domingo, octubre 21, 2012

NOTICIA 1146ª DESDE EL BAR: ME GUSTA OCTUBRE, ME GUSTA LA FERIA DEL LIBRO

La Feria del Libro Antiguo y de Ocasión ha vuelto a Alcalá de Henares en su XXVII edición. Es bien curioso, tengo 33 años y a pesar de que esta feria comenzó en la ciudad cuando yo tenía seis años siempre la he conservado en mi memoria como algo que hubiera existido antes de que yo comenzara a existir. Recuerdo cuando podías comprar sin problemas periódicos y revistas antiguas de comienzos del siglo XX, o libros más o menos raros si rebuscabas, o completar colecciones de cómics de la década de los años ochenta dejadas a medias. Comprabas incluso libros de obligada lectura en tu colegio, bachillerato y universidad... Parte de mis estanterías con lecturas de estudio se han podido llenar de ese modo pisando tres décadas. Ahora ya no se puede realizar tal cosa. Ya no traen esas oportunidades usadas, o yo ya no las veo.

Se alegrará de saber que ningún desastre ha acompañado al comienzo de una empresa que usted mismo ha mirado con esos presentimientos del mal.

(Mary Shelley, comienzo de Frankenstein o el moderno Prometeo, 1818).


Todos los años compro algo en esta feria. Quizá como algo nostágico y tradicional. Un impulso guiado a la vez por la querida lluvia otoñal que me invita a pasear y volver a pasear por los puestos. Este año apenas tengo dinero, pero busqué un libro en inglés, que terminó siendo el Frankenstein de Mary Shelley. Estoy intentando perfeccionar y aprender más inglés de modo autodidacta desde hace más de un mes de modo serio y concienzudo. Hay uno de los puestos que cada año trae novelas y teatro en esa lengua, este año no me defraudó, los ha puesto a un precio realmente bajo, dos euros, y las ediciones parecen nuevas, como si fueran simplemente excedentes de almacen que no llegaron a salir en los camiones hacia las librerias en su día.

Siddharta, el agraciado hijo del brahmán, el joven halcón, creció junto a su amigo Govinda al lado de la sombra de la casa, con el sol de la orilla del río, junto a las barcas, en lo umbrío del bosque de sauces y de higueras.

(Hermann Hesse, comienzo de Siddharta, 1922).

Por el mismo precio compré otro libro para hacer un regalo porque sí, porque me apetecía regalarlo. Es bonito regalar a amistades apreciadas porque sí. Y elegí Siddharta, de Hermann Hesse, para una amiga de gran apetito por conocer. A veces me recuerda a mí en su pasión por conocer. Pero además tiene sus inquietudes entre religiosas y de conocer "al otro". En verano le estuve hablando del budismo y el hinduismo. Fue una conversación entretenida. Recordé cuando yo leí la novela citada, que no es más que eso, una novela, y me pareció bien regalárselo. Es un libro muy significativo incluso a nivel interior. Ayuda a abrir los ojos a muchos conceptos de la vida a revalorizar u observar con otra mirada. Le hice una dedicatoria y se lo di. Me gusta hacer dedicatorias para las personas que sé que las apreciarán.

De detrás de la roca que sobresalía surgió un ruido y un movimiento fugaz parecido al de un ferrocarril, y apareció un gran automóvil. Su negra silueta recortada contra el sol coronaba la cima de la montaña, como un carro lanzándose hacia la destrucción en una desenfrenada epopeya... En una fracción de segundo, el vehículo dejó atrás el saliente del peñasco como una nave voladora; a continuación el cielo empezó a girar como una rueda, y el vehículo quedó destrozado en medio de los altos pastos de abajo...

(Gilbert Keith Chesterton, fragmento de El hombre que sabía demasiado, 1922).

Recuerdo un año que un amigo íntimo trabajó en uno de los puestos, contratado por una librería de Madrid. Gracías a él conseguí libros de la editorial desaparecida Hora H, y alguna publicación clandestina de los años cuarenta españoles. Pensaba en esto bajo la llovizna mientras observaba un puesto con libros muy castigados de los años veinte. Pensaba también en cómo los iba a deteriorar la humedad y el grave error del responsable del puesto por haberlos sacado. Mientras, dos libreros hablaban cerca de mí del excesivo precio económico que habían pagado para tener el puesto en la feria alcalaína, y de lo poco rentable que les salía traer aquí libros realmente antiguos, preferían reservarlos para las ferias de la capital. Recorría sus libros, algunos muy tentadores (mi bolsillo muy reticente), cuando vi que vendían en película la versión de 1934 que rodó Alfred Hitchcock de El hombre que sabía demasiado (The man who knew too much). Aunque la más conocida hoy día es la versión que él mismo rodaría de nuevo, con más dinero, en 1956, la compré. Apenas eran otros dos euros. Ya había gastado seis euros, poco para muchos, mucho para mí, que aún no he cobrado mi paga tras varios meses de desempleo sin ingresos. Así que tras esto me quité de hacer ningún gasto más en todo el día. Pero mereció la pena. Aquella película estaba basada en una colección de relatos de humor y misterio de G. K. Chesterton.

Hay dos ferias del libro en Alcalá de Henares, una del libro nuevo, más o menos en primavera, y otra del antiguo, que es esta, en octubre, un mes otoñal y lluvioso que me gusta en especial. Siempre me gustó más esta feria que la del nuevo. En los últimos años vimos el traslado de la feria del libro de la Plaza de Cervantes a la Plaza de los Santos Niños a costa de un artificial Mercado de Cervantes que termina siendo un engendro deforme entre la Edad Media, la Edad Moderna, la fantasía más irreal y las chorradas de técnicas de mercado del siglo XXI más propio de una mente caliente del sector turístico más pendiente del dinero que de la cultura que pretendidamente quieren "vender" con ese mercado. Hubo un año que incluso fue trasladada a la Plaza de la Victoria, donde los libreros tuvieron tantas pérdidas económicas como quejas por esa ubicación. El último año se quejaban de su ubicación en la Plaza de los Santos Niños, y de su coincidencia con el Mercado de Cervantes, que tendrá una década bien contada. La cuestión es que realmente se ponía en torno al 9 de octubre porque es festividad en Alcalá de Henares por ser la fecha en la que bautizaron al escritor Miguel de Cervantes hace de cuatrocientos a quinientos años.  En fin, el ayuntamiento en favor del monedero y no de algo más tradicional y realmente cultural como es la feria del libro, trasladó la fecha de la feria del 19 de octubre al 4 de noviembre y regresó las casetas a la Plaza de Cervantes, aunque no en el lado cercano al ayuntamiento, sino al cercano a la calle Mayor y la calle Libreros. Sea como sea, las pérdidas económicas de los libreros no se debían tanto a la ubicación o a la fecha, sino a ese Mercado Cervantino mal llamado medieval, la gente gastaba el dinero ahí y no en sus libros. Ayer con lluvia y todo, había incluso quien iba a comprar libros de regalo de cumpleaños para sus nietos y sobrinas delante mía. Eso es un comienzo de algo más que una lectura.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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