jueves, enero 28, 2021

NOTICIA 2023ª DESDE EL BAR: RESTOS

 

Pompeya y Herculano quedaron sepultadas por la lava del Vesubio en el año 79. Estuvieron sepultadas atesorando toda una cápsula del tiempo de dos ciudades sumidas en el horror de la catástrofe de la erupción. A comienzos del siglo XVIII un agricultor se encontró unos mármoles en sus tierras. Rápidamente un noble italiano le compró las tierras y las excavó un poco. Con los primeros restos de Herculano que se encontraban él se hizo construir partes de su palacio. Por supuesto se sabía de la existencia de estas ciudades y de qué pasó en ellas gracias a los textos históricos y a los testimonios de la época, que se han perpetuado a lo largo del tiempo, pero en aquel comienzo del siglo XVIII por primera vez quedaba testimoniado que se conservaban los restos bajo la tierra tal cual habían quedado en el cataclismo. 

Las décadas de ese siglo pasaron y llegó un rey de Nápoles y Dos Sicilias llamado Carlos V, hijo del rey de España, Felipe V de Borbón. Felipe V había dejado de ser rey por abdicación en 1724, pasó la corona española a Luis I, el cual murió a los meses y Felipe V tubo que seguir gobernando hasta 1746, año en el que murió. Le sucedió su hijo Fernando VI, que murió sin descendencia en 1759. Así pues llamaron a Carlos V de Nápoles y Dos Sicilias para ocupar el trono español. Las leyes internacionales creadas por los acuerdos de paz del final de la Guerra de Sucesión Española (1700-1715) impedían que este Carlos V de Nápoles y Dos Sicilias gobernara a la vez en España y en los territorios italianos si se diera el caso, tal como se dio. Abdicó de la corona napolitano-siciliana y pasó a ser rey de España como Carlos III, reinante entre 1759 y el año de su muerte en 1788. 

Mientras Carlos III fue Carlos V en Nápoles y Sicilia apadrinó una serie de excavaciones arqueológicas para desenterrar Pompeya y Herculano, la primera descubierta en 1738 y la segunda en 1748. Desde que fueron sepultadas por la lava en el año 78 se había ido perdiendo paulatinamente la noción exacta de dónde se hayaban. A mediados del siglo XVI se comenzó a hacer hipótesis y búsquedas sin fruto, o con pocas pistas. A comienzos del siglo XVIII había ocurrido lo ya citado con un agricultor, pero el noble que compró e hizo excavaciones sobre Herculano para conseguir piezas para construir su palacio apenas había desenterrado nada. Solo le interesaban aquellos fragmentos o columnas que pudieran serle útiles en pleno comienzo del neoclasicismo. No fue un origen muy diferente el descubrimiento de ambas ciudades citadas. Carlos V buscaba construir un nuevo palacio y en las obras dio la casualidad de encontrarse restos romanos que llamaron la atención tanto a los constructores como al monarca, aficionado a la Historia e interesado en las artes. Por ello decidió abanderar toda una campaña de excavaciones para desenterrar esas ciudades en lo que fue uno de los grandes acontecimientos culturales y arqueológicos del momento, influyendo de pleno en el neoclasicismos, pues se desenterraron una infinidad de objetos de todo tipo intactos, tanto de la vida cotidiana como de celebraciones. Todo había quedado preservado. 

Aunque estas excavaciones fueron parte de la arqueología moderna, pese a que le faltaba la parte más científica que comenzaría con el siglo XIX, parte de lo encontrado terminó danzando por palacios de Europa, como si fueran posesiones de los monarcas y nobles patrocinadores. De hecho, cuando Carlos V pasó a ser Carlos III de España, se trajo diversos mármoles y bustos que acabaron, por ejemplo, en el Palacio de la Granja de Segovia y en el de Aranjuez, incluido el del retiro para cazar que hay en una de esas dos localidades. 

El siglo XIX y el XX trajeron excavaciones más modernas, pero el siguiente momento importante de entre los restos a encontrar fue en la década de 1980, cuando se encontraron más de doscientos cadáveres de personas que buscaron refugio en los embarcaderos y habían muerto bajo la lava allí mismo. Los restos más humanos fueron sacados en aquellos años. Pero hubo un parón o una ralentización. Las tareas arqueológicas aún tienen mucho por hacer, en parte las necesidades del turismo y en parte las políticas culturales italianas son lo que marcan el ritmo.

A partir de 2018 comenzó una nueva campaña intensa en zonas que aún no estaban bien excavadas. Sacaron por entonces una gran cantidad de restos de casas desconocidas hasta ese momento. Gracias a esos restos se piensa que el Vesubio pudo reventar en torno al mes de octubre, los alimentos encontrados daban la pista estacional, incluso algunas indicaciones de la vida diaria de alguien en las paredes. Lo más importante fue sacar pinturas, frescos, aún conservados con todo su color en las paredes, como el de Leda con Júpiter transformado en cisne sobre ella. Las excavaciones de 2019 sacaron además nuevos cadáveres, uno de ellos decapitado por un arco de puerta derribado cuando intentaba huir, todo el conjunto de cuerpo, cabeza, sillar y arco estaban aún donde cayeron dos mil años atrás. En 2020 la Covid-19 no ha paralizado estas excavaciones y nos llegaron noticias de un local de comida para llevar de la antigua Roma, todo lo que allí quedó hace pensar que era precisamente eso, locales ue por otra parte sabemos que existían por textos. Estos bares se abrían a la calle, su interior es pequeño y sus recipientes tienen una forma que solo son útiles para comer fuera, para llevártelos, como la comida rápida actual. Ese mismo local contenía un cadáver en la trastienda. Se trataba de un varón de avanzada edad para la época (la cincuentena por entonces era ancianidad), que no podía moverse por tener las piernas inútiles, se encontraba en un jergón, allí le encontró el Vesubio. Podemos imaginarnos lo que en ese local se pudo vivir aquel día de octubre del 79. Solo murió en ese local esta persona, no había dentro más cadáveres, aunque los restos nos indican que varias comidas fueron abandonadas de súbito, tanto haciéndose como comiéndose dentro del establecimiento, por cierto, también con unas pinturas con todo su colorido conservado, pinturas de animales. 

Allí estaba aquel hombre postrado en su jergón, no sabremos nunca que tipo de parentesco o amistad le unía a la gente que llevaba aquel negocio, o si el negocio mismo lo inició él y lo pasó a sus hijos o a su esposa. No sabremos si se despidió de alguien, si habló con alguien o si simplemente fue abandonado. No sabremos cómo fueron sus últimos momentos, salvo que le mataría el Vesubio a la vez que mataba al resto de la ciudad. Solo sabemos que algo inesperado llegó y le mató a él y a muchas personas más. O tal vez no tan inesperado. El Vesubio había lanzado señales de humo y gases durante varios días. Los animales se comportaban extraño y huían algunas aves. Los cronistas Tácito y Plinio "el Joven" (este último testigo directo de los hechos por encontrarse allí) dijeron que días antes hubo pequeños terremotos. Hubo señales, pero todo se aceptó en la vida diaria de Pompeya y Herculano. La gente salía a pasear y a hacer sus compras. Se paraban en su local de comidas preferido, donde quizá un tal Tulio descansaba en la trastienda tras traspasar el negocio familiar y pasarle a sus hijos la receta de la comida que se iban a llevar. Y poco importaba los penachos de humo cada vez más negros y densos y esos olores a azufre. Siempre se puede huir por mar, una vacuna contra la muerte, pero cuando estalló el Vesubio tampoco el mar dio cuartel, y allí quedaron doscientas personas en sus muelles.

Y esto es algo que quería contar.


3 comentarios:

Ana Vega Burgos dijo...

Hola, espía... Vengo desde el blog Mimismidad III, en el que en 2007 se publicó el poema "Armas del Futuro", de Cristóbal Vega Álvarez. He llegado hoy, precisamente el día de la Paz de 2021, 14 años después, emocionada al leer el poema de mi padre. Tú preguntabas en aquella entrada ( http://mimismidad1.blogspot.com/2007/09/ ) quién era aquel poeta y si sabían algo de su historia. Su historia está por algunos lugares de google, pero especialmente él y su biografía están en el blog que yo llevaba, http://cristobalvegaalvarez.blogspot.com/ Fue el preso político que más años cumplió de condena (sin delito de sangre) en las cárceles franquistas. Su delito era escribir, escribir por la paz y la libertad. Nunca sintió rencor, era un hombre BUENO de verdad, generoso, luchador, tenía amigos en todas partes, se carteaba con ellos, nunca dejaba de contestar a nadie... En fin, si quieres saber de él, ya te he dejado ahí el enlace a su blog. Un saludo muy cariñoso.

Canichu, el espía del bar dijo...

Muchas gracias. Mi trayectoria investigadora de historiador me ha hcho ahondar mucho más en estos textos en los años transcurridos. sabiendo ahora estas referencias tendré mucho gusto en consultarlas. Muchas, muchas gracias.

Jana la de la niebla dijo...

Gracias a ti, me ha hecho mucha ilusión tu interés. Un abrazo.