La segunda conferencia que di para el Foro de Historiadores del Valle del Henares en 2014 fue una investigación que nació a raíz de otra investigación para la que me pidió ayuda el doctor en Historia Julián Vadillo. Es por ello que esta investigación es conjunta y la autoría cuenta de ambos. En esta ocasión nos trasladamos a 1871-1872, justo el momento entre el reinado de Amadeo I de Saboya y lo que sería en 1873 la Primera República Española. En 1868 habían comenzado a aparecer en España ideas socialistas por las cuales las clases trabajadores comenzaron a tomar conciencia de sí mismas como conjunto que podía organizarse y reclamar mejoras en su vida y cambios en la sociedad establecida. Justo ese año fue el comienzo del Sexenio Democrático, con la abdicación de Isabel I del trono, presionada por la corrupción y la situación económica, política y social cada vez más deteriorada. El comienzo del socialismo en Alcalá de Henares está ligado a esas fechas y precisamente a una figura de relevancia mundial, Paul Lafargue, yerno de Karl Marx y futuro (no en esos años aún) inspirador de las ideas socialdemócratas. De ese origen socialista en Alcalá de Henares se puede leer en "Los orígenes del socialismo en Alcalá de Henares", que escribió Mauricio Basterra en 2011. Aunque se lee más y mejor en el libro que escribió Julián Vadillo, aún disponible en alguna libreria, aunque ya casi agotado, y que apunta a una futura segunda edición por lo muy reclamado que ha sido. Por seguir con la bitácora Fraternidad Universal, Mauricio Basterra reseñó ese libro en "El movimiento obrero en Alcalá de Henares". Muchas fueron las personas que participaron de la Primera Internacional entre las décadas de 1860 y 1870, desarrollando las ideas que mediante las diferentes tendencias del socialismo han dado reivindicaciones y luchas obreras que han logrado muchos de los avances en la vida de los trabajadores del siglo XX en adelante, aunque estemos en años de retroceso en esos avances. Entre esas personas se puede leer los nombres de los principales ideólogos que participaron también de la mano de Mauricio Basterra. Paul Lafargue, en su paso por España enviado por Karl Marx para ganarse la Federación Regional Española a la causa marxista y no a la de los seguidores de Bakunin, estuvo en Alcalá de Henares y se presentó a la Primera Internacional en nombre de los trabajadores de Alcalá de Henares. Si bien Julián Vadillo trabajó sobre Paul Lafargue, yo, para esta conferencia que dimos en 2014, me centré en rastrear en la prensa del momento el núcleo original del movimiento obrero en Alcalá de Henares.
Os dejo con la primera parte de esta conferencia, la cual fue publicada en:
Varios autores, Libro de Actas del XIV Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, 2014, ed. Institución de Estudios Complutenses, Alcalá de Henares-Guadalajara, 2014. [Conferencia citada: Julián Vadillo Muñoz y Daniel López-Serrano Páez, "Alcalá de Henares dentro de la Primera Internacional, un forcejeo entre marxistas y anarquistas (1871-1872)", pp. 211-225].
Varios autores, Libro de Actas del XIV Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, 2014, ed. Institución de Estudios Complutenses, Alcalá de Henares-Guadalajara, 2014. [Conferencia citada: Julián Vadillo Muñoz y Daniel López-Serrano Páez, "Alcalá de Henares dentro de la Primera Internacional, un forcejeo entre marxistas y anarquistas (1871-1872)", pp. 211-225].
ALCALÁ DE HENARES
DENTRO DE LA I INTERNACIONAL, UN FORCEJEO ENTRE MARXISTAS Y ANARQUISTAS
(1871-1872) (parte 1 de 2)
RESUMEN:
La conservación de los archivos del movimiento obrero nos sirve para
reconstruir la historia de este movimiento. Y para comprobar el alcance de su
influencia los estudios locales son fundamentales. En el caso de Alcalá de
Henares no sólo hay una implicación en el desarrollo del movimiento obrero. Las
disputas entre marxistas y anarquistas en el seno de la Primera Internacional
tuvieron en Alcalá un escenario privilegiado. La llegada de Paul Lafargue a
España y su estancia en Madrid y Alcalá determinó el proceso de la Federación
Local de Alcalá de Henares de la FRE que surgió entre 1871 y 1872. Los debates
entre marxistas y bakuninistas tuvieron en Alcalá de Henares especial
relevancia gracias a la influencia de Lafargue, ya que la sección de Alcalá se
decantó por el marxismo.
Palabras
clave: Marxismo, anarquismo, internacionalismo, prensa obrera, historia local.
INTRODUCCIÓN
En los últimos trece años la documentación de los archivos obreros de las diferentes fundaciones españolas que se dedican a ellos nos han permitido conocer detalles olvidados de los acontecimientos de la Historia del Movimiento Obrero en España. Tras las revoluciones sociales del final del siglo XVIII que dieron pie a la Edad Contemporánea, el siglo XIX vivió en su primera mitad una gran profusión de revoluciones en las que tuvieron cabida la puesta en práctica de experiencias socialistas, unas con más fortuna que otras. En 1864 nació la primera organización internacional con el objetivo de unir a los trabajadores del mundo, fundamentalmente europeos, con presencia de los americanos de cultura Occidental. Así nació la Asociación Internacional de los Trabajadores (la Primera Internacional) en cuyo seno se iban a vivir apasionantes momentos donde se concibió un mundo futuro mejor desde perspectivas muy diferentes representadas básicamente por marxistas y anarquistas, junto a otras tendencias obreras del momento.
En el centro de esas peleas entre corrientes se situarían dos hechos cruciales en la Historia: En España el Sexenio Democrático con todas las vicisitudes que lo caracterizó. En Europa la Comuna de París como primera experiencia de toma del poder por parte de la clase obrera. España fue campo de batalla para tomar posiciones ventajosas para extender un concepto de revolución diferente entre marxistas y anarquistas. En ese campo de batalla llegó a España el yerno de Karl Marx, Paul Lafargue. Lafargue hizo su labor principalmente en Madrid según la historiografía tradicional. Alcalá de Henares fue epicentro de estos debates. Los obreros complutenses llegaron a elegir a Paul Lafargue como representante en el Congreso de Zaragoza de 1872. El presente trabajo de investigación tratará de arrojar más datos y luces sobre la Federación Local de Alcalá de Henares dentro de la AIT. Para ello seguiremos las publicaciones de tres editoriales de prensa obrera de la época conservadas en el archivo histórico de la Fundación Pablo Iglesias (FPI).
En el centro de esas peleas entre corrientes se situarían dos hechos cruciales en la Historia: En España el Sexenio Democrático con todas las vicisitudes que lo caracterizó. En Europa la Comuna de París como primera experiencia de toma del poder por parte de la clase obrera. España fue campo de batalla para tomar posiciones ventajosas para extender un concepto de revolución diferente entre marxistas y anarquistas. En ese campo de batalla llegó a España el yerno de Karl Marx, Paul Lafargue. Lafargue hizo su labor principalmente en Madrid según la historiografía tradicional. Alcalá de Henares fue epicentro de estos debates. Los obreros complutenses llegaron a elegir a Paul Lafargue como representante en el Congreso de Zaragoza de 1872. El presente trabajo de investigación tratará de arrojar más datos y luces sobre la Federación Local de Alcalá de Henares dentro de la AIT. Para ello seguiremos las publicaciones de tres editoriales de prensa obrera de la época conservadas en el archivo histórico de la Fundación Pablo Iglesias (FPI).
LA
AIT
El siglo XIX asistió a la organización de los trabajadores de manera internacional para defender sus intereses de clase. En torno a las décadas de 1860 y 1870 diferentes corrientes de entender el movimiento y lucha de los obreros confluyeron en 1864 en Londres (Reino Unido) para aprobar un proyecto de Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). La AIT nació formalmente dos años más tarde, en 1866, en Ginebra (Suiza). Tenía como primeros objetivos estudiar las condiciones laborales de todos los trabajadores del mundo, reivindicar la jornada de ocho horas, condenar el trabajo excesivo de mujeres y niños y admitir a los trabajadores intelectuales como trabajadores en sí mismos.
A muy grandes rasgos, y saltándonos muchos detalles, en 1867 se produjo el Segundo Congreso, en Lausana (también en Suiza). Ya en aquel momento se hizo patente un primer enfrentamiento ideológico entre los partidarios del colectivismo y los partidarios de los mutualismos. En 1868 el Tercer Congreso se produjo en Bruselas (Bélgica), donde se trataron los temas concernientes a la huelga como herramienta de lucha obrera, así como su uso si estallara la guerra entre Francia y Alemania. Aunque en ese año es interesante destacar que Bakunin había fundado la asociación obrera Democracia Socialista, para defender sus tesis anarquistas. El Cuarto Congreso fue en Basilea (otra vez Suiza). Allí se habló de cómo abolir la propiedad privada, pero la atención principal de los sucesos que se vivieron las centralizaron Bakunin y Karl Marx, fundador de la llamada corriente comunista autoritaria, hoy día simplemente conocida como comunista. La guerra al final estalló durante la prolongación de la vigencia de este congreso, y derivó en la proclamación de la Comuna de París de 1871, de la que participan varios miembros de la AIT. Sirvió como objeto de enfrentamiento muy virulento en los debates entre comunistas y anarquistas. Tanto fue así que en aquel año, tras brutales acusaciones, la corriente marxista se impuso en el control de la Conferencia de Londres, mientras la Confederación del Jura, anarquista, se negó a acatar las resoluciones que allí se aprobaron, al considerarlas una traición a los intereses de la clase trabajadora, al sustituir un Estado burgués por la creación de un Estado con una dictadura del proletariado que en realidad formaría una nueva clase de burguesía explotadora de los trabajadores. En 1872 las acusaciones y las escisiones fueron tantas que en el Congreso de La Haya (Holanda) se produjo la expulsión de los anarquistas y el traslado de la AIT a Nueva York (Estados Unidos de América).
A muy grandes rasgos, y saltándonos muchos detalles, en 1867 se produjo el Segundo Congreso, en Lausana (también en Suiza). Ya en aquel momento se hizo patente un primer enfrentamiento ideológico entre los partidarios del colectivismo y los partidarios de los mutualismos. En 1868 el Tercer Congreso se produjo en Bruselas (Bélgica), donde se trataron los temas concernientes a la huelga como herramienta de lucha obrera, así como su uso si estallara la guerra entre Francia y Alemania. Aunque en ese año es interesante destacar que Bakunin había fundado la asociación obrera Democracia Socialista, para defender sus tesis anarquistas. El Cuarto Congreso fue en Basilea (otra vez Suiza). Allí se habló de cómo abolir la propiedad privada, pero la atención principal de los sucesos que se vivieron las centralizaron Bakunin y Karl Marx, fundador de la llamada corriente comunista autoritaria, hoy día simplemente conocida como comunista. La guerra al final estalló durante la prolongación de la vigencia de este congreso, y derivó en la proclamación de la Comuna de París de 1871, de la que participan varios miembros de la AIT. Sirvió como objeto de enfrentamiento muy virulento en los debates entre comunistas y anarquistas. Tanto fue así que en aquel año, tras brutales acusaciones, la corriente marxista se impuso en el control de la Conferencia de Londres, mientras la Confederación del Jura, anarquista, se negó a acatar las resoluciones que allí se aprobaron, al considerarlas una traición a los intereses de la clase trabajadora, al sustituir un Estado burgués por la creación de un Estado con una dictadura del proletariado que en realidad formaría una nueva clase de burguesía explotadora de los trabajadores. En 1872 las acusaciones y las escisiones fueron tantas que en el Congreso de La Haya (Holanda) se produjo la expulsión de los anarquistas y el traslado de la AIT a Nueva York (Estados Unidos de América).
LA
AIT EN ESPAÑA, PAUL LAFARGUE EN MADRID Y ALCALÁ DE HENARES
En este contexto no estuvo indiferente España, participó también de todo este proceso. Y dentro de España llama la atención el caso de Alcalá de Henares, entre la capital del Estado, Madrid, y la capital provincial de Guadalajara. Llama la atención porque Paul Lafargue, yerno de Karl Marx y defensor de la corriente ideológica del mismo (al menos hasta que años después se decantase por la fundación de la socialdemocracia), acudió a un congreso de la Federación Regional Española (FRE) de la AIT como delegado de la sección de la Internacional por Alcalá de Henares [1].
Paul Lafargue, miembro del consejo general de la AIT había sido nombrado secretario para España al tener antepasados hispanos. Pero su labor de cara a atraer a los obreros españoles a las tesis de Marx no fueron todo lo fructíferas que hubieran deseado. Fernando Garrido, en nombre de la Legión Ibérica, ya había mandado un manifiesto de adhesión al Segundo Congreso de la AIT. Aquel contacto era de carácter principalmente mutualista y próximo al primer socialismo decimonónico de Fourier. Y en el Tercer Congreso de 1868 el contacto principal se realizó teniendo por representante al maquinista Antonio Marsal. Aún más, el napolitano anarquista Giuseppe Fanelli, seguidor de Bakunin, entró en España y tomó contacto con numerosos focos obreros. Efectivamente, el anarquismo cobra de esa manera una importancia crucial en el país y se expande con mayor rapidez que los marxistas, aunque las razones más profundas son dignas y propias de otros trabajos más extensos. Uno de los contactos de Fanelli fue el toledano Anselmo Lorenzo, quien logra una extensión ideológica del anarquismo en el centro peninsular considerable dentro de lo que era el número de obreros concienciados en la época. También contacto con Tomás González Morago, uno de los máximos exponentes de la corriente anarquista, y Francisco Mora, uno de los futuros fundadores del PSOE.
La FRE se había asentado en Madrid capital definitivamente en 1869 dentro del contexto citado donde Marx y Bakunin intentaban tomar posiciones en el convencimiento de las masas sobre sus tesis como las más responsables y sensatas, respectivamente [2]. En Alcalá de Henares la FRE llega en 1871. Paul Lafargue, que había llegado a España en ese año huido de la Comuna de París, escribe al Congreso de Londres para indicarles que acudiría al Congreso de Zaragoza de la FRE de 1872 como delegado de la sección de Alcalá de Henares, como ya hemos dicho [3]. Tuvo que usar el pseudónimo Pablo Farga, debido a que era una persona perseguida por su participación en La Comuna [4]. En aquel congreso terminarían triunfando las tesis bakuninistas, dando por resultado en España que los trabajadores organizados entre sí encontraban mayor respuesta a sus inquietudes y problemas en el anarquismo y el anarcosindicalismo.
En 1872 la división del Congreso de La Haya entre marxistas y bakuninistas llega a Madrid en torno a la diferente prensa obrera que recogía las tendencias preferentes de unos y otros [5]. El periódico La Emancipación, donde Paul Lafargue elabora una gran cantidad de artículos (muchos anónimos en su día) y bastante correspondencia, apoya la creación de la Nueva Federación Madrileña, partidaria de las tesis de Marx, frente a la Federación Local de Madrid, partidaria de las tesis de Bakunin. La Nueva Federación, como se verá en este artículo, vivió una serie de forcejeos ideológicos hasta su reconocimiento por el propio Karl Marx y por Friedrich Engels, en aquellas épocas Secretario por España en el Consejo general de la AIT. En Alcalá de Henares estas divisiones también tienen su repercusión, aunque mayoritariamente se decantan por las tesis de Lafargue y Marx, se sospecha que quedaron algunos núcleos anarquistas en la ciudad [6]. En 1875, a causa de la Restauración de la Monarquía en la figura de Alfonso XII, con el conservador Cánovas del Castillo como presidente del Consejo de Ministros, la AIT en España es prohibida y perseguida. Por ello, por lo menos hasta la fecha actual, se ha perdido en buena parte la pista de los sucesos en Alcalá relativos a estos asuntos durante las siguientes décadas más inmediatas. No obstante, otro movimiento, el socialdemócrata, con la idea de llegar a la revolución por medio de reformas sociales acumuladas en acciones parlamentarias, que es el movimiento con el que acabaría simpatizando Lafargue, fundó en España en 1879 el Partido Socialista Demócratico Obrero Español, que tras perder en su nombre la palabra “Democrático” se conoce con las siglas PSOE. Su fundador fundamental, Pablo Iglesias, también promovió la fundación de un sindicato en 1888, la Unión General de Trabajadores (UGT).
Que Paul Lafargue eligiera como pseudónimo el nombre de Pablo Farga para entrar en España en 1871 y comenzara a tomar contactos con los obreros interesados en la Internacional, pudiera no ser sólo un mero juego fonético y de traducción con su nombre real. Años antes, en 1868, Fanelli al llegar a España mantuvo sus primeros contactos en Cataluña con los franceses Elías Reclus y Arístide Rey, que iban con el español Fernando Garrido. Estos favorecieron su viaje a Madrid. Allí tomó contacto con Tomás González Morago y Anselmo Lorenzo, entre otros, pero también con alguien decisivo en la formación del grupo anarquista de la AIT en España, José Luis Pellicer, cuyo tío era Rafael Farga Pellicer. Ambos Pellicer, del núcleo barcelonés, serían los primeros presidente y secretario de la AIT en un grupo provisional. El prestigio del apellido Farga entre los internacionales españoles desde 1868 pudo influir pues en que Lafargue decidiera ocultar su apellido original en aquel Farga. No obstante su misión en España era acercar y propagar las ideas marxistas, lo que llevaba a competir con este núcleo bakuninista fomentado por Fanelli [7].
Como sea, en diciembre de 1871 el nuevo presidente del Consejo de Ministros sería el liberal Sagasta, que había pasado todo el año atacando a los internacionales, especialmente desde mayo. Parte del Consejo Federal se trasladó a Portugal y fundaron una sección de la AIT allí. Desde entonces las secciones portuguesa y española de la AIT irían juntas en sus ideas y decisiones en muchas cuestiones. Según palabras de Sagasta en octubre de 1871 la finalidad de los internacionales era “destruir la familia, destruir la sociedad, borrar la patria; hacer desaparecer por la fuerza todos los elementos de civilización conocidos” [8]. A lo que el Consejo Federal le contestó el día 17: “si la Internacional viene a realizar la justicia y la ley se opone, la Internacional está por encima de la ley. Los trabajadores tienen el derecho innegable, indiscutible, de llevar a cabo su organización y realizar la aspiración que se proponen. Esto lo conseguirán con la ley o a pesar de ella” [9]. A pesar de que republicanos e internacionalistas chocaban en ideas, algunos republicanos apoyaron a los Internacionales, salvo en sus premisas sobre la abolición de la propiedad privada, como por ejemplo Pi i Margall. En este sentido, el republicano más valorado por los internacionales españoles de la época fue Nicolás Salmerón, futuro presidente de la I República en 1873, aunque Salmerón lo que hacía era defender a los internacionales en las Cortes ante la posible ilegalización a pesar de que republicanos e internacionales chocaban entre sí al disputarse el mismo espacio de expansión dentro de la sociedad. Salmerón defendía así la libertad política que se había defendido en la Revolución Gloriosa de 1868, y lo hizo en un Parlamento donde hubo muchas voces contrarias a este reconocimiento al derecho de asociación de los internacionales y sus propósitos.
Paul Lafargue, miembro del consejo general de la AIT había sido nombrado secretario para España al tener antepasados hispanos. Pero su labor de cara a atraer a los obreros españoles a las tesis de Marx no fueron todo lo fructíferas que hubieran deseado. Fernando Garrido, en nombre de la Legión Ibérica, ya había mandado un manifiesto de adhesión al Segundo Congreso de la AIT. Aquel contacto era de carácter principalmente mutualista y próximo al primer socialismo decimonónico de Fourier. Y en el Tercer Congreso de 1868 el contacto principal se realizó teniendo por representante al maquinista Antonio Marsal. Aún más, el napolitano anarquista Giuseppe Fanelli, seguidor de Bakunin, entró en España y tomó contacto con numerosos focos obreros. Efectivamente, el anarquismo cobra de esa manera una importancia crucial en el país y se expande con mayor rapidez que los marxistas, aunque las razones más profundas son dignas y propias de otros trabajos más extensos. Uno de los contactos de Fanelli fue el toledano Anselmo Lorenzo, quien logra una extensión ideológica del anarquismo en el centro peninsular considerable dentro de lo que era el número de obreros concienciados en la época. También contacto con Tomás González Morago, uno de los máximos exponentes de la corriente anarquista, y Francisco Mora, uno de los futuros fundadores del PSOE.
La FRE se había asentado en Madrid capital definitivamente en 1869 dentro del contexto citado donde Marx y Bakunin intentaban tomar posiciones en el convencimiento de las masas sobre sus tesis como las más responsables y sensatas, respectivamente [2]. En Alcalá de Henares la FRE llega en 1871. Paul Lafargue, que había llegado a España en ese año huido de la Comuna de París, escribe al Congreso de Londres para indicarles que acudiría al Congreso de Zaragoza de la FRE de 1872 como delegado de la sección de Alcalá de Henares, como ya hemos dicho [3]. Tuvo que usar el pseudónimo Pablo Farga, debido a que era una persona perseguida por su participación en La Comuna [4]. En aquel congreso terminarían triunfando las tesis bakuninistas, dando por resultado en España que los trabajadores organizados entre sí encontraban mayor respuesta a sus inquietudes y problemas en el anarquismo y el anarcosindicalismo.
En 1872 la división del Congreso de La Haya entre marxistas y bakuninistas llega a Madrid en torno a la diferente prensa obrera que recogía las tendencias preferentes de unos y otros [5]. El periódico La Emancipación, donde Paul Lafargue elabora una gran cantidad de artículos (muchos anónimos en su día) y bastante correspondencia, apoya la creación de la Nueva Federación Madrileña, partidaria de las tesis de Marx, frente a la Federación Local de Madrid, partidaria de las tesis de Bakunin. La Nueva Federación, como se verá en este artículo, vivió una serie de forcejeos ideológicos hasta su reconocimiento por el propio Karl Marx y por Friedrich Engels, en aquellas épocas Secretario por España en el Consejo general de la AIT. En Alcalá de Henares estas divisiones también tienen su repercusión, aunque mayoritariamente se decantan por las tesis de Lafargue y Marx, se sospecha que quedaron algunos núcleos anarquistas en la ciudad [6]. En 1875, a causa de la Restauración de la Monarquía en la figura de Alfonso XII, con el conservador Cánovas del Castillo como presidente del Consejo de Ministros, la AIT en España es prohibida y perseguida. Por ello, por lo menos hasta la fecha actual, se ha perdido en buena parte la pista de los sucesos en Alcalá relativos a estos asuntos durante las siguientes décadas más inmediatas. No obstante, otro movimiento, el socialdemócrata, con la idea de llegar a la revolución por medio de reformas sociales acumuladas en acciones parlamentarias, que es el movimiento con el que acabaría simpatizando Lafargue, fundó en España en 1879 el Partido Socialista Demócratico Obrero Español, que tras perder en su nombre la palabra “Democrático” se conoce con las siglas PSOE. Su fundador fundamental, Pablo Iglesias, también promovió la fundación de un sindicato en 1888, la Unión General de Trabajadores (UGT).
Que Paul Lafargue eligiera como pseudónimo el nombre de Pablo Farga para entrar en España en 1871 y comenzara a tomar contactos con los obreros interesados en la Internacional, pudiera no ser sólo un mero juego fonético y de traducción con su nombre real. Años antes, en 1868, Fanelli al llegar a España mantuvo sus primeros contactos en Cataluña con los franceses Elías Reclus y Arístide Rey, que iban con el español Fernando Garrido. Estos favorecieron su viaje a Madrid. Allí tomó contacto con Tomás González Morago y Anselmo Lorenzo, entre otros, pero también con alguien decisivo en la formación del grupo anarquista de la AIT en España, José Luis Pellicer, cuyo tío era Rafael Farga Pellicer. Ambos Pellicer, del núcleo barcelonés, serían los primeros presidente y secretario de la AIT en un grupo provisional. El prestigio del apellido Farga entre los internacionales españoles desde 1868 pudo influir pues en que Lafargue decidiera ocultar su apellido original en aquel Farga. No obstante su misión en España era acercar y propagar las ideas marxistas, lo que llevaba a competir con este núcleo bakuninista fomentado por Fanelli [7].
Como sea, en diciembre de 1871 el nuevo presidente del Consejo de Ministros sería el liberal Sagasta, que había pasado todo el año atacando a los internacionales, especialmente desde mayo. Parte del Consejo Federal se trasladó a Portugal y fundaron una sección de la AIT allí. Desde entonces las secciones portuguesa y española de la AIT irían juntas en sus ideas y decisiones en muchas cuestiones. Según palabras de Sagasta en octubre de 1871 la finalidad de los internacionales era “destruir la familia, destruir la sociedad, borrar la patria; hacer desaparecer por la fuerza todos los elementos de civilización conocidos” [8]. A lo que el Consejo Federal le contestó el día 17: “si la Internacional viene a realizar la justicia y la ley se opone, la Internacional está por encima de la ley. Los trabajadores tienen el derecho innegable, indiscutible, de llevar a cabo su organización y realizar la aspiración que se proponen. Esto lo conseguirán con la ley o a pesar de ella” [9]. A pesar de que republicanos e internacionalistas chocaban en ideas, algunos republicanos apoyaron a los Internacionales, salvo en sus premisas sobre la abolición de la propiedad privada, como por ejemplo Pi i Margall. En este sentido, el republicano más valorado por los internacionales españoles de la época fue Nicolás Salmerón, futuro presidente de la I República en 1873, aunque Salmerón lo que hacía era defender a los internacionales en las Cortes ante la posible ilegalización a pesar de que republicanos e internacionales chocaban entre sí al disputarse el mismo espacio de expansión dentro de la sociedad. Salmerón defendía así la libertad política que se había defendido en la Revolución Gloriosa de 1868, y lo hizo en un Parlamento donde hubo muchas voces contrarias a este reconocimiento al derecho de asociación de los internacionales y sus propósitos.
[1]
Julián VADILLO MUÑOZ; “Actividad
del Movimiento Socialista en Alcalá de Henares durante el periodo republicano
(1931 – 1936)”, en Actas del VII Encuentro de Historiadores del Valle del
Henares, Guadalajara, 2001 (p. 507).
[2]
Federico FERRETI; “La Comuna
de París y los orígenes del pensamiento anarquista: la experiencia de los
hermanos Reclus”, en Germinal, revista de estudios libertarios, nº 8 –
octubre 2009, Madrid, 2009 (pp. 3-12).
[3]
Julián VADILLO MUÑOZ; “Pactos,
acuerdos y uniones entre la CNT y la UGT en Alcalá de Henares durante la
República y la Guerra Civil (1931-1939)”, en VIII Encuentro de Historiadores
del Valle del Henares, Alcalá de Henares, 2002 (pp. 306-307).
[4]
Julián VADILLO MUÑOZ; “La UGT
en Alcalá de Henares, Actas de los Anales Complutenses”, Institución de
Estudios Complutenses, vol. XV, Alcalá de Henares, 2003 (pp. 177-178).
[5]
Ver
nota 2.
[6]
Ver
nota 2.
[7]
Respecto al
tema, Pablo Iglesias sostuvo que Lafargue se presentó al congreso con su
apellido real, pero al final las circunstancias le llevaron a ser registrado
como Farga. Se lee en un artículo que Pablo Iglesias tituló “Paul Lafargue”, en
El Obrero, nº 199, Barcelona, 12 de septiembre de 1884 (pp. 1-2),
archivo de la Fundación Pablo Iglesias (en adelante FPI).
[8]
Juan Pablo
CALERO DELSO (coordinador y editor); Cien imágenes para un centenario. CNT,
1910 – 2010, ed. Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid,
2010 (p. 32).
[9]
Ídem.
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