martes, junio 30, 2020

NOTICIA 1977ª DESDE EL BAR: MI CINE DURANTE EL CONFINAMIENTO (y 4, final)

Pues terminado el estado de alarma el pasado 20 de junio, quedaba por terminar el comentario y análisis de las pelícilas que vi durante el mismo. La última entrega la realicé el 11 de mayo, por lo que toca hablar de las películas que vi completas desde el 12 de mayo al 20 de junio. Fueron menos que en otros periodos anteriores del estado de alarma, por una parte porque las películas que pusieron en televisión  no me terminaron de gustar o de atraer, por otra pusieron muchas que ya vi, por lo que no volví a verlas, por otra porque el 1 de junio comencé a volver al trabajo y por otra porque realicé varias cosas que no se habían podido hacer, como la visita al Museo del Romanticismo, la visita a la familia del tío paterno que se murió, o la visita y ayuda de mudanza a algunas amistades que en todo ese tiempo aún no había podido ver. 

Para las personas que quieran repasar las otras entregas la primera parte está en Noticia 1958ª, la segunda parte en  Noticia 1959ª y la tercera parte en Noticia 1966ª. Y una vez que está dicho esto, procedamos a poner esas películas que nos quedaban en esta serie sobre el cine que vi durante el estado de alarma.

El perfume (2006, Tom Tykwer): Nunca me hubiera interesado más que lo justito por esta película. No estaba en mis planes verla ni cuando la estrenaron ni después. Tampoco tengo especial interés en la novela de la que partió de Patrick Süskind, la cual fue un éxito de ventas en su momento y la cual he vendido varias veces cuando he ayudado a algún amigo librero. Sin embargo, un papelero del barrio me regaló el DVD en 2018, editado de forma barata por un periódico años antes y que no había tenido salida comercial, nadie lo compraba. Así que tengo el largometraje entre la filmoteca de mi casa en DVD original. Ahí lo tenía sin hacerle caso hasta este momento. La verdad es que vista la película... ahí se podía haber quedado. Pensaba que sería una historia al estilo del relato sobre el asesino en serie británico Sweeney Todd, del cual se han escrito libros y se han hecho películas y hasta musicales, relato por otra parte que yo conocí por la película que le dedicó David Moore en 2006 para la BBC, de la que creo que su antecendente de 1997 es interesante y de la que la más reciente de Tim Burton en 2007 es cuando menos peculiar, por decirlo así. La cosa es que no iba descaminado. La base de esta otra historia de El perfume es la misma que esa otra historia basada en un hecho real, solo que donde Sweneey Todd practicaba la repostería con carne humana, el protagonista ficticio de esta otra historia practica la perfumería con la descomposición de los cadáveres de mujeres como ingrediente secreto a sus perfumes. No creo que sea coincidencia que en pleno auge de la novela de Süskind se hiciera la película de la misma en 2006 y a la vez se retomara cinematográficamente la citada vida de Sweeney Todd por otra. Son dos historais diferentes, pero con claras coincidencias. El metraje de El perfume es una película alemana, pero podría pasar por su ritmo, por su poética visual, por su guión centrado en la poética y en los mundos interiores del protagonista, incluso por las reflexiones de la voz en off del narrador, por una película francesa. La historia trascurre en el París del siglo XVIII, probablemente por ello su realizador le quiso dar un espíritu totalmente francés, en ese sentido está lograda. El problema es que se le ha querido dar una forma de realismo mágico que quizá en la literatura es pura delicia, pero en cine, tal como se ha planteado, es un producto extraño, entre el video musical, la metafísica, el experimento, la lentitud introspectiva y el conjunto de elementos que ralentizan y aminoran cualquier atisbo de interés que pueda generar lo que se nos cuenta, sin descontar todos esos momentos que parece que va a pasar algo y no pasa nada ni aquellos otros que nos despistan y nos hacen preguntarnos primero: ¿que estoy viendo?, y luego: ¿por qué estoy viendo esto? Comentando este hecho días después con otra persona que vio la película y leyó el libro, su conclusión y sensaciones eran las mismas, no puede ser casualidad. No es que produzca rechazo lo experimental, es que la película está a medio camino de todos los caminos y no está en ningún camino. Se pierde en todos los vericuetos. No sabemos si es una propuesta estétitca, si es un thriller, si es una película poética, si es filosófica, si es un homenaje a las vanguardias fotográficas del final del siglo XX... aunque la película tuvo relativa repercusión, quizá por el tirón de la novela, aunque tiene algunos momentos estéticos interesantes, en general es una película altamente prescindible. Al menos esa es la sensación que me ha dejado tras la primera vez que la he visto en mi vida.

Los Croods, una aventura prehistórica (2013, Kirk De Micco y Chris Sanders): La emitió la televisión digital, a través de Disney Channel una noche, pero luego la repitieron un par de veces en días posteriores en otras cadenas adscritas al grupo que emite ese canal. No la había visto aún. Sé que tuvo bastante tirón entre padres y niños en su momento, tanto que se planteó una segunda parte para 2017, la cual fue postpuesta dado que Universal Pictures compró DreamWorks. la película hubiera podido salir entre 2019 y lo que va de 2020, pero definitivamente esa segunda parte se ha previsto para diciembre de este 2020. Como sea, para mi gusto no es de las mejores películas de dibujos animados de estas compañías cinematrográficas con ese estilo que se hayan podido crear en los últimos años. Son mucho mejores y con un humor más fresco y más imaginativo, con creces, títulos como Vaiana (2016, John Musker, Ron Clements, Don Hall y Chris Williams), Zootrópolis (2016, Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush) o Del revés (2015, Pete Docter y Ronaldo del Carmen), por citar tres de entre otros buenos títulos de esta clase. Pero es innegable que Los Croods tuvieron su tirón cuando se estrenó. Cumple con todos los mínimos argumentales de las películas de dibujos animados de estas factorías, película que pretende potenciar los valores familiares clásicos y de liderazgo, hoy día con toques feministas puestos de relevancia, cuyo principal planteamiento es el conflicto de valores que supone que una de las hijas alcance la pubertad y cuestione el orden establecido, cuestionamiento que provoca un grave problema que solo se resolverá cuando la hija entre de nuevo en el redil de aceptar el orden establecido, aunque ahora lo haga desde el respeto jerárquico emanado desde sus padres a ella. O en otras palabras, un conjunto de valores conservadores con claros matices de cultura norteamericana desde el mismo comienzo del metraje en el que hay una especie de juego de rugby para conseguir comida. Todo esto bajo un contexto en el que los padres han convencido a toda la familia de que deben estar encerrados sin salir de casa, porque salir de casa puede provocar la muerte. Ahí hay algo de platonismo, sí, pero en nuestros días, tal como ha pasado desde el comienzo del estado de alarma, hay programadores televisivos lanzando mensajes a interpretar por los televidentes, porque, además, es evidente que el padre en la película está tan equivocado como acertado. Los chistes son bastante formales, envueltos además en un problema ecológico como es la partición del desaparecido continenete de Pangea. Un mundo viejo se derrumba para crearse uno nuevo. Con todo, dentro de lo formal, la película mejora según avanza, aunque nunca más allá de hacer alguna sonrisa y poco más. Es una película para mi gusto correcta en todo, formal, sin demasiados atrevimientos, lo justito para cumplir el cupo de contentar una tarde a una familia con niños pequeños. Poco más.

Esperando al rey (2016, Tom Tykwer): Parece mentira que en tan poco tiempo viera dos películas de Tom Tykwer, y más con el mal sabor de boca que me había dejado El perfume. La puso La Sexta una noche de fin de semana y lo cierto es que no sabía que el director era él. No esperaba nada del metraje, pero el protagonista era Tom Hanks y tuve curiosidad, porque no sabía que había rodado este largometraje, así que la terminé viendo entera. Tiene algo que te invita a seguir la trama sin abandonarlo. Parece que diez años después de El perfume Tykwer hizo los deberes para hacer cine que no dejara más decepciones que disfrutes. Sigue teniendo un punto fotográfico estético claro, sobre todo potenciado por el desierto y sus posibilidades metafóricas a la hora de afrontar la historia del protagonista a modo de la historia del hombre de negocios actual frente al mundo que no es el suyo. Un gran hombre de negocios tiene que cerrar un negocio importante de comunicaciones con un país de Oriente Medio, presumiblemente Arabia Saudí. Es mandado por la empresa a ver al rey para ultimarlo todo junto a su equipo, pero el rey nunca aparece. Él está instalando en una caseta de obras en el desierto esperando que el rey aparezca, y a la vez está instalado en un hotel para dormir, en teoría no tiene permiso para salir de los lugares que el gobierno le ha marcado. Los retrasos harán que tarde meses en ver al rey, con todos los problemas que provoca económicamente para su empresa. Mientras, descubre de refilón algunas de las realidades más duras de la sociedad del país al saltarse las zonas que le fueron designadas gracias a su chófer particular. Descubre realidades como son las restricciones a las mujeres, el nacionalismo religioso que, por otra parte, toca insinuadamente los problemas sociales y terroristas de las monarquías absolutas hoy día, la corrupción de la administración, las implicaciones europeas que viven allí con los ojos cerrados a los padecimientos de la sociedad más pobre árabe de la que viven, o los escarceos amorosos a la vez que se descubre el amor. Y de paso, ¿por qué no? el problema existencial ante una dolencia desconocida en medio de un lugar lejano a tu casa real. Toca así muchos palos sin llegar a tocar ninguno en concreto. Si de algo va esta película es de lo insignificante del destino de un solo individuo por sí solo, pues es un conjunto de destinos y circunstancias los que determinan de verdad la vida del individuo de una forma entre aleatoria y consecuencia de un efecto mariposa de cada acto que hacemos como sociedad. La cosa es que Tykwer ha hecho mejor los deberes que hace diez años atrás y logra encajar muy bien un mensaje de lo que sería cine independiente dentro de lo que en realidad sería cine de superproducción. No está mal la película, pero hay que estar habituado al cine europeo independiente, aunque la película sea más hollywoodiense que europea, pese a ser alemana. Dentro del cine que pusieron, esta se podría salvar.

Garbo, el espía (el hombre que salvó el mundo) (2009, Edmon Roch): Este es un documental que me compré en DVD edición especial hace tiempo, pero no lo había visto hasta ahora. Vi el documental en sí y el conjunto de entrevistas y material inédito de investigación del extra. Igual que me pasó con otros documentales de esta serie, en concreto citemos Eight Days a Week: the touring years (2016, Ron Howard), del que hablé en la primera entrega, merece más la pena la información del extra que la del documental en sí. Todo el material de entrevistas que se quedó fuera del documental aporta más datos al historiador que el documental en sí, el cual está más preocupado en crear un producto estético con discurso y banda sonora prácticamente aspirando a ser una película compatible a una historia de ficción, aunque sea un documental de Historia real. De hecho el ritmo del documental implica el uso de imágenes de películas de cine negro que muy evidentemente delatan el deseo del director de crear algo artístico más que documental. Quizá creyó que la Historia es aburrida y por ello creyó necesario contar la Historia como si fuera algo de cultura pop muy apto. esta historia se conoce públicamente desde los años 1980, cuando se desclasificaron varios documentos de los archivos secretos de Reino Unido de la época de la Segunda Guerra Mundial. Joan Pujol un republicano español que durante la guerra civil se cambió de bando al franquista, terminó ofreciendo su ayuda como espía varias veces fallidas a los ingleses cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Al ser rechazado ofreció esta ayuda a los alemanes, que lo aceptaron. Se inventó toda una red inexistente de informadores e informaciones, hasta el punto que los alemanes le creían, momento en el cual los ingleses terminaron reclutándole después de que un alto mando norteamericano hablara de sus potencialiades como un agente doble para engañar a los alemanes. De este modo de vez en cuando pasaban información verificable para colar por otro lado informaciones falsas que favorecieran los planes de los aliados, lo que vino bien tanto para la Campaña del Norte de África como para engañar a los alemanes en cuanto a dónde sería el desembarco de Normandía... incluso estando produciéndose el desembarco. Por todo ello, Joan Pujol, apodado Garbo, pasó a ser condecorado por los dos bandos combatientes, es la única persona en lograrlo. Pasada la guerra fingió su propia muerte en África con ayuda del servicio secreto británico, abandonando a su familia y creando una nueva y otra vida en Hispanoamérica. Fue descubierto por un investigador del propio servicio secreto británico en los años 1980, y fue homenajeado por la propia Reina de Inglaterra en 1984, visitando las playas del desembarco junto a veteranos de guerra. España ya había recuperado su historia entonces en una entrevista que realizó entonces la televisión catalana, pero volvió a caer en la amnesia general colectiva hasta el estreno y los premios de este documental de cine en 2009. Interesa de entre los extra algunos documentales de los servicios secretos norteamericanos de la guerra, ya desclasificados, y que nos hacen ver que la técnica para grabar varias pistas de sonido a la vez ya estaba desarrollada en secreto en los años 1940, aunque no fuera hasta la década de 1960, con los Beatles, que esto se conociera y se pudiera popularizar. Pero también es interesante una extrapolación interpretativa de lo que se nos cuenta sobre la tarea de un doble agente, pues nos puede hacer pensar que actualmente, y gracias a Internet, puede que algún gobierno esté usando como dobles agentes a numerosas personas de todo el mundo sin que ellos mismos lo sepan, al hacer verosímiles algunas noticias que no son verdaderas, y que con su verosimilitud aceptada como verdad ayudan a alterar acontecimientos y conciencias, así como a cambiar el rumbo completo de las sociedades.

Drácula: la leyenda jamás contada (2014, Gary Shore): ¿Quién iba a decir también que en este estado de alarma en el que me dio por ver la película de Dracula de 1931, de la que ya os hablé en las entregas anteriores, ahora iba a ver otra más de Drácula? En este caso la vi porque la pusieron una noche en Neox y no había nada mejor que ver. Me generó curiosidad, pero está claro que no tiene nada que ver con todo lo anterior producido sobre este vampiro. Es una suerte de película que, como la de El perfume, aspira a aunar el lenguaje de video musical, en este caso un tanto gótico, con un lenguaje de película de acción, pasando por el tipo de vampiros que parecen superhéroes al estilo de algunas series de televisión y otras películas producidas para adolescentes, solo que esta vez no parece que el metraje fuera dirigido a los adolescentes, lo peor de todo esto: que Gary Shore se lo tomó como algo serio. Drácula, para empezar, pasa a ser revisado desde la óptica rumana de ser un héroe nacional que salvó Europa al detener a los turcos en su invasión de los reinos cristianos, pero como Drácula fuera de Rumanía es recordado por su crueldad o por los mitos de que se transformó en vampiro, esa visión romántica de héroe termina cayendo en los excesos de un héroe que es antihéroe, lo que le transforma en ese vampiro, y por el camino crea un grupo de vampiros en el siglo XV-XVI que parece que quieren tocar todas las historias de Drácula que se han rodado, o bien todas las de vampiros. Cual más o cual menos, las más importantes están todas presentes en este metraje si se sabe ver. Desde el Nosferatu de Mornau en 1922 al Drácula de Bram Stocker (1992, Coppola), desde el que rodó Browning en 1931 a Entrevista con el vampiro (1994, Neil Jordan) o hasta Blade (1998, Stephen Norrington). Es un Drácula para atraer jóvenes más acostumbrados a vampiros buenos con alma rebelde en historias incongruentes. En el camino de todo y encauzado en nada, como película de acción puede tener un pase siempre que se acepte la astracanada, pero en serio, no hagáis como el director, no os toméis en serio una película cuyo guión tal vez era más disoluto de lo que Shore creía que lo era. Tengo la impresión de que él quería rodar de acción y superhéroes y la productora le entregó una historia de vampiros. En todo caso, no deja de ser curioso un Drácula del siglo XVI con ligeros toques de la visión rumana sobre su figura.

La bruma (2018, Daniel Roby): Una película de sobremesa en fin de semana que aspiraba a poner de fondo mientras me amodorraba, pero lo sorprendente es que logró que la siguiera con interés. Es una película francesa que emitió canal Cuatro. Un movimiento sísmico reproducido por toda Europa provoca el escape de un gas denso desconocido que sumerge la ciudad de París, matando al instante a las personas que lo respiran. Solo logran sobrevivir las personas que alcanzan las alturas de los edificios más altos o bien viven en las zonas más elevadas de la ciudad, aparte de una serie de niños que viven dentro de burbujas de cristal por padecer una extraña enfermedad respiratoria. La electricidad es cortada, acceder a los alimentos es difícil y tener otro tipo de suministros es un problema. En este ambiente se dispara la solidaridad tanto como la insolidaridad entre los ciudadanos sobrevivientes de la nueva normalidad de este acontecimiento letal a modo de pandemia. Unos padres de una de las niñas burbuja quieren ayudar a su hija, aislada en su burbuja en medio de la bruma, antes de que se le agoten sus reservas energéticas. Para ello ayudan a la vez a un matrimonio anciano que les acoge en su casa. La película combina la acción con la metafísica e incluso con el intimismo introspectivo y sentimental propio del cine francés. Una mezcla curiosa. Las conexiones e intenciones del programador de televisión vuelven a ser evidentes, pero hay que reconocer que aún siendo una película de sobremesa tiene un nivel más alto que otras películas de sobremesa, y se nota una mayor preocupación por la calidad de la producción que el resto de este tipo de metrajes. Puede cuadrar perfectamente como película de cineclub de cine europeo aún entrando en la ciencia ficción de gran espectáculo, porque lo suyo no es tanto el espectáculo como el planteamiento de lo que lo inesperado más trágico puede provocar como ruptura en nuestras vidas, así como lo relativo de que la vida sea de un modo o no de otro o incluso una invitación a valorar lo que quiera que sea que en la vida nos ha tocado vivir. No es la gran película, pero no es una película mala. La película está bien y para lo que es se la puede tener buena consideración.

Jojo Rabbit (2019, Taika Waititi): Nada más regresar la reapertura de los cines, aquel viernes, abrieron menos de los que se cuentan con una mano. Yo salí del trabajo y, aprovechando que en Madrid capital hay sesiones matinales, me fui a los Cines Renoir de la Plaza de España, donde se reabría con las películas con las que habían cerrado el 14 de marzo, en su versión original subtitulada. La verdad es que me entrevistaron antes de entrar y esquivé tres grupos de periodistas a la salida. La pregunta principal era qué me había parecido ir al cine, supongo que lo mismo que a esas personas ir a comprar el pan o salir a dar una vuelta. Como sea, a esa hora solo había una película posible para ver y era esta comedia que entre finales de 2019 y comienzos del 2020 andaba por la polémica entre personas que les gustaba mucho y se reían y personas que la criticaban por vanalizar el nazismo y la extrema derecha. A ver, hay que reconocer que se viven épocas en las que las personas de piel más fina se han transformado en censures puros y duros en pro de construir lo que ellos consideran un mundo mejor, tal como todos los censores de todas las épocas creían estar haciendo. No a la censura. Sea como sea, el nazismo, el fascismo, la extrema derecha, ya ha sido objeto de humor en muchas ocasiones. Precisamente estaba Adolf Hitler vivo y matando gente cuando se creó la comedia Ser o no ser (1942, Ernst Lubitsch), o cuando arrasó en taquilla El gran dictador (1940, Charles Chaplin). Muy recientemente es muy meritorio el falso documental con total sentido del humor, y nada más y nada menos que de la mano de un revisionismo alemán que de paso critican el ascenso de la extrema derecha hoy día, Ha vuelto (2015, David Wnendt). No le veo particular problema a que se haga una comedia con el nazismo, riéndose de él, si hasta los dibujos animados vienen haciéndolo desde los años 1940. Ni siquiera con el asunto del exterminio judio, pues no se promueve, sino que se condena, solo que usando el humor, tal como los directores con origen judío citados ya hicieron incluso cuando aquella tragedia estaba ocurriendo a tiempo presente, Lubitsch y Chaplin. Jojo Rabbit usa de la condena al nazismo y al exterminio judío, por cierto reutilizando hasta cierto punto la historia de Anna Frank. El problema es que es una crítica aunque evidente no especialmente destacada, no especialmente comprometida, cuando incluso alguna de las partes del largometraje más que de los nazis parece que hablara de los comunistas. De hecho, igual hubiera sido ambientarla con los nazis que con el gobierno comunista de la República Democrática Alemana. Más aún, en pequeños detalles de la película pareciera que Waititi está en realidad dispuesto a exculpar a los nazis, pobres chicos confundidos, pero está totalmente interesado en presentar a los comunistas como auténticos asesinos culpables de todo, son los únicos que en la película aparecen practicando la violencia explícita de manera seria, no humorística, e incluso una ejecución de  nazis que el guión presenta claramente como injusta, eso a pesar de que es evidente de que aparecen ahorcados por los nazis en las calles, solo que nunca aparecen los nazis ahorcándolos ni practicando con seriedad ningún acto de violencia, ni nada concreto se muestra en el guión como una injuticia clara, aunque coincide en una condena general y social al nazismo, que parece más una convención que una convicción por parte del director del largometraje. Aún con todo, la película señala los absurdos del nazismo desde un punto de vista de la historia de un niño que se hace nazi más que por creer en aquello entendiendo totalmente lo que se le adoctrinó, por querer encajar socialmente con el resto de niños amigos suyos. Es la historia de un niño que quiere encajar entre sus amigos, ante la ausencia de su padre. En medio tiene a una madre de la resistencia alemana que oculta a una niña judía en su propia casa. Por todo ello ha desarrollado imaginariamente a un amigo peculiar, Adolf Hitler, que se le aparece como se le aparecía un conejo gigante y parlante al alcohólico de El invisible Harvey (1950, Henry Koster). La película ha sido dotada de un colorido en tonos pastel y estética de Arte Pop anacrónico, tan anacrónico que incluso se hacen guiños evidentes a videos musicales de los Beatles de los años 1960. El principal problema que tiene la película para mí es que su humor es en realidad un conjunto de chistes evidentemente de programa de televisión nocturno, lo que se conoce como Talk Show o Night Show. Encajan bien dentro de discursos de presentador que está obligado a tener cierta irreverencia como personaje golfo que cada noche debe crear un poco de polémica para hacer reir. Da la sensación que la película busca eso, revolver en asuntos polémicos para hacer reir, pero en realidad le da igual todo aquello de lo que se ríe, es solo el negocio de hacer humor. Ese es su problema. Si aceptas que ese conjunto de chistes estén hilados en un argumento de película, pues la película te funcionará, más o menos, si no terminas de digerirlo, pues se te quedará ciertamente coja. Es, en general, una película creada como excusa por su director para ver si funcionan o si comercializa una serie de chistes sobre el nazismo que se le ocurrieron, no hay especial compromiso político o social como otros metrajes de humor. A mí no me hizo carcajear, ni reir, alguna cosa me hizo sonreir, algunas partes, con ojos críticos me parecen que sobraban, pero si se ve sin ojos críticos te puede valer. Puede ser para pasar un rato, siempre que no se espere de ella lo que se supone que Waititi decía que se podía esperar.

Despertando a Zodiac (2017, Jonathan Wright): Zodiac fue uno de los asesinos en serie más famosos del siglo XX en Estados Unidos de América. Mató entre los años 1960 y 1970 mandando cartas a la policía y siguiendo el zodiaco. Nunca se supo quién era o quién sigue siendo. Ha despertado todo tipo de hipótesis, de seguidores y de cazadores de recompensas, y no es la primera película que le dedican, de hecho David Fincher ya dirigió Zodiac en 2007. En este otro caso, Despertanto a Zodiac, el canadiense Wright traslada la historia a nuestras épocas actuales y crea la teoría de que Zodiac actualmente es un anciano integrado con normalidad en la sociedad y que oculta sus cosas en un trastero alquilado. El problema viene cuando por un impago ese trastero es comprado por una pareja joven que se adentra así en una serie de pistas mediante las cuales creen que pueden conseguir la gran recompensa que se ofrece por la identidad de Zodiac, lo que no esperan es que el asesino no está muy lejos y que ellos mismos se transforman en el objetivo de sus próximas víctimas, de ahí que la película se dedique a su despertar. Fue emitida por TVE 1 en una noche. Película de suspense que tontea con el género de terror sin llegar a crear terror. Tiene un ritmo más propio de las películas de los años 1990 de este género que las tan espectaculares que se hacen en los 2010. Se alimenta de la cultura audiovisual televisiva que el director supone al espectador medio de este largometraje, pues tiene numerosos puntos de unión y lenguaje a los programas de realidad (reality show) destinados a mostrar cosas como las sorpresas de los trasteros que sortean por impago, los crímenes no resueltos, los detectives aficionados, etcétera. De paso entra en el sueño americano tratando de prosperar haciendo lo que te gusta y con poco esfuerzo. Como sea, es una película ligera, no es la más significativa de su género, pero está ahí, no es lo peor que de este tipo de cine se ha hecho, aunque se pudiera mejorar. Pensemos por ejemplo que si Zodiac ha de ser un anciano, en toda la película salen tres ancianos y dos de ellos mueren, por lo que deja poco para la imaginación.

Miles ahead (2015, Don Cheadle): La mejor película de esta última etapa del estado de alarma fue la última, emitida por La 2 por la noche. Se trata de un biopic sobre la vida del músico de jazz Miles Davis. A mí este músico me gusta bastante, especialmente su álbum Milestones (1958); quepa decir que dentro del jazz innovó el estilo varias veces y cuenta con varios álbumes clave, y que en determinado momento de finales de los años 1960 y principios de los 1970 influyó totalmente en la música rock y pop del momento y aún volvió a hacerlo en los años 1980, siendo para los años 1990 una referencia de toda la música popular del siglo XX. Ahora bien, tenía una personalidad difícil de tratar, con mal humor, diversos prejuicios, alcoholemia, drogadicción de drogas duras, diversos problemas graves de convivencia en su vida personal, y un problema físico que le dejó cojo por accidente y que empeoró aún más su carácter. En 1975 todo confluyó en sus horas más bajas para que no se le ocurriera nada de calidad, según él, y decidió retirarse de la música, siendo ya un clásico venerado y en lo más alto de su producción. De repente dejó de producir. Además esaba de fondo diversos traumas no superados, como la ruptura con la mujer que más amó... y con la que tuvo peleas violentas por los efectos paranoides de varias drogas y medicamentos que tomaba. Es curioso que 1975 es el punto de inflexión productiva para muchos de los grandes autores, Lennon también paró en ese año y ya no volvería hasta 1980, año que le mataron, o bien The Who, Led Zeppelin, Bob Dylan o Deep Purple comenzaron ya a crear álbumes que se consideraron menores respecto a lo anterior y así siguieron hasta su final o bien hasta un resurgir años más tarde. En el caso de Miles Davis su regreso no se produciría hasta 1981. Entre medias recibiría, para su disgusto, diversas ofertas para regresar de algún modo o para mantener la venta de sus discos. Una de esas ofertas parecía que se iba a materializar en 1979, cuando se rumoreaba que había participado de la grabación para uso privado de un encuentro privado con otros músicos del jazz actual de aquel momento. La reunión y la grabación eran reales, pero Miles Davis guardaba la grabación como secreto de Estado y se negaba a mostrarla ni a volver. En ese momento llegó a su vida un periodista que decía trabajar para la revista Rolling Stones, y que en realidad usaba todo tipo de trucos y engaños para lograr un reportaje exclusivo que relanzara su carrera y la del propio Davis, aunque Davis era contrario a él. La película se centra en ese momento, más o menos entre 1979 ó 1980. La relación entre Davis y el citado periodista fue fuerte pero a la vez convulsa, había amor-odio por la difícil personalidad de Davis. Por otra parte, chanchullos de la discográfica, la acción de un mafioso de poca monta y la intervención de un nuevo músico de jazz imbuido en la droga, provocó el intento de robo de la grabación, lo que les metió a todos en una extraña historia con persecución y tiroteo incluidos. Todo ese momento es la historia central del metraje, lo que hace que tenga algo de road movie, de película de acción e incluso de género de extraña pareja de policías de diferente modo de ser y algo de comedia. Todo este relato fue algo tan emocionalmente fuerte que ambos personajes se ayudaron mutuamente hasta el punto de que en 1981 lograron ese regreso musical, con gran éxito, y relanzar la carrera periodística del periodista. Entre medias se introducen recuerdos de Davis desde sus inicios a sus mejores momentos, con una excelente fotografía y vestuario que recupera a la perfección los ambientes reales en los que vivió Davis y que conocemos a través de las sesiones de fotografías innumerables de cada momento de su vida y producciones. Además, cada recuerdo lleva consigo de banda sonora lo que en esos momentos componía. Se explica su vida escogiendo momentos clave, algunos aspectos se explican de manera sutil, incluso los polémicos como sus relaciones con mujeres de raza blanca, siendo él negro, cosa que en su juventud era algo mal visto por un sistema racista instalado en la sociedad norteamericana, cosa que le llevó injustamente al calabozo de una comisaria incluso siendo ya famoso. La caracterización del actor es perfecta. El regreso de Davis en 1981 supuso además un cambio radical del jazz, al fusionarlo con otros géneros de una manera como nadie se había atrevido. El autor comprendía la música como arte y no tanto como éxitos que comercializar, de ahí buena parte de su historia y de su temperamento. Uno de los biopic que más me han gustado de los últimos que he visto. Lo recomiendo incondicionalmente, incluso si lo que te interesa es una película de poli bueno y poli malo. Muy buena película.

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