lunes, septiembre 21, 2015

NOTICIA 1525ª DESDE EL BAR: ¿POR QUÉ LOS BEATLES? (apéndice)

NOTA AÑADIDA EN 22 DE JULIO DE 2015: Al lector interesado le remito al comentario de esta entrada, donde cuento que hay sospecha de que este disco sea un engaño compuesto con conciertos reales, pero quizá no el de Madrid. Se publicó tal cosa en 7 de julio de 2015, pero yo lo leí hoy. Como sea, el contexto histórico del disco es el que es y quienes intervinieron son los que son, por ello dejo el artículo tal como lo escribí cuando aún no sabía esto.


Fundamentalmente en febrero de este 2015, tomando un poquito del comienzo de marzo, escribí la historia de The Beatles analizando su obra y su proceso creativo en una serie llamada ¿Por qué los Beatles? Fueron dieciséis capítulos donde además se ponía en relación las cuestiones históricas de la sociedad, la economía, la tecnología, la industria musical y el modo de vivir el mundo que tenía la gente. En el capítulo 4, dedicado a los discos de 1964 y el primero de 1965, o sea a la etapa clásica de la Beatlemanía y sus fenómenos fan, comercial y cinematográfico, aludí a los dos conciertos que dieron en España y lo que les rodeó en cuanto a que la dictadura de Franco trató de ridiculizarles o de minimizar su impacto en los jóvenes españoles, temeroso de que fueran el inicio de una revolución social como la que vivían los países europeos y americanos que ya conocían esta música. En aquella ocasión ya comenté que uno de los road manager de los Beatles, Peter Brown, refirió en su biografía sobre el grupo escrita en los años 1980 que en el concierto del 3 de julio en la plaza de toros La Monumental, de Barcelona, alguien intentó grabar sin permiso el concierto desde la mesa de sonido. Mal Evans, el propio Brown y el manager Brian Epstein arrancaron los cables e hicieron que los Beatles acabaran el concierto en una canción más. Por mucho tiempo se ha creído que habría alguna copia circulando por ahí, aunque parece ser que ahora sabemos que lo que se pudiera haber grabado pudo haber sido borrado. La plaza de toros barcelonesa estaba repleta de gente, se llenó el aforo, pero los informativos de la época, el NODO, decidieron o recibieron la orden de no mostrar ninguan imagen del concierto.

Como sea, ahora que se han cumplido cincuenta años de los conciertos españoles, por tanto han vencido los derechos de autor, salió a la luz a comienzos de julio un disco en formato digi-pack de disco compacto y también en edición limitada vinilo que se trataba precisamente del concierto de los Beatles dado el día 2 de julio de 1965 en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. Detrás del disco no está la discográfica Apple de los Beatles, sino que está la discográfica española Cocodrilo Récords. El disco está grabado y producido por el ex-locutor de Radio 3 José Luis Álvarez, quien lo grabó con un equipo Re-Vox Grundig el mismísimo día del concierto y que desde 2011-2012 llevaba siendo mezclado, remasterizado y restaurado por Juanma Basavilbaso en Satélite Estudios, quien logró un excelente trabajo sin añadir ni quitar nada al sonido original y sin alterar ni priorizar ninguno de los elementos sonoros que se oyen en la cinta original. Aunque esta grabación fue editada muy escuetamente en un vinilo de los años 1980 que fue pirateado, el dueño, José Luis Álvarez, rescató las cintas magnetofónicas donde guardaba este tesoro para celebrar así esos primeros cincuenta años después del concierto, con tantas cosas que han pasado entremedias como las diversas revoluciones musicales, la muerte de Lennon y Harrison, la separación de los propios Beatles o el final de la Guerra Fría y la llegada de Internet a la música. Aunque recién salido a las tiendas y los periódicos hubo quien escribió sospechas de falsificación, lo cierto es que se trata de una grabación original y única en el legado de los Beatles. El haberlo ido preparando desde 2011, a pesar de que se publicaría este 2015, permite además contar con un libreto con fotografías y un texto del propio José Luis Álvarez, más textos de otros afamados locutores y pinchadiscos de Radio 3 y la prensa musical, como son Pablo Lacárcel, el fallecido Germán Coppini, Fernando de Diego y Jorge San Román, que entre todos hacen un análisis musical e histórico que incluso da lecciones magistrales de cómo explicar los abusos de la dictadura de Franco contra las posibilidades de la cultura de la música rock influyendo en una juventud hipotéticamente contraria al régimen gobernante. 

La cuestión es que esta grabación es una grabación legal, original y permitida por los Beatles. A pesar de que no habían dado permiso para grabar el concierto de Barcelona del día después, sí lo habían dado para grabar el de Madrid, pero no para publicarlo de inmediato. Todo comienza en la Feria de Abril de 1965, en Sevilla. El manager, Brian Epstein estaba allí, es bien conocido que este hombre se apuntaba a todo tipo de fiestas. Había eludido a la prensa española, pero un joven de unos veinticuatro a veinticinco años, José Luis Álvarez, había estado preguntando por él. Ese joven era periodista en una aún modesta y tomada poco en serio revista de música llamada Fonorama. Esta revista pasará a ser la revista referencia del resto e publicaciones musicales españoles durante un par de décadas a raíz de los sucesos que sucedieron a continuación del siguiente episodio del que es hijo el actual disco, aunque lo del disco todavía no se sabía. Brian Epstein y José Luis Álvarez se cayeron bien y se divirtieron juntos. Epstein conocía a Álvarez para sorpresa de este, y le ofreció una entrevista exclusiva. A Brian Epstein los periodistas de las secciones musicales españolas le parecían banales y políticamente interesadas, pero veía en Fonorama una revista especializada en música realmente interesante que le recordaba a algunas de las primeras publicaciones musicales que pocos años antes se habían comenzado a publicar en Liverpool, como el Melody Maker. Álvarez fue a la cita con el periodista Alfonso Eduardo y con el cantante de los Brisks, Julián Granados, que ejerció de traductor. José Luis Álvarez hizo preguntas técnicas y de otro tipo, siempre sin preguntar por absolutamente nada de las vidas privadas de ellos, ni por tampoco por cuestiones sin trascendencia. En cierto momento le preguntó si en la gira europea de ese año visitarían España. La respuesta de Epstein fue que no lo harían, pero como era un hombre de negocios, de vez en cuando fue interrumpiendo a Álvarez para volver sobre la cuestión. Le interesaba saber si el joven periodista creía de verdad si los Beatles interesarían a los españoles, si tendrían eco y éxito. Álvarez siempre contestó que sí, hasta que Epstein explicó que la cuestión es que en todos los países donde habían actuado ellos habían sido el número uno en las listas de éxito y habían vendido de quinientos mil a un millón y medio de discos, pero que en España sólo se habían vendido tres mil ochocientas unidades. Álvarez le aclaró de inmediato un dato que Epstein desconocía, si ciertamente en España se habían vendido tres mil ochocientos discos de los Beatles era porque en España, según los datos económicos y de censo del último año, sólo se habían reflejado dos mil tocadiscos repartidos por los hogares familiares. En otras palabras, si se habían vendido tres mil ochocientos discos de los Beatles, sólo dos mil eran escuchados, y eso suponiendo que todos los propietarios de tocadiscos en España hubieran comprado un ejemplar, aún sobraban mil ochocientos. Esos discos sobrantes se repartían en lo que Álvarez consideraba unos treinta a cuarenta guateques de fin de semana existentes sólo en las grandes ciudades, que eran pocas, como Madrid, Barcelona, Sevilla... O sea, que eso hacía que los pudieran oír gente que no tenía posibilidades económicas de tener tocadiscos, pero seguía sin resolver qué pasaba con los todavía discos sobrantes tras restar los de los guateques, y eso sólo se podía explicar porque habría quien se los compraba sin poderlos escuchar, simplemente porque deseaban tener un disco de los Beatles a pesar de la inutilidad por no poder ponerlo a sonar. Era la triste realidad de la sociedad en la dictadura de Franco en aquellos años llamados "de la apertura", una realidad que escondía otras carencias económicas mucho más graves, como la del hambre en determinados sectores sociales. En otras palabras, brian Epstein se había fijado en las cifras totales de las ventas en España y había ignorado las cifras proporcionales o porcentuales de esas ventas, que suelen dar más luz que las totales sobre la realidad de esas ventas y la sociedad. Proporcionalmente, a pesar del insignificante y escaso número de ventas en comparación con otros países, España probablemente era uno de los países donde se podría entender que más vendían, anecdótica e, insisto, proporcionalmente. A eso habría que sumarle el precio de esos discos y el sueldo que recibían los que lo compraban, lo que podría incluso arrojar más pistas sobre el auténtico impacto de los Beatles en los españoles antes de su llegada al país para dar aquellos conciertos.

Epstein regresó a Inglaterra y debió contrastar los datos que le dijo Álvarez, pues a los pocos días el promotor musical Paco Bermúdez recibió una llamada de Brian Epstein para organizar dos conciertos en España, que cerrarían la gira europea de 1965, antes de ir a América, ahora bien, este contrato musical implicaba que José Luis Álvarez estuviera entre los músicos que debían cubrir aquellos eventos. Paco Bermúdez comenzó a buscar y contratar a los músicos que serían los teloneros, pues los Beatles daban conciertos de treinta minutos y necesitaban de ser completados con otros autores, esa duración era algo muy común en todos los músicos (salvo algunos casos) entre el nacimiento del rock en los años 1950 y hasta 1966-1967. Juan Cano y su Gran Orquesta, The Rustiks (que era un grupo que quería promocionar el propio Epstein), Martin's Brothers, Trinidad Steel Band, Michel, Freddie Davis (un norteamericano como guiño a los militares estadounidenses que estaban afincados en la base aérea de Torrejón de Ardoz), Los Pekenikes, las Beat Chics y The Modern 4, todos ellos serían presentados por el cantante y hombre espectáculo Torrebruno, un italiano bajito muy popular en España que llevaba unos años tratando de crear un gusto por el rock y el pop europeo de la época en suelo español. Lograr a todas estas personas implicó movilizar a un gran número de gente, todas rumoreando, sin confirmar, que los Beatles tocarían en España. El rumor llegó hasta los oídos del gobernador civil de Barcelona, Antonio Ibáñez Freire, quien directamente le preguntó al Ministro de la Gobernación (hoy Ministerio del Interior), el capitán general Camilo Alonso Vega. Al ministro no le gustó nada esa posibilidad y negó que se autorizara esos conciertos. No obstante, el régimen franquista era contrario al rock por sus posibilidades revolucionarias, siendo Carrero Blanco, que dirigía los servicios secretos y de seguridad, su máximo enemigo por considerar al rock una tendencia comunista, anarquizante y "feminizante". Sobre la Historia del rock en España escribí ya en la Noticia 76ª y la Noticia 77ª. El gobernador le dijo al ministro que la opinión pública internacional no quedaría contenta con una negativa española a los Beatles (aún no habían sucedido los hechos de la gira de 1966, ni se les había recibido con un anecdótico desplante de mano comunista en Centroeuropa en ese 1965). Hay que pensar que en los años del aperturismo España intentaba precisamente eso: buscar una apertura política haciendo gestos hacia los otros países que hicieran que las relaciones internacionales y comerciales mejoraran, dentro de las lógicas de la Guerra Fría. Se intentaba integrarse en la Comunidad Económica Europa, ser parte a tener en cuenta en la OTAN, aumentar sus negocios internacionales, atraer a más turistas, mejorar la economía, ser pieza clave militar en la lucha contra el comunismo, etcétera, para ello intentaban a aparentar una inexistente libertad permitiendo textos (censurados) de republicanos exiliados o, por ejemplo, ofreciendo premios y permisos de rodaje al mismísimo Luis Buñuel. Los Beatles, a fin de cuentas, habían sido condecorados como MBE por Reino Unido. Alonso Vega guardó silencio unos segundos, según José Luis Álvarez, y a continuación declaró que sería mejor que vinieran a tocar a España. Así quedaba oficializado y permitido el asunto. 

A la prensa oficial se le encargó una tarea de ridiculización de los Beatles, incluso la puesta en escena en plazas de toros, cosa no ocurrida antes, y el hacerles entrar por la puerta de toriles respondían a una presentación de ellos como bestias, cromañones o desaseados. Los periodistas españoles y los humoristas les hicieron todo tipo de preguntas presuntamente de humor que en realidad eran bastante ofensivas, muchas sobre su pelo, otras para demostrar que no conocían costumbres españolas o para remarcar lo poco cristianos católicos que se les veía. De los actos de represión de la policía contra las personas que acudieron a las cercanías de los conciertos ya hablé en su día, pero por ejemplo, si Barcelona se llenó, en Madrid se vendieron todas las entradas, pero la policía sólo dejó entrar a una cuarta parte de los espectadores con entrada, bajo la excusa de evitar posibles disturbios en el interior, caso aparte del elevado precio de esas entradas, que potencialmente dejaba la presencia allí dentro de gente hipotéticamente de derechas o cercanos a Franco, cuanto menos de la media y alta burguesía. No pocos entraron por contactos clave. Los informativos NODO rodaron las imágenes de la noticia antes de empezar el concierto, por lo que se mostraba las gradas más vacías de lo que lo iban a estar y con gente apática, nada que ver con las chicas gritando y las multitudes vistas en informativos de otros países. El sonido de NODO no tenía permiso legal de grabar la música del concierto y, aunque por reutilización se borró parte del contenido posteriormente, las imágenes se montaron con el sonido de otros conciertos. Los Beatles, que fueron paseados por diversos lugares de España, como unas bodegas de vino de Jérez, cobraron su sueldo más bajo en toda su carrera, por decisión de Brian Epstein, que bajó su precio por actuar en consideración a los españoles, no a la dictadura, no obstante Paul McCartney habló en español, cosa esta de hablar en el idioma autóctono del país que no hacían en otros países, y trataron de tocar más fuerte con la fantasía de tratar de que les oyera los que estaban fuera. Puede que no supieran de la realidad de los temas más oscuros de la dictadura de Franco, pero algo intuían, sobre todo porque Ringo Starr fue confundido con un seguidor español al bajar del avión y recibió un empujón violento por parte de un policía mientras Paul McCartney horrorizado le recuperaba al grupo para meterle en el coche oficial que debía llevarles al hotel.

Como sea, en lo periodístico sólo se sintieron satisfechos con las preguntas de José Luis Álvarez, que se centró en lo estrictamente musical. Eso permitió que pudiera tener una entrevista exclusiva con ellos y Epstein en soledad, sólo él disfrutó de esto en España. Fonorama pasaba a ser así de una revista pequeña a una revista musical de referencia en España. De esa entrevista salió la idea que tuvo el joven periodista de pedirle permiso a Brian Epstein para grabar el concierto. A Brian Epstein le pareció una buena idea y le dio permiso. Al día siguiente lo formalizaron en un documento legal. La condición era que no se pudiera publicar hasta veinte años después, o sea hasta 1985. Era el único concierto legal que autorizaban los Beatles a pesar de esa peculiaridad. Hay que pensar que no existían los discos de conciertos de rock, aunque estaban a punto de irrumpir en el mercado de la mano de los Rolling Stones ese año y de Jimi Hendrix en breve. Esto lo contaba en el capítulo 6, donde además conté que los Beatles fueron pirateados en un concierto publicado en 1966 de forma pirata, el At the Hollywood Bowl, que fue comprado y hecho oficial en 1976, disco que el año que viene cumplirá cincuenta años de su primera publicación pirata, por lo que no me extrañaría que para estas navidades o las que vienen lo reedite remasterizado la compañía Apple, cosa que los admiradores y amantes del rock recibiremos con mucho gusto, porque hasta la fecha no se ha editado en CD salvo por una edición limitada en Japón en los años 1990. Hay otro concierto que se oficializó de ellos, se trata del concierto que dieron en Japón en 1966 y que se editó en los años 1980. Sólo estos tres discos de conciertos, el de Hollywood (Los Angeles, Estados Unidos), el de Tokio (Japón) y el de Madrid (España) son discos autorizados de conciertos de ellos, y de ellos parece ser que en principio, en origen, sólo al de Madrid le dio permiso legal Brian Epstein. Es por tanto un concierto bastante exclusivo.

Brian Epstein murió en 1967. José Luis Álvarez se fue olvidando de su contrato y de su grabación, que usaba de manera personal, hasta la muerte de John Lennon en 1980. Por entonces hizo aquella primera edición muy limitada y muy deficitaria, cumplida la fecha de 1985, puede que se publicara a su modo en torno a 1989 ó 1990. Nunca le gustó ese resultado y por eso se puso a trabajar en esa remasterización respetando el sonido original desde 2011. Ahora como he dicho, el disco es una realidad en 2015, cincuenta aniversario, y se llama The Beatles, 2 de julio de 1965, concierto en Madrid. Ya he hablado del libreto, así pues comentaré que la portada y el pack de cartón en su conjunto está diseñado por Manuel Alhambra con las fotografías del archivo de José Luis Álvarez. Se trata de un fondo blanco sobre el que han colocado las fotografías de blanco y negro de ellos en su paso por España, cambiando el blanco por rojo, en tres hileras y cuatro columnas que nos hacen referencia a un eco de la portada de A Hard Day's Night, que era el álbum más popular en España cuando llegaron de gira. 

El sonido se hizo en un aparato Grundig magnetofónico muy primigenio, pero llegó a captar el sonido de los músicos sin que el sonido ambiente de la muchedumbre deteriorara demasiado la calidad, y captando hasta pequeños sonidos que hubieran podido pasar desapercibidos. Escuchando el disco parece mentira que a los Beatles herederos, Paul McCartney, Yoko Ono, Olivia Harrison y Ringo Starr, no se les hubiera ocurrido llegar a un trato comercial con José Luis Álvarez, aunque lo más probable es que ellos ni se acordaran de aquel trato de Brian Epstein con el periodista o que simplemente ni siquiera supieran ni de ello ni de la existencia de la grabación. Supongo que se habrán enterado ya, pero ni ellos ni los herederos de Michael Jackson les ha importado, no aparentemente o no públicamente, imagino que habrán tomado nota de las ventas y repercusión de cara, posiblemente, a una reedición hipotética del esperado disco At The Hollywood Bowl, cosa que es especulación mía. 

Se trata de trece canciones, que son las que tocaron en todos los conciertos de la primera mitad de 1965 como mínimo, tal vez en todos los de 1965, aunque nunca las tocaron en el mismo orden. En Madrid optaron por empezar por Twist and Shout y terminar con Long Tall Sally. Predominaron las canciones de rock and roll puro, aunque las hubo que eran ya tendentes a introducir algunas de sus novedades sonoras en otro camino, como I feel fine. En general fueron trece canciones que les resultaba fácil de interpretar en el escenario porque no necesitaban aún de algunos de los recursos sonoros que sí necesitaron y les faltaron en la gira de 1966 y que sólo lograban de manera óptima en los estudios a falta de algunos aparatos para los conciertos que hoy día existen y por entonces no.

El resultado del concierto es impresionante. Se pueden escuchar canciones que en sus álbumes suenan relajadas a un ritmo muy acelerado que invita a ponerse a bailar y cantar a gritos; realmente un ritmo muy, muy acelerado. Personalmente creo que si los Beatles hubieran optado por publicar alguno de sus conciertos en aquel 1965 hubieran sobrepasado los resultados del primer concierto de rock publicado, el de los Rolling Stones. Suenan desde luego más rockeros y más duros. En 1965 hubiera sido todo un impacto, otra brillantez de los de Liverpool, otra innovación, en 2015 es una demostración de porqué los Beatles eran los más apreciados dentro y fuera de los escenarios. Se han editado en estas décadas numerosos conciertos de rock, alguien puede creer que este es uno más, pero este es uno de los pioneros, nos llega con medio siglo de retraso, pero, sinceramente, suena con la juventud y fuerza que tenían ellos mismos en 1965. Me parece muy actual y es un aliciente escuchar además voces y sonidos en español siendo español. Este disco se vende en España pero creo que funcionaría en todo el mundo. Nos trae unos Beatles desconocidos cincuenta años después, aquellos de los escenarios. Tenemos muy cercanos a los Beatles de estudio de grabación, pero no tanto a estos que se desgañitaban sobre los escenarios. Merece la pena tener este pedacito de la Historia musical tanto del rock internacional como, más particularmente, de lo que significó para la revolución musical y social que supuso en la España de Franco. De ahí a los experimentos musicales españoles era ya todo un camino a seguir hasta la Transición. De los gritos de alegría de aquella plaza de toros en julio de 1965 por los Beatles a los gritos pidiendo amnistía y libertad en enero de 1976 en la Barcelona que acudía a un concierto de Lluis Llach, o a la irrupción de la policía en la Universidad Central (hoy Complutense) en 1968 mientras cantaba Raimon, o a la censura de Capitán Trueno cantada por Asfalto, o al concierto de los Rolling Stones en 1976 que marca el camino cultural a la democracia, hay toda una lección de explicaciones a porqués de la Historia reciente.

El disco no es muy caro, se encuentra, según el comercio, entre 12 y 14 euros. Yo me lo compré en agosto. Merece la pena. Saludos y que la cerveza os acompañe.

4 comentarios:

Canichu, el espía del bar dijo...

IMPORTANTE:

Leo que en 7 de julio de 2015, el dueño y musicólogo de Shiva Discos, denunció que era un disco falso y que se trata de un montaje entre grabaciones de un directo en París, el de Tokio de 1966 y el concierto de Paul McCartney de 1989. Comparadas las grabaciones diré que tristemente hay que darle la razón. Parece que José Luis Álvarez nos hubiera engañado en nuestras ilusiones. Él insiste en que es verdadero. Se puede jugar con las nuevas tecnologías, es verdad, ¿a quién creer con buena fe? Necesitaríamos tener esos conciertos de París y Tokio en su edición original a mano, pero parece que en principio esto es lo que es y que hay que tomar en serio que pudiera ser una falsificación. Lo siento... y como beatlemaniaco lo siento aún mucho más.

Canichu, el espía del bar dijo...

Enlace de interés para comparar sonidos:

http://www.tansoloesrockandroll.com/2015/07/es-falso-el-disco-beatles-concierto-en.html

Canichu, el espía del bar dijo...

Por este motivo, y otros, sería importante que los Beatles reediten ya de una vez todos los conciertos que tengan legalizados de entre los que se editaron con posterioridad a ellos o entre el mercado pirata, para evitar fraudes posibles. Los seguidores no nos merecemos esto. Los musicólogos tampoco.

Anónimo dijo...

Un absoluto timo . Los temas están extraidos del concierto de París ( 1965 ) . Lamentable José Luis Álvarez y todos los que se han sumado a este gran engaño . Patético ...