jueves, abril 30, 2009

NOTICIA 612ª DESDE EL BAR: LEONARDO DA VINCI EN LA COCINA

"El azafrán añadido al vino os embriaga mucho, hace vuestro aliento hediondo y da, además, muy extraño sabor al vino. Puesto que no hay ninguna receta que recomiende añadir azafrán al vino, me sorprende que mi amigo Gaudio Fullente así lo ofrezca tan a menudo. Mas como él está ebrio e hiede en todo momento, es posible que yo esté equivocado en condenar su bebida y que sea a él a quien deba despreciar."
(...)
[ EN OTRO CAPÍTULO]

"Ahora he de reunirme con mi señor Cesare y el maestro Maquiavelo para tratar de mis conocimientos sobre venenos, y este es muy escaso, al mostrarse Salai [Salai era el criado de Da Vinci en la cocina] tan poco dispuesto a colaborar conmigo en mis experimentos desde que me descubrió y puso grandes objecciones a que yo colocara cantidades gradualmente crecientes de estricnina y belladona en la polenta de su desayuno, y no quiso de ninguna manera aceptar mi explicación de que esto no tenía otro objeto que fortalecer su inmunidad a las sustancias que podrían servirle otras personas menos amistosas -teniendo en cuenta la reputación de las personas de la casa de nuestro huésped."

Leonardo Da Vinci (1452-1519), "Notas de Cocina", ed. Temas de Hoy, 1987.

Leonardo trabajó para la corte de Ludovico Sforza "el Moro" durante la redacción de una libreta llena de notas de cocina. Exactamente trabajó treinta años al cargo de la taberna Los Tres Caracoles. Experimentó en cocina y de ello sacó anotaciones de recetas propias a base de diversas verduras, carnes de caballo, capón, vaca, ternera, insectos, oro, mazapán, ratones, aves diversa... especias variadas... Pero sobre todo el valor del libro está en las anotaciones de las costumbres de la Corte a la que sirvió. Así por ejemplo no sólo se lee lo aquí escrito, sino también recomendaciones de cómo limpiar la sangre del mantel de un asesinado durante un banquete, del mismo de cómo retirar al muerto educadamente, o bien como sentar al asesino del señor si este va a realizar su trabajo sabidamente en la comida. También hay recomendaciones a sus señores de que no deben soltar a sus alimañas durante la comida para que coman los restos, no limpiar sus cuchillos en las ropas de los invitados, no colocar conejos atados en las sillas para limpiarse las manos, no vomitar delante de la comida, no toquetear a la servidumbre lascivamente, no grabar la mesa con el cuchillo... y así largas listas y consejos que nos muestran una corte que los cuadros renacentistas nos muestran refinada, y que para la época lo serían, pero que a ojos de hoy no lo parecen tanto.

He de reconocer sin embargo, que Da Vinci al frente de esta taberna debió ver toda clase de espías, asesinos, y tramas palaciegas y papales. No obstante, a veces escribe la recomendación de no conspirar en la mesa, salvo si se ha de conspirar algo con su señor (con el señor para el que trajaba él mismo). Su taberna, sin duda, era un auténtico bar de espías.

Algunas anotaciones, como la del azafrán en el vino que os muestro, van más allá de la cocina, y son casi reflexiones morales, éticas o filosóficas. Pues realmente esa reflexión, por ejemplo, nos lleva a una reflexión acerca de lo que realmente debemos valorar antes de buscar el qué falla en algo. Que la cerveza os acompañe.

5 comentarios:

Bayadère dijo...

Cada día me fascina más Leonardo Da Vinci. Siempre hay algo nuevo y sorprendentes. Qué grande. Es una de estas personalidades a las que te encantaría haber conocido, aunque sólo fuese para charlar 5 minutillos, porque seguro que sería una gran experiencia.
No conocía esta faceta, pero me ha encantado!! Es curioso, y hasta gracioso. ¿Imaginas encontrarte esas "recomendaciones de higiene y buenas formas" en un restaurante hoy en día?
Otra vez, me ha encantado.

Bardamu dijo...

Hum, aceptar una invitación a esa taberna era como para pensarlo... Ahora entiendo mejor el nombre de este blog =D

Canichu, el espía del bar dijo...

Cuando lees el libro a veces piensas si estás ante el cuaderno de notas de un genio o de un ingenuo. A la misma mínima dificultad, o tardanza de tiempo ante algo, como por ejemplo quitarle la piel a un conejo para cocinarlo, Da Vinci enseguida anotaba que tenía que inventar una máquina para despellejar conejos, que ya pensaría en ello. Así se explica la gran cantidad de inventos que realizó, algunos fueron de gran éxito, y otros debieron ser auténtica morralla. Si a cada minucia pensaba algo para hacerlo maquinalmente... pues lo dicho. Sea como sea, su taberna debía ser bien peculiar, es cierto.

Saludos.

pcbcarp dijo...

Ese libro es la cachondada más culta que he leído en mi vida. O casi. Los diseños de las máquinas de guerra aplicados a la cocna son geniales.

Por cierto, que el viernes estuvimos a punto de conocernos en carne mortal gracias a Ana, pero al final no pude ir. Otra vez será...

Canichu, el espía del bar dijo...

Lo sé, conocí a una amiga tuya.