miércoles, abril 06, 2011

NOTICIA 921ª DESDE EL BAR: 1.300 AÑOS DEL CAPITÁN TRUENO

Cuando el gobernador bereber de Tánger y jefe militar Táriq Ibn Ziyad al fin se reencontró con su superior militar Mûsá Ibn Nusair en el año 713, tras dos años de guerra en la península Ibérica conquistando el Reino Visigodo de Hispania para el Imperio Islámico, Mûsá le abofeteó la cara delante de todos sus guerreros y soldados.

Aquel bofetón que le dio Mûsá a Táriq debió doler mucho, pues 1.300 años después sigue resonando en la Historia, quizá donde más dolió fue en el amor propio. Estamos en abril y la historia que explica todo esto está cumpliendo precisamente ahora mismo mil trescientos años de antigüedad.

Fue en abril del año 711 que los musulmanes llegaron por primera vez a la península Ibérica con idea de quedarse. Un año antes, en el 710, el Reino Visigodo de Hispania sufría una serie de guerras civiles internas a causa de la muerte del Rey Witiza. Al noreste, entre las provincias Narbonense y Tarraconense, se había proclamado la independencia unilateral de parte de un autoproclamado rey llamado Agila, que había estado asociado al trono del difunto rey. Pero los hijos de Witiza reclamaron el trono e iniciaron una guerra contra este, mientras el noble más poderoso del momento y que por lógica sucesoria visigótica hubiera tenido que gobernar, Ródrigo, hizo lo propio reclamando la corona e inició una guerra civil más completa que sumió en el caos político a la península, mas no a la sociedad, que se había acostumbrado a desarrollarse al margen dentro de lo posible en una guerra. La situación se enrareció más aún cuando don Rodrigo se enamoró, según crónicas y leyendas, de la hija de un visigodo establecido en Ceuta, un tal don Julián que a menudo se dice de él si era un noble menor o un gobernador del propio reino de Hispania sobre Ceuta. De tal enamoramiento, o encaprichamiento, surgió un abuso de poder que acabó en rapto y violación de la joven por parte de don Rodrigo. Esto puso tan iracundo a don Julián que pidió la ayuda militar del Imperio más poderoso del momento, el Islámico, para intervenir en la guerra civil contra don Rodrigo, por entonces aliado ya con los hijos del difunto Witiza.

Otras versionas cuentan que fue el propio don Rodrigo quien pidió la ayuda militar a los islámicos, o bien cualquier otra facción de la guerra civil, sin llegar a creer la existencia o la importancia de don Julián, quien según los estudiosos más entendidos de la época dicen que podría ser en realidad el obispo Oppas, quien también quería el poder. Sea como sea, lo cierto es que los islámicos llevaban teniendo tratos económicos e incursiones en las costas andaluzas desde el 710. Conocían la Historia Romana que hablaban de las grandes riquezas de oro y plata de siglos antes, así como sabían de la fertilidad del suelo hispano. Sin embargo, aquel lugar estaba tan lejano de la capital, Damasco, que el califa no quería una provincia tan distante y de incierto mantenimiento. Por ello, Mûsá, quien gobernaba la provincia que ocupa el actual territorio de Marruecos, Ifriquiya, ordenó a su jefe militar, Táriq, que no desembarcase en el Reino Visigodo. Sólo cuando recibieron la petición de ayuda militar de alguna de las facciones accedió a hacerlo. Las nuevas órdenes que Mûsá le dió a Táriq fueron las de prestar esa ayuda militar pero bajo ninguna circunstancia debía iniciar ninguna tarea de conquista, de ningún tipo.

El desembarco musulmán se produjo en abril del 711 en el puerto de la actual Tarifa (que recibe ese nombre por el propio Táriq). Eran apenas unos ocho mil soldados y guerreros, organizados por clanes bajo las órdenes de Táriq, según los cálculos de los historiadores actuales sobre las capacidades de transporte militar de los barcos musulmanes de esa zona en aquella época. No serían mayoritariamente árabes, si no bereberes, lo que quiere decir que algunos no eran aún conversos al Islam. Las primeras batallas no fueron significativas, hasta que el propio rey Rodrigo y los hijos de Witiza decidieron acudir a pelear en persona en las inmediaciones de un río que se cree que podría ser el Guadalete (según Sánchez-Albornoz), mientras que restos arqueológicos recientes de una tumba en Portugal nos indican que posiblemente fue en un lago cercano a Viseo (según Lévi-Provençal). Los hijos de Witiza traicionaron a Rodrigo huyendo del campo de batalla con sus guerreros, tal vez porque creyeron que así eliminarían a uno de sus competidores por la corona, o tal vez por dinero, o tal vez por descordinación y desacuerdos de estrategia militar o tal vez por miedo. La cuestión es que Rodrigo murió allí derrotado por las tropas de Táriq. El gobernador de Tánger quizá debió regresar entonces a África para cumplir las órdenes de Mûsá, por ende las del califa de Damasco, pero no lo hizo.

En una serie de campañas militares más o menos rápidas Táriq avanzó hacia el norte, hacia León y Astorga. los hispanovisigodos eran cristianos, por lo que eran Pueblos del Libro a ojos del Islam, esto suponía que eran repetados como tales si no ofrecían resistencia militar. Conservaban sus tierras, sus siervos y sus propiedades, su religión y sus iglesias (aunque no podían construir nuevas) a cambio de pagar impuestos extraordinarios y obedecer a las nuevas autoridades islámicas, pues nadie más que un musulmán podía ejercer cargos de gobierno. Muchos cristianos, una gran mayoría, se transformaron al Islam, pues ofrecía ciertas ventajas, sobre todo fiscales, el ejemplo más claro está en la actual Murcia, que por entonces pasó a ser Tudmir, lo único que cambió allí fue el nombre de los cristianos por nombres musulmanes, y el rezo cristiano por el rezo musulmán. Claro está que otros cristianos no cambiaron de religión (los mozárabes), y otros practicaron la resistencia. Entre tanto Mûsá supo de lo que Táriq estaba haciendo a expensas suya, por lo que decidió pasar con tropas propias a la península al año siguiente, en 712. Entonces sólo llegó hasta Toledo, pero le encontró en aquel 713 y le abofeteó en público.

Le abofeteó porque le había desobedecido, porque había desobedecido al califa, y porque ahora debían conquisar una región que el Imperio no tenía previsto conquistar. Posiblemente no le mandó ejecutar porque creyó que Táriq le había desobedecido en 711 para crear una insurrección al Imperio que le otorgara un reino propio. Sin embargo, cuando se reencontraron en 713, era el propio Táriq quien iba al encuentro con Mûsá para ofrecerle a su superior el mando de sus conquistas y aquel territorio. Eso hizo ver a Mûsá que Táriq no era un insurrecto, y su enfado acumulado desde el 711 sólo se tradujo en un bofetón y una dura reprimenda. Pero no todo es tan "idílico". Táriq se quedó resentido con aquel suceso.

Aunque ambos avanzaron juntos hacia la conquista de Zaragoza, se separaron. Táriq fue a la conquista de Barbastro, Huesca y Tarragona, y Mûsá fue a reafirmar León, y se lanzó a la conquista de Lugo y Gijón, recuperar y a asentar el dominio islámico en la estratégica Talavera de la Reina, cercana a Toledo. Entre tanto, quien no estaba contento con todo lo sucedido era el califa del Imperio, Suleiman Omeya. Creía que Mûsá había desobedecido sus órdenes no para crear una provincia, sino para crear un emirato (como realmente más tarde ocurrió, aunque no de mano de Mûsá). Le hizo ir ante él a Damasco en el 714, acompañado de Táriq. Todo apuntaba, según las crónicas de los propios historiadores islámicos, que el juicio a Mûsá tenía ya una condena a muerte preestablecida por el propio califa. Algo que no mejoró aquella bofetada que dio en aquella Hispania que ahora era Al-Andalus. Efectivamente Táriq declaró en contra de Mûsá. Sin embargo, Mûsá no tenía intención alguna de formar un emirato independiente en Hispania, como tampoco había tenido inicialmente intención de invadirla sino hubiera sido por las iniciativas personales de su lugarteniente Táriq. Por ello lo primero que hizo al llegar ante el califa fue entregarle simbólicamente la nueva provincia del Imperio. El califa le juzgó entonces por malversación del tesoro y las recaudaciones del Imperio. La condena fue a muerte, pero le fue conmutada a cambio de una abultada suma de dinero. No podía pagarla, pero daba igual, fue asesinado en circunstancias oscuras en una mezquita de Damasco dos años más tarde, en 716. Tenía prohibido regresar a Ifriquiya y a Al-Andalus. Aunque Táriq también fue condenado a muerte, también le fue conmutada la pena capital, aunque no sepamos demasiado de cómo terminó él, podemos imaginar cualquier historia, como que pudo ser el asesino de su antiguo jefe militar, aunque eso es especulación, pudo ser de él lo mismo que de Mûsá, pudo ser igualmente asesinado él mismo.

Los musulmanes conquistaron el Reino Visigodo de Hispania (o de Toledo) desde aquel abril de 711, hace 1.300 años ya. Fue provincia del Imperio Islámico, Emirato independiente del Imperio, Califato Independiente, diversos reinos de Taifas, parte del Imperio Almorávide y del Almohade sucesivamente, y, en fin, siendo de nuevo diversos reinos, quedó reducido al Reino Nazarí de Granada. Los gobiernos musulmanes desaparecieron de la península en 1492 y los islámicos permanecieron hasta 1609, sufriendo diversos episodios históricos. Su regreso debió ser en torno al siglo XVIII o el XIX, siendo patente que en el siglo XX vuelven a compartir episodios entre nosotros, y que en el siglo XXI incluso se prevee que en breve Ceuta y Meililla tengan gobiernos democráticos presididos por islámicos dentro de la actual monarquía parlamentaria, por mera cuestión demográfica.

Los islámicos no estuvieron realmente interesados en conquistar toda Hispania. Hicieron alguna incursión hacia el mar Cantábrico, pero apenas significativa por más que los historiadores más plenamente cristianos las hayan querido engrandecer. Las propias crónicas cristianas y las musulmanas coinciden en un mismo punto, con diferentes enfoques de interpretación, que los musulmanes atacados y derrotados por guerreros cristianos en Asturias al mando del caudillo don Pelayo decidieron no crear una expedicón militar organizada contra ellos porque consideraron que eran tan pocos que no tenían importancia. Lo que sí les interesó a los islámicos fue invadir Europa. Por ello atacaron el Reino Franco hasta ser derrotados en Poitiers en el 732 por Carlos Martel, ascendente de Carlo Magno. Lo que sí les interesaba de la actual España a los islámicos de aquel siglo VIII era conquistar las Islas Baleares, las cuales no eran parte del reino Visigodo. Eran parte del Imperio Bizantino cómo rémora de la conquista del levante hispano que se hizo entre los siglos VI y VII. Los musulmanes las atacaron una y otra vez, pero los baleares se resistieron en todas las ocasiones, quizá porque contaban con buena cobertura de Bizancio. Pero Bizancio estaba lejos, y poco a poco Baleares comenzó a actuar más independientemente y a ser cuna de piratas mediterráneos. Los musulmanes sólo lograron conquistarlas en 903, ya como Califato, 192 años despúes de aquel 711.

Aún con todo, Al-Andalus se transformó en la superpotencia mundial de esta zona del mundo en cuanto pudo dejar de depender del Imperio Islámico. Políticamente, militarmente, económicamente, artísticamente, culturalmente, en medicinas, ciencias y en vanguardia de todas las creaciones humanas del momento, Al-Andalus fue el líder del siglo IX y X. Los siguientes siglos se aprovecharon de todo lo ganado en aquellas épocas, pero sus divisiones internas y la invasión de gobiernos islámicos religiosamente intransigentes y literalmente estrictos con el Corán, terminaron creándoles una seria crisis, incluso de identidad. Así por ejemplo, cuando los reinos de taifas fueron invadidos por el Imperio Almorávide o por el Almohade, religiosamente estrictos y extremistas, muchos reinos islámicos pedían ayuda militar a los reinos cristianos de la península, o bien había ciudadanos islámicos (mudéjares), judíos y cristianos que pasaban las fronteras hacia Castilla o Aragón, buscando una mayor tolerancia con sus formas de vida acostumbrada ya a las Artes, las Ciencias, la Filosofía, y una menor beligerancia religiosa a causa de una paulatina desaparición del integrismo inicial, buscando amparo, en otras palabras. Para celebrar esos 1.300 años de aniversario, aparte de la entrada histórica que he escrito, cabe citar algo del mundo del cómic, aprovechando el "Primer Congreso de Conferencias Internacional de Cómics y Novelas Gráficas 2011. Sitios de innovación visual y textual. Alcalá de Henares, Madrid. Del 10 al 12 de Noviembre de 2011", que se celebrará en noviembre como ya comenté y expliqué. Habrá que hablar del “Capitán Trueno”. Uno de los cómic más internacionales de España. Es obra del famoso guionista Víctor Mora (Barcelona, España, 1931) y del dibujante Miguel Ambrosio Zaragoza. Capitán Trueno, acusado a menudo de personaje producto de la dictadura de Franco, aunque es una acusación injusta a pesar de que otros personajes de los cómic de la época pudieran ser sospechosos de ello, nació en 1956 por todo lo alto: con álbum propio (por entonces llamado revista juvenil), dentro de la colección "Dan". Está dentro de una etapa donde incluso Estados Unidos de América también se interesaba, igual que la España de Franco, por las historias ficticias de la Edad Media, hay que recordar que por entonces también nace el Príncipe Valiente o se realizan películas en Hollywood en torno a los personajes de Ivanhoe, Robin Hood, el Caballero Negro o el propio guerrero español El Cid (rodada en España). En España surgió otro personaje medieval ficticio en el cómic, el Guerrero del Antifaz. Capitán Trueno es un caballero medieval acompañado de una serie de personajes constantes, que combate en la España de la Plena Edad Media contra los Reinos de Taifas musulmanes, en plena Reconquista. Entre 1956 y 1968 se transformó en el cómic ibérico más famoso e importante, produciendo una vez más toda clase de mercadotecnia. Sus historias también se publicaron en revistas como “Pulgarcito” y otras similares. Sin embargo, sus historias se fueron complicando, mezclando a veces asuntos nada reales, más propios de una Edad Media ficticia, con magia y reinos imaginarios. A partir de los 1970’ fue decayendo, pero su recuperación por Ediciones B en los años 1980’ le relanzó al público con nuevos álbumes y formatos, que por el contrario traían anacronismos graves. Esto no ha impedido que Hollywood se haya interesado por rodar una película del Capitán Trueno, pronta a estrenarse en estos 2010’. A veces se ha reeditado su obra en formato de novela gráfica por tomos, aunque hay una clara diferenciación entre los años iniciales y la segunda época mencionada. La primera época es sin duda la mejor.

La verdad es que el primer número del Capitán Trueno no se desarrolla en España, sino en Palestina. Sus primeras viñetas presentan a un Capitán Trueno que combate en un torneo organizado por el rey inglés Ricardo Corazón de León para divertir a la tropa antes de ir al combate. Lo que nos sitúa al personaje en torno a los años finales del siglo XII. Es un cómic que podría cuadrar muy bien en un contexto de aventuras medievales, si no fuera porque bajo el ojo del historiador los cristianos de la península Ibérica no tenían bula papal para ir a las Cruzadas de Próximo Oriente para liberar el suelo Santo. Los Papas del momento preferían que los hispanos de los diferentes reinos peninsulares se concentraran en el proceso de la Reconquista de Hispania de manos musulmanas. Hasta el punto que a menudo promovían pequeñas cruzadas de reconquista en suelo ibérico a las que acudían sobre todo franceses e ingleses. Pocos hispanos fueron a las Cruzadas de Próximo Oriente, y muchos de esos pocos lo hacían a título personal. Sólo el Reino de Aragón se involucró activamente en las últimas Cruzadas a causa de su actividad comercial mediterránea. Lo que ni siquiera nos sitúa en ese siglo XII del Capitán Trueno, aparte de que este capitán se dice que es castellano y no aragonés, valenciano, catalán o balear. Tampoco sus seguidores Goliath y Crispín son de ese Reino de Aragón... y su novia, Ingrid, era vikinga (lo que no es imposible, pero sí cuadraría más en el siglo XI y no en el XII).

Los musulmanes de este cómic raramente salen como parte de los buenos, suelen ser los malos de la aventura, aunque alguno hay entre los buenos. Cuadra con la mentalidad citada de la dictadura de Franco por potenciar una Historia imperial de España, que pasaría necesariamente por los mitos de la Reconquista (no obstante, la guerra civil que le dio el gobierno fue llamada por él mismo: Cruzada). No debemos perder nunca de vista lo citado acerca de que la cultura musulmana de aquellos siglos de Al-Andalus fue lo que hizo de nosotros mismos, y de nuestra propia cultura (ya que ellos son parte de nuestra cultura y forma de ser a costa de nueve siglos constantes de estar en España y Portugal) ser superpotencia mundial, de las más avanzadas y tolerantes... hasta que llegó la codicia polítia y el integrismo religioso que ni ellos mismos deseaban.

Una última nota de la que ya hablaremos en el futuro, espero: en la segunda mitad de este 2011, el Museo Regional de la Comunidad de Madrid, ubicado aquí en Alcalá de Henares, dedicará una exposición temporal a nuestro pasado cultural musulman en homenaje a este 1.300 aniversario.

1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

Voy a dar una muy breve bibliografía de libros actualizados de Historia de Al-Andalus, más que nada porque me doy cuenta que hasta bien entrado los años 1990' casi todos los libros que lo han tratado han sido escesívamente pocos, y casi todos reflexionando sobre las cuestiones bélicas más que en las cuestiones culturales de las que somos herederos. Es un tanto absurdo, pero es así. Roma también llegó por invasión a España y no se les ningunea tanto, porque se sabe que su cultura también formó la nuestra. Es lamentable también que unos 800 a 900 años de Historia musulmana en la península Ibérica se solvente en los libros de la Educación Secundaria obligatoria en un par de páginas, cuando no en un par de párrafos. Cuando otros temas menos relevantes tienen hasta dos o tres temas dedicados en exclusiva.

Para poder tener una visión global, actualizada y abierta de lo que supone la cultura, la sociedad, el arte, la literatura, la filosofia, la administración, la economía, su influencia en las urbes actuales, sus avances agrícolas y los vaivenes políticos de Al-Andalus: "Conquistadores, emires y califas", por Eduardo Manzano. Obra reeditada en 2008 por el diario EL PAÍS dentro de su enciclopedia "Historia de España", dirigida por John Lynch. Lo hizo en dos volúmenes, los tomos 5 y 6.

En esa misma colección, hasta el tomo 10, se puede leer en diferentes capítulos los vaivenes políticos y militares del Al-Andalus posterior a la caida del califato en 1032.

Para poder conocer la organización jurídica, social y administrativa: "Curso de Historia del Derecho", por José Antonio Escudero, ed. UNED, 2003. Es su parte V, correspondiente a los capítulos 15 y 15 bis.