martes, mayo 08, 2012

NOTICIA 1082ª DESDE EL BAR: EL RELATO DE LAS DOCE POSTALES (10 de 12)


Los ríos de la selva son grandes y llenos de vida. Cuando pasan cerca de las poblaciones, los pescadores desembarcan los peces muertos de su pesca. Son grandes y están asfixiados fuera del agua, algunos desangrados cuando los pescadores les sacan las tripas. Los pájaros bajan del cielo y buscan los restos en las orillas del río. Ellos también viven en la selva.
--------------

Mercado Belém do Para, en la desembocadura del  río Amazonas, en Brasil. Fotografía del periodista y escritor Alberto Vázquez-Figueroa, publicada en el periódico Arriba, el 3 de enero de 1968. Se puede encontrar en el Archivo General de la Administración (AGA), con la signatura Archivo General Arriba,AGA,F,01678,sobre03.

Lo cierto es que esta fotografía me llama la atención por ser de Alberto Vázquez-Figueroa. Es un escritor al que descrubrí en mi preadolescencia, y en esas épocas me gustaba mucho. Mis padres me regalaban bastantes libros de él. El primero que leí de él era uno del Círculo de Lectores que tenía mi padre en su biblioteca, Manaos (1975), libro que ya destaqué en su día. He de imaginar que dado que hizo un reportaje de la selva Amazonas en 1968, he ahí el origen de la inspiración del libro. Me gusta la foto por cuanto pueda tener de relación con ese relato de aventuras que yo recomiendo mucho. Unas aventuras con un transfondo histórico real acerca de los esclavos y semiesclavos que se usaban por los coroneles y las mafias brasileñas para extraer el caucho que usaba Goodyear en los neumáticos de los automóviles. Es un libro de aventuras en el comienzo del siglo XX que no tiene nada que envidiar a otros libros de aventuras de otras épocas, por mucho que la bibliografía de Vázquez-Figueroa sea criticada habitualmente por variable y por lo comercial de varios títulos. Sin embargo yo de él también recomendaría, por ejemplo la del corsario La Iguana (otra historia real del siglo XVIII, escrita en 1995), Anaconda (1987, una autobiografía de periodista de reportajes arriesgados que luego trató de imitar, a mi juicio, Arturo Pérez-Reverte con Territorio Comanche, de 1994, sobre todo cuando en esas fechas dijo en una entrevista que le gustaban mucho las novelas y la trayectoria como periodista de acción de Vázquez-Figueroa), o, como curiosidad, una visionaria novela de ciencia ficción llamada Nuevos Dioses, escrita en 1995. Pero, pese a todo, para mí, la mejor es Manaos, aunque las dos primeras que recomendé después me resulten sumamente interesantes.

Pues la décima parte del Relato de las Doce Postales fue enviada a otro amigo, no tan antiguo como algunos de los ya mencionados, pero sí también de los antiguos, Raúl Armenteros, o Raúlclick. Un artista local de Alcalá de Henares que regenta un bar conocido que ha cumplido quince años, efectivamente: La Vaca Flaca. Un bar al que suelo ir con mucha frecuencia y del que llegue a ser camarero, e incluso donde he recitado poesía con Alberto Cordero, lo anunciamos presentando uno de los números de La Botella Vacía. Allí he conocido a mucha gente. Por ello aparece en esta bitacora desde casi el comienzo. Raúl aparece en uno de mis poemas del libro El Sueño de la Vida Produce Poemas (2010), y también en el capítulo 15 y el capítulo 16 de Balada Triste de una Dama. Tiene un espíritu muy libre, y una concepción de la vida muy conciliadora. Es una amistad a tener en cuenta, desde luego. Con él he aprendido y compartido algunas cosas, proyectos propios o suyos, y acontecimientos. Por ello le elegí como destinatario en su buzón de una de las partes del actual relato. Que la cerveza os acompañe.

(Este relato tiene registro de autor bajo licencia creative commons, al igual que el resto del blog según se lee en la columna de links de la derecha de la página. De este relato no está permitido su reproducción total o parcial sin citar el nombre del autor, y aún así no estará bajo ningún concepto ni forma permitida la reproducción si es con ánimo de lucro).

2 comentarios:

iralow dijo...

uhm...seguimos en paradero desconocido...

Canichu, el espía del bar dijo...

Es más poesía en prosa que relato en sí. Algo ha evolucionado el asunto.