
También en la película "La Patagonia Rebelde" todo esto cobra importancia. Los sucesos que narra ocurrieron en 1921, con la presidencia de Irigoyen, pero el ambiente en el que se desarrolló era algo no sólo constante en aquella Argentina de tangos, cantinas, cafés y billares, si no algo que se iría potenciando como todo un latente estado revolucionario que se aguijoneó aún más con la llegada de numerosos españoles anarquistas en el más que citado año 1923. Un estado revolucionario que iría chocando contra una cada vez más sociedad conservadora de las clases burguesas, hasta llegar al punto en el que se produjo el gobierno de Perón. No obstante hay que pensar que sólo en 1921, el año de los sucesos de La Patagonia, se llegó a fusilar a unos 1.500 trabajadores que se habían declarado en huelga, sin que el Estado fuera una dictadura aún, sino una democracia.
Había existido en Argentina una llegada masiva de inmigrantes hasta 1914, la Primera Guerra Mundial comenzada ese año hizo que la llegada de inmigrantes (que seguía al alza) disminuyera, ya que muchas personas o combatían en sus países o se veían ya imposibilitados de viajar. El final de la guerra en 1918 no significó una recuperación del ritmo de llegada de inmigrantes a los índices de 1914, ya que ahora mucha gente se quedaba en Europa donde abundaba el trabajo para su reconstrucción. Sin embargo Argentina seguía recibiendo gente, sobre todo desde 1922 empezaron a llegar italianos exiliados que huían de la dictadura fascista de Mussolini, y en 1923 de españoles que huían de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Italianos y españoles tenían pues cosas en común: eran principalmente inmigración exiliada por motivos políticos (eran de izquierdas, ya fueran anarquistas, socialdemócratas o comunistas), y una gran mayoría solía corresponder con gente de extracción proletaria y urbana que al llegar a Argentina cambiaron el ritmo de vida de las grandes ciudades como Buenos Aires. El ritmo de crecimiento de la llegada de inmigración a Argentina se paró a finales de 1929 a causa de la gran crisis económica mundial surgida por el Crack de la Bolsa de New York. Pero en el caso de la llegada de españoles también porque en los primeros días de enero de 1930 cayó la dictadura de Miguel Primo de Rivera y ahora regresaban a España los exiliados, que en 1931 contribuyeron a la proclamación de la II República. Sin embargo los italianos exiliados aún no podían regresar a Italia, pues continuaba el gobierno de Mussolini.
La inmigración, la que llegó entre 1900 y 1929, se veía atraída por el incremento de los salarios que se estaba produciendo en Argentina a causa de la falta de mano de obra. El aumento de la producción agraria, como vimos en la primera entrega, había hecho crecer y modernizarse a la industria del país, esta necesitaba de más y más mano de obra, sobre todo cualificada en lo industrial, y esta fue buscada por medio de salarios altos entre los europeos. los inmigrantes se concentraron en zonas de producción capitalizada e industrializada recientemente en torno a Buenos Aires y las regiones de la costa. Esto fue así principalmente hasta que en 1895 la obtención de grandes extensiones de tierra en el interior atrajo a un gran número de inmigrantes, cosa que atrajo a un porcentaje llamativo de gente a pesar de que la gran mayoría continuó residiendo en zonas costeras industriales y de comercio marítimo. Era preferible vivir en las grandes ciudades, ya que el trabajo rural era en realidad temporal y el trabajo urbano era más estable. El excedente agrarios estimulaba la industria, el comercio y el transporte, y estos se concentraban en torno a las ciudades costeras. Por ello, entre 1914 y 1918, los años de la Primera Guerra Mundial, la gran mayoría de la población argentina era urbana e industrial. En muy pocos años habían cambiado sus hábitos, lo que conllevaba a una aparente desaparición de la clase media en favor de clases altas cada vez más altas y clases trabajadoras cada vez más concentrada y depauperada. El mundo del hampa aumentó. Además, la inmigración trajo consigo costumbres culturales que enriquecieron el panorama de las ciudades del mismo modo que trajeron hábitos como el gusto por la nocturnidad y su mundo como medio de escape a la vida diaria (cafés, clubes, billares, alcohol, tangos, en algún caso prostitución...).
La rápida apropiación de tierras inhabitadas en La Pampa y La Patagonia provocó la aparición masiva de la aparcería y el peonaje, así como una amplia gama de asalariados por bajos sueldos y condiciones de vida duras que iban atravesando el país mientras construían el ferrocarril. En 1937 el 59 % de la población era asalariada en el campo, en 1960 lo era un 83 %. Eso implica una depauperización y un retroceso en las condiciones de vida rurales del interior de Argentina, no olvidemos que el trabajo, además, era temporal. Era parte de un rápido avance del capitalismo en el mundo agrario argentino. Los arrendatarios desaparecían mientras a la vez aumentaban los nombrados asalariados, gente sin tierra que alquilaba su fuerza de trabajo en las tierras. pero incluso los campesinos disminuyeron con la mecanización de muchos de los trabajos campestres. Los campesinos "golondrina", así llamados por su temporalidad, se vieron perjudicados en favor de los contratistas de máquinas que daban más productividad.
Todo este proceso favoreció las reivindicaciones laborales desde comienzos del siglo XX. En un principio nacieron precisamente en el mundo rural. Los trabajadores, por todo lo dicho también, eran mayoritariamente anarquistas, ya lo fueran de la tendencia colectivista o comunista, se habían organizado en sindicatos. Imitaban en esto a los anarcosindicalistas europeos como los franceses, los españoles y los de otras regiones. Organizados de modo asociativo sólo algunos elementos que no terminaron de entender el anarquismo se abrazaron a él usando de actos violentos. Estos actos violentos llevaban a las autoridades a duras represiones que sólo provocaban que los anarcosindicalistas que no habían usado la violencia la usaran para defenderse de los ataques del ejército y la policía. Por no hablar de los infiltrados por la patronal argentina entre los huelguistas para realizar actos violentos que dieran la excusa para la represión de los comités obreros. Con la revolución soviética de 1917 y la entrada en juego del comunismo bolchevique hubo aún más personas que no supieron interpretar correctamente las reivindicaciones obreras, creyendo erróneamente que se pedía que los obreros fueran los patronos y los patronos los obreros, cuando en realidad se aspiraba a que ya no hubiera patronos ni obreros que fueran dominados por patronos, si no que todos colaboraran por igual en la sociedad.
En 1902 se produjo el Primer Congreso de Obreros Rurales de mano mayoritariamente anarquista. Trataron los asuntos referentes acerca de la necesaria regularización del trabajo en cuanto a las horas de las jornadas laborales, los sueldos, y otras cuestiones. En 1904, tras varias huelgas, se logró en la región de Tucumán el reconocimiento de la existencia de unos sueldos mínimos, ello les había costado unas muy duras represiones violentas en los huelguistas del resto del país. Pero el primer gran enfrentamiento entre autoridades y proletarios del campo y de las industrias se produjo en 1912, en el llamado Grito de Alcorta, donde unos de sus principales protagonistas eran de origen italiano. Se produjo obviamente en Alcorta, en La Pampa, y básicamente fue el estallido del enfado de los pequeños arrendatarios de tierras contra los grandes propietarios que cada vez les ponían más situaciones límite para subsistir. Había hambre, mucha hambre. Se quemaron cosechas de los latifundios y hubo enfrentamientos violentos. Sólo nueve años después, en 1921, y con motivo de los enfrentamientos huelguísticos que cuenta "La Patagonia Rebelde", se logró que la ley, y no el ejército, comenzara a preocuparse por poner paz en el lugar. Lo hizo precisamente protegiendo a los pequeños arrendatarios de los abusos de los grandes latifundistas, lo que daba la razón en las protestas a quienes las habían iniciado. Ello no gustó a una clase latifundista que quería del lugar todos los beneficios posibles a costa de arruinar a los pequeños propietarios y a los asalariados, por lo que hubo una serie de acontecimientos con mayores actos de violencia muy graves, los cuales se explican en la película citada, con 1.500 fusilados huelguistas anarcosindicalistas. Entre 1912 y 1921 se había logrado fundar, aún con todo, la Federación Agraria Argentina (FAA) donde sus principales cabecillas eran anarquistas españoles e italianos, pequeños arrendatarios argentinos y todo aquel que vivía gravemente afectado de los malos precios que recibían por sus cosechas y los altos precios de los productos en favor siempre de los grandes propietarios.
"Estos hombres de campo ya no luchan para si, sino por sus hogares y por sus hijos, para que tengan la seguridad de un futuro de la que ellos carecen. Estar a su lado en esta hora deberia ser la posicion de todo argentino". (Dr. Francisco Netri, 1912, Grito de Alcorta).
No hay comentarios:
Publicar un comentario