¿Compuso Beethoven una décima sinfonía? Interesante y polémica pregunta. No he sabido de este tema hasta que leí por primera de él en diciembre del año pasado, hace unos tres meses. Analicemos, aunque poco sé de esta hipotética obra.
Como anoté en la Novena Sinfonía, se sabe que en 1815 él mismo dijo estar trabajando en una sinfonía en si bemol, pero no existe ninguna sinfonía de Beethoven en esa tonalidad. Probablemente la trabajó, ya que lo afirmó, pero no creó ninguna así. En 1817, escribió a su alumno y amigo, pero también compositor romántico, Ferdinand Ries, diciéndole que estaba trabajando en dos sinfonías a la vez, sin especificar de cuáles. ¿Se trataba de la continuación del proyecto de 1815 más otro nuevo? Eso ya lo comentamos, también que en 1818 trató de crear una sinfonía sobre mitología griega que no llegó a concretar ni terminar, no se sabe si a afrontar con algún resultado destacable. A partir de ese año se sumerge en otros proyectos con resultados muy importantes y se sumerge en otras dos sinfonías desde 1822 que terminará uniendo entre sí hasta crear y acabar la Novena Sinfonía en 1824, la cual hunde sus raíces en 1817. Todo eso, insisto, ya lo comenté en la entrega anterior y profundizamos en ello. Ahora mismo sólo nos interesa esta parte, pues puede que de los misteriosos intentos referidos pudo haber alguna parte o inicio de una décima sinfonía, aquí comienza la polémica, ya que incluso hubo quien atribuyó a la Primera Sinfonía de Brahms, iniciada en 1862 y acabada en 1876, la continuación de la obra de Beethoven, aunque es obvio que la obra de Brahms es netamente de Brahms, por muy influenciado que estuviera por Beethoven.
La hipotética Décima Sinfonía de Beethoven (Sinfonía nª 10, en mi bemol mayor) no recibe la clásica numeración "opus" (op.), ya que esa palabra en latín se refiere a las obras así anotadas y acabadas, normalmente hechas públicas, de los autores. Los musicólogos Georg Kinsky y Hans Halm inventaron la abreviatura de las palabras en alemán de WoO., que indicaría "obra sin número", muy extendida hoy día desde 1955. Principalmente la usaron para las obras de Beethoven, teniendo otros autores otras abreviaturas más aceptadas, como le pasa a Bach o a Mozart, aunque el término WoO. lo reciben hoy día muchos más autores que Beethoven. No estaría claro que se pudiera usar el término WoO. y la posterior numeración de este en la Décima Sinfonía, ya que Beethoven no dejó ninguna partitura donde se indicase claramente que eran los trabajos de confección de una sinfonía. Tenía a la hora de su muerte muchas partituras sin acabar, algunas claramente conciertos de piano, sonatas y demás, y otras sin indicar absolutamente nada en ellas.
Pues bien, sin descartar ninguna de las hipótesis e incógnitas abiertas desde 1815, si bien en 1817 le había escrito a un joven alumno suyo, el citado Ferdinand Ries, estaba trabajando en dos sinfonías, en 1824, con la finalización y el éxito de la Novena Sinfonía, otro joven amigo de Beethoven, el violinista Karl Holz comenzó a trabajar para él tanto como músico como copista de sus composiciones nuevas cuando Beethoven recibió el encargo de crear nuevos cuartetos de cuerda, a pesar de su avanzado estado de enfermedad, su sordera total y su enclaustramiento en su casa. En 1825 el secretario personal de Beethoven, Schindler, se enemistaría con el compositor y Holz pasó a ocupar también ese puesto de secretario personal. A través de cartas entre ellos y de conversaciones personales que transcribió en libro y publicó tras la muerte de Beethoven en marzo de 1827, Holz afirmaba que el maestro estaba trabajando en una décima sinfonía en sus últimos años, la cual quedaría incompleta. Sin embargo, por lo que transciende de esos escritos, muchos biógrafos y musicólogos creen que en realidad esos trabajos a los que se refiere son los de la composición de los últimos cuartetos de cuerda que compuso.
Tras esto siempre existió cierto mito y leyenda sobre el asunto, conformándose muchos con la obra de Brahms, tan influida de Beethoven, varias décadas después de la muerte de Beethoven, pero sin duda dar con esa "Décima Sinfonía" era como dar con un tesoro. Muchos músicos y musicólogos indagaron en ello sin llegar a conclusiones firmes.
En esto se estaba cuando un musicólogo británico, profesor universitario de esta materia y compositor de unas pocas y modestas obras desde los años 1970, Barry Cooper, se encontraba inmerso desde 1974 en el estudio e investigación de las sonatas para piano de Beethoven, cuando creyó encontrar las piezas claves de lo que debía ser un "puzzle" de partituras que unidas entre sí eran, según su criterio, fragmentos avanzados de una décima sinfonía. se trataba de unos doscientos compases. Se basaba en parte en lo que dejó trascender Holz de su relación personal con Beethoven. Además, entre 1814 y 1815 habría fragmentos de un posible concierto para piano que quizá iba a ser integrado en la nueva sinfonía de los últimos años de Beethoven. Tal concierto lo reconstruyó y tocó Nicholas Cook. Con todo este material reunido y analizado durante años, Cooper lanzó su teoría y reconstruyó el posible ensamblaje de las partes. Logró que la tocase la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Wyn Morris. Como mínimo, el resultado no era un monstruo de parches, cuadraba bien. Con algunos arreglos y añadiendo partes nuevas que unieran la obra de Beethoven, o sea: con una partitura Beethoven/Cooper, se tocó y grabó en 1988 con la Real Orquesta Filarmónica de Liverpool dirigida por Walter Weller. Desde los años 1990 es tocada una vez al año por Real Sociedad Filarmónica.
Aunque el resultado es notable y de calidad, lo cierto es que es un resultado altamente polémico y no aceptado por todo el mundo. La gran mayoría cree que la mayor parte de la partitura recompuesta por Cooper pertenecen al periodo intermedio de la vida de Beethoven, e incluso Cooper ha declarado sospecharlo alguna vez. La corriente mayoritaria la que acepta la existencia sólo de nueve sinfonías y una clara intención de Beethoven de crear una décima que, si bien pudo haber trabajado en alguna de sus partes, jamás realizó.
Ya en su día, con las notas de Holz, Biamonti creó unos apuntes en 1827, los numerados 838, donde decía que aquella era la décima sinfonía de Beethoven. Sin embargo, aquella era la Sinfonía Jena de Friedrich Witt.
La obra tendría cuatro movimientos, con una parte central altamente enérgica, pero combinada con partes más relajadas y suaves. Según quien la interprete varía de quince a veinticinco minutos, lo que ya de por sí sería una anomalía grande, sobre todo cuando hacia el final de su vida se sentía libre para recrearse usando todo el tiempo que necesitara. La obra en sí suena potente y grandilocuente, en un sentido muy germano y romántico, quizá apuntando más al romanticismo de un francés Berlioz o de un alemán Wagner.
La Décima Sinfonía de Beethoven/Cooper está grabada y editada en disco, yo no la tengo, pero se puede escuchar gratuitamente por Internet.
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