sábado, febrero 13, 2021

NOTICIA 2029ª DESDE EL BAR: CARNAVAL EN AÑO NUEVO CHINO

Ayer fue el primer día de Carnaval en Alcalá de Henares, pero no había actos oficiales. También era el Año Nuevo Chino, ellos comenzaron el año 4718, que según su propio horóscopo corresponde al Año del Buey, cuando yo nací me correspondía la Cabra, en el occidental soy Tauro. El calendario chino fue iniciado por la cultura han siguiendo el movimiento lunisolar, por lo que los propios chinos llaman a su fiesta de Año Nuevo la Fiesta de la Primavera. Y puesto que siguen el periodo lunar en esto coinciden con una tradición occidental de otra índole, la religiosa de corte cristiano, que a la vez se basa en otras tradiciones religiosas paganas previas al cristianismo. Hablo del citado Carnaval, que precede a la Semana Santa y que se guían también por las lunas que se supone marcaron y señalaron lo que sería los últimos cuarenta días de la vida de JesuCristo. Este año 2021 han querido coincidir con exactitud el Año Nuevo Chino con el inicio del Carnaval. 

Saludé a las dos familias chinas vecinas mías y a la vez dependientes de las tiendas de ultramarinos de mi calle y les felicité el año, cosa que les hizo sonreír y dar las gracias. No tenían previsto este año nada que hacer, me dijo uno de ellos, porque iba a seguir las mismas normas que los españoles dimos en nuestro Año Nuevo en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero, o sea: nada de reuniones familiares. En todo caso, se les notaba algo más sonrientes que de lo normal. Y puesto que también empezaba el Carnaval, compré dos gorros de chino mandarín precisamente en un bazar chino. Regalé uno y el otro me lo quedé. Es de disfraz, pero es lo que buscaba. Chino mandarín de los del siglo XIX para atrás, de los de la corte imperial, cuando China era una monarquía imperial. No fue fácil encontrarlo, solo había estos gorros en un único bazar y quedaban apenas cinco, ahora tres. De esos cinco me hizo gracia que tenían uno totalmente negro con una cinta negra detrás. Puede que para quien no conozca mucha Historia o no tenga muchos referentes visuales esto no le suene, pero se trataba del gorro chino que usaron los bóxer en la rebelión que en el año 1900 protagonizaron contra todos los europeos que estaban en Pekín (Beijing), por considerar que estaban socavando su soberanía a base de colonialismo y destruyendo su cultura. La emperatriz del momento mantuvo una postura más o menos ambivalente, aunque simpatizaba con los bóxer. Ella fue la madre del que sería el último emperador en unas pocos años después, cuando todo aquello derivara en un movimiento republicano chino que, con más tiempo aún y la Segunda Guerra Mundial, aún derivaría en la proclamación de un gobierno comunista, que es el que actualmente gobierna China como República Popular China. En el origen de toda esta evolución está aquella rebelión bóxer, y previamente las Guerras del Opio, y me hizo gracia que hubiera un gorro de bóxer, habiendo sido estos muy violentos contra los europeos. Aquel episodio de la Historia lo recogió la película 55 días en Pekín (Nicholas Ray, 1963). No compré ese gorro, de todos modos muy poca gente hubiera sabido exactamente qué hubiera llevado en la cabeza, me temo que algunos compañeros de carrera universitario que hoy día viven en Madrid. De hecho, llevando este gorro de chino mandarín de la Corte Imperial, aún hubo un par de altos, fuertes y pelicortos chavales que al visitar yo ayer a un amigo dueño del bar Winchester lo confundieron con una barretina catalana, cosa absurda por sus evidentes grandes diferencias, y no tuvieron un comentario conmigo muy agradable. Ahí está la falta de referentes visuales en la gente, entre otras cosas. Sea como sea, la cosa es que todo se agolpa este 2021, mañana, 14 de febrero, es San Valentín, día de los enamorados, y se celebran las elecciones de la Generalitat de Cataluña, algunas personas parecen nerviosas y molestas con eso.

En el calendario madrileño el Carnaval 2021 cae del 12 al 17 de febrero, desde el viernes de esta semana, ayer, al miércoles de la próxima, que será el día del entierro de la sardina y en mi época era el día de la tortilla en los colegios. Hace días se suspendió la celebración y actos oficiales en la Comunidad de Madrid, sin embargo, que no haya desfiles, concursos o actos de grandes aglomeraciones, incluido en bares, ¿qué impide poder disfrazarte el viernes o el sábado? Nada, mientras no participes de actos contrarios a las normas anti-Covid-19, nada impide disfrazarse. Las instituciones velan por lo institucional; lo privado, el cómo se viva algo, es cosa de las personas. Esto mismo para Semana Santa. Los actos de la Semana Santa los convoca la Iglesia como institución y en el actual marco anticovid los regula o permite o no el Estado, pero todo apunta a su suspensión (de procesiones, digo, por ejemplo el obispado de Sevilla anunció en diciembre de 2020 la suspensión de procesiones en Sevilla esta próxima Semana Santa 2021), pero la cosa es que el montón de procesiones en Semana Santa es algo que popularizó el Concilio de Trento, en el siglo XVI, la Semana Santa no siempre fue así. Al final es una celebración religiosa y en cuestiones de fe, cada uno en su interior sabrá. Pensemos además que las vacaciones o fiestas de Semana Santa no lo son por ser celebración religiosa. En España todas las fiestas son producto del calendario laboral que pactan todos los años patronal con sindicatos con el pupilaje del Estado, normalmente se está de acuerdo en hacerlo coincidir con celebraciones religiosas, pero estas celebraciones no hacen que el día sea festivo administrativa y laboralmente, sino el pacto patronal-sindicatos, o en otras palabras: los dias serán festivos igualmente con o sin procesiones, con o sin misas, tengas o no tengas fe católica apostólica, practiques o no practiques la fe. 

El año pasado, 2020, no me disfracé en Carnaval, ni tampoco en Halloween, aunque os di el capítulo anual de los cuentos de Halloween en mi canal Youtube. En el Carnaval del año pasado aún no estábamos confinados en España. Las noticias sobre la Covid-19 no eran demasiadas. Se ceñían a China, Japón, Irán, India y pocos sitos más. Se hablaba ya de la Covid-19 en Europa a causa de su extensión por Italia, que estaba de Carnaval. De hecho vino un técnico a mi casa a revisar mi conexión de Internet y me habló de su preocupación porque su hijo estaba de estudiante en Milán. Yo no sabía muy bien de qué iba todo con exactitud en ese momento, como tantos otros. Como sea, en el Carnaval 2020 el dueño del local donde estaba el bar El Reloj decidió no renovar el contrato a los hermanos venezolanos que lo regenteaban, aunque ellos querían continuar, y con eso se perdía un mítico de los bares de rock en Alcalá de Henares, ahora hay un nuevo bar que solo me inspira que sea para turistas, una pena y una desgracia para la ciudad que no respeta a sus ciudadanos y a su cultura y forma de ser local auténtica. El mismo día del inicio de Carnaval era el último día de El Reloj, esa noche fue allí, como mucha gente, a despedirse como era debido. El bar se llenó de mucha gente conocida y amiga, en gran parte disfrazados. Yo no me disfracé, como dije, porque en mi vida privada no me sentía con ánimo para disfrazarme ese año, por eso no hubo foto de disfraz. En cuanto a El Reloj, hay que reconocer que dentro de lo malo, al menos, con todo lo que vino después desde el 14 de marzo de 2020, los hermanos venezolanos, amigos míos además, se libraron con muchísima suerte de toda la ruina económica que les hubiera traído el poder seguir abierto. Quien hizo peor negocio debió ser el dueño del local, que por un año tuvo sin alquiler un local cerrado. Azar.

De todo este Año de la Pandemia echo de menos los perritos calientes nocturnos de los fines de semana de la panadería La Zona, frente al bar La Gatera, pero esa es otra historia. Este año me disfracé en mi casa para mí mismo, me apetecía hacerlo, con una chilaba auténtica que me regalaron del Sahara Occidental hace uno o dos años y la corona de cartón del roscón de Reyes ahí me apañé una especie de traje de rey antiguo, o de hippie raro, a mí me recuerda más de rey antiguo, salvando mucho las distancias incluso de la novela de Rudyard Kipling, El hombre que pudo reinar, que en 1975 la llevó a película John Huston de manera magistral, muy recomendable de ver.   

En todo caso, esperaba ver al menos niños disfrazados, pues suponía que con todo el panorama Covid-19 iba a ser difícil ver adultos. No vi adultos, ni adolescentes disfrazados. Cuando fui a comprar por la tarde sí que vi algún niño disfrazado que venía del colegio, pero eran excesivamente pocos. De hecho, más tarde, antes de ir al Winchester, pasé por el Backstage y La Panadería y en ambos sitios me preguntaron porqué llevaba el gorro y tuve que explicar que era Carnaval, la gente que me preguntó ya no se acordaba ni sabía qué estamos en Carnaval. la Covid-19 se había comido hasta esa parte de la cultura popular. Excesiva saturación de noticias. Al menos en el Winchester, donde también tuve que explicar que era Carnaval, una chica asoció mi gorro correctamente a que era Año Nuevo Chino. En fin, le compré un juguete al hijo pequeño de una pareja amiga que me encontré en mi paseo y regalé el segundo gorro a una amiga que en otros años se disfrazó conmigo, hace ya tiempo. Me conformé con pensar que al menos en mi casa, viendo la televisión por la tarde, vi a los presentadores de Zapeando disfrazados de cantantes famosos, al menos ellos parecían mantener el espíritu.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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