Roll over Beethoven
THE ROLLING STONES: Come on
THE BEATLES: Ticket to ride
THE ROLLING STONES: I wanna be your man
THE BEATLES: Sie liebt dich
THE ROLLING STONES: Under my thumb
THE BEATLES: Long Tall Sally
THE ROLLING STONES: Honky tonk woman
THE BEATLES: Twist and shout
THE ROLLING STONES: She's a rainbow
THE BEATLES: I've just seen a face
THE ROLLING STONES: Street fighting man
THE BEATLES: Birthday
THE ROLLING STONES: Happy
THE BEATLES: I'm down
THE ROLLING STONES: Bitch
THE BEATLES: Don't pass me by
THE BEATLES: Why don't we do it in the road?
THE BEATLES: Slow down
THE ROLLING STONES: Not fade away
THE BEATLES: A day in the life
THE BEATLES: Got to get you into my life
THE ROLLING STONES: Tell me
THE BEATLES: We can work it out
THE ROLLING STONES: Mercy mercy
THE BEATLES: In my life
THE BEATLES: Carry that weight/The End
FRANK SINATRA: Something
Bueno, me han contado que en la sala había a veces gente bailando, lo que es buena señal. Estuvo el local medianamente lleno, lo que es también buena señal, y a veces desde donde se pincha los discos en el Flamingo yo veía gente cantando o moviendo la cabeza, lo que es buena señal. Pero midamos el resultado del duelo según las peticiones de la gente. Hay que anular las cuatro peticiones de un mismo cliente a lo largo de la noche para que pusiera a The Doors para que hubiera variedad, a pesar de que a lo largo de la noche se le dijo (y se le enseñó los carteles de la puerta) de que era una noche temática Beatles/Rolling Stones. También hay que anular la petición de otro cliente solicitando una cuña de The Who del álbum "Sell Out" (1968), que no hubiera estado nada mal, porque son pequeñas cuñas de apenas unos segundos, pero como no contaba con pinchar grupos con canciones agenas al duelo, pues no tenía ese álbum en ese momento. Aunque no me hubiera importado ponerlo. Así que tenemos que de lo que pinché las siguientes canciones fueron peticiones:
De The Beatles: "Twist and shout", "Penny Lane", "Ticket to ride", "Long Tall Sally", "A day in the life" y "In my life"
De The Rolling Stones: "Todo Negro" (versión de "Paint it black" por Los Salvajes), "Paint it black", "We love you" y "Tell me"
Si atendemos a esto parece que ganan The Beatles, pero no hay que dejarse engañar, cuando a veces volvía la cabeza sonando The Rolling Stones la gente estaba bastante movidita y canturreante, lo que me hace pensar que si no hubo más peticiones de The Rolling Stones es porque la mercadotecnia actual de ambas formaciones ha sabido hacer que la gente conozca más los títulos de las canciones de los Beatles que los de The Rolling Stones, ya que las melodías y ritmos los conocen, pero no los títulos. Bueno, pues eso fue todo. Pudo haber más, pero el tiempo es limitado. Que la cerveza os acompañe.