Lo sé, lo sé, estamos a día 3 de junio y aún no he renovado la actualidad de esta bitácora, teniendo en cuenta que la noticia anterior era sobre que iba a firmar libros en la Feria del Libro de Madrid el pasado miércoles 1 de junio, antes de ayer. La cosa es que ayer estuve llevando un ejemplar de Relatos de la Gran Guerra a un amigo que lo quería pero cuyo trabajo le impedía ir a la Feria de Madrid. Una cosa llevó a otras y al final todo el día de ayer estuve ocupado sin acercarme demasiado a un ordenador. El Parque del Retiro tuvo el día de la firma de ejemplares una tarde fabulosa casi como si fuera de verano. Estos días pasados de frío y lluvia primaverales parecían lejanos. Son las sorpresas climatológicas de este año, aunque hemos tenido una primavera que se ha comportado como primavera, lo que me alegra, porque hacía mucho tiempo que no ocurría. Estuve firmando una hora y media en la primera hora de apertura de la tarde de las casetas. La mía era la de la Librería Salamanca, que estaba ubicada al lado de la de editorial Nevski y de la de editorial Rama-Lama, cuyos libros siempre son un gustazo y alguno está en mis anaqueles. Los libreros eran gente muy simpática. Tuvimos una primera media hora más bien suave con una conversación amena sobre Historia. Pero a lo largo de toda la hora siguiente no paró de venir gente para comprar el libro y que se lo firmara. Con todos mantuve una pequeña conversación, me pareció apropiado. Se vendieron todos los libros que había en la caseta. Agoté los ejemplares.
Así que allí estuve yo, con vosotros, los lectores y lectoras, firmando en el mismo sitio donde el día anterior estaba firmando el cantautor Luis Eduardo Aute. La coincidencia quiso que enfrente estuviera además la caseta de la Fundación Anselmo Lorenzo, atendida por una antigua compañera de la Universidad, hace ya más de diez años, y amiga. Vi muchas caras conocidas y amigas. También conocí a uno de los otros dos autores de la Editorial Atlantis que firmarían después de mí. Vino a ver la caseta y a verme justo al comienzo de abrir. Era Eugenio Piñeiro Mejuto, escritor de El heraldo del caos. Él y la chica que venía con él me compraron dos ejemplares y yo le compré uno de los suyos. Nos intercambiamos firmas y conversaciones. Venía de una aldea de Galicia, lo que me pareció por su parte muy meritoria su apuesta por estar presente en Madrid. Bien es cierto que es algo importante. Decidí llevar conmigo la condecoración de guía de viajeros del tiempo que me dieron el año pasado, como os conté, como siempre también llevaba el símbolo de la paz, y acompañé a todo ello una serie de otros complementos en los cuáles en cada uno había el resto de una mujer, de una amiga, o mejor dicho, no el resto, si no la presencia. Entre ellos estaba la cara de Fernando Arrabal. De acuerdo que escribiros esto es algo totalmente banal, sin embargo me pareció importante llevar todo aquello ese día. La condecoración, por cierto, fue confundida por un anciano como condecoración de guerra, pero, como el símbolo de la paz que eternamente cuelga de mi cuello indica, no es la guerra lo que está en mi ánimo. Mi libro, aún con todo, sigue siendo antibélico. Todo lo que llevaba tenía un porqué, e incluso el bolígrafo Bic plateado, que me regaló María Gómez expresamente para firmar libros. El hecho de firmar lo entiendo como algo que deja constancia para el futuro de un hecho que se considera importante. El hecho de firmar un libro, una carta, un lo que sea, a alguien, lo sé como historiador y como archivero, conlleva un gesto de trascendencia y de legado al futuro incluso más allá de la muerte de la persona. Se firma con dedicatoria aquello que se considera importante y se le pide la firma al que se considera que es importante que deje su huella para el futuro entre tus cosas con su firma. Firme a cada persona de modo individualizado y dedicándoles unas palabras. Es en el hecho de firmar lo escrito lo que perdura. Quise darle al acto además el recuerdo visual personal de la imagen que lancé a quien se acercó. Un recuerdo más volátil, pues queda solo en la memoria, salvo por las fotografías, que las hubo y de las que hoy me llegan varias. También la imagen grabada en fotografía perdura en el tiempo y nos habla de la transcendencia y el significado de aquello que se fotografía. Es por ello que palabras e imagen era algo sumamente importante para dejar reflejado en el futuro este acto de antes de ayer de firmar por primera vez mi primer libro editado. Quiero dejar con ello un poso de un tiempo vivido. No sé si habrá otros libros, otras firmas, yo deseo que sí, pero estas primeras firmas de este primer libro son significativas por cuanto valen como hecho en la vida personal de este autor. Muchas personas que iniciaron el camino de la escritura conmigo se llevaron esas palabras que les individualizaban y ese mensaje de mi ropa, que por material es banal, pero que por mensaje es transcendente.
De la firma del día 1 se hicieron eco las cadenas de radio SER-Henares y Onda Cero Henares en su twitter, los medios escritos cibernéticos La
Luna de Alcalá, Alcalá Hoy y Te Gusta Leer, numerosos lectores de mi
bitácora a través de redes sociales y, el caso más curioso de todos: Izquierda Unida de Alcalá de Henares que compartió el
enlace vía twitter y se hizo amigo-seguidor mío por esa vía. Correspondí haciéndome seguidor Twitter suyo por el gesto que tuvieron
conmigo retwitteando lo de la firma de Madrid... que nada tenía que ver con la política. También es cierto que una Organización No Gubernamental dedicada a derechos humanos se acercó a la caseta a última hora
para ofrecerme papeles por los cuáles ofrecerme a firmar manifiestos por
los derechos humanos en el futuro si lo deseba como autor.
Por lo demás, el libro ya se puede solicitar en cualquier librería de España. Por de pronto he visto que la librería Diógenes de mi ciudad, Alcalá de Henares, han solicitado ejemplares físicos y que incluso los venden exponiendo uno de ellos en uno de sus escaparates más grandes que da a la muy transitada Calle Ramón y Cajal. Pero incluso si se quisiera hacer la compra por vía de Internet, veo que también Diógenes se ha lanzado a venderlo a través de su tienda on line. A mí me gusta el hecho de ir a una librería y comprar el libro, o encargarlo, pero esa opción cibernética también existe. La librería tiene un puesto en la Feria del Libro de Madrid. Visité a su dueño y hablamos de la posibilidad de presentarlo de nuevo en la ciudad en su local. Si bien mi editorial, Atlantis, también lo vende on line, he visto que Amazon ya lo tiene disponible, y que incluso lo tiene rebajado de precio y con los gastos de envío gratuitos. Y también rebajado de precio lo tiene Agapea. Por otro lado, en breve estará en La Casa del Libro.
Por de pronto, por hoy os dejo con esto. Por dos días seguidos, empezando por esta misma tarde, comenzará el festival de Alcalá es Música, que llenará las plazas del distrito centro de un montón de conciertos de todo tipo de estilos. Yo quisiera escuchar especialmente los de rock, blues y soul, quizá algo de clásica. De lo que escribió esta mañana un poeta y cuentista alcalaíno amigo, del que no voy a poner su nombre de manera pública para no comprometerle, me sumo a su valoración: "Fiesta de la Música de Alcalá de Henares.- Dícese del evento organizado
para promocionar durante tres días a los músicos de Alcalá con el dinero
recaudado multando a los locales donde se los promociona durante todo
el año". Pero de este tema ya hablaremos cuando toque hablar, si toca hablar. En principio, disfrutemos de la música... y de la lectura.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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