lunes, abril 01, 2024

NOTICIA 2306ª DESDE EL BAR: EL EXTRAÑO CINE QUE VI ESTA SEMANA SANTA EN TELEVISIÓN

 Desde el inicio de esta bitácora he hablado de cine, incluso llegué a tener mi propio espacio en El tornillo de Klaus para escribir de artículos de cine. En diferentes ocasiones he hablado de una lista de películas que he visto en un periodo de tiempo concreto. Al haber quedado en el desempleo  este año 2024 prácticamente en las puertas de la Semana Santa y poco había que hacer en cuanto a búsqueda de empleo, y como además he tenido una Semana Santa con soledad no  buscada, metido en casa todos estos días, sin llamadas de teléfono de nadie tampoco, ni recibí mensajes (salvo una única excepción), salvo literalmente dos breves paseos que di, dos literalmente y breves, contando Semana Santa desde el Viernes de Dolores 22 de marzo hasta Domingo de Resurrección 31 de marzo, tal como si hubiera sido revivir los días del confinamiento por la Covid-19, hoy me apetece compartiré el extraño cine que vi esta Semana Santa en televisión. Digo extraño porque en general las parrillas de televisión han programado mayoritariamente cine poco usual en Semana Santa. Ha sido películas fundamentalmente de acción y violencias diversas. Han habido las clásicas películas de Semana Santa, pero no han estado tan presentes como otros años. Esto me ha llamado la atención. En todo caso, casi todo lo emitido era poco atractivo. Al menos para mí lo ha sido, salvo alguna excepción. Cierto es que ya hubo una Semana Santa donde hice un ejercicio similar, en 2022 (Noticia 2130ª), se puede hacer la comparativa dos años después, sea como sea, a mí me apetece comentar la jugada.

El francotirador (Clint Eastwood, 2014): Esta la puso el canal Neox un par de días antes del comienzo de Semana Santa, pero yo ya estaba en el desempleo. Yo no había visto aún esta película dirigida por Eastwood. Tuvo en su día mucho reconocimiento, pero a la vez muchos de los seguidores de Eastwood, algunos ya algo mosqueados con otros metrajes y declaraciones del actor, tuvieron su particular divorcio con el cineasta aquí. No fue por motivos de cine, sino personales, por política. En los últimos años Eastwood ha marcado más su carácter conservador, lo que algunos no han perdonado o pasado por alto separándolo de su perfil artístico. La cuestión es que esta película es en realidad un biopic sobre la vida de Chris Kyle, el cual no es ni un músico, ni un actor, ni un político, ni un descubridor, ni nadie de los personajes habituales de los biopic. Kyle fue un soldado norteamericano que pertenecía al cuerpo SEAL de los marines, el cual fue enviado varias veces a la Guerra de Irak de 2003-2011 como francotirador que protege a las avanzadillas de otros marines dentro de las urbes. Pasó a la Historia por ser el francotirador con mayor número de enemigos abatidos en la Historia de Estados Unidos hasta la fecha. El final de Kyle tiene y no tiene que ver con su vida. Fue asesinado por otro veterano de guerra cuando él ya estaba retirado y viviendo con su familia en un pueblo norteamericano. Se hizo mundialmente conocido el tratamiento de Estado que le dio el gobierno a sus funerales. Eastwood recoge su vida desde que es lo que se llama un "red neck" (en España equivaldría a alguien de la España profunda, del mundo rural más cerrado) que se ve sorprendido al ver por televisión el ataque a las Torres Gemelas de New York el 11 de septiembre de 2001, por lo que se alista en el cuerpo de marines junto a su hermano. En 2003 les envían a Irak y a partir de ahí será enviado múltiples veces porque él mismo se presentaba voluntario al considerar que su misión personal no estaba terminada, ya que se sentía en competición con otro francotirador enemigo también muy certero, pero contra los estadounidenses. Así que de repente tenemos una historia que puede recordar el planteamiento base de muchas historias del Salvaje Oeste del siglo XIX americano y los enfrentamientos en duelos por parte de enemigos antagónicos memorables. Todo esto se une a que se trata de un biopic de alguien muy evidentemente concienciado y convencido de la necesidad de la guerra en Irak, con una ideología totalmente de nacionalismo estadounidense y de las normas de los marines. Todos estos elementos probablemente es lo que hizo que muchos seguidores de Eastwood creyeran que había hecho una película de guerra patriotera y eso les alejó. Sin embargo, tal como yo la vi, la película no es tanto una película de guerra patriotera. Evidentemente es una película en la guerra, evidentemente el personaje es altamente patriota, pero en conjunto, viendo todo lo que va ocurriendo y las propias reacciones de algunos de los soldados americanos que no son el protagonista, es una película sutilmente antibélica y hasta cierto punto cuestiona que el asunto patria está siendo defendido por ambas  partes cada una la suya. Sólo que es algo tan sutil que si no te fijas bien en todos los detalles te va a parecer una película de guerra... pero hay que verlo con ojos más abiertos. Eastwood como director, otra cosa es su juventud como actor (Los violentos de Kelly, Brain G. Hutton, 1970), no hace películas de acción por hacer acción, siempre hay mensaje. Este largometraje, aún teniendo un planteamiento muy parecido a Enemigo a las puertas (Jean-Jacques Annaud, 2001), no es Enemigo a las puertas. En realidad la película es antibélica y lo plantea mostrando el trauma postbélico del protagonista, el cual no termina de ser postbélico porque él mismo no logra romper durante muchos años con dejar de presentarse voluntario para combatir, lo que empeora su trauma y con ello sus relaciones familiares y sociales cuando está de vuelta en Estados Unidos. Claro que se marca el carácter bélico del personaje, porque el personaje lo tenía, pero la película va del efecto de la guerra en el individuo, en cómo le perjudica, siendo además un soldado que no dispara sin saber si mata, sino que sabe perfectamente a quien mata, que lo busca, que lo elige, que lo mata. Aparecen incluso denuncias de las dinámicas de la guerra con el uso de niños, o el asunto del terrorismo como guerrilla urbana. Luego tiene una serie de imágenes en algunas  escenas con un valor de mensaje poético, por ejemplo durante la pérdida de equipo en una huida en medio de una tormeta de arena. No creo que sea una película bélica norteamericana más. Y desde luego, de lo que llevo visto de películas sobre las guerras de Irak y Afganistán en el siglo XXI, hay un enfoque nuevo y diferente, más de denuncia, que las que se hacían de la guerra de Vietnam o la de Corea en el siglo XX. Al menos por lo general. A mí no me disgustó la película. 

El captor (Robert Bodreau, 2018): La emitió por la noche Televisión Española 1 también un poco antes de Semana Santa. Aunque yo creo recordar (erróneamente) que leí el título como El raptor. Da igual, el título original es Estocolmo, bastante apropiado, pues se trata de otro biopic, es más se trata de un hecho histórico, el de las personas y el inicio de la primera vez que se identificó plenamente lo que en psicología se llama "Síndrome de Estocolmo", una afección psicológica de las víctimas que se identifican a sí mismas con las causas de su secuestrador o raptador. Esto ocurrió por primera vez en Estocolmo, en 1973, cuando un atracador disfrazado de estadounidense del Sur entró en el Banco Central de Estocolmo tomando varios rehenes, de entre los cuáles se quedó con dos mujeres y, accidentalmente, con un hombre que se encontró escondido dentro del lugar. La cuestión es que lo que parecía un atraco imposible y absurdo, una sola persona atacando el Banco Central de un país entero a punta de arma de fuego, en realidad era el plan para exigir la liberación de un compañero suyo que estaba en la cárcel. El compañero es sacado de la cárcel para que ejerza de mediador, pero la idea no resulta bien cuando este se considera liberado y se une a su amigo que ha organizado el atraco. Con todo el edificio más que rodeado de todo tipo de fuerzas y con una repercusión mediática más que evidente, el asunto llegó hasta la intervención del propio presidente de gobierno de Suecia, que obra torpemente, y del esposo de una de las secuestradas, que también obra torpemente, por lo que las y el prisionero de los dos atracadores terminan simpatizando con sus secuestradores, lo que descolocó a todos los que intentaban liberarles. Una historia así, que fue real, no puede menos de estar entre el drama y la comedia. En cierto modo en España ya teníamos una ficción llamada La estanquera de Vallecas (Eloy de la Iglesia, 1987). Aunque el síndrome de Estocolmo es muy conocido, yo no conocía la historia concreta por la cual surgió. Me gustó. Es más, incluso tú como espectador simpatizas con el primer atracador, hasta quieres que se haga pareja de la chica. Es una película entretenida, aunque en España la supera la película de Eloy de la Iglesia, aún cuando la española es una ficción y esta otra es un biopic de una historia real.

La dalia negra (Brian de Palma, 2006): Esta ya sí fue emitida propiamente dentro de Semana Santa. La puso Bom Cine. Aunque parezca mentira, igual que las otras, no la había visto. He visto bastantes de Brian de Palma, que suele trabajar muy bien, especialmente las que tienen que ver con la mafia y el cine negro. Esta película es de ese género, de cine negro. Ahora bien, a mí se me hizo muy irregular. Tiene momentos que te tienen atrapado, y momentos largos que se te hacen muy largos, que se podrían haber resumido, partes que quizá son discutibles su permanencia en el montaje final. La película es entretenida, pero, paradójicamente, también se hace a la vez larga en algunos momentos, especialmente hacia el final. La historia se desarrolla en Los Ángeles, en plena era dorada del cine en 1947. Durante una operación policial se encuentra a muy pocos metros de esa operación el cadáver descuartizado de una mujer que es algo que en principio no tiene que ver con la operación que estaban desarrollando en la zona. Encargan la investigación a dos policías mediáticos que tienen un elevado porcentaje de éxitos. Son además temperamentos totalmente opuestos de lo pasional a lo racional. Comparten amistad y algo más, forman parte de un trío sentimental junto a la pareja del más pasional. Tiene un ritmo de cine negro clásico como Brian de Palma sabe hacer muy bien. Y eso es de lo mejor que tiene junto a algunos planos que nos recuerdan precisamente a aquel cine en sus mejores años en las décadas de 1940 y 1950. Hay algún toque que me hizo pensar en la novela de James Ellroy L.A. Confidential (1990), no tanto en la película de Curtis Hanson de 1997. Hay algo de ello en lo que esa historia plantea. Bueno, me hizo pasar la película de la noche con mi gata, que siempre está bien compartir películas con la gata en el sofá. Como digo, es una película con cosas que me gustan, pero también con partes que me la hicieron larga. Yo creo que De Palma sabía que no iba a aportar nada, si acaso podía poner algunos ganchos atractivos, que su potencia estaba en la capacidad de contar una historia a la vieja usanza con algunos recursos de cine del siglo XXI, pero se recreó demasiado en partes narrativas que, por razones que desconozco, creyó que tenía que desarrollar.

El mayor robo del siglo (William Friedkin, 1978): También la emitió Bom Cine, pero en una sesión de tarde, y la vi también con mi gata, tumbado en el sofá. No sabía ni que la ponían. No la había visto nunca y cuando comenzó tuvo un par de detalles que me llamaron la atención y seguí viéndola hasta que la vi entera porque me había enganchado. Se trata de otro biopic, el de un grupo de ladrones de guante blanco y de muy poca monta, delincuentes habituales con muy mala suerte, que un día se ven iluminados con la idea de robar a una empresa de una compañía de seguridad dedicada al traslado y custodia de grandes cantidades de dinero, entre ellos nóminas abultadas de grandes sueldos. Este hecho real se llevó a cabo en la década de 1950, ellos fueron atrapados y encarcelados, aunque nunca se recuperó el dinero robado y salieron libres viviendo bien y siendo admirados por buena parte de la población estadounidense, caso parecido al robo que hizo "El Dioni" en España a un camión blindado en la década de 1990. La cuestión es que Friedkin, que sabía hacer bien este cine, comienza la narración mostrando el origen de bajos fondos del protagonista desde 1938. El actor es Peter Falk en sus mejores momentos, por lo que se cuidó mucho de buscar a alguien que pareciera común, y no un modelo. El protagonista saldrá de la cárcel sobre 1944 más o menos y será en esa década que volverá a montar un nuevo grupo de compinches y a idear el gran robo citado. Es un ritmo de cine de pillos propio de la década de 1970. En parte en mi infancia yo he visto muchas de estas películas y es algo como entrañable para mí. Ver a Falk en un personaje que no es el detective Colombo es además algo extraordinario, aunque piensas en Colombo, pero sabes que no lo es, porque aquí es un criminal, no un policía. La guinda mejor de la película, donde hay que reconocer que son criminales con todo tipo de mala suerte, incluso cuando logran su objetivo, es el final, que es cuando entran a las puertas del juicio en el que les van a condenar, porque al final Friedkin da un giro, no nos muestra la condena, no le interesa decirnos "esto es lo que les pasa a los ladrones", sino que se recrea largamente en una sociedad norteamericana que se agolpa en multitud para recibirles como héroes. Al final Friedkin da un giro para contarnos que algo está pasando en la sociedad cuando estas cosas ocurren, habla de justicia social, a pesar de que el resto de la película no nos la menciona. Intuimos que algo anda mal cuando existen esos personajes, pero sabemos que es algo generalizado cuando aparecen las multitudes. Me hizo pasar buena tarde.

Rambo III (Peter MacDonald, 1988): La pusieron en Be Mad, y no fue la única de Rambo que puso... es más, pusieron un ciclo completo de bastantes películas protagonizadas por Silvester Stallone, una cosa bastante llamativa en plena Semana Santa. Esta película la vi por primera vez cuando la alquilaron en cinta de video VHS mis padres. En la década de 1980 era bastante habitual que las películas estrenadas en Estados Unidos llegaran con un año de retraso de promedio, o con varios meses, por lo que solían estrenarse en España al año siguiente. Cuando llegaban a cinta de video de alquiler podía tardar otro año, así que debí verla en los comienzos de la década de 1990, tal vez me equivoque, pero estaría por asegurarlo. Luego la vi varias veces más en televisión, pero durante muchos años no volví a verla, fácilmente veinte o veinticinco años, aunque algún fragmento sí lo haya visto, especialmente cuando en la década de 2000 se hizo muy evidente hacer algún chiste a costa de que Rambo ayudaba a los talibanes en la guerra de Afganistán contra la URSS de 1979-1990, en pleno momento en el que Estados Unidos estaban en guerra contra los talibanes desde 2001. Sin embargo, cuando la vi esta semana, aunque la recibí como algo relativamente nuevo porque se me había olvidado cómo se desarrollaba la trama linealmente, me sorprendió que, en comparación con otras películas que hace tiempo que no veía, de esa me acordaba de un gran número de escenas y de cómo se desarrollaban. De la saga de Rambo (son cinco), la más cinematográfica y con más valor es Acorralado (Ted Kotcheff, 1982), un alegato también de síndrome postraumático contra la guerra el cual no ha sido valorado como debe y sí ha sido infravalorado e incluso burlado. Acorralado. Parte II (George Pan Cosamtos, 1985) es quizá la más popular en cuanto a la que dio pie a las burlas hacia Rambo, mezclando los chistes los argumentos de la primera y esta segunda parte, acusada, además, de belicista (esta vez sí había motivo) y de querer ganar en cine una guerra que se perdió (Vietnam), pero era una película de acción con ritmo de aventura bélica que estaba bien y que creó toda una cultura popular en la década de 1980 que aún perdura. Hay películas de acción actuales con mensajes próximos al fascismo que no han recibido ni un cuarto de un cuarto de la mitad de las críticas que se ha llevado este largometraje, que no lleva ese mensaje. Muchos niños de entonces nos criamos con esta película de acción, entre otras, y no hemos salido como se decía que íbamos a salir. Luego en 1988 vino esta tercera parte que con ojos de hoy hay que reconocer que aunque nos impresionaron algunas cosas en su día, como la autocirujía, es un argumento muy simplón, que si además le añadimos lo que hoy día sabemos de los talibanes, es muy vergonzante y pone en evidencia una nueva lectura de la película sobre el significado de las alianzas geoestratéticas que en 1988 no contenía. La aparición de niños ponía de relieve la conciencia de que la segunda parte de Rambo había tenido peso en los niños y jóvenes. Pensemos que en 1985 había muchos veteranos de guerra en el mundo occidental (de la Segunda Guerra Mundial, de la guerra civil española, de Corea, de Vietnam, de Argelia, de Grecia, de Angola, etcétera) que esta película les parecía una banalización de la guerra, una infantilización de la guerra. Con Rambo II habían hecho un videojuego, comercializado en todo el mundo, en España lo hizo Erbe para Amstrad y Spectrum, el cual tuvo mucho éxito porque además, para la época, tenía unos gráficos y unas opciones muy avanzados. Yo llegué a tenerlo y jugarlo. Viendo la película de Rambo III ahora, mientras la veía, pensé que tenía ritmo de videojuego de la época. De hecho se hizo videojuego de Rambo III. Invito a verla también desde esa perspectiva. Si uno ha conocido los videojuegos de la década de 1980, la trama es perfectamente adaptable a un videojuego. Supongo que por entonces no nos dimos cuenta porque no era tan común como ahora crear películas de acción pensando también en producir otros productos de ocio vendibles, como los videojuegos. La cuarta parte tardó en venir, y fue volver al origen de la primera parte como película de denuncia. Muy digna. Hablé de ella el año pasado en la Noticia 2243ª, John Rambo: vuelta al infierno (Sylvester Stallone, 2008). Existe una quinta parte, como he dicho, Rambo: last blood (Adrian Glunberg, 2019), pero no la he visto. Yo creo, en todo caso, que cuando Stallone hizo Los mercenarios (dirigida por él, 2010) se reía de entre sus películas precisamente de las exageraciones de Rambo III.

Una bala en la cabeza (Walter Hill, 2012): Durante los anuncios de Rambo III en Be Mad anunciaron para el día siguiente esta película protagonizada por Stallone y dirigida por un director de cine bastante mítico en películas de acción de la década de 1980 y 1990 con el que me he criado yo y muchos, Walter Hill. No sabía ni que existía esta película. Tuve curiosidad sobre qué podía salir de la unión de Hill con Stallone, aunque fuera en un largometraje en el que ellos ya no están en los mejores momentos de sus carreras. Me hice una idea de que sería una película de acción más o menos explícita, con espectáculo y algún mensaje de moralina en manos de un protagonista nada ejemplar y muy violento, que es lo que nos suele mostrar Stallone últimamente, pero claro, estaba el factor Walter Hill y quería ver el resultado. No me equivoqué mucho. He de reconocer que como película de acción cumple con su cometido: entretiene. No tiene mucho más que el entretenimiento. Probablemente será un atractivo para un público más joven que aparezca Jason Momoa, que un año antes había protagonizado Conan, el bárbaro (Marcus Nispel, 2011). Ahora bien, como Stallone y Hill ya vienen de vuelta y ya lo tienen todo, se pueden permitir el lujo de meter tanto escenas de violencia muy explícitas como desnudos femeninos que, en películas de acción que aspiran a grandes taquillas, suelen ser cortadas por las productoras de cine norteamericanas. El protagonista es un antihéroe, un asesino a sueldo que no recibe su sueldo y al que además su contratante quiere matar para no dejar rastros del crimen que contrató. Por carambolas se nos hace ver el juego sucio de la propia policía cuando un policía asiático americano le localiza y le ofrece un trato para localizar y detener a quien encargó el crimen. Así que la película es en realidad una de estas películas de extrañas parejas de policías muy diferentes entre sí que se ven obligados a trabajar juntos, género que trabajó bastante Walter Hill. Aquí no hay toque de humor alguno, es todo seriedad y violencia, lo que parece que es como darle una patina adulta, pero en realidad es parte de un cine del espectáculo con un Stallone que es muy malo, pero con ética de criminal, y un policía con ética de policía, que no es malo pero que está entre saltarse el límite y no hacerlo. A todo esto: una denuncia de que detrás de lo más honesto de la suciedad hay algo sucio, y detrás de los sucio siempre hay espacio para lo honesto con sus propios valores. A ver, no es lo mejor de Stallone ni de Hill, pero es entretenida, y en ese sentido cumple su misión. Tiene un lenguaje de acción que entenderemos los que nos criamos en los años 1980 y 1990 con ello, y generaciones anteriores, las generaciones posteriores tienen otro tipo de lenguaje de acción, incluso creo que encontrarán censurable más de una cosa que aquí se ve, aunque no sean cosas realmente tan importantes.

La caída del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964): Esta película suele ser una de las habituales de Semana Santa, pero este año no la pusieron. La tengo comprada en DVD, en una especie de colección de cine épico que me hice eligiendo yo los títulos. En realidad no tiene nada que ver con Cristo ni con la Semana Santa, simplemente es un largometraje de larga duración sobre el Imperio Romano en el siglo II. Para quien no la conozca, hasta cierto punto Ridley Scott hizo su propia "versión libre" en el año 2000 al rodar Gladiator. Pero aquella era una versión excesivamente libre, tanto que sólo tienen en común la base sobre la que se monta. Narra los momentos finales del gobierno de Marco Aurelio y la sucesión que hace de este su hijo Comodo, el cual desbarata al completo la obra de su padre al ser una persona excesivamente entregada a los juegos de gladiadores y al autoritarismo político, con lo que provoca una guerra civil en la zona oriental del Imperio. En la historia de Mann entra en juego la mano derecha militar de Marco Aurelio, que pasará a ser la de Comodo, hasta que cae en desgracia. En medio de esto hay intrigas políticas y una historia de amor entre el general y la hermana de Comodo, que será casada con el rey de Armenia. Me la puse para verla por la tarde con mi gata, en el sofá, aunque cuando la compré lo hice pensando verla con alguien que apreciara también el cine y la Historia y tal, pero eso nunca ocurrió. Yo nunca había visto la película completa. Siempre había visto el final en televisión. Así que la vi completa. El metraje se equilibra mezclando cine bélico con cine de amor, cine de intrigas, cine de juicios... tiene un poco de todos los géneros. Está muy bien pensada, pero quizá por esa mezcla de géneros cuando coge fuerza se  desinfla, luego coge fuerza, luego se desinfla... y así sucesivamente, sin llegar a tener la fuerza de otras películas épicas de las décadas de 1950 y 1960. Por mucho tiempo, hasta años recientes que hemos visto varias de estas películas, estaba considerada la última gran producción de cine de romanos. Se hace algo larga, pero intuyo que en una gran pantalla tiene que ser espectacular. Me ocupó casi una tarde entera, pero como viví una soledad involuntaria esta Semana Santa, al menos pasé la tarde. Es especialmente destacable ver cada cosa que va ocurriendo desde Marco Aurelio hasta la muerte de Comodo para recibir ese final que se va alejando en plano mientras vociferan los generales, los bárbaros gritan a sus dioses y el pueblo danza vestidos de personajes de tragicomedia de teatro, lo que da sentido total al título unos doscientos, doscientos cincuenta años antes del final del Imperio Romano. 

Shrek. Felices para siempre (Mike Mitchell, 2010): Ni me había planteado ver esta película. Creo que la pusieron el sábado, sino el viernes, por la tarde en Clan TV. Es la cuarta entrega de dibujos animados de la saga de Shrek, de la cual he visto la primera y la segunda, así que supongo que me falta la tercera. Estaba de nuevo con la gata en el sofá y por no cambiar el canal, la vi, me hizo gracia, y como me hizo reír un par de cosas la dejé. A ver, en este caso, el ogro Shrek está cansado de llevar una vida familiar donde ya no da miedo a nadie. Su encuentro con un troll mágico le permite contratar un día como ogro tal como era antes a cambio de darle un día de su vida al troll. El trato tenía trampa y Shrek verá todo su mundo cambiado al completo y corriendo el riesgo de que todo se quede así, incluso desapareciendo él para siempre al final del día, porque como es de suponer el troll ha usado su día para beneficiarse a costa de su existencia. Así pues, Shrek tendrá que reencontrar a sus seres queridos, que no saben quién es, y deshacer el hechizo. La historia funciona bien y los chistes a base de personajes de cuentos siguen siendo, sorprendentemente, efectivos en la cuarta entrega. De fondo se plantea un tema muy actual: la venta de datos, de tus datos personales, como algo que aunque creas que no es importante, puede ser algo muy peligroso. La suplantación de identidad, el uso de ella, el borrado de datos o la alteración de estos... todo esto está ahí con un flautista de Hamelin tocando y un gato con botas engordado a base de mimos. Me gustó.

Peter Rabbit 2: a la fuga (Will Gluck, 2021): Creo que del Sábado. La pusieron en Boeing. Fue en sábado. Me había quedado dormido en el sofá con la gata y me desperté con la mitad de la primera parte, o quizá su final. Tenía alguna cosa curiosa y como pusieron la segunda parte dejé el comienzo. Al final por curiosidad seguí viendo y la vi entera. Totalmente inesperada, pero agradable. Mezcla actores reales con personajes de dibujos animados por animación con ordenador. Se basa en los cuentos británicos que toman por protagonista a una familia humana que vive en una granja con una familia de conejos inteligentes y otros animales que se descubren a los humanos como seres que viven con sus mismas capacidades y luchan por mantener la granja que han comprado los humanos. En la segunda parte la familia humana y la de los animales de la granja conviven en familia. La mujer humana escribe en cuentos lo ocurrido en la primera parte y un editor de Londres le ofrece ir a la capital para darle un contrato de edición. Se llevan a la familia de conejos, siendo que Peter Rabbit se siente humillado por cómo le ven y eso le hace amigo de una serie de animales callejeros de Londres que forman una pandilla de criminales de poca monta que se dedican a robar comida. A partir de ahí comienzan los problemas. Una comedia simpática, infantil, agradable... Muy inglesa. Una de las cosas que más me llamó la atención es que la trama que sirvió de excusa, la del editor, cuenta a los adultos una trama que me interesaba: la de los editores de libros que abusan de los escritores cuando contratan con ellos editar sus libros. 

Torrente 2: Misión a Marbella (Santiago Segura, 2001) y Torrente 4: Lethal Crisis (Crisis Letal) (Santiago Segura, 2011): He de reconocer que estas las vi ya totalmente de perdidos al río tras una Semana Santa tan sin nadie. De toda la saga de Torrente ya sólo me quedan por ver la 3 y la 5. Pusieron toda la saga en Neox ayer, Domingo de Resurrección, pero en desorden. La 2 ya la había visto hacía tiempo, la 4 me fue totalmente nueva, aunque había visto un par de escenas que me puso alguien. Me reí con algunas cosas, aunque el chiste que más gracia me hizo no era ni sexual ni escatológico, sino el que comienza con la frase "estas balas ya tienen nombre", la escena de interpretaciones faciales de a cada cual más tonto no tiene precio ahí. A comienzo de Semana Santa, en Viernes de Dolores, o tal vez fue en el sábado que le siguió, sí llegué a ver a un amigo y su pareja. Surgió entonces una conversación sobre el cine del destape en España, con el que nos hemos criado mi amigo y yo, pero no su pareja, que nos afeó que nos gustara. Aunque le intentamos explicar que es el humor de la época y que en realidad reirte con él no supone tanto como de lo que ahora se acusa, poco menos que de matar a Manolete, le intentamos hacer ver que el humor de Torrente es la evolución lógica de ese tipo de comedias, donde por cierto en aquellas, uno de los chistes más recurrentes no era sexual, era el galimatías de palabras de Ozores al hablar. Torrente de hecho usa actores de aquella época, incluida una de las descendientes de los Ozores, pero por sus películas aparecen Esteso, Pajares, Juanito Navarro, José Luis López Vázquez, Tony Leblanc y otros y algunos incluso usan frases muy conocidas de aquellas películas del destape. De hecho hay una diferencia entre aquel y lo de Torrente, aunque no se quiera ver, aquel era más respetuoso con la mujer y sus reivindicaciones y derechos que el de Torrente, donde a menudo eso está ausente en la mayor parte de sus chistes sexuales. En parte me pareció casi del destino cerrar con Torrente una semana que había empezado con una conversación donde hablamos de él. Algunas risas tuve. Eso está bien. Cumple su misión.

Y sí, me planteé ir al cine a ver la nueva de Cazafantasmas, pero no lo hice. Podría haber ido solo, sí, pero a la vez quería ir con alguien, y, en el fondo, ya se había apoderado de mí esa sensación de ¿y luego qué? cuando no hay con quien hacer planes.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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