La abuela Eugenia ha sobrevivido la noche y la mañana, contra todo pronóstico de la familia. Quedaba la espera esta mañana del dictamen médico acerca de si se la desenchufaba de la máquina o no. El médico, un hombre ya mayor, ha decidido por mantenerla enchufada a la máquina, prolongando así su vida de modo artificial. Una decisíón médica que siempre entrará en la duda en el futuro de si fue por razones realmente médicas (la abuela emite algún sonido, aunque con gran probabilidad de que estos no sean resultados de una mente útil), o de si fue una decisión médica por miedo a represalias jurídicas y políticas a causa de todo un año en el que algunos grupos de presión religiosos y conservadores, fundamentalmente, llevaron a proceso judicial a ciertos médicos de Madrid que trataban de dar una muerte lo más digna posible a enfermos terminales cuya prolongación de la vida pudiera incurrir en sufrimiento inútil. Una decisión médica, al fin y al cabo, que habrá que respetar, y con la que existe en la familia acuerdos, desacuerdos y dudas, actitudes todas enraizadas en cada uno de los afectados en sus diferentes modos de entender la vida y la muerte, y con sus temores y no temores acerca de múltiples temas relacionados con estos casos. Un tema complicado, lo cual quizá también haya influenciado al doctor en tomar esta decisión a modo de juicio salomónico.
La vida de la abuela Eugenia se prolonga gracias a una máquina de oxígeno a la que se le aplican otros elementos cada cierto tiempo, otra de suero y otra de suministro de insulina. La Naturaleza de la abuela ya ha dado su respuesta de tiempo de vida ayudado por la medicina, somos los humanos ahora los que le damos a ese tiempo Natural de la abuela una prolongación con máquinas. Usando de humor negro con mi propio familiar, pero no malintencionado, sino todo lo contrario y en vista de una situación médica tal vez dada por la presión social y periodística de los últimos tiempos en Madrid al respecto de estos casos, digo que visitar a la abuela en el hospital es equivalente a visitar a una cafetera. Bien pareciera que al entrar en la habitación daría igual preguntar "¿qué tal está la abuela?", que preguntar "¿qué tal funciona la máquina?".
En todo caso, la abuela es la abuela y vive, pese a que sea en esta lamentable situación. El tiempo de vida que le reste depende de la máquina y lo que su cuerpo resista ayudado por la máquina. ¿Horas, días, alguna semana? No se sabe. Nada se sabe. Hay en la familia quien rumorea infundadamente que morirá el día 24, mismo día que murió su hijo Vicente, mi padre. No se sabe en realidad, no se puede saber.
La decisión médica a fecha de hoy es que siga conectada a la máquina y que no se la mueva del hospital, que todo siga el curso que deba seguir.
5 comentarios:
la abuela siempre va a vivir
SIEMPRE
Esta es la peor parte del cuento que es vivir. Yo te mando un abrazo y una compañía en silencio.
Sobran las palabras; un abrazo, Dani.
Sólo queda esperar a que pueda descansar en paz. Un abrazo.
¿Y hace buen cafe?
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