lunes, febrero 10, 2020

NOTICIA 1937ª DESDE EL BAR: UNA NUEVA VIDA PARA ALCALÁ EN EL SIGLO XIX (2 de 5)



2.- ¿La Decadencia Demográfica?

¿Es cierto que Alcalá de Henares se despoblaba? Sin duda de la enorme población que la ciudad alcanzó en los siglos XVI y XVII hay un gran cambio en la población del siglo XVIII. En parte ya hemos visto que los precios ahuyentaban a la población universitaria, junto a las normativas restrictivas para las matriculaciones. Y al disminuir esta población universitaria tampoco se necesitaban numerosos oficios que atendían las necesidades de las grandes masas de habitantes y en especial de los estudiantes, así por ejemplo había un gran sector de libreros, escribanos, bedeles, profesores, etcétera, pero también de panaderos, carniceros, tejedores, zapateros y demás. Destaca por ejemplo la familia Briones, que eran impresores destacados en la ciudad desde el siglo XVI y que en el siglo XVIII, en 1718-1719, nos han dejado por ejemplo una testamentaría de 151 folios muy rica en información de todo tipo de objetos propios de esta parte de la sociedad alcalaína de la que hablamos[17]. No hay que olvidar que muchos de los colegios y fundaciones universitarias tenían además tierras de cultivo con gente trabajando en ellas, tierras que al haber menos gente también sufrían de una menor necesidad de cultivo, o sea: de trabajo. Tradicionalmente la ciudad había tenido una actividad agrícola y ganadera y una modesta o escasa industria artesanal, nada que ver con la industria moderna. Esta industria se centraba en la fabricación de cerámicas, como por ejemplo de tejas y ladrillos. Urbano Brihuega nos dice que la población disminuyó drásticamente en la ciudad a costa del cierre de la Universidad en 1836[18], y así parece ser.

La población alcalaína comenzó a perder su vida cultural y urbana para dar paso a una antigua vida rural y campesina que hacía siglos que no tenía tan férreamente desarrollada, aunque nunca había desaparecido. No obstante los vecinos que no eran universitarios vivían del campo. En agosto, cerca de las fechas de San Bartolomé en la veintena del mes, se celebraba una importante feria ganadera de diez días de duración que reunía a todo tipo de personas de diferentes lugares de España, pues Alcalá estaba muy bien ubicada en el camino Toledo-Madrid-Guadalajara-Zaragoza-Barcelona, y en concreto los terrenos de El Encín, propiedad de una familia noble en los siglos XVIII y XIX, poseían campos llanos y muy fértiles que permiten el paso hacia los pastos del norte peninsular.

Sin embargo, en el Padrón General de Vecinos de 1828, con una Universidad que ya había sufrido varios cierres, cuyos profesores liberales habían sido purgados, cuyo interés de los estudiantes por ella ya no era tanto y en una crisis interna y unos abandonos de sus instalaciones que la llevaban por el camino recto a su cierre de 1836, imbuida en ser epicentro del liberalismo complutense ya a cara descubierta unas veces o ya en sociedades secretas y sociedades masónicas otras, se contabilizó un promedio de más o menos ciento cincuenta profesiones en la ciudad. Las personas en edad laboral eran unas 1.385. Esta es su distribución por sectores:

Sector primario: 41,4%. Había más agricultores que ganaderos.

Sector secundario: 21,6%. Se distribuían de este modo:
            Textil 7,5%
            Abastos 5,5%, mayoritariamente de pan y vino.
            Mobiliario 4,9%.
            Construcción 2,7%.
            Cuero y papel 0,6%.
            Orfebrería 0,3%.

Sector terciario 29,4%. Se distribuían estos de este modo:
            Profesiones liberales 6,7%. Abundaban abogados, escribientes y escribanos.
            Comercio 5,9%.
            Otros servicios 5,8%.
            Administración civil 5%.
            Iglesia-Universidad 4,9%. Abundaban profesores y estudiantes.
            Transporte 1%.

Sin profesión 7,6%. Esta población es relativa dado el número de jornaleros que trabajaban por estación, aún con todo son principalmente viudas[19].

Sobre estos datos hay que tener en cuenta, como indica el historiador Julián Vadillo, que en estas épocas estos padrones no contabilizaban como población a la población flotante que estaba estacionada en la ciudad, soldados acuartelados (sólo contabilizaban a los oficiales, a pesar de que todo el cuartel eran miles de personas), frailes conventuales, presos de cárceles, jornaleros estacionales, etcétera.

El mismo padrón de 1828 nos dice que la población emigrante alcalaína tenía esta composición:

24,7% de Madrid.
22% de Guadalajara.
6,3% de Cuenca.
5% de Toledo.
2,6% de Soria.
2,1% de Tarragona.
2,1% de Valencia.
2% de La Coruña.
1,9% de Alicante.
1,6% de Barcelona.
29,7% del resto de España[20].

No se tuvo en cuenta empadronar a los extranjeros. Sabemos que estos existían en la ciudad. Algunos incluso tenían su actividad económica matriculada en la ciudad, otros eran militares. Destacan los guardias valones de origen francés que nos encontramos en el siglo XVIII, o los figoneros y buhoneros italianos que también se registraron en casos judiciales y notariales, o los franceses que habían fundado una Compañía de Caldereros, a modo gremial y de los que sabemos de ellos desde 1790, por poner algunos ejemplos[21]. 

De los emigrantes españoles que venían hacia Alcalá que sí sabemos gracias a este padrón de 1828 sabemos a qué venían principalmente a la ciudad. Estas eran las ocupaciones que ellos buscaban:

El 43%  venían para trabajar en el sector primario. Por orden de importancia mayoritaria a la hora de buscar y encontrar trabajo se ubicaban así:
1º Jornaleros
2º Labradores
3º Hortelanos
4º Pastores.

Otro 31% de ellos venía para trabajar en el sector servicios o terciario, que debía estar muy desarrollado. Preferentemente se ubicaban así:
1º Tenderos
2º Comerciantes
3º Barberos
4º Criados.

El 18% restante venía por la industria o sector secundario. Estos eran sus trabajos preferentes, que eran más bien artesanales:
1º Herreros
2º Sastres
3º Zapateros
4º Panaderos[22].

Vemos claramente como en la ciudad los empleos más desarrollados eran los propios del campo, mayoritariamente del sector agricultor y no tanto del ganadero, muy a pesar de la importante feria citada anteriormente. Sería de pensar que el siguiente sector en importancia dado este dato fuera el secundario o industrial, pero como vemos no era así, sino que era el terciario o de servicios. La importancia de la ciudad universitaria-administrativa-episcopal deja caer su peso aquí, todavía aún a pesar de la decadencia muy avanzada que se alcanzaba ya a la altura de 1828. Comparando y contrastando todos estos datos vemos también como en el sector terciario son las profesiones liberales las que más ocupación daban, especialmente abogados y escribanos, lo que nos puede dar una pista de que este sector tiene importancia no sólo por la Universidad sino también por la administración de justicia del corregimiento, muy cerca en el tiempo de pasar a ser partido judicial, de la justicia eclesiástica, de las múltiples necesidades notariales dado el gran número de habitantes notables, cofradías y demás, con mucha actividad en la ciudad de todo tipo de asuntos, de los asuntos de la cárcel, etcétera. Así lo atestigua también que predominen entre los emigrantes a Alcalá tenderos, comerciantes y barberos. Un testimonio de una gran población con necesidades básicas que generaban grandes cantidades de empleo. Pero es llamativo que el cuarto lugar sean los criados, lo que nos hace pensar en todo el trabajo directo e indirecto que podían mover las instituciones de la ciudad y las familias en torno a ellas. Muy en la distancia de estos dos sectores que generaban el empleo principal en la ciudad, está el sector industrial o secundario, que en la ciudad, hay que repetirlo, no sería otra que una actividad más bien artesanal y dedicada a los abastecimientos de artículos de primera necesidad, y de ahí la importancia de los empleos que generaba lo textil, los abastos y los dedicados a generar muebles. Por otro lado, que los primeros de este sector secundario de entre los emigrantes sean herreros no es de extrañar. Las fábricas de forjas serán muy importantes y famosas hacia la segunda mitad del siglo XIX, aunque ya existiera alguna previamente, pero en concreto los herreros de esta época se dedicarían a fabricar piezas metálicas necesarias para la agricultura, siempre tan susceptibles de sufrir deterioros. Que sastres, zapateros y panaderos ocupen el siguiente lugar, es propio de que existía una demanda que los propios habitantes naturales de la ciudad no llegaban a cubrir con todo su trabajo.

En este mismo padrón de 1828 se registró el número de la afluencia de emigrantes españoles a Alcalá de Henares. Es muy significativo atender a sus cifras por periodos de tiempo, pues descubrimos unas tendencias de atracción de la ciudad realmente curiosas para ser un lugar que estaba entrando en decadencia:

1758-1768: No hay apenas emigrantes registrados, no se llega ni a diez.
1768-1778: Más menos 25 emigrantes.
1778-1788: Más menos 45 emigrantes.
1788-1808: Más menos 260 emigrantes.
1808-1828: Más menos 550 emigrantes[23].

Hay que recordar una vez más que no están registrados los emigrantes extranjeros, pero tampoco los que eran población flotante, por lo que las cifras son engañosas muy a la baja. No obstante, lo que sí se puede observar con estas cifras presentes es que desde 1758 a 1828 la ciudad no dejó de ser atractiva para quienes buscaban trabajo, sino todo lo contrario, incluso en los tiempos de la Guerra de Independencia de 1808 a 1814. La multiplicación portentosa de emigrantes registrados es muy clara y patente. La gente no suele emigrar hacia donde no hay trabajo. Si esto lo combinamos con los datos anteriores, podríamos decir que la agricultura alcalaína cada vez necesitaba de más mano de obra, y por tanto su producción debía tener salida de algún modo, así como el siguiente sector en importancia en la ciudad, el de servicios, igualmente era otro reclamo, y aquí hemos visto que eran los trabajos administrativos los más reclamados.

Con estas cifras el presente autor sólo puede decir una cosa en principio: es difícil hablar de una ciudad en decadencia. Quizá sea mejor hablar de una ciudad en transformación. Quizá estuviera perdiendo su Universidad, y por supuesto estas cifras cambiarían desde 1836, pero empezaba a ser un polo de atracción para una sociedad agrícola y administrativa.

Un censo previo de 1801 daba por cifra 1.307 vecinos. Otro de 1809 hablaba de 1.199 vecinos y 3.770 habitantes, pero con la guerra contra los franceses plenamente en marcha otro censo de 1810 hablaba de 972 vecinos y 3.431 habitantes[24]. Ahora bien, con otro análisis de ese censo de 1810 se llega a la cifra de habitantes de 4.108 personas, siempre teniendo en cuenta que no se contabilizaba por entonces a la población flotante[25]. Si tenemos en cuenta que en el siglo XVI los habitantes llegarían a estar entre los 8.000 y los 10.000, se puede considerar un bajón. No obstante, una cosa son los habitantes y otra los vecinos. Así por ejemplo, en 1530 se contabilizaron 850 vecinos, pero no se indicó cuántos habitantes había, los cuáles se habían cuadruplicado o quintuplicado a costa de la población universitaria. El vecindario de 1591 decía que había 2.341 vecinos. En cincuenta años el crecimiento del número de vecinos es muy evidente, pero seguimos sin saber cuántos habitantes existían de verdad. En 1626 se habló de 821 vecinos. El vecindario de Campoflorido de 1712-1714 decía que existían 600 vecinos. La despoblación vecinal parece evidente, aunque seguimos sin saber cuántos habitantes reales podía haber, esas cifras las han intuido otros historiadores fijándose en otras fuentes que aportan pistas, y estas nos hablan de vecinos que hacían alcanzaban los millares de habitantes. El Catastro de Ensenada de 1753 fue uno de los que se hicieron con un método más perfeccionado, y este sube la cifra de vecinos a 1.281, pero sin indicar los habitantes aún. Y el censo de Floridablanca de 1786-1787 al fin registró los habitantes, pero no los vecinos. Y el total de habitantes en esas fechas eran 5.688 personas, de las que no se cuentan la población más flotante[26]. De los 5.688 de 1786 a los 4.108 de 1810 es evidente que había habido un descenso poblacional en cuanto a vecinos, pero atendiendo a las cifras de emigrantes ya citadas, hubo un aumento de habitantes en la ciudad aquí no registrado. Pero es innegable que había menos gente de la ciudad. También es cierto que había una gran natalidad y una gran mortalidad en 1810, así como predominaban los varones entre 21 y 40 años, y las mujeres entre 15 y 25 años.

Aquella emigración que hemos mencionado en aumento debió continuar incluso a pesar del cierre de la Universidad en 1836, pues en el censo de la población de derecho de 1842 se hablaba de 5.153 habitantes, así pues se había crecido, no menguado[27]. En este sentido, el historiador Julián Vadillo nos ofrece cifras del censo de 1868 que nos habla de 6.552 habitantes. De hecho, según las cifras analizadas por Vadillo, se siguió aumentando la población hasta 1880, luego se vuelve a aumentar hasta 1910, que hay una bajada drástica en miles de habitantes, y después se vuelve a aumentar hasta alcanzar, por ejemplo los 11.525 habitantes en 1940, según él[28]. Según el censo de la población de derecho de 1877 había en Alcalá 14.241 personas más 12.317 personas que eran población de hecho. Siguiendo esta otra fuente, en la fecha de 1940 citada la población de derecho serían 14.971 personas y las de hecho 18.419[29]. Como fuere lo que se observa es que la población complutense aumenta a pesar de la desaparición de la Universidad. Por lo que quien escribe insiste en que quizá más que de decadencia habría que hablar de cambio de modelo social. Cobran importancia lo agrícola, lo administrativo, lo penitenciario y lo militar. Es cierto que hay una decadencia de otro tipo, de los valores urbanos y de alta cultura en un determinado sector de la población se pasa a valores rurales y esa alta cultural pasa a ser minoritaria, aunque muy notable.

La ciudad vivió episodios epidémicos en el siglo XIX, por ejemplo de tifus y de cólera, que son aquellos que llevaron a la disminución de la población en momentos puntuales[30]. Las décadas de 1840, 1850 y 1860 fueron prueba de ello. Incluso se recomendaba, aparte de higiene, prender plantas aromáticas como si fuera incienso para poder combatir la enfermedad y sus olores. Julián Vadillo habla de una gran movilidad entre los habitantes que iban y venían de la ciudad, pero también habla de unas tierras que habiendo sido antes de la Universidad o de las órdenes religiosas, ahora estaban atomizadas en unas pocas y mismas familias de origen noble o de la alta burguesía, que además era normal que ocuparan cargos de gobierno[31]. Destaca de su análisis los sueldos ajustados de los alcalaínos que apenas llegaban justos para poder pagar los precios de los alimentos. Probablemente complementaban con otras tareas personales que pudiera reportarles ingresos extra, o bien ponían a trabajar a algún miembro más de la familia. Los obreros alcalaínos podían permitirse muchas patatas, el pan malamente a precio caro, las legumbres estaban baratas, los huevos estaban muy caros, se permitían muy poca o ninguna carne por el precio, y, curiosamente para estar en el centro penínsular, el bacalao les era más barato que la carne[32]. No obstante, uno de los primeros gremios en provocar motines del pan entre la ciudadanía e igualmente en movilizarse ellos en huelga fueron los panaderos, obviamente por intereses en sentidos contrapuestos en torno al precio, pero en definitiva ambos con motivación obrera. En 1898 destacó un motín del pan encabezado por mujeres con bandera negra que provocó que se declarase el estado de guerra en la ciudad y el encarcelamiento de algunas de estas mujeres.


[17]              AGA 44/13920,0003  “Escritura notarial de inventario y transmisión de bienes por herencia de Julián García Briones”. 31 de mayo de 1718 a 21 de marzo de 1719.
[18]              Op. Cit. en nota 13.
[19]           AMAH, Signatura 4832 L, María MELGAR GARCÍA, dirigida por José Morilla Critz, Estudio demográfico de Alcalá de Henares. Siglo XIX. Primera parte del trabajo de investigación: Poblamiento y despoblación castellana. El fenómeno alcalaíno. Siglos XVI al XIX, facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Alcalá de Henares, Alcalá de Henares 1984-1985; pp. 15 a 20.
[20]              Ídem.
[21]              Ídem nota 11. Los expedientes del Corregimiento de Alcalá guardados en el AGA son una mina por explorar para rastrear este y otros aspectos de la ciudad de Alcalá de Henares.
[22]              Ídem nota 19, p. 32.
[23]              Ídem nota 19, pp. 36 a 37.
[24]              Op. Cit. nota 9; p. 585.
[25]              Op. Cit. nota 9; p. 155.
[26]             Artículo de Wikipedia consultado en 3 de septiembre de 2014, “Historia de Alcalá de Henares”, http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Alcal%C3%A1_de_Henares
[27]             Ídem. 
[28]             Julián VADILLO MUÑOZ, El movimiento obrero en Alcalá de Henares, 1868-1939, ed. Silente Académica, Guadalajara, 2014; pp. 27 a 34.
[29]             Ídem nota 25.
[30]             Op. Cit. nota 28; pp. 27 a 93. Y también op. cit. nota 9, pp. 136 y aledañas. Y también en el segundo libro de la op. cit. nota 2.
[31]             Op. Cit. nota 28; pp. 34 a 47.
[32]             Op. Cit. nota 28; pp. 53 a 72.

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