El gorgojo es un escarabajo de unos seis milímetros que se alimenta de la patata y de brotes de flores, como la del algodón. Posiblemente sea uno de los insectos que después de arañas, hormigas, mariposas, moscas y cucarachas haya recibido más composiciones poéticas y musicales por parte de los humanos. Quizá ya no esté de moda cantarle al gorgojo, quizá suena extraño que le hayamos cantado a un pequeño bicho que arruinaba cosechas enteras. No todos los humanos le cantaron al gorgojo. En los siglos XVIII y XIX, sobre todo en el XIX, fue el momento de explendor de las canciones al gorgojo. Canciones que aún se cantaban a modo de recordatorio, tal vez con cambios, en el comienzo del siglo XX. Eran canciones nacidas en la Norteamérica anglosajona, aunque no en Canadá. Canciones nacidas de la población negra que trabajaba como exclava en los campos de algodón de los Estados del sur de Estados Unidos de América. Cada año que una plaga de gorgojo hacía estragos en la plantación de un terrateniente esclavista, el patrón blanco desesperaba y tenía grandes pérdidas económicas, en algún caso hasta el borde de la ruina. Cada año que una plaga de gorgojo hacia estragos en la plantación de un terrateniente esclavista, los esclavos no tenían trabajos pesados en los campos de algodón y a la vez veían sufrir a quien les hacia sufrir. De este modo los esclavos negros popularizaron entre ellos de manera encubierta las canciones alabando y agradeciendo al gorgojo.
¿Quién diablos son los abuchead abuchead gorgojos? Who the hell are the Boo Boo Weavils? Así en inglés es el título del primer disco de un reciente grupo de música soul español compuesto por gente de Alcalá de Henares y de Madrid: los Boo Boo Weavils. Ha salido a la luz este mismo año 2016, no hace mucho. Precisamente de soul, que es el estilo musical religioso que la población negra estadounidense desarrolló a partir de sus canciones del campo llevando los tonos corales y adaptando las letras a la religión cristiana dentro de sus iglesias. En las primeras décadas del siglo XX el soul se mezclaría con otras músicas, otras ideas y otras inspiraciones, sirviendo de base para músicas menos religiosas, como son parte del jazz cantado, del blues o del Rhythm & Blues, y alcanzada la década de 1950, pero fundamentalmente de 1960, el rock evolucionado del Rock & Roll. Son célebres personas como Aretha Franklin, Otis Redding, Sam Cooke, James Brown, Ben E. King, Ray Charles, Nina Simone, Etta James, Amy Winehouse o Adele. Los Boo Boo Weavils son Benito Díaz a la batería y percusiones, Chema Contreras a la guitarra bajo, Francisco Javier Gonzalo a la guitarra y el lap steel, y Alba Castillo como vocalista.
No es la primera vez que se crea un grupo de soul con gente de Alcalá, para mí el caso reciente de estos años más notorio ha sido Café Negro, cuyo cantante Javier Oliver está ahora en un nuevo proyecto: Edi el Amable. Hay que recordar que ya en los años 1960 y 1970 alcalaínos hubo una gran abundancia de grupos musicales con gustos por el rock y el country gracias a la cercanía de la base aérea militar estadounidense en Torrejón de Ardoz. También entre aquellos músicos de entonces hubo en la ciudad grupos con canciones de soul. Por otra parte, Alba Castillo ya llevaba hechos varios conciertos, pocos pero existentes, junto a Sergio Corbacho (mi guitarrista oficial en la mayoría de mis recitales de poesía personales). Quizá sus formaciones no eran estables, pero tocaron en Alcalá, en Torrejón, no sé muy bien si en Madrid. Ahora Alba Castillo tiene esta formación más estable. Han tocado en Madrid y tocarán en Alcalá de Henares. Aún recuerdo su primera aparición en público cantando. Fue en 2011, en uno de mis recitales de poesía en el Flamingo Rock Bar, sacada por mí para que hiciera un pequeño concierto de tres o cuatro canciones en mitad del recital. Su voz conmovió a todo el público presente. Tiene una potencia altamente profunda y atrayente.
Who the hell are the Boo Boo Weavils? contiene nueve cortes musicales, lo que serían nueve canciones, sino fuera porque una está partida en dos partes. El disco, disponible en sus conciertos, tiene una temática amorosa de desamor, de indecisión de ganas de seguir diversos caminos a la vez; problemas sentimentales del corazón en épocas de indecisión personal. No es una temática novedosa ni compleja, aunque lo importante del disco es la potencia de la voz de Alba Castillo y el buen hacer de los músicos. Su sonido recuerda al soul clásico de los años 1960 norteamericanos, no tanto el que se hacía de manera atrevida en el sello Stax o con coros y estribillo pegadizo en Motown, no sabría decir si sobrio como el de Atlantic Records, y probablemente esto último sea lo más acertado de decir. No es nada de eso exactamente, pero tampoco es el soul que escuchamos en el siglo XXI con la potencia apasionada de Amy Winehouse o de Adele. Los Boo Boo Weavils tienen un sonido que nos recuerda a los años 1960, pero no es exactamente ese sonido, algo hay de los años 2010, pero no sabría decir qué. Tal vez sea el modo de conducir los temas la guitarra, que en algunos sitios me resulta más funk si es el bajo o rock si es la guitarra propiamente o incluso otros estilos que se mezclan con el soul en ellos, no sé si atreverme a decir rhythm & blues o si será equivocarme decir bossa nova, o quizá por la introducción de algunos sonidos, como los ambientales del tema "Who the hell are the...", que es el partido en dos. No sé exactamente, algo hay. Eso sí, lo que tiene el conjunto del disco es una sensualidad muy atractiva que invita a bailar con alguien, los dos en el universo solos aunque haya cien personas en la sala.
Yo lo tengo en casa, ya lo he escuchado varias veces. Quedé con la propia Alba Castillo para tomar algo, ponernos al día y comprarle este disco, firmado por ella y con una improvisada clase de Historia que me pidió a base de preguntas suyas, cerveza mediante de ambos. Merece la pena. A mí me merece la pena. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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