Pues seguimos con la segunda entrega reflexionando lo que dijo Pierre George en 1981, leído en 2002:
SOCIEDADES EN MUTACIÓN (2)
El segundo mundo, el bloque socialista, actualmente está desapareciendo. Cuando Pierre George escribe el presente libro en 1981 no puede imaginar los importantes cambios de trasparencia política y democratización que viviría la URSS a mediados de esa misma década, así como su desintegración y el final de la guerra fría entre 1989 y 1991.
Gorvachov, el último dirigente soviético, había iniciado unos cambios políticos que repercutieron en la sociedad socialista de forma decisiva. Si Pierre George habla de la falta de libertad que se producía en este segundo mundo, se puede decir que Gorvachov iba a corregirla en parte. Concedió la posibilidad de criticar al gobierno, así como que permitió la trasparencia política de cara a los ciudadanos, firmó pactos de reducción de armas nucleares y preparó la posibilidad de hacer de la URSS una auténtica federación donde los estados estuvieran voluntariamente y no por imposición. Esta fue una de las causas por la que varios generales dieron un golpe de estado que fue abortado por Boris Yeltsin, quien trajo el final del comunismo en Rusia en 1991. Una más de las razones fue la imposibilidad económica de competir con el plan de defensa estadounidense conocido como STAR WARS. De hecho, una de las peculiaridades de la sociedad socialista estaba siendo pasada por alto por Gorvachov. Se trata de la planificación económica para cubrir las necesidades del estado y la población. Poco a poco se habían introducido formas capitalistas de occidente (aunque estas estaban en la base de la URSS, pues los precios y el dinero seguían vigentes). Estas formas llegaban tarde a una economía que había sufrido fuertemente la última crisis económica internacional. Además se adaptaron mal a las formas de la planificación. Además, la industria estaba anticuada. La escisión de estonia, Letonia y Lituania fue el pistoletazo de salida para la reunificación de Alemania y, poco a poco, la escisión de todos los países del Pacto de Varsovia. Al caer el comunismo la URSS se desintegró en varios estados no vistos desde los siglos XVII y XVIII. Esto empobreció a Rusia, cuya mayor parte de la industria y de reservas de energía nuclear se hallaba en varias de esas nuevas repúblicas. Rusia aumentó de nuevo su porcentaje de economía de sector primario, aunque el secundario seguía siendo importante. La ruina económica del país y el cambio del sistema político a modos occidentales provocó una fuerte emigración hacia Europa occidental, que se sumó a la emigración que también comenzaba a darse, por razones análogas, en los antiguos países del Pacto de Varsovia. Tan sólo Alemania oriental pareció resistir tal crisis. Su reunificación con la Alemania occidental, y su ingreso en la Unión Europea en una sola Alemania, vuelven a mostrar el auténtico espíritu emprendedor y de esfuerzo de esta sociedad (cosa que ya señala Pierre George).
El fin del bloque socialista también fomentó una ola de nacionalismo y xenofobia entre etnias que vivieron unidas por los diversos regímenes. Unos grupos sociales de identidad cultural creyeron haber sido agraviados por otro grupo social de identidad cultural que detentase el poder durante la época del comunismo. Esto fue parte de las guerras en la ex-Yugoslavia y en Chechenia, Albania o Armenia. Pero esa ola de nacionalismo y xenofobia también se dio en los países de Europa occidental al recibir al gran números de emigrados del este en busca de nuevas oportunidades. Estos crearon en determinadas ciudades lazos de unión parecidos al paisanaje, o simplemente buscaron la vivienda y el trabajo conjuntamente a otros compatriotas, como respuesta a esa ola de xenofobia. Casi se podría afirmar que en determinados lugares forman a la fuerza, o no, una comunidad aparte de la sociedad a la que han decidido ir. La pobreza de estos grupos a veces es extrema, Son empleados en trabajos duros y mal remunerados, a veces en condición de trabajador ilegal sin garantía civil alguna. Reproducen en gran escala lo que Pierre George ya decía que comenzaba a darse cuando él escribe su libro. Son los trabajadores del campo, de industrias metalúrgicas, o los mendigos. A ellos se les suman los emigrantes africanos que por conflictos, pobreza, hambre, u otras circunstancias, comenzaron a llegar masivamente a Europa a partir de los años 1990. Es significativo que en estas épocas hayan renacido en Europa ideologías o partidos políticos, así como asociaciones, de extrema derecha, tales como la Unión del Norte en Italia, el partido francés de Le Pen, los neofascistas y los neonazis en Alemania, España, Italia y en menor medida en Gran Bretaña, el actual gobierno de Austria a cargo de Haider, etc.
Los países socialistas de carácter no europeo tampoco parecen avanzar en vías de continuar por mucho tiempo. Cuba, el único estado comunista de América, ha iniciado desde mediados de los años 1990 una política de acercamiento a la iglesia católica y a formas aparentemente más democratizadoras (que no democráticas) en la isla, quizá con vistas a una previsible invasión norteamericana tras la futura desaparición de Fidel Castro. En este sentido, el viejo general comenzó cierta política de acercamiento al presidente estadounidense Bill Clinton, y posteriormente a EEUU con su apoyo a la lucha contra el terrorismo internacional tras el 11 de septiembre de 2001. La sociedad norcoreana sigue acérrima a las formas socialistas, pero prepara su unión a Corea del Sur, lo que llevaría a otra corriente democratizadora de su sociedad. Aparte de la incongruencia de vivir un comunismo hereditario. China sería realmente el bastión de ese segundo mundo, pero desde la caída de la URSS optó por acercarse a los mercados capitalistas y adquirir algunas de sus formas, por lo que su sociedad ya no es cien por cien socialista. Podría decirse que está afectada en parte por los efectos de la globalización y trata de adaptarse a los nuevos tiempos internacionales. Sin duda la sociedad china sí se mantendría diferente en cuanto a su carácter oriental de cultura cerrada. Su población creciente trata de ser moderada pero eso es algo que no terminan de lograr los dirigentes. Sus ciudades crecen como se ha dicho antes y comienza a ser una sociedad competitiva con occidente, aunque aún sea de manera incipiente.
Gorvachov, el último dirigente soviético, había iniciado unos cambios políticos que repercutieron en la sociedad socialista de forma decisiva. Si Pierre George habla de la falta de libertad que se producía en este segundo mundo, se puede decir que Gorvachov iba a corregirla en parte. Concedió la posibilidad de criticar al gobierno, así como que permitió la trasparencia política de cara a los ciudadanos, firmó pactos de reducción de armas nucleares y preparó la posibilidad de hacer de la URSS una auténtica federación donde los estados estuvieran voluntariamente y no por imposición. Esta fue una de las causas por la que varios generales dieron un golpe de estado que fue abortado por Boris Yeltsin, quien trajo el final del comunismo en Rusia en 1991. Una más de las razones fue la imposibilidad económica de competir con el plan de defensa estadounidense conocido como STAR WARS. De hecho, una de las peculiaridades de la sociedad socialista estaba siendo pasada por alto por Gorvachov. Se trata de la planificación económica para cubrir las necesidades del estado y la población. Poco a poco se habían introducido formas capitalistas de occidente (aunque estas estaban en la base de la URSS, pues los precios y el dinero seguían vigentes). Estas formas llegaban tarde a una economía que había sufrido fuertemente la última crisis económica internacional. Además se adaptaron mal a las formas de la planificación. Además, la industria estaba anticuada. La escisión de estonia, Letonia y Lituania fue el pistoletazo de salida para la reunificación de Alemania y, poco a poco, la escisión de todos los países del Pacto de Varsovia. Al caer el comunismo la URSS se desintegró en varios estados no vistos desde los siglos XVII y XVIII. Esto empobreció a Rusia, cuya mayor parte de la industria y de reservas de energía nuclear se hallaba en varias de esas nuevas repúblicas. Rusia aumentó de nuevo su porcentaje de economía de sector primario, aunque el secundario seguía siendo importante. La ruina económica del país y el cambio del sistema político a modos occidentales provocó una fuerte emigración hacia Europa occidental, que se sumó a la emigración que también comenzaba a darse, por razones análogas, en los antiguos países del Pacto de Varsovia. Tan sólo Alemania oriental pareció resistir tal crisis. Su reunificación con la Alemania occidental, y su ingreso en la Unión Europea en una sola Alemania, vuelven a mostrar el auténtico espíritu emprendedor y de esfuerzo de esta sociedad (cosa que ya señala Pierre George).
El fin del bloque socialista también fomentó una ola de nacionalismo y xenofobia entre etnias que vivieron unidas por los diversos regímenes. Unos grupos sociales de identidad cultural creyeron haber sido agraviados por otro grupo social de identidad cultural que detentase el poder durante la época del comunismo. Esto fue parte de las guerras en la ex-Yugoslavia y en Chechenia, Albania o Armenia. Pero esa ola de nacionalismo y xenofobia también se dio en los países de Europa occidental al recibir al gran números de emigrados del este en busca de nuevas oportunidades. Estos crearon en determinadas ciudades lazos de unión parecidos al paisanaje, o simplemente buscaron la vivienda y el trabajo conjuntamente a otros compatriotas, como respuesta a esa ola de xenofobia. Casi se podría afirmar que en determinados lugares forman a la fuerza, o no, una comunidad aparte de la sociedad a la que han decidido ir. La pobreza de estos grupos a veces es extrema, Son empleados en trabajos duros y mal remunerados, a veces en condición de trabajador ilegal sin garantía civil alguna. Reproducen en gran escala lo que Pierre George ya decía que comenzaba a darse cuando él escribe su libro. Son los trabajadores del campo, de industrias metalúrgicas, o los mendigos. A ellos se les suman los emigrantes africanos que por conflictos, pobreza, hambre, u otras circunstancias, comenzaron a llegar masivamente a Europa a partir de los años 1990. Es significativo que en estas épocas hayan renacido en Europa ideologías o partidos políticos, así como asociaciones, de extrema derecha, tales como la Unión del Norte en Italia, el partido francés de Le Pen, los neofascistas y los neonazis en Alemania, España, Italia y en menor medida en Gran Bretaña, el actual gobierno de Austria a cargo de Haider, etc.
Los países socialistas de carácter no europeo tampoco parecen avanzar en vías de continuar por mucho tiempo. Cuba, el único estado comunista de América, ha iniciado desde mediados de los años 1990 una política de acercamiento a la iglesia católica y a formas aparentemente más democratizadoras (que no democráticas) en la isla, quizá con vistas a una previsible invasión norteamericana tras la futura desaparición de Fidel Castro. En este sentido, el viejo general comenzó cierta política de acercamiento al presidente estadounidense Bill Clinton, y posteriormente a EEUU con su apoyo a la lucha contra el terrorismo internacional tras el 11 de septiembre de 2001. La sociedad norcoreana sigue acérrima a las formas socialistas, pero prepara su unión a Corea del Sur, lo que llevaría a otra corriente democratizadora de su sociedad. Aparte de la incongruencia de vivir un comunismo hereditario. China sería realmente el bastión de ese segundo mundo, pero desde la caída de la URSS optó por acercarse a los mercados capitalistas y adquirir algunas de sus formas, por lo que su sociedad ya no es cien por cien socialista. Podría decirse que está afectada en parte por los efectos de la globalización y trata de adaptarse a los nuevos tiempos internacionales. Sin duda la sociedad china sí se mantendría diferente en cuanto a su carácter oriental de cultura cerrada. Su población creciente trata de ser moderada pero eso es algo que no terminan de lograr los dirigentes. Sus ciudades crecen como se ha dicho antes y comienza a ser una sociedad competitiva con occidente, aunque aún sea de manera incipiente.
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