Hay un supermercado por ahí en esta ciudad que se dedica a vender traseros de pollo a su clientela. Puede que sea un problema de lenguaje entre diferentes formas de hablar el español, pero cuando lo vi no pude resistir a inmortalizar el asunto de la venta de los traseros de pollo para gastar la broma en una red social. Visualizaba a un comensal hambriento a la espera de un culo de pollo que poder comerse. Por supuesto debían estar refiriéndose a lo que en los comercios de mi barriada llaman cuartos traseros del tronco del cuerpo de pollo. La cosa es que en mi barrio tampoco te venden explícitamente los cuartos traseros del pollo, si no que te venden un pollo en cuartos si es así como lo quieres. Si por alguna razón culinaria lo que tú necesitas para tu cocina o para tu bolsillo son los cuartos traseros, simplemente se lo indicas al pollero. Nunca antes vi un cartel que en concreto anunciara la venta de traseros de pollo, de ahí que me hiciera gracia, pese a que simplemente será una cuestión idiomática en las diversas formas de expresarse en español. A mí visualmente me sugería de inmediato una extraña y nueva filia de personas que necesitan comer traseros de pollo para deleite de su paladar.
Que cada uno coma lo que quiera, o lo que pueda. La cosa es la importancia de expresarse. Hacerte entender y que quieran entenderte. En la cocina del siglo XVI, si atendemos a los libros culinarios que nos han llegado de la época, se atendía al sexo del animal al que correspondía la pieza que se fuera a cocinar. Así pues, si siguiéramos esa forma de uso del castellano no estaría mal dicho decir que en esta pollería se venden pollas, aunque claro está que en pleno siglo XXI eso provocaría otro tipo de recepción en el lector del cartel anunciador, que no sería el deseado por el vendedor de la pollería.
¿Quieres comer traseros de pollo? Bueno, adelante, pero, ¿en qué sentido? Yo tengo la impresión de que los españoles llevan mucho tiempo comiendo traseros de pollo.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
Que cada uno coma lo que quiera, o lo que pueda. La cosa es la importancia de expresarse. Hacerte entender y que quieran entenderte. En la cocina del siglo XVI, si atendemos a los libros culinarios que nos han llegado de la época, se atendía al sexo del animal al que correspondía la pieza que se fuera a cocinar. Así pues, si siguiéramos esa forma de uso del castellano no estaría mal dicho decir que en esta pollería se venden pollas, aunque claro está que en pleno siglo XXI eso provocaría otro tipo de recepción en el lector del cartel anunciador, que no sería el deseado por el vendedor de la pollería.
¿Quieres comer traseros de pollo? Bueno, adelante, pero, ¿en qué sentido? Yo tengo la impresión de que los españoles llevan mucho tiempo comiendo traseros de pollo.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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