A finales de 2016 el ayuntamiento decidió eliminar la mediana y la raqueta ajardinada de la calle Alfonso de Alcalá para colocar una rotonda con una fuente que, en el barrio, nadie había pedido ni comprendía bien. Algo que no era realmente lo más necesario, ni siquiera lo medianamente necesario en el barrio. Algo que parecía pensado más para un turismo que iba a los restos de Complutum que a otra cosa. Algo que podría hacernos pensar en un comienzo de gentrificación siempre indeseable en cualquier barrio de gente humilde y trabajadora. Pero de esto ya hablé en febrero de 2017, en la Noticia 1678ª, llamada "Con vosotros, sin vosotros". Ha sido más de un año después de la construcción y término de esa rotonda con fuente que la fuente ha comenzado a tener agua y a funcionar por primera vez. Ha sido esta misma semana de vacaciones de Semana Santa, cuando los turistas aumentan y dan un pistoletazo de salida importante a los cómputos del turismo local. Para más paradoja, o para más hipocresía, en el lugar donde había plantas reales y que fueron eliminadas para crear esta rotonda, se ha puesto césped artificial, si ayer no me quedaba claro si lo era porque no me había podido acercar, hoy ya lo vi de cerca y era plástico, pero desde luego, pese a la duda inicial, no parece real ni la vegetación aparece de la noche a la mañana. Al margen que eran más veteranos y más crecidos los arbustos decorativos que antes había. Además, la fuente ha comenzado a funcionar justo la semana que ha comenzado a circular por el barrio algo que ha descolocado a todos los vecinos, que nos volvemos a mirarlo sobre todo las primeras veces que lo hemos visto: un trenecito rojo de turistas que son traidos del centro de la ciudad a las inmediaciones de Complutum, pero sin parar. Está claro que la fuente, tan lucida ahora con agua y que durante más de un año ha estado sin ella, ha sido creada para los turistas, no para los vecinos, a pesar de que el ayuntamiento dijo lo contrario en 2017. Si no fuera así, ¿por qué ponerla a funcionar ahora y justo cuando vienen los turistas y además traídos en trenecito? A mí me suena a un tímido comienzo de gentrificación que de momento no es algo grave. Es anecdótico, pero que con el tiempo pudiera terminar siendo un problema para los vecinos de toda la vida, pues, como en todos los barrios gentrificados del mundo occidental, los vecinos de toda la vida son un estorbo para los intereses gentrificadores. Toda reforma de un barrio debería pasar por las auténticas necesidades e intereses del barrio. No es que sobre el embellecimiento del barrio con una fuente, es la intención y el uso del embellicimiento, su finalidad real, lo que pudiera ser o algo bueno o algo malo. Pero todo esto ya se verá cómo va, con el tiempo. En principio la única realidad es que la fuente, no pedida por nadie, ha estado más de un año sin agua y sólo han conectado el agua cuando aparece el trenecito de los turistas, de hecho hay momentos del día que no está conectada, y yo la he visto funcionar hasta el momento más o menos en los momentos susceptibles de aparecer el trenecito. Como sea, hay que reconocer que la fuente es bonita. El agua hace formas en su ascenso y caída, y algo es algo en este barrio donde normalmente nunca hay nada.
Pero es Semana Santa y si bien el fin de semana pasado sólo salí de casa una sola vez, la mañana del Domingo de Ramos, y vi y fotografié unas imágenes interesantes del Cristo en el burro entrando en el Palacio Arzobispal, este martes pasado, repartiendo la prensa de El Salto a los suscriptores, labor que he completado el miércoles por la tarde, ya que he estado trabajando por las mañanas en el Archivo de la Vivienda Social de la Comunidad de Madrid, me topé en la Calle Mayor con una procesión de una Virgen que no sabría decir cuál es, sin apenas cofrades ni espectadores, que al pararse delante de determinado balcón me dió la imagen de una señora mayor asomándose a ver qué ocurría en la calle, casi cara a cara con la Virgen. Imagen que me dio una suerte de sensaciones entre la incógnita y la creación de variables sobre la curiosidad de la anciana y ese cara a cara con la Virgen. La vida, la muerte, la ultravida... Diversos pensamientos mientras los cofrades hablaban entre ellos sin demostrar demasiada preocupación en su parón por los cofrades que soportaban el peso de la virgen debajo de la imagen. Una imagen cuando menos interesante.
Y hoy jueves, paseando por la ciudad me encuentro en el barrio de El Val los restos del antiguo ambulatorio médico de allá. Este ambulatorio estuvo en servicio durante los años 1980, creo que un poco antes de la creación del Hospital Príncipe de Asturias, del que este año se cumplen treinta años y por el que hubo numerosas manifestaciones pidiendo su construcción durante años. El Ambulatotrio de El Val era una especie de centro de especialidades que fue cerrado porque decían que tenía aluminosis y podía caerse. Aquello fue en los años 1990, o comienzos de los 2000. En 2012 creo recordar que se hizo una manifestación para que se diese una solución a las atenciones médicas de la barriada, aunque ya existía el centro Francisco Díaz, en el barrio de El Ensanche, por donde también he estado ayer y hoy. No hace muchos años, tres o cuatro, la prensa local nos descubrió que los informes técnicos realmente nunca dijeron que el edificio tuviera aluminosis, pero con el abandono se ha deteriorado mucho. Toda la ciudad pasábamos por este centro, yo recuerdo de niño ir llevado por mi madre con mucha frecuencia, porque allí me hacían revisiones periódicas, ya que tuve meningitis B. En la rampa de acceso había un hombre que vendía juguetes, alguna vez hubo alguno, uno para mí y otro para mi hermano al volver a casa. Me lo encontré con las ventanas desmontadas y una valla. No sé si habrán comenzado a su derribo, a su reforma, o simplemente pusieron la valla. Me dio una sensación de paisaje urbano en decadencia, decadencia de un lugar que era parte vital del funcionamiento de la ciudad no hace muchos años relativamente. Una parte importante, también, de mi pasado infantil.
Siguiendo el paseo por El Val he encontrado este jardincito público creado por los vecinos de los bloques de vivienda colindantes. Me ha parecido, en su humildad, precioso. Un rincón de fantasía en mitad de una zona llamada al tránsito normal y corriente. Una excusa para, como recomienda un dicho inglés cuando abundan las cuestiones que no dejan descansar al alma: parar y oler las flores.
Saludos y que la cerveza os acompañe. Mañana quisiera ir por el río Henares, subir al Cementerio Jardín y dejar unas flores en el columbario familiar.
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