lunes, julio 13, 2009

NOTICIA 649 ª DESDE EL BAR: EL INFORME MAGNICIDIOS (1)

Inicio una serie de tres informes sobre determinados magnicidios.

EL INFORME MAGNICIDIOS (1)

Abd-al-Rahmán ibn Sanchul (Abderramán Sanchuelo, 983-1009) fue el penúltimo califa de Córdoba con cierta autoridad, aunque no demasiada. En realidad el Califato de Córdoba había sido gobernado por la dinastía Omeya desde su instauración en el siglo IX, de hecho, los Omeyas fueron los que crearon previamente el Emirato independiente en 755, un siglo antes y alrededor de cuarenta años después de la conquista musulmana de la Península Ibérica. Lo que nos interesa para lo que vamos a explicar es porqué Sanchuelo gobernaba sin ser un Omeya. Su apellido era en realidad Amir, era un amirí. Su padre era Ibn Abi Amir, conocido como al-Mansur ("El Victorioso", castellanizado: Almanzor), y su madre era una de las esposas de este, una princesa cristiana hija de Sancho Garcés II, rey de Navarra.

Ahora bien, si Sanchuelo era hijo de un militar poderoso con diversos cargos políticos, ¿quién era el Omeya que debía gobernar? Hisham II. Lo que ocurrió es que el padre de este, el califa al-Hakam II, contravino una tradición de todos sus ascendientes que habían gobernado al-Andalus hasta la fecha. Absolutamente todos, siguiendo posibilidades religiosas del islam y estrategia política de sucesión, se habían casado con varias mujeres a la vez, y al mismo tiempo se habían creado grandes harenes de concubinas, algunas de ellas eran esclavas normandas y eslavas (vikingas) raptadas en las costas. El sistema hereditario de gobierno en el islam no respondía a los lazos de sangre padre-hijo exactamente, sino que respondía a los linajes de las familias que eran descendientes de las personas con las que tuvo contacto Mahoma en el siglo VII. Pero en la práctica realmente la heredad del gobierno era padre a hijo, aunque algunos otros familiares (sobrinos, hermanos, tíos, etcétera) pudieron aspirar a gobernar, y de hecho en algunos casos lo intentaron fracasando militarmente en el intento. Ahora bien, dentro de establecerse la fórmula no escrita ni establecida en ley de padre-hijo, no quedaba claro qué hijo. Así que solía gobernar aquel que entraba en el alcazar de Córdoba, el centro de gobierno, el primero de todos tras morir el padre. Por ello, los emires omeyas trataron de mandar a sus hijos a diferentes lugares lejos de Córdoba y solían llamar venir a Córdoba al que preferían cuando sentían que se iban a morir. El sistema, obviamente, no era muy perfecto, por eso cuando Abd-al-Rahmán III instauró el califato en el siglo VIII (esto es un reino musulmán totalmente independiente del todo, hasta el punto que el cabeza de la iglesia musulmana no era ya el califa de Bagdad o Damasco, sino el propio califa de Córdoba), también instauró la norma de nombrar a dedo a su sucesor antes de morir. Explicado todo esto, para asegurarse tanto durante el emirato como del califato que no mataban a su sucesor, y que de hacerlo siempre habría alguien para sucederle, los Omeyas tenían múltiples esposas y concubinas con la finalidad de tener numerosa descendencia, en algunos casos se cuentan hasta 200 o 300 hijos, en casos más normalizados... 40-50-100. Sin embargo al-Hakam II no cumplió esa norma, como he dicho. Se sospecha que estaba temeroso de que su propio hijo pudiera atentar contra él para gobernar, ya que él mismo se vio envuelto en una intriga parecida donde sus manos no parecen limpias de sangre. Sea como sea, sólo tuvo un hijo, Hisham II, y lo tuvo cuando él mismo era ya bastante avanzado de edad para la época, unos cuarenta y algo a cincuenta años, creo. De tal modo que cuando murió, su hijo tenía sólo 11 años.

Bien, tenemos a un califa menor de edad en 978 y un problema, el islam prohibe gobernar a un menor de edad. Así que su tío cogió las armas contra su sobrino para dar un golpe de Estado. En su defensa apareció una figura militar y política que había ido creciendo con el califato de al-Hakam II, Almanzor. Este caíd (general) eliminó a su tío y se transformó en regente... sólo que cuando Hisham II creció, Almanzor no soltó el poder y se transformó en una especie de dictador que mantenía al califa. La autoridad era de Hisham II, pero el poder de gobierno de hecho era de Almanzor. Almanzor mantuvo su gobierno trayendo tropas bereberes del norte de África, del Magreb. Estas eran bastante incultas en comparación con la sociedad de al-Andalus, habían aprendido el Corán y lo interpretaban a rajatabla, no veían en él metáforas, como en al-Andalus. Eran belicosos y parece ser que cualquier excusa era buena para empezar una pelea. Así por ejemplo, en al-Andalus existía una fiesta nacional, por así decirlo hoy día, que celebraba el día del desembarco de Tarik y Muza en 711 en la península. En esa fiesta la gente civil tiraba piedras a los escudos de los militares en un desfile y estos interpretaban una defensa ficticia. El año de la primera recluta de Almanzor en estas gentes provocó que los bereberes respondieran con una masacre auténtica de la población civil, lo que originó un resentimiento contra estas tropas de grandes dimensiones y que iba en aumento cada año. Los propios bereberes que ya estaban en al-Andalus desde principios del siglo VIII no les veían bien ni como iguales.

Almanzor era apreciado como un gran guerrero, realmente desbarató los reinos de cristianos hasta el punto de poder llevarse las campanas de la catedral de Santiago de Compostela. Pero sus tropas bereberes eran un elemento de control por el terror para árabes, sirios, berebéres andalusíes, mozárabes, judíos, cristianos conversos al islam y eslavos esclavos. Cuando Almanzor murió inesperadamente en 1002 le había de suceder no como califa, ya que él mismo no lo había sido, su hijo Abd al-Malik, como gobernante con todos los poderes de gobierno, salvo la autoridad de la potestad que seguiría siendo del califa Hisham II. Pero al-Malik fue asesinado en 1008. Se sospecha que lo hizo matar su hermano menor, que es quien nos interesa en este informe, Sanchuelo. Hisham II creyó que gobernaría él, pero Sanchuelo no tardó en dar un golpe de Estado por el cual se autonombró califa, ignorando los preceptos religiosos acerca de las familias que tenían derecho a gobernar, la suya no tenía antepasados con relaciones con Mahoma. Eso fue un factor que le atrajo múltiples enemistades.

Sanchuelo comenzó mal su reinado aquel 1008, el presunto asesinato de su hermano por conspiraciones suyas, el no ser un Omeya... pero también cosas como ser de madre cristiana, lo cual tenía implicaciones religiosas (no olvidemos que el califa era la máxima cabeza del islam) y políticas. Y aún peor, Se dijo de él que no paraba de estar con mujeres, que solía emborracharse de vino con amigos suyos (cosa muy prohibida en el islam) y que blasfemaba incurriendo en el ateísmo, ya que incluso se permitía cosas del estilo de oir llamar a la oración y no ir a orar (el califa debía dirigir o presidir la oración en la mezquita de Córdoba) y decir con irónico humor que si esas llamadas fuera para ir a pecar iría el primero, para poder entregarse a algunas de sus fiestas acto seguido. Entre tanto no sólo mantenía a las tropas bereberes de su padre Almanzor, sino que además les daba mano abierta, ojos cerrados, recompensas y las aumentaba en número. La situación, desde luego era ya muy tensa en al-Andalus y su gobierno se cuestionaba.

Sanchuelo quiso demostrar que su gobierno era legítimo por el hecho de que podría dar triunfos a al-Andalus que diesen riquezas para todos como en tiempos de su padre. Organizó una expedición militar hacia los reinos crisitianos, con tropas bereberes. Cuando salió de la capital, un bisnieto de Abd al-Rahmán III, llamado Muhammad al-Mahdí, decidió tomar las riendas y ensalzando a las tropas árabes, arrasó la ciudad que había construído Almanzor, Medina al-Zahira (era la contraposición de la Omeya Medina al-Zahara). Acto seguido partió hacia Córdoba y con ayuda del pueblo entró en palacio, en el alcazar, y obligó a su familiar Hisham II a abdicar de forma definitiva en su persona, Transformándose en Muhammad II al-Mahdí.

Sanchuelo se enteró de todo esto cuando se encontraba en las fronteras con los Condados Catalanes, no dudó en regresar con sus tropas bereberes hacia Córdoba, pasando por Zaragoza, Medinaceli y Guadalajara para aprovisionarse de más tropas y de controlar esas poblaciones. Pero tuvo que retenerse en Alcalá de Henares, donde había tropas bereberes que pensó podrían ayudarle, pero eran tropas de bereberes llegados en el siglo VIII, y no traídas por su padre. Tuvo entonces un primer combate en Alcalá de Henares entre sus fieles y los de Muhammad, pero ganó la batalla y se aprovisionó de otros beréberes fieles a él que había en la ciudad. Hubo otras batallas en su camino a Córdoba, pero cuando llegó a la capital el 3 de Marzo de 1009, no sabía dónde se metía. Las tropas de la ciudad facilitaron que entrara en la misma, e incluso en el alcazar. Pero una vez dentro del alcazar, cerrándole las puertas, Muhammad le atacó desde las murallas. Fácilmente muertos los hombres que entraron con él, dejó que Sanchuelo fuera matado por una multitud y que lo pisotearan. Mando cortarle la cabeza, cosa que en el islam está prohibidísimo, ya que en tal caso su alma no podrá descansar nunca y estará condenada, y colgó el cuerpo descabezado de las murallas del alcazar durante semanas. Ahí quedaban los restos de un joven de 26 años, probablemente aún no cumplidos, probablemente de 25.

Muhammad II no duró mucho más, la guerra abierta entre bereberes y el resto de la población continuó y murió asesinado también unos meses después, ya en 1010. A partir de ahí hay una veintena o treintena de califas que apenas duraron unos meses hasta que el califato se descompuso en varios reinos diferentes, las llamadas taifas, a partir de 1032. La culpa fue de innumerables guerras civiles en aquellos veinte años (guerra civil es en árabe fitna). De este modo el magnicidio de Sanchuelo probablemente haya sido el magnicidio más decisivo de la Historia de la península Ibérica. Parece ser, según los textos, de un personaje que reunía en sí las características más despreciables de un dictador en cuanto al recurso del gobierno por el terror, no podemos hablar de valores democráticos ya que en aquella época no había democracias, las ideas se centraban más en monarquía, imperios, a lo sumo en cortes de asesoramiento. Los Omeyas parecen haber gobernado más o menos satisfaciendo a todos, hasta su último momento. La familia de Almanzor, los Amidíes, son otra cosa. Son... otra cosa, otra forma de gobierno. desde el populismo guerrero del fundador, a los desmanes no tan populares de sus dos hijos. Pero también hemos de pensar que Sanchuelo se aleja de la religión, aparentemente ateo, o agnóstico, o quizá simplemente pecador blasfemo, o quizá alguien que comprendía que la religión era religión y el gobierno era gobierno, sin comprender que en el califato gobierno y religión estaban unidos en la persona del califa, y que aunque sólo fuese para mantener la autoridad era conveniente no forzar su distanciamiento.

Y entre tantas conspiraciones y magnicidios familiares, a veces me detengo a pensar que parecen más fáciles los caminos de la guerra, y la doble cara, que la paz, pero que la paz merece la pena en sí misma como para seguir su difícil camino. Hecho de menos unas cuantas sonrisas.

Que la cerveza os acompañe.

2 comentarios:

Lolita blues dijo...

El camino de las intrigas y de los asesinatos, en suma de la lucha por alcanzar el poder, es tan vieja como el hombre mismo. Pero sí, efectivamente el sendero de la paz, aunque mucho más intrincado merece la pena en sí mismo puesto que de los periodos de paz han surgido también los máximos exponentes de la cultura. Si los hombres guerrean y luchan entre ellos no hay tiempo para el arte, por ejemplo. Aunque Alonso Quijano diría que el arte de la espada y de la pluma están hermanados de alguna manera... y tampoco le falta razón...

Este tema es muy complejo, da para llenar muchos blogs... mira, ahora vengo de Bruselas y mi chico viene muy indignado porque dice que es una ciudad de burócratas y que le parece un esperpento ver el enorme edificio del Parlamento Europeo y otras mil sedes de organismos oficiales que hay allí (para que te hagas una idea se calcula que un 30% de la población trabaja como funcionario público, una pasada). Sin embargo, yo, aunque no creo que sea ni mucho menos un sistema perfecto, que no lo es, creo que de alguna forma es una fortaleza que representa la paz entre todos los países que están unidos y los que se seguirán uniendo. Creo que es un paso adelante, aunque por supuesto es muy criticable por múltiples motivos...

Que me enrollo... me gusta mucho tu blog, escribes muy bien y haces que se engrasen los engranajes del cerebelo... saludos!

Canichu, el espía del bar dijo...

Bueno, de la Unión europea ya se habló bastante en este blog cuando las elecciones, me remito a aquello. Por otra parte, un besico,.