martes, mayo 19, 2015

NOTICIA 1484ª DESDE EL BAR: FRANCO CONTRA EL CÓMIC


Franco contra el cómic, o bien: El cómic y su censura en España, es el nombre de la conferencia que daré mañana en el Deltoya Music Bar, a las 20:30 horas. Ya sabéis los detalles: calle Emperador Fernando, nº 2, detrás de La Gatera. Ya hablé de este bar hace poco, en la Noticia 1481ª.

Hace un año que estoy trabajando este tema con Esther Claudio. Ella está aún en Estados Unidos, pero las nuevas tecnologías nos permite avanzar pese a estar en continentes diferentes, y añaden la ventaja de disponer de documentación, bibliografía, obras y otros objetos de información de manera más amplia y de diferente procedencia, lo que está enriqueciendo los resultados. De momento esta conferencia será un pequeño anticipo de ese trabajo. 

Es importante compartir el conocimiento, para eso sirven los investigadores, especialmente los que nos dedicamos a la Historia, la Literatura y la Filología. Lo hacemos altruistamente, aunque de todos modos en España nadie nos contrata en general, aunque generamos conocimiento, abrimos mentes a nuevas informaciones y en cierto modo apoyamos un cierto tráfico de personas que se acercan a conocer con nosotros y que estas mismas personas generen a la vez o un consumo o un aporte propio sobre lo que trabajemos. 

En el caso de la conferencia que ofreceré mañana al atardecer nos acerca a un aspecto de la censura franquista no inédito pero casi inédito. La Ley de Prensa de 1966 no era aplicable a las publicaciones infantiles y juveniles, que tuvieron que ser regladas en 1967, aunque en realidad se venía ocupándose de ellas desde el mismísimo comienzo de la guerra civil en 1936. Si la Ley de Depuración de los Maestros de 1939 consideraba en su preámbulo que los intelectuales, y en concreto los maestros de primera y segunda enseñanza, eran los responsables directos de la guerra civil, la educación indirecta de infantes y jóvenes a través de sus lecturas, por tanto sus creadores, eran principales protagonistas de todos los males de España llevando la inculcación en la mente de quienes se están formando intelectualmente. Un gran número de periodistas y escritores que no pudieron irse de España terminaron escribiendo novelas de bolsillo de baja calidad, muchos amparados por la Editorial Bruguera, pero otros tantos se decantaron por la creación de cómics.

La industria del cómic, o del tebeo como sinónimo de cómic en castellano, y la del cuento infantil sufrieron una gran represión física y jurídica. Empresas cerradas, empresas reconvertidas, empresas tomadas por los sectores ultracatólicos, personas ejecutadas, personas en campos de concentración, exiliados, encarcelados, despojados de ejercer su oficio, etcétera. De 1939 a 1951 se desarrollaron años difíciles donde sólo se concedieron once permisos para crear editoriales de lo infantil y lo juvenil, en medio de un ambiente que en principio quiso inculcar ideas nazis y fascistas en los niños, y luego, según nazis y fascistas perdían la Segunda Guerra Mundial, se reconvirtió a ideas ultracatólicas entre el falangismo y el carlismo. Los años 1950 verán el reconocimiento de España dentro del Bloque Occidental de la Guerra Fría, liderado por un Estados Unidos de América que por medio de la CCA comenzó la censura de sus propios cómics en busca de posibles comunistas entre sus autores. España seguirá sus pasos desde 1954 creando diversos organismos que culminarán en el CIPIJ de comienzos de los años 1960. Estos organismos serán controlados por sectores ultracatólicos, siendo el caso que uno de sus responsables fue capellán del Valle de los Caídos. Se elaboró una maquinaria legal con todo tipo de supuestos  en el articulado censor contra los productos y los productores del cómic tanto español como extranjero, aún a riesgo de entrar en conflicto económico con aliados estratégicos como Estados Unidos. 

El consumo del cómic en España había ido aumentando desde finales de los años 1940, sobre todo del humor autóctono, pues era el único tipo de literatura por el que se colaban sutiles críticas sociales y políticas a la dictadura. Aunque el producto era infantil y juvenil, muchos padres y madres, así como meros adultos sin hijos, terminaban siendo más consumidores de esas historietas que los propios niños y jóvenes. A pesar de que suponía un peligro al que controlar, era a la vez una dinámica de consumo a la que estimular pues las ventas de cómics españoles suponían un aumento del trabajo y del comercio tan importante que incluso el Ministerio de Industria tuvo que pedir al Ministerio de Información una relajación en su censura, para poder seguir obteniendo ventas en una España en crisis necesitada del movimiento de dinero. Los dos Ministerios, junto al de Educación, entrarán en conflicto, ese será el momento en el que el propio Francisco Franco tomará cartas en el asunto y legislará firmando él mismo en persona sobre los asuntos concernientes al cómic español.

La Ley de Prensa de 1966 no afectó a este tipo de prensa infantil y juvenil, pero en 1967 recibirían su propia legislación, totalmente contraria a los relativos y discutibles derechos que supuso el cambio de la censura previa a la censura a posterior en la prensa adulta. Fue Fraga quien estuvo detrás de todo esto, heredero político de personas que tuvieron estos asuntos en sus manos previamente como Serrano Suñer y Arias-Salgado. El cese de Fraga y el asesinato de Carrero Blanco empeoraron la situación del cómic extranjero en España, pero a partir de 1974 hubo una relajación con el autóctono. Pío Cabanillas sería quien lideraría su transición desde el más estricto tardofranquismo a los gobiernos de Juan Carlos I encabezados por Arias-Salgado y Adolfo Suárez.

En medio tenemos nombres míticos sufriendo todo tipo de padecimientos como son los creadores Raf, Vázquez, Francisco Ibáñez, Jon, Escobar, Giner, Víctor Mora, los hermanos Bruguera, Rafael González, DDT, TBO, Pulgarcito, Tío Vivo, y otros. La censura española vio en Bugs Bunny un peligroso anarquista, en Flash Gordon un elemento de confusión fantástica de lo que era Ciencia, en el Jabato se receló de lo católico, en los superhéroes había monstruos sobrenaturales, en Superman se veía aculturación norteamericana, en los cómic a color de los años 1960 se descubrió una atrofía mental en los niños por los gustos estéticos... Así una tras otras sin que quedara nadie a salvo. Hasta los Picapiedra iban contra la naturaleza divina y providencial de la que se hablaba en la Biblia. Vázquez y Escobar, los creadores más exitosos de los años 1950 fueron bestias pardas para los censores, cuando en realidad no ganaban suficiente para alimentar a su familia. No es de extrañar que cuando el grupo de rock Asfalto presentó su primera canción dedicada al Capitán Trueno en 1972, esta no pudo publicarse hasta entrada la democracia en 1978.  En definitiva creo que a quien le interese conocer el tema podrá interesarle la conferencia.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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