Tras estas pasadas elecciones europeas, de las que aún no han pasado una semana completa, la gente ya ha podido elegir
entre Julio César, Pompeyo y Craso tras mirar quien tenía la papeleta más
bonita y colorida en un día tan afable y bucólico donde emergían al sol los
colegios electorales con su agua de rocío. Roma sigue siendo Roma mientras sus ciudadanos debaten hoy por los foros.
Entre tanto uno ha vuelto a colaborar con El Tornillo de Klaus, esos cineastas con revista propia. Ellos siguen con sus proyectos de cine, mientras yo voy tratando de montar un cineforum con otros socios y amigos. Siempre nos queda tiempo para escribir. De este modo os traigo un artículo sobre la última película de Hayao Miyazaki, "El viento se levanta".
A veces uno mira para atrás, buscando la infancia, el paraíso perdido; los paraísos se pierden porque no tenemos el conocimiento necesario para apreciarlos, y cuando lo tenemos reaparecen como sueños, sueños lejanos y utópicos, más que utópicos, fantásticos, reconstruídos, mejorados, y siempre con un sustrato anhelado que aunque en realidad su realidad es más imperfecta, su imperfección real es la belleza que nos hace pensar en el sueño por alcanzar, alcanzado.
«Hayao Miyazaki nos va a dejar un grato
recuerdo y un buen sabor de boca. Puede que su última película sea
totalmente anómala, pero creo sinceramente que es una película que habla
indirectamente mucho, muchísimo de él, para darnos un mensaje sobre su
experiencia a través de su paso por la vida.»
Si queréis leer el artículo entero sobre este gran creador japonés, lo podéis leer
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