La desidia pudo conmigo ayer. Ni salí de casa de día ni salí de noche. Pura desgana de todo. Siento haber comenzado un informe de Historia tan largo. De vez en cuando, perdido en el tiempo, me da por ello, pero eso ya lo sabéis los que me leéis de hace bastante tiempo. Supongo que esta vez lo inicié por la misma desidia que he comentado. Es un informe que ya estaba escrito, como os dije en la primera entrega. Bueno, sois libres y tenéis la suficiente consciencia para saber si lo queréis leer o no. Además, hacía tiempo que me apetecía escribir algo que no fuera de la edad contemporánea en el blog. De todos modos, al comienzo de los post suelo escribir sobre mí cuando presento estos textos tan largos. Así me doy gusto a mí mismo y a los que me lean pero no les interese leer tanto o el tema del informe. Quedan dos entregas más de raleigh. Así que a los que no estéis interesados os pido paciencia. Ni siquiera sé porqué doy tantas explicaciones hoy. Supongo que se debe a mi estado de ánimo. Esta tarde salgo de casa seguro, aunque no me apetezca. Me llamaron unas amistades para ir a la petardada que da comienzo a las fiestas. Pero la verdad, llevo unos días de vacío existencial tremendos... la montaña rusa emocional de esta depresión que me está durando demasiado tiempo. Dentro de unos días volveré a la euforia y después otra vez a la caída, así es esto, un tobogán. Un saludo y que la cerveza os acompañe.
EL INFORME SIR WALTER RALEIGH: EN CANARIAS Y DESERCIONES
El embajador español en Inglaterra, el Conde de Gondomar, había podido hacerse con algunas cartas de personas que viajaban con Raleigh, tras varias semanas de su partida. Las habían escrito desde Canarias. De esto nos informa el 22 de Octubre de 1617. Una de ellas, la que él destaca, es la del artillero mayor de la nave capitana. En ellas lee que se han dirigido a Canarias para hacerse con más bastimentos para el largo viaje, así como de agua. Gondomar ve en ello que habría ya males para castigarle, ya que lo considera un robo a España, al no haber solicitado permiso. Recomienda al Rey de España que si se hiciesen con tan sólo una vaca, en respuesta confiscasen todo un navío inglés que en Canarias estuviera. Pensaba que John Digby, el embajador inglés en España, estaría de acuerdo en esto. La idea era crear castigo y forzar a Raleigh a acudir a Inglaterra para recobrar lo confiscado, lo que serviría para que fuese preso por robo a España. Gondomar inserta en esa carta un largo Post Data en la que habla de cómo el Secretario de Estado Thomas Lake, le aseguraba que Jacobo I seguía dispuesto a castigar cualquier agravio a los españoles si lo hubiera (no obstante en sus primeros años de reinado era aliado de España e incluso Gondomar trató lograr un fallido matrimonio Real entre España e Inglaterra). Mientras, el Secretario Winwood le intentaba convencer de que Walter Raleigh no había partido de Inglaterra para hacer mal alguno a los españoles. Sin embargo, el embajador tiene los testimonios del capitán Bailey, el cual había abandonado la flota de Raleigh para regresar a Inglaterra. Este relató que el gobernador de Canarias le ofreció bastimentos a Raleigh, puesto que era un navío inglés y España estaba en alianza con Inglaterra, pero Raleigh había preferido dirigirse a Lanzarote, donde pretendía fortificarse a la espera de la llegada de la flota que habría de venir de Indias cargadas de oro, plata, y diversos productos. La idea de asaltar la flota hizo que Bailey optará por la deserción, ya que pensaba que se enrolaba en un viaje de exploración y colonización de nuevas tierras no ocupadas, y no en una expedición para asaltar buques españoles. El capitán Bailey se había refugiado en la isla de Wight a su regreso a la isla británica, ya que los que favorecieron a Raleigh se sentían molestos con su regreso. Estos intentaron enturbiar sus declaraciones diciendo que era un servidor del Rey de Francia que buscaba enemistar a Inglaterra y España para que comenzara una guerra marítima que le beneficiara. Palabras tales que Gondomar no cree, ya que piensa que Bailey decía la verdad. Sobre todo con la confirmación que de ello le hace posteriormente el Conde de Southampton, con informes propios, en los que además añade que en Canarias se han unido a Raleigh algunos barcos franceses. De hecho cree que los funcionarios de Sevilla y Canarias habrán aportado mejores informes acerca de los robos y la fortificación en Canarias, por lo que recomienda embargar temporalmente los bienes y barcos de los ingleses en Sevilla y Canarias. El desembargo habría de producirse cuando se castigase a los corsarios ejemplarmente y se restituyera, con ello, los daños que causaron. Gondomar trata a los de Raleigh, y al mismo Raleigh, como piratas y no como corsarios. Ciertamente no tenían patente de corso, e incluso tenían órdenes de no dañar ni a español ni a interés español alguno, por lo que sus actos podrían ser considerados de piratería y no de corso. Sin embargo, los participantes actuaron, como se verá, pensando que hacían un buen servicio a la Corona inglesa, lo que es un comportamiento de corsario, sin olvidar que el permiso del viaje les vino de Jacobo I, y que gente como Winwood les daba comisión para actuar como corso, de modo tácito. El Conde de Gondomar no puede menos de volver a recomendar a Felipe III un castigo ejemplar a los corsarios en el puerto de Sevilla, una vez atrapados, para así evitar conflictos diplomáticos mayores con Inglaterra, Francia y Holanda. Se lamentaba, muchas veces, del poco caso que en Inglaterra se le hizo de sus advertencias acerca del mal que Raleigh habría de hacer a España en ese viaje. Thomas Lake y otros nobles ingleses, como el de Buckingham o Feruton, confirman los males que Raleigh pudiese estar haciendo en Canarias. El embargo en Sevilla se produce el mismo mes de Octubre, cosa que el embajador ve bien como futura prevención de que apareciesen otros Walter Raleigh envalentonados por ver que no había castigo. Sin embargo, y aunque sigue tratando a Raleigh como a un pirata, le recomienda ahora al Rey que trate con cuidado el asunto del castigo ejemplar de Raleigh cuando sea atrapado, pues no obstante su viaje a América tenía permiso de Jacobo I.
El 15 de Noviembre el embajador informa que el mismísimo Rey de Inglaterra había hablado con Bailey y otro marinero. La situación de la flota de Raleigh, según este capitán, era que se encontraba dividida entre los que apoyaban a Raleigh y los que estaban descontentos porque consideraban que actuaba como un pirata. Algunos de los que apoyaban a Raleigh llegaban a decir que este no obraba malintencionadamente. Jacobo I no debió ver claros los hechos que imputasen a Raleigh, ya que dudaba sobre el asunto y se había carteado con Digby (nuevo embajador inglés en Madrid) para que le informase de lo que se sabía al respecto en España. Además, solicitaba lo mismo al Conde de Gondomar. No deseaba que la paz entre España e Inglaterra se quebrase, y mucho menos que Inglaterra fuera la responsable de un modo tan traidor y poco honroso. Sin embargo, las declaraciones de Bailey no le habían dejado indiferente y, pese a que duda, cree que Raleigh ha cometido tropelías contra los españoles, por lo que manda a Buckingham entregar los informes de Bailey a Gondomar, y hacerle decir que castigará a Raleigh duramente si todo es verdad. La esposa de Raleigh comenzó entonces una serie de protesta pidiendo justicia para el nombre de su marido, el cual cree ensuciado por mentiras de Bailey. Su voz es muy escuchada en Londres por los que no apreciaban a los españoles. Gondomar solicitaba a Felipe III que en Sevilla y Canarias se advirtiese a todos los marinos ingleses de lo que les podía ocurrir (respecto al embargo) si dañaban los intereses españoles. Se quejaba, por último, en esta carta, de que no se le informó bien de los navíos y personas que en ellos habría cuando se le entregó la copia de la fianza, y como muestra alega de los diversos datos que a reunido por otros medios.
Un hecho que no puede pasar por alto es informado ese mismo día al Rey de España. Winwood había muerto de calenturas el día siete. Gondomar informa de lo beneficioso de esta muerte para España, ya que era un conspirador que pretendía favorecer a los holandeses en su independencia, acabar con los católicos y separar a Inglaterra de España, siempre con los juegos encubiertos de la diplomacia, los cuales habían sido muy al descubierto en los últimos tiempos con su protección a Walter Raleigh y su oposición a una boda entre las dos Casas Reales aliadas. Raleigh se quedaba de este modo sin un protector político fuerte y claro. Gondomar piensa que las fiebres que le llevaron a la muerte se debieron a los testimonios que trajo Bailey incriminando a Raleigh, y a la, cada vez más clara, postura de Jacobo I de castigar al corsario por actuar de ese modo, todo lo cual llevó a Winwood a un gran temor por su seguridad y a una fuerte presión que su salud no pudo haber resistido.
1617 se cierra, respecto al asunto del que nos ocupamos, con una carta del 30 de Diciembre donde se cita que Felipe III, Rey de España, está ya bien informado de los males que Walter Raleigh había provocado en Canarias. Como estos hechos disgustaban a ambas Coronas, Inglaterra y España iban a formar una armada conjunta para atacar y acabar con cualquier pirata en el mar. Tal vez también se refiera a corsarios, bucaneros y filibusteros, pero Gondomar en su correspondencia sólo habla de piratas en cuanto a criminales en el mar. Por lo que la dicha flota podría pretender acabar con todas las modalidades referidas.
EL INFORME SIR WALTER RALEIGH: EN CANARIAS Y DESERCIONES
El embajador español en Inglaterra, el Conde de Gondomar, había podido hacerse con algunas cartas de personas que viajaban con Raleigh, tras varias semanas de su partida. Las habían escrito desde Canarias. De esto nos informa el 22 de Octubre de 1617. Una de ellas, la que él destaca, es la del artillero mayor de la nave capitana. En ellas lee que se han dirigido a Canarias para hacerse con más bastimentos para el largo viaje, así como de agua. Gondomar ve en ello que habría ya males para castigarle, ya que lo considera un robo a España, al no haber solicitado permiso. Recomienda al Rey de España que si se hiciesen con tan sólo una vaca, en respuesta confiscasen todo un navío inglés que en Canarias estuviera. Pensaba que John Digby, el embajador inglés en España, estaría de acuerdo en esto. La idea era crear castigo y forzar a Raleigh a acudir a Inglaterra para recobrar lo confiscado, lo que serviría para que fuese preso por robo a España. Gondomar inserta en esa carta un largo Post Data en la que habla de cómo el Secretario de Estado Thomas Lake, le aseguraba que Jacobo I seguía dispuesto a castigar cualquier agravio a los españoles si lo hubiera (no obstante en sus primeros años de reinado era aliado de España e incluso Gondomar trató lograr un fallido matrimonio Real entre España e Inglaterra). Mientras, el Secretario Winwood le intentaba convencer de que Walter Raleigh no había partido de Inglaterra para hacer mal alguno a los españoles. Sin embargo, el embajador tiene los testimonios del capitán Bailey, el cual había abandonado la flota de Raleigh para regresar a Inglaterra. Este relató que el gobernador de Canarias le ofreció bastimentos a Raleigh, puesto que era un navío inglés y España estaba en alianza con Inglaterra, pero Raleigh había preferido dirigirse a Lanzarote, donde pretendía fortificarse a la espera de la llegada de la flota que habría de venir de Indias cargadas de oro, plata, y diversos productos. La idea de asaltar la flota hizo que Bailey optará por la deserción, ya que pensaba que se enrolaba en un viaje de exploración y colonización de nuevas tierras no ocupadas, y no en una expedición para asaltar buques españoles. El capitán Bailey se había refugiado en la isla de Wight a su regreso a la isla británica, ya que los que favorecieron a Raleigh se sentían molestos con su regreso. Estos intentaron enturbiar sus declaraciones diciendo que era un servidor del Rey de Francia que buscaba enemistar a Inglaterra y España para que comenzara una guerra marítima que le beneficiara. Palabras tales que Gondomar no cree, ya que piensa que Bailey decía la verdad. Sobre todo con la confirmación que de ello le hace posteriormente el Conde de Southampton, con informes propios, en los que además añade que en Canarias se han unido a Raleigh algunos barcos franceses. De hecho cree que los funcionarios de Sevilla y Canarias habrán aportado mejores informes acerca de los robos y la fortificación en Canarias, por lo que recomienda embargar temporalmente los bienes y barcos de los ingleses en Sevilla y Canarias. El desembargo habría de producirse cuando se castigase a los corsarios ejemplarmente y se restituyera, con ello, los daños que causaron. Gondomar trata a los de Raleigh, y al mismo Raleigh, como piratas y no como corsarios. Ciertamente no tenían patente de corso, e incluso tenían órdenes de no dañar ni a español ni a interés español alguno, por lo que sus actos podrían ser considerados de piratería y no de corso. Sin embargo, los participantes actuaron, como se verá, pensando que hacían un buen servicio a la Corona inglesa, lo que es un comportamiento de corsario, sin olvidar que el permiso del viaje les vino de Jacobo I, y que gente como Winwood les daba comisión para actuar como corso, de modo tácito. El Conde de Gondomar no puede menos de volver a recomendar a Felipe III un castigo ejemplar a los corsarios en el puerto de Sevilla, una vez atrapados, para así evitar conflictos diplomáticos mayores con Inglaterra, Francia y Holanda. Se lamentaba, muchas veces, del poco caso que en Inglaterra se le hizo de sus advertencias acerca del mal que Raleigh habría de hacer a España en ese viaje. Thomas Lake y otros nobles ingleses, como el de Buckingham o Feruton, confirman los males que Raleigh pudiese estar haciendo en Canarias. El embargo en Sevilla se produce el mismo mes de Octubre, cosa que el embajador ve bien como futura prevención de que apareciesen otros Walter Raleigh envalentonados por ver que no había castigo. Sin embargo, y aunque sigue tratando a Raleigh como a un pirata, le recomienda ahora al Rey que trate con cuidado el asunto del castigo ejemplar de Raleigh cuando sea atrapado, pues no obstante su viaje a América tenía permiso de Jacobo I.
El 15 de Noviembre el embajador informa que el mismísimo Rey de Inglaterra había hablado con Bailey y otro marinero. La situación de la flota de Raleigh, según este capitán, era que se encontraba dividida entre los que apoyaban a Raleigh y los que estaban descontentos porque consideraban que actuaba como un pirata. Algunos de los que apoyaban a Raleigh llegaban a decir que este no obraba malintencionadamente. Jacobo I no debió ver claros los hechos que imputasen a Raleigh, ya que dudaba sobre el asunto y se había carteado con Digby (nuevo embajador inglés en Madrid) para que le informase de lo que se sabía al respecto en España. Además, solicitaba lo mismo al Conde de Gondomar. No deseaba que la paz entre España e Inglaterra se quebrase, y mucho menos que Inglaterra fuera la responsable de un modo tan traidor y poco honroso. Sin embargo, las declaraciones de Bailey no le habían dejado indiferente y, pese a que duda, cree que Raleigh ha cometido tropelías contra los españoles, por lo que manda a Buckingham entregar los informes de Bailey a Gondomar, y hacerle decir que castigará a Raleigh duramente si todo es verdad. La esposa de Raleigh comenzó entonces una serie de protesta pidiendo justicia para el nombre de su marido, el cual cree ensuciado por mentiras de Bailey. Su voz es muy escuchada en Londres por los que no apreciaban a los españoles. Gondomar solicitaba a Felipe III que en Sevilla y Canarias se advirtiese a todos los marinos ingleses de lo que les podía ocurrir (respecto al embargo) si dañaban los intereses españoles. Se quejaba, por último, en esta carta, de que no se le informó bien de los navíos y personas que en ellos habría cuando se le entregó la copia de la fianza, y como muestra alega de los diversos datos que a reunido por otros medios.
Un hecho que no puede pasar por alto es informado ese mismo día al Rey de España. Winwood había muerto de calenturas el día siete. Gondomar informa de lo beneficioso de esta muerte para España, ya que era un conspirador que pretendía favorecer a los holandeses en su independencia, acabar con los católicos y separar a Inglaterra de España, siempre con los juegos encubiertos de la diplomacia, los cuales habían sido muy al descubierto en los últimos tiempos con su protección a Walter Raleigh y su oposición a una boda entre las dos Casas Reales aliadas. Raleigh se quedaba de este modo sin un protector político fuerte y claro. Gondomar piensa que las fiebres que le llevaron a la muerte se debieron a los testimonios que trajo Bailey incriminando a Raleigh, y a la, cada vez más clara, postura de Jacobo I de castigar al corsario por actuar de ese modo, todo lo cual llevó a Winwood a un gran temor por su seguridad y a una fuerte presión que su salud no pudo haber resistido.
1617 se cierra, respecto al asunto del que nos ocupamos, con una carta del 30 de Diciembre donde se cita que Felipe III, Rey de España, está ya bien informado de los males que Walter Raleigh había provocado en Canarias. Como estos hechos disgustaban a ambas Coronas, Inglaterra y España iban a formar una armada conjunta para atacar y acabar con cualquier pirata en el mar. Tal vez también se refiera a corsarios, bucaneros y filibusteros, pero Gondomar en su correspondencia sólo habla de piratas en cuanto a criminales en el mar. Por lo que la dicha flota podría pretender acabar con todas las modalidades referidas.
4 comentarios:
Bueno, qué rápido. Aún no me has dado tiempo a leer el primer informe completo. Te hacía en las fiestas.
yo también me hacía en ellas...
Qué tal bucanero! Volvemos a vernos. Poco a poco vamos desembarcando de nuestras vacaciones alguno/as para volver a la vida cotidiana. Se me hace raro después de todo, habituarme de nuevo al ritmo monótono que dejé aquí anclado. Pero también es verdad que echaba de menos una reunión familiar con los amigos, o una almohada conocida para descansar.. Uff! Estoy algo aturdida, Alcohol y yo nos cruzamos ayer demasiado pronto y no me abandonó hasta avanzadas horas de la noche...
Interaré relajarme con la voz de Eddie Vedder mientras se va recuperando mi mente beoda
Canichu, cuídate
Pd: Algo me dice a mí también que el Peter Pan de las sombras tiene razón jeje
trasnochar es lo que tienen las fiestas... pues yo a ver si lo hago y veo a la típica gente que se no se vé más que de pascuas a ramos, que normalmente es lo que courre en fuestas. Saludicos.
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