viernes, enero 01, 2021

NOTICIA 2016ª DESDE EL BAR: LOS LIBROS QUE DESTACO DE LOS QUE LEÍ EN 2020

Ya es 2021 y lo he amanecido pronto, tan pronto que aún estaba oscuro en la madrugada, sobre las 7:30 am. Me despertó la gata. Así que decidí irme a una de las dos churrerías de mi calle para desayunar un café y una porra, justo fui a la churrería que no había puesto música a todo volumen escuchándose bien alto fuera de su establecimiento. Se me puso un coche de policía a patrullar muy despacio al lado a mi paso, hasta que se cansó y se fue, eran las 7:50 horas ya... Me quedé pensando si no se estaban sobrepasando dentro de esta idea de 2020 en el que mediante el estado de alarma pareciera que todos los ciudadanos somos sospechosos de culpabilidad antes que inocentes, pero como no me dijeron nada, yo a lo mío, a ir de mi portal a la churrería. Luego di un paseo por Alcalá, por el distrito centro e hice varias fotos con las primeras luces de la mañana. Como sea, cumpliendo la costumbre, en esta primera entrada del año la cantidad de libros que leí en 2020 y dos que destaco de entre ellos más uno de cómic. Estos son:

2020: 41 años.
Leí 48 libros, de los cuales 22 eran novelas gráficas y 1 era una revista recopilatoria de artículos y ensayos de George Orwell (algunos de estos libros se encontraban juntos en un mismo volumen o tomo).

Cuantitativamente he leído menos libros que el año anterior de 2019, que fueron 53, además este año me he recreado mucho con los cómic, ni más ni menos que 22, por lo que son 26 libros que no son novelas gráficas, y de esos 1 era una revista especial llena de artículos, reportajes y ensayos escritos por George Orwell. Alguien dirá que cómo es esto posible en el año de la pandemia, pero todo tiene su explicación y es que lo cuantitativo no lo es todo. Varios de esos libros son cualitativamente voluminosos o de reflexión tal que necesitaban lecturas sosegadas y pausadas. Por otro lado, en los meses del confinamiento entre marzo y mayo, aunque leí libros, varios, dediqué una temporada a escribir una nueva novela que tengo ya casi acabada, pero que aún falta por terminar. Mientras que a finales de año recibí las colecciones de otros libro de investigación histórica que llevo realizando desde 2014 sobre censura y me dediqué dos o tres semanas a volver a revisarlo y aceptar o repensar sugerencias de la correctora, la señorita Asela, de Domiduca. Sumemos luego asuntos personales que no podían más que acaparar mi tiempo. En fin, buena parte de los cómic leídos has sido, aparte de por gusto, buena parte leídos por motivos relacionados por algunas de las cosas que acabo de decir. Como sea, pasemos a destacar los dos libros del 2020 recién acabado y la novela gráfica que destacaría. Ya habrá otro momento y tiempo para desgranar todos los títulos de este año, aunque normalmente los nombro a tiempo real en red social Facebook. Destacados:

Tiempo de silencio (Luis Martín-Santos, 1962): Tengo una curiosa historia con este libro. Es la primera vez que lo leo íntegro del tirón. Me ha encantado. Creo que es con creces la mejor novela española escrita en la segunda mitad del siglo XX, y en concreto de los tiempos de la dictadura, a pesar de los Camilo José Cela, los Delibes, los Sánchez Ferlosio y demás. Me leí varios libros de esa época, pero este libro, un ejemplar de la primera edición sin censurar en España, sacada en los años 1970, lo compré en Domiduca de segunda mano y lo voy a guardar con total cariño como una obra a la que hay que tener gran consideración. Lo avanzado, lo atrevido y lo experimental para su época es excepcional. No me extraña los problemas del autor con la dictadura, de hecho es sorprendente que se atreviera a presentar un libro como este a las autoridades para su publicación. Es de lo mejor que he leído en varios años. El argumento básico se centra en los años 1950 o quizá principios de los 1960, en Madrid, donde un médico investigador consigue animales tipo alimaña que le suministra una familia chabolista que consigue así algo de lo que comer. La actividad no es muy lícita, pero se complica cuando le piden el favor de practicar un aborto. Hasta aquí cuento del argumento, que como se ve ya es altamente peligroso de narrar en el franquismo. La familia chabolista, e incluso el médico, son evidentes republicanos perdedores de la guerra, y hay rasgos de esto en varios fragmentos, pero lo realmente atrevido aquí es como se desarrolla una narración de una forma lineal pero sin recurrir al espacio tiempo lineal habitual. Todos los recursos de Martín-Santos usados hoy día no tendrían cabida para un editor actual, por lo arriesgados que eran, pero en mi mente han sido como una explosión de psicodelia... solo que en literatura. Muy recomendable, pero hay que leerlo con plena atención. La cosa es que esta novela la conocía, aparte de por los conocimientos de literatura que se dan desde el bachillerato, porque al terminar la universidad ayudé a diversos amigos en investigaciones cuando no podían ir ellos a investigar en persona a los archivos. Uno de esos amigos, Andrea Bresadola, que lo conocí como estudiante italiano becado en España, vivía ya en Italia y trabajaba haciendo ediciones críticas de novelas españolas de la segunda mitad del siglo XX para el mercado italiano, traducidos. Para él investigué varios expedientes de censura de diversos autores en el Archivo General de la Administración. Uno de esos expedientes  (gigantesco) es el referido a Martín-Santos, y el libro que más molestaba a los censores era este, por lo que yo conocía lo que los censores dijeron de este libro antes de leerme el libro. He de reconocer que quizá le deba dar las gracias a Andrea Bresadola por haberme hecho este encargo años antes de que yo mismo tuviera el libro en mi propia biblioteca. Altamente recomendable, de verdad. Lo disfruté al máximo, aunque evidentemente no es como las novelas que se escriben ahora... para mí es mejor que muchas de ellas.
 
Mr. Witt en el cantón (Ramón J. Sénder, 1936): He tenido bastante duda entre destacar este o El maestro de esgrima (Arturo Pérez-Reverte, 1992). Me he decantado por el de J. Sénder quizá por reconocer a este autor, periodista republicano exiliado, que aunque es uno de los grandes de nuestra literatura no es tan leído por las nuevas generaciones y merecería la pena que le conocieran más allá de Réquiem por un campesino español (1953), novela que suelen recomendar leer en algunos institutos. La cosa es que Mr. Witt en el cantón lo estaba leyendo justo cuando se declaró el confinamiento del 14 de marzo por la Covid-19, por lo que acabé de leerlo en mi casa. En cierto modo no pude evitar enlazar en mi mente algunas de las cuestiones de este libro con el momento que se vivía, por ejemplo en cuanto a medidas excepcionales y gente encerrada en sus casas. La novela se desarrolla durante el periodo del Sexenio Revolucionario justo cuando se proclama la Primera República Española en 1873 y abarca todos aquellos meses hasta su caída en 1874. El cantón al que se refiere es el Cantón de Cartagena, el cual se declaró independiente de España en esos momentos, pero proclive a un gobierno federal-cantonal español, o más bien íbero, bajo unos principios socialistas (entendido el socialismo desde sus términos puros, pensemos que aún no se había ideado la socialdemocracia en aquel año). Esto abocó a una guerra entre el gobierno central y el cantón, pero también entre los conservadores y los republicanos, y entre estos entre los aburguesados y los socialistas. En este caos se desarrolla esta novela de ficción saliendo a relucir personajes y hechos históricos. El protagonista es un inglés apellidado Witt, el cual es médico y cuyas simpatías son conservadoras, aunque está casado con una española que es cantonalista. El matrimonio Witt se compone de edades diferentes. Él comienza a tener cierta edad y ella aún es relativamente joven, así que todos estos elementos se suman a una crisis existencial, emocional y de edad. Novela inteligentemente narrada, donde no hay nada al azar. Combina muy sabiamente el mundo interno de los protagonistas con los sucesos materiales de diversos problemas y violencias que atraviesa el cantón y de la lucha entre unos y otros, recogiendo una serie de rencores que, no hay que olvidarlo, empalman perfectamente con los habidos en la guerra civil de 1936-1939, el libro, no obstante, se acabó de escribir en 1936. Esta lectura me absorbió y me dio alguna guía de lo que yo mismo quería escribir en mi propia novela de ese confinamiento.

En cuanto a la novela gráfica que destaco:

Custer (Trillo, guionista y Bernet, dibujos, 1985): Puesto que el año pasado ya dije que estaba leyendo Vampir (Joann Sfar, 2007) (Noticia 1931ª), no lo destacaré, aunque debería, porque es un libro que sabe ser irreverente y combinar ilustraciones y guión de manera ejemplar a la hora de presentarnos sus hechos, aparte de que personalmente me dio algunos momentos personales interesantes a comienzos de año. He estado tentado también de destacar algún Astérix, por aquello de la muerte de Uderzo este año (Noticia 1950ª), por medio de ello me mandaron a mi casa uno de los cómic actuales del personaje en marzo, y por medio de ello, en cuanto se pudo salir, decidí comprar un libro a cada librería alcalaína y compré tres Astérix que no tenía en entre dos de ellas. Podría haber destacado a Pratt, del que me compré algunas historias que llevaban décadas sin editarse en España, pero a este autor le he destacado muchas veces anteriormente, y otros autores como Manara, Vázquez, Jon y demás tampoco terminaron de llenarme del todo aunque me gustaron bastante. Sin embargo, hacia finales de año encontré dos pequeñas novelas gráficas salidas de la colaboración de Trillo con Bernet en los años 1980 y las compré. Quiero destacar Custer como historia neo-punk, ciber-punk e incluso algo distópica dentro de la cienciaa ficción. La historia se publicó por entregas en 1985 en una conocida revista de cómic de ciencia ficción y erótico, asíque de todo eso tiene esta historia. La protagonista vive una vida que recuerda en buena parte a la película El show de Truman (Peter Weir, 1998),  que a la vez viene de un relato de los años 1960 ó 1970 de Yasutka Tsutsui que en España se editó por primera vez en 2010 en el recopilatorio Los hombres salmonela en el planeta Porno. El personaje de Custer y su mundo es mucho más crudo y violento. Me fascina de esta historia el ritmo que le imprimieron guionista e ilustrador, permitiéndose mentirse y desmentirse mutuamente el uno al otro en la narración, dando al lector una visión sobre el papel manipulador de los medios de comunicación y el poder en los tiempos actuales mediante los montajes en los medios audiovisuales. Una narración divertida, por otro lado, muy bien ilustrada, aunque el guión, a veces, por necesidad de su medio original, tire de sexo que podría ser considerado gratuito, aunque entre bien como un guante a una mano respecto al ambiente decadente de aquel futuro que se nos narra. Irreverencia total en la violencia y escenas que hoy día difícilmente tolerarían los editores por miedo a la crítica de lectores y lectoras en las redes sociales de hoy día. Me parece un cómic con gran libertad, aunque evidentemente no se tenga porqué estar de acuerdo con lo que se narra, del mismo modo que al ver una película de un psicópata no estás de acuerdo con el psicópata. No es fácil de encontrar, quería destacar estos autores que han trabajado tanto en España y cuyas historias secundarias respecto a la obra que les hizo famosos queda relegada y olvidada, como es el caso de este cómic. Invito a su redescubrimiento.


2021 (1 de enero): 41 años camino de los 42.
Estoy leyendo 2 libros.
 
Rimas y leyendas (Gustavo Adolfo Bécquer, 1871): Bécquer escribió su prólogo en 1868, por lo que lo tendría ya acabado por entonces, pero se publicó en 1871. En realidad escribió muchas más leyendas de las que aquí se incluyen, pero este es el libro tal como lo sacó él. Yo tengo una edición de 1959. A comienzos de diciembre de 2020 la asociación Arkana me invitó a participar del ciento cincuenta aniversario de la muerte del poeta que alteró el rumbo de la poesía española. Llegué a promocionar el acto y estuve en la reunión para su comienzo, llegué a ocupar mi asiento, sin embargo me fui antes de empezar, y lo siento, porque me pareció, no sé si estaba equivocado, que puede, que el aforo recomendado para evitar los contagios de Covid-19 o rozaba lo permitido o ahí andaba. Puede que me equivocara, no lo sé, pero ante la duda decidí desocupar mi sitio sin darme cuenta a comentar mi ida a la persona que me invitó, y lo siento. Se supone que yo iba a leer uno de sus poemas en homenaje, junto a otros poetas y poetisas de Alcalá. Una de ellas me dijo hace poco que el acto se prolongó ni más ni menso que dos horas y media. Como sea, antes de ese acto volví a leerme todas las rimas de Bécquer y ya había leído parte de las leyendas, luego lo estanqué para poderme dedicar a mi investigación sobre censura y ahora lo tengo otra vez enganchado para terminar la lectura completa de esas leyendas. Era un prosista muy rico en imaginación y quizá uno de los autores españoles que mejor describía imágenes. Si se bucea dentro de su romanticismo tardío hay algún  ramalazo que en pocas décadas después pudo ser sugerente a más de un modernista.
 
Los pétalos pares de las margaritas (Antonio eMe, 2016): La cosa es que estaba leyendo a este poeta y amigo alcalaíno cuando me invitaron a lo de Bécquer, por lo que estanqué su lectura primero por Bécquer y luego por lo de mi investigación de Historia, ahora la he retomado, pausadamente y combinado con Bécquer. Es el libro de poesía que me quedaba por leer de Antonio eMe. Estoy en ello.

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