lunes, marzo 29, 2021

NOTICIA 2040ª DESDE EL BAR: YO YA HE COMIDO POTAJE

 

Pues ya es Semana Santa. La segunda Semana Santa con la pandemia de Covid-19. Esta vez no estamos confinados dentro de nuestras casas. Podemos salir, aunque no traspasar las fronteras de nuestras Comunidades Autónomas. Con toda su polémica, eso sí, sobre si los turistas extranjeros o los españoles que vienen o van al o del extranjero pueden viajar y llegar e irse, moverse sin problemas, a diferencia de los que nos quedamos en España que no podemos pasar esas fronteras entre comunidades. Poco se explica en los medios que el paso de personas entre países diferentes son acuerdos internacionales, no de ahora, de siempre, desde que se constituyeron los Estados, y especialmente desde que se constituyeron en su modernidad nacida como Estados nación desde finales del siglo XVIII. Nos afecta aún más todo lo que de esto se ha normativizado desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Es más fácil prohibir el paso de tus propios ciudadanos de tal a cual región, comunidad, ciudad, lo que sea, que prohibir el paso de ciudadanos de otros países o el uso de aeropuertos y puertos, que suelen ser suelos internacionales. Esas prohibiciones tendrían consecuencias y respuestas por parte de los Estados de los ciudadanos afectados. La reciprocidad suele ser uno de los parámetros a la hora de tratar a ciudadanos extranjeros entre países que mantienen relaciones amistosas o como mínimo comerciales. Sin embargo, es cierto que la polémica existe y es real que mucha gente no lo entiende o no lo comparte. Tampoco se ha querido explicar. Es más fácil alimentar polémicas que ejercer una pedagogía básica de cómo funcionan las relaciones internacionales. Se podría alegar la excepcionalidad de la pandemia... pero la suma de medidas excepcionales desde hace un año, ¿a dónde nos está llevando?

Una de las excepcionalidades que me llama la atención es aquella por la cual todos los ciudadanos hemos pasado a ser automáticamente objeto de vigilancia policial. Por las mascarillas, los toques de queda, si estamos en el número grupal permitido o no, o por todo lo que se quiera. La policía lleva un año combinando sus tareas de combate contra el crimen con tareas de vigilancia a todos los ciudadanos para que respeten normas antipandémicas. Todos hemos pasado a ser sutilmente sospechosos de culpabilidad. Por supuesto que dicho así suena fuerte e irreal, pero si se piensa a fondo en buena parte eso es lo que ha ocurrido, otra cosa es cómo se aplica esa vigilancia de cumplimiento de normas antipandémicas, si más lapsa o más férrea. Con esta Semana Santa supongo que la policía pasará a reforzar los controles de carretera para evitar que alguien se cambie de Comunidad Autónoma si no es por razones de trabajo. Tras un año así, y lo que quede, ¿cómo afectará mentalmente a la policía en ese sutil cambio de concepción en el que más que centrarse en el delincuente han tenido que abrir la sospecha sobre todo ciudadano sobre si cumple o no las normas de comportamiento social? Porque las normas antipandémicas son eso: normas de comportamiento dadas a los ciudadanos.

Como sea, es Semana Santa, y yo me centro ahora mismo en ver la tradicional película de romanos y ver si alguna cafetería servirá torrijas.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

No hay comentarios: