Esta que empieza promete ser una semana agitada. Pero no sólo por sus eventos sociales preprogramados de los que ya comentaré algo. Ahora no procede hablar de ellos. Como no procede comenzar una serie de cuatro capitulos sobre Goya, como quería, y como no procede escribir algo largo. Más bien procede hoy reportar al Alto Mando una breve nota sobre mi desaparición de este fin de semana. Como mínimo dirigido a la parte del Alto Mando de mi más viejo grupo de amigos y conocidos que lee este blog y no me comuniqué desde el jueves con ellos, ni me encontré con ellos, y también dirigido a los lectores habituales que han entablado algún tipo de amistad o conexión conmigo o mis escritos a fuerza de leer y, algunos, conseguir vías personales de contacto. No procede hoy hablar de los señalados eventos de esta semana en mi vida, ni procede escribir sobre Goya, ni decir nada que ocupe muchas líneas, ya lo dije. Procede sólo hablar de los motivos de mi desaparición por unos días. El sabado 24 de este mes, que será esta semana, es el cuarto aniversario de la muerte de mi padre, y como todos los años tengo una cita con La Muerte, dado el protagonismo que en esos días de 2003 tuve en el suceso. Pero la cita con La Muerte se extiende a toda la familia, y desde 2004 la abuela Eugenia, madre de él, ha sufrido crisis graves recordando en estas fechas a su hijo muerto. En la crisis de este año se la ha tenido que hospitalizar en el Hospìtal Ramón y Cajal de Madrid capital, desde hace unos 13 a 14 días. El Viernes 16 yo hice la guardia de noche, muriéndose en la habitación de al lado un paciente compañero, nada que no haya visto en cantidad en el pasado. La tarde del Sábado 17 se nos informó a la familia de que la abuela, sin conocimiento, había entrado en una fase irreversible y terminal en su crisis de salud. En la noche de ese día se nos informó de su muerte, preparados para ir urgentemente a Madrid capital, la noticia familiar fue desmentida unos minutos después, y cual noticia importante comenzaron rumores acerca de si sus manos estaban o no estaban moradas de muerte o de frío, o si estaban realmente moradas. La mañana del Domingo 18, hoy, toda la familia más cercana, definitivamente, fuímos al Hospital Ramón y Cajal, donde la abuela sólo vive gracias a la conexión a una máquina que le proporciona oxígeno. Al ser domingo la atención de los pacientes corre a cuenta de urgencias y de las guardias rutinarias, por ello se espera al dictamen de su médico mañana Lunes 19. Hay muchas probabilidades de que la decisión médica de mañana sea la desconexión de las máquinas que la mantienen viva y se deje hacer su trabajo a La Naturaleza que nos rige a todos los seres vivos, La Muerte. En todo caso, y tras morir literalmente en mis manos dos seres humanos, y algún animal que no cuento en número aquí, al abandonar el hospital hoy para descansar un poco en mi casa, creo que será difícil que pase de esta noche o de esta madrugada, a juzgar por la evolución que a día de hoy he visto. Toca esperar, y de pasar ella a mañana habrá que ver la decisión médica final de mañana. Sea como sea, el proceso es irreversible y terminal, dictaminado por los médicos y confirmado por lo que yo he visto y juzgado. La prolongación mediante máquinas de su vida es sólo un acto de demostración de hasta donde puede prolongar una máquina la vida de una persona que ya no responde. Hoy sólo procede comunicar al Alto Mando que me mantengo a la espera. Un saludo y que la cerveza acompañe al Alto Mando.
5 comentarios:
Mucho ánimo compañero. Recibe un fraternal saludo y aquí estamos para lo que sea menester.
Lo siento. Mucho ánimo y un abrazo.
vaya, lo siento mucho. un abrazo
Mucho ánimo.
Un beso
Animos en este duro momento!
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