Ayer tuve al anochecer dos encuentros con dos amistades por separado en diferentes lugares que coincidieron en tratar de hablar conmigo para conocer mi punto de vista sobre la actualidad, pero sin dejarme hablar, con interrupciones continuas y con voz cada vez más alta algo soliviantados, sin venir a cuento que se soliviantaran, para sostener uno que la Constitución no existe en España porque (según él) se está gobernando al margen de ella, y otro que (según él) vivimos en una dictadura y Pedro Sánchez, en concreto él personalmente, estaba controlando Facebook con los poderes del Estado para limitar la libertad de expresión. Evidentemente, por mucho que elevaran la voz y no dejaran hablar en sus diferentes momentos y encuentros individuales conmigo, no es cierto lo que afirman, pero lo cierto es que lo creen o se lo repiten tanto a sí mismos indignados, probablemente por alguna cosa personal que les afecta a ellos y que culpabilizan al gobierno o a la administración de sus males, que aunque en el fondo sepan que lo que dicen no es cierto, empiezan a defenderlo como si lo fuera, por lo que lo falso pasa a tener un carácter de real para ellos. Me temo que esto está pasando en más de una persona. Y me temo que no es un fenómeno sólo de gente de derechas. De los dos amigos, uno de ellos es de izquierdas. El otro, el de derechas, no es de extrema derecha, más aún, es antifranquista y contrario al fascismo, pero está reproduciendo probablemente lo que los teóricos conservadores moderados en España, que estarían englobados teóricamente en el Partido Popular (PP), están propagando rayando o cayendo en ideas y propagandas propias de la extrema derecha. Pienso que dentro de la gente de derecha que se está aproximando a la extrema derecha o sus ideas hay un núcleo contrario a Franco, al franquismo y al fascismo tal como se dio en nuestra sociedad e Historia, pero abierto a las ideas de extrema derecha que dentro de un marco internacional también puede mostrarse contrario a algunas de las ideas clásicas del fascismo (no a todas), pero que no deja de ser lo que es.
Pensemos por ejemplo que en la extrema derecha holandesa actual, por ejemplo, la cuestión racial no diferencia ya tanto en blanco europeo y otras razas, sino que pueden aceptar e integrar perfectamente a alguien de raza negra, por ejemplo, siempre y cuando sientan que esa persona es de varias generaciones de Holanda y además siente y comparte los valores holandeses nacionales que ellos avalan. Así que es posible que incluso a la extrema derecha más apegada a lo que fue el franquismo le termine estallando en su propia cara la extrema derecha que va calando hoy día en todo el mundo en las nuevas generaciones. Sería paradójico ver extremistas de derechas víctimas de otros extremistas de derechas. El franquismo, en su momento, englobó diversos extremismos de derechas, tanto monárquicos como republicanos, tanto católicos como ateos o agnósticos, tanto liberales como autárquicos, tanto tecnócratas como militaristas y politizados, tanto sindicalistas (que los hubo) como antisindicalistas, por una habilidad del general Franco y su núcleo más cercano de lograr el reconocimiento de una sola dirección y, en todo caso, eliminar o apartar a quien pudiera cuestionar ese orden, véase el caso del carlista Fal Conde, por ejemplo.
Sea como sea, parece que ha calado y cada vez cala más en la sociedad la idea repetida de gobierno ilegítimo y dictadura, no siendo así. Del mismo modo que ha calado la idea de que todo puede ser demandado en los tribunales por el mero hecho de ser publicado en algún medio de comunicación, y que sólo la mención ya hace culpable a cualquier miembro del gobierno, sin juicio ni nada. Si esto fuera así, no sé si el PP sabe que está jugando con fuego encima de un charco de gasolina. Llegado el momento, ¿quién le asegura al PP que si plantean una moción de censura no les acusen de golpe de Estado, tal como vive el PSOE? Y si ganan unas elecciones, ¿quién les dice al PP que puede que en cuanto comiencen a legislar les acusen de actuar como dictadores y ser dictadores? Me pregunto que, cuando gane el PP en el momento que le toque, serán coherentes con todo lo que han venido diciendo y por ejemplo jamás se irán a ningún acto de relaciones internacionales so pena de ser acusados de irse de vacaciones a costa del erario público; jamás viajará en avión quien ocupe la presidencia; jamás ocuparán ningún cargo en la Unión Europea para que no se les acuse de medrar; jamás harán un decreto ley; jamás aceptarán los votos de los partidos nacionalistas; jamás tendrán trato político ni económico con absolutamente ninguna dictadura ni autocracia del planeta ni aunque España y los españoles también necesiten y consuman recursos como gasolina o gas, o que la mayor venta de algunos productos agrícolas españoles se produzca en esos países; o que, si todo vale en los tribunales incluidas las denuncias basadas en publicaciones de prensa aunque sea sin pruebas y por cuestiones alocadas sin base alguna, aceptarán que se acuse, demande y enjuicie por narcotraficante a alguno de sus líderes si este aparece, yo qué sé, en el barco de algún narcotraficante de verdad.
La cosa es que la cosa se está yendo de la vía de la normalidad, porque si bien de por sí no es normal que cada vez más gente conocida, amiga o familiar, empiece a tener roces o discusiones en bares, casas, trabajos o donde sea por temas de política y bajo términos digamos bastante secos y acusadores, tampoco es normal que se empleen argumentos y modos donde todo valga hasta la anulación de la voz del otro. No hay diálogo. Eso no es diálogo. Y si no hay diálogo lo que se inicia es un camino en la sociedad a aceptar los modos de, precisamente, una sociedad que no acepta las reglas del juego de la democracia, las libertades, como la de opinión, la de expresión, la de partidos políticos y sindicales, etcétera.
Luego tenemos el asunto de esas confusiones mentales que alimentan la falsedad de que España esté en dictadura. Si la red social Facebook, ya que se mencionó ayer esa red social, ha comenzado este 2024 a ser más restrictiva en sus políticas de publicaciones de sus usuarios, amonestando y bloqueando temporal o permanentemente a gente que Facebook entiende que han violado sus normas, como pueda ser el acoso, la violencia verbal contra alguien o la difusión de mensajes o noticias de carácter racista, sexista, o atentatorio de alguna manera contra el otro, no es cosa de Pedro Sánchez, ni siquiera del gobierno de España. Son unas medidas que pone la empresa norteamericana Facebook. Ignoro qué publicó o no mi amigo para recibir un bloqueo temporal de cuenta, aunque imagino e intuyo qué tipo de publicación haría, pero desde luego no fue Pedro Sánchez y su gobierno quien le censuró. Ahora bien, en la cabeza de mi amigo funciona la idea de que eso es lo que pasó y se ha construido para sí mismo eso como única realidad, ignorando deliveradamente todo lo realmente relacionado con el mundo Facebook, como quien dice otras redes sociales. Así pues, ante la mentira venida desde las oposiciones de derechas de que España es una dictadura, algunas personas van alimentando esa mentira con otras mentiras e ilusiones que posiblemente algunas de ellas crean ellos mismos o las cogen de otras personas corrientes como ellos.
Pues todo esto está ocurriendo a las puertas del 46º aniversario de la Constitución, que sí, que se cumple en España, que, aunque monarquía, es democracia.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario