miércoles, octubre 29, 2014

NOTICIA 1403ª DESDE EL BAR: CONOZCAMOS URUGUAY (3 de 3)


Al terminar la Segunda Guerra Mundial en 1945 Uruguay había logrado disminuir sus tradicionales cifras de desempleo alto, a la par que había modernizado su industria. Pero los abastecimientos a los barcos combatientes habían provocado todo tipo de escaseces en el país, sobre todo en la capital. Aunque el gobierno sentía simpatías por los fascistas, la Batalla del Río de la Plata hizo que tuvieran que perseguir a los espías alemanes en su territorio y que abrieran las puertas de su Parlamento a la posibilidad de que hubiera diputados comunistas y batllistas. Todo eso no evitó que el país fuera un refugio para nazis alemanes y fascistas italianos huídos de Europa tras su derrota, a pesar de que algunos mantuvieran en el secreto sus auténticas identidades.

A partir de la década de los años 1950 comenzó el movimiento llamado ruralismo, que estaba compuesto por pequeños y medianos propietarios de tierras. Su líder era Benito Nardone. El 37% de los trabajadores del campo que tenían tierras eran propietarios propiamente de las mismas, el resto eran arrendatarios. La gran mayoría de los trabajadores del campo eran en realidad peones, jornaleros y asalariados. Como ya vimos, desde el siglo XIX estaban marginados de la participación en la política y en la economía del país. En la comercialización de sus productos también estaban en desventaja y su situación iba de mal en peor. Todo negocio con éxito agrario o ganadero de Uruguay estaba en las manos de los grandes latifundistas y de las empresas multinacionales, principalmente inglesas y estadounidenses. 

Nardone era un periodista preocupado por los asuntos económicos. Recomendó vender lana durante la Guerra de Corea (1950-1953) a Estados Unidos, lo que fue realmente un acierto y un triunfo político personal para él. Los precios subieron con aquella guerra y los pequeños y medianos productores uruguayos por primera vez vieron beneficios. En 1950 Nardone fundó la Liga Federal de Acción Rural (LFAR), defendiendo los intereses de los agricultores más pobres. Se le acusó de toda clase de tendencias de izquierda, así como se le tachó de demagogo. Él, por medio de la LFAR, formó los cabildos abiertos donde participaban pequeños y medianos agricultores en las decisiones que les afectaba a la hora de producir y de vender. En 1954 la LFAR era la liga más grande de pequeños y medianos empresarios del campo. Su éxito se basó en ahondar en las dicotomías del tipo: necesidades de la ciudad / necesidades del campo, productores ricos / productores pobres, intereses de los productores / intereses de los distribuidores intermediarios, y Estado burocrático que restaba ganancias a los empresarios pequeños / necesidades de lujos de la vida cotidiana entre los habitantes de las ciudades. A la vez también ahondaron en dar a su asociación un carácter gremial profundo que si bien era más propio de siglos atrás, a ellos les estaba funcionando al vetar la intromisión en sus asuntos a cualquier otra persona que no fuera pequeño y mediano productor agrícola. 

Su movimiento fue apoyado por muchos intelectuales uruguayos del momento en vista de sus éxitos. En principio ellos no se definían como liberales (colorados), ni como conservadores (blancos), aunque en realidad estaba claro que era un movimiento populista de corte conservador en interés del empresariado del campo contrario a los grandes empresarios, o sea, lo que tradicionalmente se considera conservadurismo, a pesar de que tuviera algún tinte de izquierdismo mínimo y nunca suficiente para el resto de necesidades de todos los demás uruguayos. 

En 1958 crearon el Centro de Estudios Económicos Artigas con la idea de crear un programa político coherente, pues ahora aspiraban a hacerse con el gobierno o bien a influir directamente en él. Pidieron una reforma constitucional que implicara que la Presidencia del gobierno y los Intendencias estuvieran al margen de los lemas políticos tradicionales (que era tanto como pedir de manera irreal e infantil, o quizá muy claramente interesada, que no existiera izquierda ni derecha), que se creara un Banco Central, que se saneara la moneda (el guaraní), que se orientara el crédito de los bancos hacia las explotaciones agrarias, que se realizara una reforma agraria que beneficiara a los pequeños y medianos propietarios sin que se afectara a sus derechos de propiedad, y que se reorientara la salida laboral de la población semiempleada (gente con trabajos temporales o muy precario) y de los funcionarios que ellos particularmente consideraban inútiles hacia que se les mandase a trabajar al campo, a sus campos. Obviamente, a pesar de que decían no ser de izquierdas ni de derechas, su programa era claramente de unas derechas muy específicas. Ese año se aliaron con la tendencia política llamada herrerismo y pudieron con ello ganarle las elecciones al Partido Nacional. Pero el político Herrera se distanció de Nardone hasta romper la alianza, pues su alianza puntual por el interés de la necesidad de cambiar de gobierno no tenía detrás un análisis serio sobre sí mismos y sus auténticos intereses de cada tendencia, que eran muy diferentes entre sí. No todos los medios valían para alcanzar un fin.

Crearon el Banco Central, sanearon la moneda hasta que llegó a duplicar el valor del dólar, se dieron mayores créditos al campo y lograron buenos precios para sus productos en el mercado internacional. Pero el resto de sus programas respectivos se habían creado sobre ambigüedades de frases que nunca terminaban de profundizar y cuando profundizaron las ideas resultantes no sólo no tenían fuerza entre sus seguidores, sino que además eran contrapuestos entre ambas tendencias. La LFAR se terminó aliando con los grandes terratenientes, a pesar de haber nacido para hacerles frente, y terminaron absorvidos tanto por el Partido Colorado como por el Partido Blanco. Su deriva había ido hacia el antipopulismo, el antisocialismo y un acercamiento cada vez más grande a las posturas más reaccionarias de la derecha. Difamaron a los comunistas especialmente y a todos los demás partidos también. Poco a poco adquirieron en sus ideas, algunos sin darse cuenta y otros dándose perfecta cuenta, ideas fascistas. Hasta el punto que incluso marcharon sobre Montevideo, tal como Mussolini lo hizo sobre Roma en 1922. Nardone contó entones con un asesor de origen norteamericano de manera pública. El ruralismo perdió toda su fuerza al morir Nardone.

En esa misma década de 1950, a la vez que pasaba todo esto, también se organizaron los peones del campo dentro del Partido Comunista de Uruguay para defenderse a sí mismos y a una sociedad que fuera más justa. Sus huelgas en petición de mejoras fueron innumerables. A veces se aliaron con el Partido Socialista de Uruguay para tener más fuerza, sobre todo entre el sector del peonaje de los arrozales. Los patronos se les opusieron muy fuertemente. Eso provocó muy diversos conflictos que a veces llegaban a episodios violentos. Estados Unidos temió que se estableciera en Uruguay un nuevo gobierno revolucionario, tal como pasó en Cuba en 1959, y es por ello que, dentro de la revuelta política uruguaya, decidió asesorar a Nardone. Eran los tiempos de la Guerra Fría. A lo largo de la década de 1960 operaban en Uruguay hasta diez grupos guerrilleros revolucionarios, algunos especializados en actuar sólo dentro de las ciudades, lo que les equiparaba al terrorismo. Los más destacados fueron los tupamaros, que tomaban el nombre de una tribu y de un indio (Tupac Amaru) que en el siglo XVIII se enfrentaron a los españoles. Frente a estos nacieron varios grupos terroristas y guerrilleros de la extrema derecha. La violencia estaba en todo el país. Es en ese contexto guerrillero de los años 1960 y 1970 que apareció por entonces un joven y anónimo guerrillero llamado José Mújica. La reacción y la contrarreacción era el orden del día. 

En 1968, año clave con la mitificación de Ernesto "Che" Guevara, abatido a tiros en Bolivia el año anterior, se creó el Sindicato de Cañeros de Artigas, con Raúl Sendic, que sería en el futuro uno de los líderes más importantes de la guerrilla tupamaro. Los cañeros hacían innumerables actos informativos que a veces acompañaban de expropiaciones de tierra, también acampaban en medio de la capital o hacían marchas obreras a través del país para manifestarse en la capital. Muchos fueron detenidos y procesados. Con la crisis económica mundial de 1973 muchos de los cañeros vieron empeoradas sus condiciones de vida y vieron complicadas sus vidas con las persecuciones políticas incluso por parte de empresarios al margen de las instituciones del Estado. Por ello muchos formaron el Movimiento de Liberación Nacional, más conocido como los tupamaro. La guerrilla se organizó en el interior del país, donde las alambradas de los campos les dificultaban sus tareas. Eran fácilmente localizables por la policía y por los militares. Además, muchos eran personas de ciudad nada acostumbrados al campo. Por esas razones cambiaron de estrategia creando muchos grupos clandestinos instalados dentro de las ciudades, incluso en la capital. Llegaron a hacer acciones espectaculares en su planificación y desarrollo. Sin embargo sufrieron muchas derrotas, detenciones y ejecuciones. No obstante, ese 1973 la derecha uruguaya estaba ya tan madura que dio un golpe de Estado de mano de los militares que prohibió y reprimió a todos los sindicatos y partidos de izquierdas. La fecha no es cualquiera, ese año pasaba lo mismo en Chile, y tres años después en Argentina. El apoyo de los servicios secretos norteamericanos fue importante en este proceso inserto dentro de las lógicas de la Guerra Fría. El eje dictatorial de extrema derecha Chile-Argentina-Uruguay fue vital para su propia supervivencia.

El autor del golpe de Estado había sido el propio presidente de gobierno democrático, Juan María Bordaberry. Compuso un gobierno cívico-militar. Quiso instaurar un nuevo orden constitucional que basado en la República, y con elecciones, sólo legalizaba a toda tendencia de derechas, en ningún caso estaba permitida alguna tendencia de izquierdas. Las represiones y las ejecuciones tanto judiciales como extrajudiciales fueron brutales. Además se usó de la tortura y de crímenes contra la Humanidad muy diversos. En junio, mes del golpe, hubo resistencia por parte del sindicato Convención Nacional de Trabajadores (CNT), por parte de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU) y del Movimiento Estudiantil en general. Los militares comenzaron a arrestar a todo tipo de líderes políticos, incluyendo ya no sólo a los de izquierdas, sino también a algunos históricos del batllismo, e incluso a Herrera. En 1976 Bordaberry consideró que la culpa de la violencia vivida en el país la tenían los partidos políticos y las diferencias entre derecha e izquierda, por lo que prohibió ahora a todos los partidos políticos que quedaban en Uruguay, que eran los de derechas, y creó lo que se llamó "una corriente de opinión". Los militares vieron mal aquello, pues las elecciones seguían existiendo, paradójicamente. Dieron un nuevo golpe de mano para nombrar presidente a Demicheli, que directamente creó una ley por la cual las elecciones quedaron suspendidas hasta que el gobierno lo creyera oportuno. Demicheli no las consideró oportunas en general, en 1981 le entregó directamente el gobierno a Aparicio Méndez, Ministro de Sanidad. 

La población pudo votar un referendum sobre una nueva Constitución, dentro de aquel gobierno militar. La rechazaron. Por ello Aparicio Méndez consideró que había que iniciar un giro político hacia el aperturismo democrático. Por ello y porque Pinochet estaba llegando a sus últimos días de dictadura en Chile, así como los argentinos también. Uruguay se iba quedando sin aliados. Además, la llegada de la distensión política en la Guerra Fría con Gorbachov implicaba que estos gobiernos terminaran con la represión a la gente de izquierdas. A esto se sumaba que el gobierno de España había terminado su dictadura en 1975, y con la Constitución de 1978 y tras el intento de golpe de Estado de 1981, había llegado al poder los socialistas en 1982, habían perdido otro aliado. En 1985 Aparicio Méndez aprobó una amnistía general a todos los sindicalistas y partidos de izquierdas, menos a aquellos que hubieran cometido o ayudado a cometer delitos de sangre. Se legalizaron todos los partidos y desde 1986 se comenzó a trabajar en una nueva Constitución que garantizara la democracia. Sin embargo, en los referendums de 1986 y de 1989 para eliminar la ley que garantizaba impunidad a los responsables de la dictadura y sus crímenes, la sociedad votó a favor de que no se les eliminara dicha impunidad legal. 

En 1989 Luis Alberto Lacalle fue presidente con el Partido Nacional, de centroderecha. Por lo que a pesar de vivir en democracia desde 1985 aún no habían logrado ganar las elecciones nadie de izquierdas, el trabajo represor de la derecha uruguaya había sido muy extenso. En 1994 gobernaba Sanguinetti. En 1996 se volvió a hablar de una reforma Constitucional para mejorar su sistema electoral. Dicha reforma permitió que en 1999 gobernara Jorge Batllé, del Partido Colorado. La crisis económica Argentina de 2002 alcanzó a Uruguay de lleno provocando una nueva crisis social, económica y política de enormes proporciones. Hasta el punto de que ante un panorama desesperanzador y en caída libre, por primera vez en Uruguay ganó el gobierno alguien del Partido Socialista, Tabaré Vázquez, en 2004, en nombre de una coalición de nuevos partidos de izquierda, algunos nacidos de antiguos guerrilleros de los años 1960 y 1970. Los partidos tradicionales tales como el Partido Nacional y el Partido Colorado estaban en franca pérdida de representantes públicos. Tabaré Vázquez fue contrario a la ley que despenalizaba el aborto, tenía reticencias morales propias, lo que hizo que en 2008 se distanciara de su propio partido y se acercara a otros de izquierdas. En 2009 ganó las elecciones de nuevo la izquierda, pero ahora sin coaliciones, ahora era el Frente Amplio de José Mújica, exguerrillero y ya anciano quien iba a gobernar.

Como dije en la primera entrada, este hombre gobernó sin revanchismos políticos, para sorpresa de las derechas, y a pesar de que tenía motivos más que sobrados como para reclamar una revancha política por ejemplo anulando la impunidad política y jurídica de los antiguos miembros de la dictadura pasada, cosa que no hizo. Optó por vivir humildemente renunciando a su sueldo presidencial en favor de proyectos sociales. Elaboró sus leyes escuchando a los sindicatos en lugar de dar preferencia a las grandes empresas, con él bajó el nivel de pobreza del país, creció el empleo hasta el punto que el histórico desempleo de Uruguay tocó su tasa más baja, a pesar de seguir siendo alta, aumentó los ingresos del Estado aumentando a la vez en un 23% los sueldos y las jubilaciones, comenzó a diversificar los diferentes medios de producción energética de Uruguay para no depender de compras externas, aprobó el matrimonio homosexual (fue el duodécimo país en hacerlo), legalizó el aborto, no logró acabar con el alto analfabetismo, aumentaron los robos comunes, aunque bajaron los asesinatos, y legalizó la venta de marihuana, cosa que en este 2014 la ONU lo ha considerado positivo por demostrar que la lucha contra la drogodependencia ha demostrado ser más efectiva con ese hecho, especialmente también contra la mafia y la violencia en torno a ella.

Si bien Mújica tiene detractores dentro de la derecha más reaccionaria por su pasado guerrillero y por sus políticas acordes con los sindicatos, lo cierto es que incluso la derecha más moderada del Partido Nacional le reconoce oficialmente todas las mejoras económicas y sociales del país. Tiene pinta de ser, salvando mucho las distancias, una especie de Adolfo Suárez a la uruguaya en el recuerdo futuro.

Ahora se han celebrado elecciones y se han quedado muy igualados Tabaré Vázquez, por el propio Frente Amplio de Mújica, el cual por edad no puede, no quiere, repetir presidencia, y Luis Lacalle, del Partido Nacional. Se decidirá la presidencia entre ellos en noviembre. Como sea, Mújica invitó a Pablo Iglesias, eurodiputado español por Podemos, a conocer su gobierno para que viera que se pueden hacer políticas de izquierdas siendo fiel a la no renuncia de los ideales siendo presidente. Yo os he acercado un poco la Historia de Uruguay para saber de qué hablamos cuando hablemos de esto. Espero que os haga pensar en ello y formaros vuestra propia opinión sobre todas estas cosas, aunque sea con esta base sencilla. Conocer nunca viene mal.

Un saludo a todos y que la cerveza os acompañe.

1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

Definitivamente el gobierno lo ganó el Frente Amplio con Tabaré Vázquez, sucesor de Mújica. El 6 de diciembre de 2014 anunciaron que acogeríoan a tres de los presos islámicos de Guántanamo, ya que Obama estaba desmontando esa prisión. Mújica declaró el día 7 que allí los acogerían en calidad de hombres libres. Eran presos calificados ya como pacíficos.