3.-
¿Cómo comienza la izquierda moderna de Alcalá de Henares? El liberalismo, sus
primeros pasos.
3.1.-
El paso del siglo XVIII al XIX, revolucionarios en la ciudad y necesidades de
los vecinos.
La
adquisición de ideales políticos y de clase por parte de los trabajadores
alcalaínos se puede creer que vino en tiempos tardíos a causa de la falta de
industria. Sin embargo, el propio historiador Julián Vadillo nos ha venido a
demostrar como esta formación llegó a través del ferrocarril por medio de los
trabajadores del tren y sus establecimientos o paradas en la ciudad de una
manera más bien temprana, o al menos al tiempo que el resto de España. El tren
llegó a Alcalá de Henares a mediados de siglo. Ya hemos visto como durante la
Guerra de Independencia de 1808-1814 se hicieron visibles los ideales liberales
en la ciudad a través por un lado de la Universidad, y por otro por la
presencia francesa. Estos volverán a verse en 1820-1823, en una clara
confrontación con el conservadurismo más férreo. A partir de aquí evolucionarán
sociedades secretas y sociedades masónicas, a la par que partidos políticos a
uno y otro lado del espectro político de la época. Al llegar 1868 la ciudad
participó activa pero no destacadamente de la Revolución Gloriosa que quitó el
trono a Isabel II para dárselo a Amadeo I de Saboya, que llegó a alojarse en el
hoy ayuntamiento antes de entrar en Madrid, una nueva monarquía que daría paso
a la I República de 1873-1874. Comenzaron a cobrar importancia los partidos
republicanos en Alcalá, junto a los tradicionales nacidos del liberalismo. Pero
la importancia de la ciudad llega como algo desapercibido en su tiempo, en el
momento en el que se funda una Federación de Alcalá de Henares adherida a la
Nueva Federación Madrileña de la I Internacional, en torno a 1871-1872. En esta
federación alcalaína tendrá influencia Paul Lafargue, y estará en el epicentro
de las peleas entre marxistas y anarquistas en España. Tras la Restauración Borbónica
de 1875 en la persona de Alfonso XII se fundarán diversos partidos republicanos
y/o democráticos propios de la ciudad, entre ellos el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) con su respectivo sindicato, la Unión General de Trabajadores
(UGT). También habrá un ateneo republicano y otro obrero. Tengamos en cuenta
que Fernández Quer, albañil, será el primer cargo electo del PSOE en las
Castillas incluso antes de que el fundador nacional, Pablo Iglesias, ocupara
uno. Quer fue concejal socialista en Alcalá desde 1903[33].
Lo
cierto es que la entrada de ideas que rompían con el Antiguo Régimen y
comenzaban a pensar en términos de libertad y democracia no empezaron en Alcalá
de Henares en los primeros años del siglo XIX, como normalmente se ha
historiado a raíz de la Guerra de Independencia. La apertura del fondo de
archivo del corregimiento de Alcalá de Henares nos permite saber en este año
2014 que ya estaban en la ciudad al menos desde 1791-1793, años en los que
estaba en marcha la Revolución Francesa de 1789-1799.
Precisamente
en 1793, año en el que le cortaron la cabeza al rey francés Luis XVI en enero,
se abrió en la ciudad un proceso secreto contra una serie de franceses que se
reunían para comentar las noticias de Francia. Estas personas daban muestras de
alegría con las victorias revolucionarias y con frases acerca de los beneficios
de la libertad y la necesidad de que los ciudadanos españoles dejaran de ser
súbditos. El proceso lo llevó a cabo el corregidor Ignacio José de Vega y
Loaysa, después de que recibiera un anónimo informativo que remitió al
presidente del Real Consejo de Castilla, Juan Acedo Rico, Conde de la Cañada.
La investigación, secreta por orden del Conde de la Cañada, se centró en un
soldado valón francés que vivía en Alcalá, Juan Sandot, pero había otros
franceses que vivían en la ciudad y se solía reunir con ellos. Una parte de estos
franceses eran de la citada Compañía de Caldereros, como Juan Villar David, y
había uno que incluso era una persona económicamente notable cuya descendencia
llegaría a ocupar cargos municipales en el comienzo del siglo XIX, tal persona
era Pedro Landa, y quien ocuparía cargos años más tarde era Juan José Landa.
Muchas de las personas implicadas en este proceso, ya como sospechosos, ya como
testigos, ya como personas que llevaron a cabo las investigaciones, entre ellas
un anciano escribano, Nicolás Azaña, serán en breve liberales leales a la
Constitución de Cádiz de 1812. Algunos tendrían incluso relaciones familiares
entre ellos. Serán notables liberales que llegarán hasta a formar parte de las
milicias de 1820-1823, sin mencionar los que directamente se enlazarán con la I
República en 1873 o con la II República en 1931. Ni que decir tiene tampoco de
la familia Landa, los Corera, Barandalla, Tejedor o la familia Azaña, quizá las
familias liberales más duraderas de Alcalá de Henares. Aunque, también es
cierto que en aquel expediente de 1793 ya aparecían nombres de los
conservadores más retrógrados que participarán de las represiones contra los
liberales tanto en 1814 como en 1823, sirva de ejemplo el que fuera corregidor
Villaurrutia o el escribano Francisco Huerta, e incluso algún apellido que
retumbará en el inicio del siglo XX entre los más reaccionarios componentes de
la derecha alcalaína. La alegría demostrada por Juan Sandot ante la muerte de Luis XVI y el buen
recibimiento de la noticia por el resto de franceses avecindados en la ciudad y
matriculados sus negocios en ella, sólo son el vórtice que nos lleva a pensar,
dados los nombres que aparecen, que fueron ellos los que en sus relaciones
habituales y cotidianas fueron influenciando en otros alcalaínos, estos de
origen español y de largas familias de generaciones complutenses, para que
dieran un paso hacia el liberalismo. Adoptarían ideas de la revolución francesa
pero sin renunciar al rey español, Fernando VII, ni repudiar la religión
católica[34]. No
obstante, y sumado a este grupo pero contrario a él, también en la ciudad hubo
afrancesados de notables actuaciones, como ya se ha dicho por ejemplo cuando se
citó al catedrático Roque Novella páginas atrás. En todo caso, este suceso
adelanta a la década de 1790 los primeros contactos con ideas revolucionarias
en Alcalá, siempre con permiso y sin perder de vista lo que en 1767 pudiera
ocurrir en la ciudad en torno a la orden jesuita establecida en la calle
Libreros y el Motín de Esquilache.
El
caso de Juan Sandot y el resto de franceses que vivían en Alcalá de Henares
implicaba también la sospecha de que recibían cartas de Francia. La sentencia
fue la deportación de Sandot a Francia por el puerto de montaña de Candanchú y
su destierro de España, así como la prohibición al resto de franceses para que
no se reunieran entre sí para hablar en tertulia y la orden de que no hablaran sobre
temas de Francia en concreto. Sin embargo, como hemos visto, de algún modo esto
debió continuar de alguna forma, pues muchos de los implicados en las
investigaciones fueron posteriores liberales muy pocos años después. Un caso
llamativo es el de la familia Corera, los cuales eran una genealogía de médicos
en Alcalá. En 1793 Agustín Corera fue uno de los testigos, por rumores, de la
acusación contra Juan Sandot de alegrarse por la noticia de la ejecución de
Luis XVI, sin embargo, años más tarde los Corera no sólo serán liberales fieles
a la Constitución de Cádiz de 1812, incluido este Agustín, sino que además
emparentarán con los Tejedor, una de las familias francesas afincadas en Alcalá
que en 1791 ya había tenido un juicio por el intento de Juan Tejedor de irse a
Francia sin permiso junto al también francés Juan Borsal, y que, mediante el
francés Juan Villar David y la Compañía de Caldereros que este representaba en
esos momentos, estaba relacionado con las reuniones de estos franceses en 1793
en la casa de otro que era florista. Por no volver a mencionar a la familia
Landa, que eran franceses como se ha dicho ya, los cuales estaban en esas
mismas reuniones y que en el comienzo del siglo XIX van a ser de los liberales
fieles a la Constitución de 1812 más activos de la ciudad.
La
ciudad a finales del siglo XVIII, concretamente en febrero de 1793, vivió este
proceso secreto contra estas personas que habían hecho pública su alegría y que
no tenían porqué esconder que se veían entre sí en casa de uno de ellos. Por lo
demás el orden habitual de la ciudad apenas se vio alterado por altercados
vecinales como el de una gran pelea en agosto de 1793 que implicó a más de
veinte personas, entre ellas militares de permiso, a costa de un baile
municipal, por motivo del cortejo para bailar a una determinada mujer joven.
Abrió aquello un gran altercado público que conllevó numerosos casos judiciales
entrecruzados[35].
Se vivían pequeñas cuestiones cotidianas como injurias en el mercado,
adulterios, usurpaciones de tierras (problemas de lindes), la recolección
pública de grano para los depósitos municipales para prevenir los años de malas
cosechas, pequeños hurtos, robos como el de 1796 en las arcas de la iglesia de
Santiago[36], conflictos
puntuales entre soldados y vecinos, estupros, roces en torno a ventas o
alquileres o arreglos de casas y tierras o de, por ejemplo, la barca del
Henares, que pasó algunos años sin uso y debiéndose su alquiler, órdenes para
avituallar o alojar tropas que pasaban por la ciudad, algunos crímenes pasionales
y alguna cuestión más por el estilo[37]. Quizá
el hecho más notorio fue la fuga de todos los presos a la vez de la Real Cárcel
de Alcalá que se registró con urgencia el 17 de febrero de 1795[38].
Registró los autos el escribano Francisco Huerta. Se dio orden de buscarles por
Vallecas, Torrejón de Ardoz, Coslada, Barajas, Paracuellos, Daganzo de Abajo,
Loeches, Pozuelo del Rey, Los Hueros, Valdilecha y Carabaña. Aunque hemos de
suponer que la búsqueda también se produciría en lugares como los Santos de la
Humosa, Meco, Torres de la Alameda, Ajalvir o Azuqueca de Henares por su
proximidad. El asunto era muy serio, tanto que el día del 28 de febrero al 1 de
Marzo la Sala del Crimen de la Real Chancillería de Valladolid dictaba aún
órdenes más severas y estrictas buscando responsables. La fuga se había
cometido gracias a que los presos habían tenido acceso a uno de los tejados de
la cárcel, que era de sólo una altura. A través de él, uno a uno, habían
alcanzado la tapia que daba a la calle durante la noche. Los guardias ni
siquiera sospecharon nada. La negligencia cometida era tanta que el alcaide
mayor de la Real Cárcel, Gregorio Martínez, fue hecho preso precisamente por
negligente. Él pidió clemencia o al menos, añadía en su petición, más clemencia
en las condiciones que se le impusieron como preso, las cuales debieron ser
especialmente duras. Así terminó el proceso el 14 de junio de ese 1795, pues la
gran mayoría de los presos no pudieron ser capturados, se sospechaba que
algunos pudieron llegar a Madrid, que al ser una gran ciudad daba más
oportunidades para ocultarse o bien para conseguir transporte a otros lugares
de España más lejanos. No olvidemos que entre los fugados alguno habría por
haber cometido homicidio pasional o acusados de estupro, si bien la mayoría
serían por robo o por insultos con palabras fuertes (las palabrotas se juzgaban
por la vía criminal y no hay pocos casos de ellas, por lo que hemos de suponer
que pese a que estaban penadas especialmente las injuriosas o insultantes, la
gente las decía en sus enfados igualmente, con normalidad se daban en el
mercado y en relación a, pese al tópico, verduleras, aunque en estos casos eran
los maridos los que debían responder ante la ley por lo que dijera su esposa).
Así
las cosas en la ciudad mientras en esos años llegaba a la población
universitaria ideas ilustradas de los revolucionarios franceses, a pesar de las
prohibiciones que Floridablanca había impuesto desde 1789 para evitar la
entrada de libros, prensa y correos con ellas. Como hemos dicho, a la par, en
torno a 1798, se producía la subrogación de bienes de los edificios de la
Universidad y es así como se entra en el siglo XIX complutense.
El
comienzo del siglo XIX alcalaíno no se va a distanciar mucho de una vida
aparentemente apacible donde los casos cotidianos de posibles alteraciones no
son más que eso: casos cotidianos de la vida de una ciudad. Sí que es cierto
que en los años de 1800 a 1808 parece que se multiplica mucho más una tendencia
que había comenzado a observar un auge desde los años 1790, esto es que la
mayor parte de los casos que abría expediente el corregimiento de Alcalá
empezaban a ser por cuestiones de dinero y de recursos. Unas veces por el cobro
de grano de los depósitos públicos, otras por testamentarias, otras por pleitos
de herederos no conformes con las testamentarias o las hijuelas, a veces se
buscan abintestatos, en otras ocasiones se intenta cobrar deudas no pagadas, en
otras faltan sueldos, en otras el gobierno central cree que no se realiza bien
el cobro de impuestos en los municipios del corregimiento de Alcalá, en otras
se dan órdenes para fortalecer la seguridad de las cajas de caudales, otros
casos son los clásicos hurtos y robos, otros casos son deudas de diversa
naturaleza que no han sido pagadas a tiempo, en otras ocasiones determinadas
familias que tienen capillas y fundaciones religiosas dentro de las iglesias
rozan con la Iglesia o con otros miembros de su familia en cuanto a quiénes
deben cobrar beneficios o pagar mantenimiento y juros, según el caso, y, en
fin, son estos los casos que van cobrando mayor protagonismo en esos primeros
años del siglo XIX alcalaíno, siempre sin que desaparezcan del todo los
anteriormente citados. Casos en definitiva con un perfil económico claro ya sea
por parte de los particulares o de los organismos de gobierno o de la Iglesia.
Se nota aquí como la crisis del reinado de Carlos IV y las guerras europeas, de
las que España había participado contra Francia entre 1793 y 1795, hacían mella
en los recursos.
Así
por ejemplo, el 18 de septiembre de 1805 se le abrió un expediente a la Villa
Albilla (Villalvilla) porque el corregimiento necesitaba cobrar los atrasos de
las deudas públicas contraídas por ese municipio. El corregimiento de Alcalá de
Henares le pedía al alcalde de Villalvilla que no fuera condescendiente con los
vecinos a la hora de cobrar deudas de impuestos, pues eso perjudicaba a los
intereses de los agricultores, obviamente se refería a los intereses de los
terratenientes. El escribano que tuvo que abrir el expediente fue Miguel Azaña,
hijo de Nicolás Azaña, que ya estaba anciano aunque aún daría juego en 1808.
Ahora bien, la presión venía de la Junta de Intervención de los Reales Pósitos[39]. El caso
de Villalvilla no quedó ahí, pues ese mismo año, a lo largo del verano, se le
pedía a Manuel Yebra desde 1804, pues él era el procurador síndico general de
Villalvilla, que pagara esos atrasos. Él recurrió para que se le exonerara de
pagar tres fanegas de trigo por cuenta de catorce y media que se habían pagado
de más en el ejercicio de 1802. El caso llegó hasta el tribunal del Consejo
Real de Castilla, donde lo trató el Ministro honorario del Tribunal de la
Contaduría Mayor de Cuentas[40]. El caso
de Villalvilla no quedaría ahí, pues en julio de 1807 se registraron abusos y
desórdenes en los depósitos de grano y entre los vecinos que habían ido para
coger grano sin permiso[41], lo que
se llama un motín por hambre. Sirva este caso de ejemplo de las necesidades de
recursos que tenían los vecinos del corregimiento en contraposición de las
órdenes de la administración y el gobierno. A pesar de centrarnos en el caso de
Villalvilla, se puede hablar de una generalización de un sentimiento de aumento
de la necesidad en todo el territorio, si bien Alcalá de Henares por ser la
cabeza tenía menos necesidades que otros lugares, pese a ir también esas
necesidades en aumento grande y acuciante para determinadas personas y
familias.
Así
por ejemplo, en Alcalá de Henares, Juan José de Landa vio como en 1807
Bernardino García, procurador síndico de la ciudad, le pidió
administrativamente que declarase sobre el agua que perdía su pozo y las
cañerías de regadío que tenía[42].
[33] Se
lee tanto en la obra citada de Vadillo, como en Julián VADILLO MUÑOZ y Daniel
LÓPEZ-SERRANO PÁEZ, “Alcalá de Henares dentro de la I Internacional, un
forcejeo entre marxistas y anarquistas (1871-1872)”, en Actas del XIV
Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, 2014, ed. Institución de
Estudios Complutenses, Alcalá de Henares, 2014.
[34] Daniel
LÓPEZ-SERRANO PÁEZ, “Informaciones secretas sobre revolucionarios franceses en
Alcalá de Henares al cortarle la cabeza a Luis XVI en 1793”, en Actas del
XIV Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, 2014, ed. Institución
de Estudios Complutenses, Alcalá de Henares, 2014.
[36] AGA 44/14012,0017, “Diligencias de
oficio sobre el robo en las arcas de la parroquia del apóstol Santiago”, Alcalá
de Henares, 21 de septiembre de 1796 a
24 de agosto de 1797.
[37] Ídem nota 21.
[38] AGA 44/14008,0002, “Autos de oficio
formados por la fuga que ejecutaron todos los presos de la Real Cárcel la noche
del 16 de febrero de este año”, Alcalá de Henares, 1795. Corregimiento de
Alcalá.
[39] AGA 44/14022,0037, “Depósito de
Villalvilla. Año de 1805, expediente en razón del cobro de atrasos”.
Corregimiento de Alcalá de Henares, 18 de septiembre de 1805 a 12 de noviembre
de 1807.
[40] AGA 44/14022,0038, “Manuel Yebra,
vecino de la villa de Villalvilla, en razón de que se le exonere del pago de
tres fanegas y media de trigo que por cuenta de catorce y media que se reparan
por la superioridad en las cuentas de 1802, le ha exigido la Junta de 1804”,
Corregimiento de Alcalá de Henares, pósito de Villalvilla, 25 de agosto de
1805.
[41] AGA 44/14022,0050, “Expediente
instructivo sobre tomar seguro conocimiento del estado del Real Pósito, su
abuso y desórdenes y poner los medios para cortarlos y que tenga efecto el
reintegro. Pieza 1ª”, Corregimiento de Alcalá de Henares, Villalvilla, 1 de
agosto de 1807 a 29 de septiembre de 1807.
[42]
AGA 44/14022,0048, “El
procurador síndico de esta ciudad. Sobre cesión reciente sobrante de agua con
cedido de don Juan de Landa”, Corregimiento de Alcalá de Henares, 23 a 27 de
julio de 1807.
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