domingo, marzo 04, 2012

NOTICIA 1054ª DESDE EL BAR: JESÚS LÓPEZ PACHECO EN MI CONTRIBUCIÓN

Al alba salió a la mar,
al alba, la barca sola;
iba saltando y saltando
la barca, de ola en ola.
¡Ay! Pescadores curvados...
vacía salió la red.
Curvados, los pescadores,
la van a echar otra vez.
Aro sobre el horizonte
de un mar vacío de peces.
El mar se ríe de verles largar
la red tantas veces.
La barca volvió a su puerto
sin una sola sardina,
con hombres que no han ganado
la leña de su cocina.

(1970, "La mala pesca", Jesús López Pacheco; poema que el autor autorizó hacer canción a los cantautores Hilario Camacho y Adolfo Celdrán.)

Jesús López Pacheco es un escritor del exilio español en la pasada dictadura nacionalcatólica del general Francisco Franco. Aunque la entrada que le han escrito en Wikipedia apenas registra catorce libros firmados por él, lo cierto es que su obra es mucho más basta. Gracias a él, por ejemplo, contamos con la traducción al castellano del "Infierno" de Dante, que ningún editor español quería arriesgarse a publicar en los primeros años de 1970', o bien la traducción y estudio de prácticamente toda la obra de Bertolt Brecht, o la de Evguenei Alexandrovich Evtuchenko, alguna cosa del psicoanalista Jung, y en fin, tantos otros. Además, trabajó bastante con innumerables cantautores que se interesaron por sus poemas hasta el punto de que algunos hicieron canciones de ellos, y hasta un disco monográfico con el nombre homónimo a un libro de Pacheco, "Canciones de amor prohibido" (1961). Sólo hay que ir a las tiendas de música e indagar de entre los componentes de las letras de Adolfo Celdrán, Els Sapastres, Hilario Camacho o incluso Joan Baez. Además su obra es también, aparte de poemas, novelas y traducciones, varias obras de teatro e innumerables artículos y ensayos diseminados por varias revistas de prestigio de la época (Cuadernos para el Diálogo, entre ellas).

Pero, ¿quién es Jesús López Pacheco? Qué curiosa pregunta para alguien que hasta hace bien poco era conocido en la Literatura española. A mí, este escritor nacido en 1930 en Madrid, el universitario que participó de la creación del Congreso Universitario de Escritores Jóvenes en 1956 (que dará paso a una represión por parte de la dictadura que marcará la Historia como la primera vez que los universitarios españoles se organizaron en contra de las premisas de la dictadura), el intelectual que hubo de exiliarase a London, en Ontario (Canadá), en 1968 y que ya no regresaría para vivir en España nunca, el hombre que murió en 1997 dejando una hija y dos hijos, uno de ellos el cineasta Bruno Lázaro Pacheco, me llegó por primera vez en papel a mis manos hace pocos meses. Ha sido en mi trabajo de archivero. La familia donó su archivo personal al Estado español, y entre que se crea y no se crea el aprobado Archivo de Autores Españoles hay que ir archivando debidamente su documentación, recibida totalmente sin describir. Virgen del despacho que dejó vacio en su casa en 1997 a las estanterias del Archivo General de la Administración (AGA) donde ahora lo estoy tratando hasta que pierda el trabajo por fin de contrato el 30 de abril próximo.

Lo cierto es que me está interesando la figura de esta persona, no tanto su obra que no la he leído. He comenzado a organizar su fondo desde su correspondencia, tratando de saber qué hay y qué no hay. Aunque echo en falta de momento las cartas con su agente literario, Carmen Balcells, no es algo que me preocupe demasiado, ya que ella ya donó al Estado igualmente su archivo personal (también está su fondo en el AGA,y también se está tratando ahora mismo para poderlo poner a disposición de los ciudadanos interesados). Hay numerosas cosas bien interesantes, y es que no está mal aquella frase de un profesor universitario de mi carrera que dijo que los historiadores para ser buenos de verdad éramos una mezcla de morbosos y cotillas. Mientras disfruto leyendo lo que con Carlos Barral, Camilo José Cela, Jorge Guillén, Caballero Bonald, Juan Goytisolo, Bernardo Giner de los Rios y otros se van diciendo, me he interesado por tratar conocerle algo más comprando algún libro suyo. Sin embargo, aunque su novela "Central Eléctrica" es la cumbre del género literario del exilio llamado Realismo Socialista, que es una rama del Realismo Social (cuyo máxima novela es "La Colmena"; de Cela, o las obras de Delibes), me encontré con la triste sorpresa al rastrear por la Librería Diógenes y por La Casa del Libro de que su obra lleva descatalogada desde que en 2002 la Editorial Debate publicó póstumo su obra "El Homóvil". Desde entonces nada, sólo Aviones Desplumados trató recuperar su memoria en 2009.

Entre tanto uno sigue leyendo cosas de él en sus cartas y descubre como Pacheco en 1970 ya habla y recomienda a poetas como Marcos Ana (con quien escribe conjuntamente una rareza de libro que hoy día sólo se vende en Argentina, llamada "España a Tres Voces", en la que también contribuyó Luis Alberto Quesada), o como Nicanor Parra. También uno descubre una obra de teatro que no aparece en el registro de ISBN, y uno investiga sobre ella e intuye que está inédita, y ve en la edición de Endymion de 1992 del libro "Asilo Póetico (1968-1990)" que efectivamente se habla de una obra de teatro inédita (bonito será encontrarla mientras archivo, pues aunque mi nombre será anónimo en tal contribución, siempre sabré que contribuí a que se conociera; no puedo dar más datos ni decir más de ella públicamente). Así pues, empecé a urgar en Iberlibro, y allí encontré unos cuantos ejemplares (uno de ellos por la ciudad y descripción estaría por asegurar quien fue su dueño en Indianapolis) que se encontraban en "librerías de viejo" en Madrid capital. Entre las muchas actividades que tenía programadas este fin de semana, una de ellas implicaba viajar a Madrid, y en mi lista anoté: visitar la calle La Palma.

Abrí una puerta de cristal empapelada con folios blancos. La librería era un auténtico horror para claustrofóbicos. Enormes paredes de techo alto de principios del siglo XX atestadas de montañas de unos tres bloques de libros que ascendían del suelo al techo. Apenas un par de baldosas para ir saltando con el cuerpo en lateral para llegar a un librero, que con el nombre del autor y el nombre del libro registra en su fichero. Ve un número, una signatura. Enseguida desaparece entre más estrechos pasillos formados por bloques de libros, se diría que sedimentarios. Y aparece a los minutos hablándote de ese libro cuya temática es actual con esta crisis económica y de valores, pero cuyo tratamiento ambientado en la España social y rural de la dictadura en la altura de la década de 1950' le deja obsoleto en parte. Una maravilla.

13

A

El verso que lees no es
verso porque yo lo escriba.
Es verso porque lo lees.

B

El verso que lees no es
verso porque tú lo leas.
Es verso porque te lee.

(Por Jesús López Pacheco, en "Asilo Póetico. Poemas escritos en Canadá (1968 - 1990)".)

2 comentarios:

Isabel dijo...

Yo sí tengo " central eléctrica " y si quieres te la presto. Una que se imprimió en España creo que en la transición y està deleitada para que no se lea y otra que compré en Cuba ... Hace 23 años y se lee muy bien .
Es una obra dura e interesante , de este escritor extremeño de origen y con algún parentesco conmigo a través. De mi padre que fué el que me hablo de él

Canichu, el espía del bar dijo...

Hola, muchas gracias. Me compré el libro poco después de escribir esto en su día, a través de iberlibro. Le escribí este comentario que te menciono el link al final, pero muchas gracias. Es un muy buen libro.

http://espiadelbar.blogspot.com.es/2012/05/noticia-1088-desde-el-bar-central.html