El
próximo domingo 6 de marzo se celebrará un nuevo encuentro poético en el
bar-librería El Laboratorio, de Alcalá de Henares (Paseo de los Curas 29, esquina
con calle Vaqueras 44, Alcalá de Henares, enfrente de la iglesia del Paseo de
los Curas, casi en Puerta del Vado). Será a partir de las 19:00 horas. Lleva
por título: “El alma salvaje. Nosotros y la tierra. Poesía que nos lleva
hacia el origen”. Describen el
evento de esta manera:
“Es
un evento poético que habla sobre la comunión del ser humano con sus orígenes:
la tierra. La naturaleza primitiva y los habitantes primitivos, son dos
componentes que se encuentran bajo la amenaza de la desaparición completa. El
hecho de que vayamos perdiendo la capacidad de observar y escuchar nuestros
instintos y la voz de la naturaleza corresponde con el tiempo cuando la propia
tierra perdió su virginidad. Eso nos lleva a la completa decadencia. El
objetivo es concienciarnos de esta situación y tratar de volver a las raíces de
lo arcaico para poder recuperar la unión con el mundo que nos rodea, volviendo
así hacia nosotros mismos. Y uno de los caminos podría ser el arte”.
Yo
he sido invitado a participar. De hecho fui invitado a organizar junto a Sofía
Winter por la propia Sofía Winter, que es quien convoca. Pero como ella y yo
estábamos sumergidos en otro proyecto y como a ella además le urgía mucho tener
todo concretado hace un mes y no pudimos tener tiempo para la comunicación
mutua que hubiera sido deseable para ser un evento de ambos, el resultado es
que está organizado y convocado por ella sola. Ha hecho un buen trabajo
tratando de unir agendas de personas. Entre los participantes estaremos, según
cartel:
Javier
Agra (mimo)
Alextj
(guitarra)
María
Agra-Fagúndez
Álvaro
Deudero
Eric
B. Schanabrier
Francisco
José Martínez Morán
Enrique
Sabaté
Marina
Casado
Debora
Pol
Sofía
Winter y Mario Misas (guitarra)
Maribel
Domínguez
Diana
Ortiz (soprano)
Hazel
Messiatz
Jesús
de Matías Batalla
Puri Sánchez P.
Chus López
Canichu
Mariana
Romero-Nieva
Asela
Eme (declamación)
Nacho
Triguero (guitarra)
Es
un buen conjunto de poetisas y poetas y habrá un buen encuentro. En principio hay poetas tanto de Madrid capital (lo que no es muy común que ocurra en Alcalá) como de Alcalá de Henares (que sí suele ser común que vayamos a Madrid). El trabajo de
Sofía ha sido exhaustivo. Además, no sólo habrá poetas y poetisas, pues también
hay quien canta, quien toca la guitarra y hasta quien hace mímica. La tarde del
domingo podrá estar muy entretenida. Somos tantos participantes que algunos, no
sé si todos, tendremos un tiempo de intervención breve, se supone que unos
cuatro o cinco minutos por persona. Sin embargo, puede estar bien.
El
Laboratorio suele acostumbrar hacer grandes encuentros de poetas cada cierto
tiempo, por lo que se sigue la línea habitual, si bien es cierto que la
inclusión de variedades con música y mímica y demás me recuerda a la presentación que organicé de la revista El vaso lleno del vacío de la botella, en noviembre del año pasado, que ya contó con otro recital similar
en diciembre, creo que organizado aquel por Sofía Winter, también como este
otro aunque me parece que en esa ocasión acompañada del músico y poeta Gerardo
Pereira.
No
sé si las poetisas y poetas que actuaremos el 6 de marzo leeremos todos poemas
en consonancia con los orígenes primitivos en los que el humano estaba en
comunión con la naturaleza, pero desde luego lo que se respira, desde mi punto
de vista, es un mensaje, para mí, de carácter ecologista; aunque es evidente
que en la descripción que nos hace Sofía Winter se respira un mensaje más
existencialista y filosófico, a mí me recuerda a las líneas de pensamiento del
anarquista norteamericano del siglo XIX Thoreau, considerado primer activista
ecologista propiamente dicho, aunque con toques quizá de algunos puntos del
pensamiento de Nietzsche.
El
planteamiento en sí del evento me parece interesante para el debate y la
tertulia. Plantea un tema que prehistoriadotes, historiadores, sociólogos y
gente de ciencias ambientales probablemente debatirían durante horas y días sin
llegar a acuerdo alguno. La prehistoria como algo idealizado de comunión entre
el ser humano y la naturaleza es algo relativo. Enfermedades, sequías, heladas,
animales salvajes incontrolables, enfrentamientos con otros humanos… no todo
era idílico. Por otro lado, ¿cuándo se supone que la naturaleza dejó de ser
virgen? ¿Lo dejó de ser con la aparición de los primeros animales irrumpiendo
en la era hiperbórea? Pensemos que la transformación del medio ambiente no es
sólo cosa del ser humano. En menor medida los animales también transforman su medio
de vida, más raramente, pero no irreal, algunos incluso fabrican herramientas.
Y si nos ceñimos a la fabricación de elementos por el ser humano, desde que
este rompió una piedra y unas ramas para cazar u otra actividad, la naturaleza
también podría considerarse que dejó de ser virgen, y sin embargo su virginidad
era mayor y más potente que la actividad del ser humano. Avanzando miles de
años, millones, alguno hablaría de los asentamientos, la agricultura y la
ganadería. Desde luego eso cambia la naturaleza de manera radical, pero estamos
en la misma cuestión que anteriormente contestando en contra. La aparición de
las civilizaciones, lo mismo. Si avanzamos otro tanto de miles de años y
siglos, pensemos entonces en el siglo XVI, cuando se descubrieron grandes
territorios y grandes avances técnicos. Sin embargo el mundo seguía siendo muy
desconocido. ¿Avanzado el siglo XVIII o el XIX? Incluso entonces había mucho
mundo salvaje, incluso bien adentrado el siglo XX. ¿Hemos de pensar entonces
que el mundo dejó de ser virgen a finales del siglo XX y comienzos del XXI, o
sea ahora, con las nuevas tecnologías, dejando sin conocer tan sólo las fosas
abisales de los océanos? Escuchar eso a un ecologista de corazón le haría daño
a los oídos, no es entonces una cuestión de exploración. Pensemos entonces en
la transformación del medio por la cuestión económica, como en el neolítico con
la agricultura, y avancemos a mediados del siglo XVIII con la aparición del
sistema fabril y capitalista, potenciado en el siglo XIX y mega desarrollado
peligrosamente en el siglo XX y lo que va del XXI. Es el sistema capitalista y
el sistema industrial que conocemos el sistema de organización humana que más
esquilma y agota la Naturaleza y al planeta sin reponer ni dar a cambio vida a lo
que mata. Con ello cambia sociedades y mentalidades. Ni que decir tiene que un
fabricante gremial del siglo XIII tendría una percepción y una relación con el
río de su pueblo o con el bosque cercano totalmente opuesto al de un ciudadano
del siglo XXI, hablando siempre de una cultura occidental. Como decía Thoreau
hablando de los empresarios de su época y de la forma de pensar de muchos
vecinos suyos trabajadores asalariados, se extendía la idea de que un bosque no
vale por sí mismo, sino por la madera que produce, sin valorar el enorme valor
que tiene pasear por él y la vida de la que rebosa.
Estos
tiempos requieren de regresar a una forma arcaica de contemplar la naturaleza y
relacionarnos con ella. Lleva razón Sofía Winter. Pero yo opino que no es
posible en el siglo XXI regresar a las formas del siglo I, no lo es por los
muchos cambios de todo tipo que existen ni por las muchas cosas que han
ocurrido. Pero el cambio climático impone una urgente revisión de nuestro
sistema social y productivo. Un regreso si no igual, sí que se aproxime desde
las nuevas formas que tenemos ahora. Hubo un historiador que dijo que realmente
los antiguos eran los jóvenes, porque ellos sabían menos y tenían menos
experiencias de la Humanidad acumuladas que nosotros, por lo que seríamos
nosotros los antiguos, seríamos los viejos. Ese cúmulo de experiencias de miles
de años debiera enseñarnos a encontrar un camino. La electricidad, tal como se
obtiene hoy día, no puede ser la respuesta a todo, por poner un ejemplo. Todo
medio de obtener electricidad contamina, unos más que otros. Es innecesario,
siguiendo el ejemplo, que las tiendas de las grandes ciudades mantengan sus
luces permanentemente encendidas, incluso cuando están cerradas, o que todas,
absolutamente, necesiten neones para anunciarse por la calle. El regreso a un
simple cartel pintado puede ser una contribución al regreso del respeto por el
medio ambiente. El uso de bicicletas o de caminar. El comprar en comercios de
proximidad de barrios y no en las grandes superficies de las periferias de las
ciudades. El no creer que todo aparato eléctrico es lo ideal para el día a día
para cualquier actividad. En fin… podrían ponerse infinidad de ejemplos.
El
arte podría ser uno de los caminos para el reencuentro con la Naturaleza, nos dice
Sofía Winter. Sin duda puede contribuir a ayudar para crear una mentalidad
nueva. Puede ser un arma importante. Porque será con una mentalidad nueva como
todo cambio venga, no por imposición, sino por convicción.
No
olvidemos tampoco esa otra visión por la cual la persona se desnaturaliza según
avanza el mundo actual y su constante invitarnos a vivir cada vez más dentro de
las redes cibernéticas y no en el mundo real. Se desnaturaliza también al
disociarse del mundo rural con ciudades cada vez más grandes, más contaminadas
y con ritmos de trabajo o de desempleo cada vez más fulminantes. Los campos y
bosques desaparecen a favor de urbanizaciones y carreteras, cuando no en
hoteles que prometen vida natural, ironía sarcástica. Se desnaturaliza cuando hoy
día el contacto con la comida se basa en muchas personas del mundo occidental
en ir a comprarla a los supermercados enlatada o en otro envase, donde a menudo
el corte ya no recuerda la forma del animal que fue, o bien se simplifican las
verduras a las más reclamadas según las gastronomías del lugar. Se
desnaturaliza al perder ese contacto con los animales y su mirada que nos
recuerda el valor de la vida y la importancia de acabarse, por poner un
ejemplo, el filete del plato. La persona pierde el contacto con la naturaleza
cada vez a mayores ritmos, y en ese sentido se deshumaniza en algunos valores que,
tras millones de años, nos han traído hasta donde estamos. La comprensión de la
vida sólo logra su plenitud viviendo entre vida. Si bien es complejo que en el siglo
XXI un ciudadano de una gran urbe pueda regresar a valores naturales
permanentes, algo más allá de rutas senderistas de fin de semana, se nos hace
necesario comprender que el contacto con el mundo verde, aunque sea en un
espacio reducido de la propia casa, puede ayudar también al alma.
El
encuentro del día 6 de marzo puede ser un encuentro bello. Sí. No olvidemos el
doble objetivo, el ecologista, según mi visión, el filosófico, probablemente
según la de Sofía, y el encuentro poético. Y la amistad, como Sofía Winter
anotó, tercer objetivo.
Saludos
y que la cerveza os acompañe.
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