Terminada mi suplencia en la Librería Domiduca engancho de nuevo uno de esos trabajos de temporero del siglo XXI, me vuelven a llamar para ser archivero de temporada. El sistema de la administración pública española tiene la costumbre todos los años de gastar el dinero de sus presupuestos anuales contratando empresas para los últimos meses del año con la idea de que archiven aquellas cosas que por tiempo y prioridades los funcionarios no pueden hacerse cargo de ello. El gobierno central, los autonómicos, los provinciales y los municipales tienen la mala costumbre de darle el contrato a la empresa que más prometa por menos dinero, por lo que el resultado es imaginable para cada lector. Efectivamente, desde que yo empecé en el mundo de los archivos a la actualidad, a pesar de que piden títulos universitarios, experiencia laboral con la administración pública y otras cuestiones, los sueldos tienden a ser el sueldo mínimo. Sueldo mínimo y contratos de uno, dos o tres meses no renovables una vez al año. Un chollazo, supongo, según la patronal, CEOE, ya que se quejan de la subida de sueldo mínimo que pretende el gobierno, de unos 730 euros (redondeando con la cifra de ahora, a 900 euros en 2019). Sueldo mínimo, no lo olvidemos que afecta a muchas personas y a muchos sectores, pero que en el caso que estoy contando, el de los archiveros que no somos funcionarios, es sueldo mínimo a personas a las que se les pide título universitario, cursos que lo complemente, masters (si procede), experiencia laboral con la administración, si procede: idiomas, etcétera. Como siempre, buscando trabajo en el desempleo, siempre me sonrío cuando luego encuentro ofertas de empleo para las que no hace falta estudios ni experiencia a cambio de contratos indefinidos y sueldos de 1.200 a 1.400 euros. Y no me lo invento. He solicitado más de una, pero me suelen rechazar, supongo que porque tengo curriculum de persona con carrera o de trabajos intelectuales (archivo), si quitara eso de mi curriculum en poca cosa se quedaría, aunque he trabajado en trabajos de esfuerzo bruto sin problema. Si quitara eso me dirían: "¿pero tú has trabajado?". En fin. La CEOE había pactado con CCOO y UGT subir los sueldos de convenio a 850 euros para 2020, pero el intento del gobierno actual de subir el sueldo interprofesional a 900 euros para 2019 les pone en guardia. El sueldo mínimo interprofesional lo cobra por general la gente que va de contrato precario en contrato precario, con más paro que vida laboral, y que por ello mismo no suele tener afiliación sindical de carnet. ¿Y si los sindicatos se hubieran preocupado de todos los trabajadores y no sólo de los potencialmente con carnet?
Como sea, engancho un nuevo trabajo de temporero del siglo XXI, terminaré los dos últimos meses de 2018 pudiendo trabajar de lo mío, una vez más, de archivero, con contrato breve no renovable. Repito con una empresa con la que ya trabajé hace un par de años y que, en cuestión de sueldo, hay que reconocerlo, no da el mínimo. Reconoce a sus trabajadores de manera digna y con los méritos que corresponden a sus conocimientos. Pagan lo que saben que alquilan. Y eso les honra. Mucho. Además, por haber trabajado con ellos y por mi largo recorrido de archivero trabajando desde la base, por primera vez se me contrata como jefe de equipo, esto no lo digo como algo meritorio para mí. Es algo casual. Alguien debe serlo y la empresa consideró que lo fuera yo. Podía haberlo sido otra persona, porque en estos campos estamos todos más o menos. Trataremos esta vez los expedientes académicos de determinado instituto de Madrid entre 1900 y 1939. Empiezo mañana lunes 15 de octubre. Así que, aprovechando que a mi gata le gusta dormir conmigo, esta noche creo que dormiré prontito con una gata ronroneante. Mañana hay que madrugar.
Entretanto, en cuestiones laborales, os recomiendo que vayáis a la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital de Santa María la Rica, donde hay ahora mismo una extensa exposición de viñetas de humor sobre los derechos laborales, las reivindicaciones y su nulo estado de concienciación obrera en la actualidad. La verdad es que hay muchas viñetas que te hacen reír y pensar a la vez. De paso os recuerdo la anécdota de cuando George Orwell le mandó a Aldous Huxley su libro 1984. Huxley le dio las gracias por carta, recriminándole a la vez que en el futuro la democracia no caería mediante la clásica tiranía de sometimiento de la población por parte de un gobierno, sino por el convencimiento que harían los productores a los consumidores de las bondades de las cosas que consumen. Y por otro lado os traslado las palabras que hoy la revista El País Semanal publica de entrevista al economista y filósofo David Graeber: "(...) Siempre se elogia el valor de las familias que trabajan duro. ¿Y qué pasa con las familias que trabajan con moderada intensidad? ¿No se merecen nada? Siempre ha existido una presión política hacia la creación de empleo. ¿Eso es prosperidad? (...)".
Por lo demás, ha terminado hoy tanto la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión como el mercado cervantino. Van ya veinte años de mercado cervantino, los mismos que Patrimonio de la Humanidad. De aquel primer mercado reducido a la Plaza de la Capilla del Oidor (oficialmente: Plaza de Astrana Marín) al actual que ocupa gran parte del casco histórico de Alcalá de Henares, han pasado numerosas historias, e incluso talas de árboles para acoplar más lugar donde colocar casetas, o ansias del empresario por eliminar algo que lleva décadas antes que el mercado y que tiene mayor arraigo cultural: la feria del libro. Los que hemos conocido todas las ediciones, casi todos, coincidimos en que los mejores mercados fueron los tres o cuatro primeros y luego el de aquel año que fue el más grande de Europa, a pesar de que lo único que ofertó fue el triple de chorizos a la brasa y que fue aquel el que se llevó por delante varios árboles con excusas "razonadas" para su tala que eran, a toda evidencia dudables, falsas.
Los precios para traer tenderetes son altos. El ayuntamiento oferta el precio que le toca y la empresa, que suele ser siempre la misma la que gana la adjudicación, es la que organiza y pone los precios a los empresarios que se atreven a venir. Hasta donde sé son precios tan altos que algunos de los comerciantes que recorren España en ferias varias decidieron no venir este año porque no les renta. Quizá el modelo del mercado cervantino necesita una revisión, a pesar de que atraiga a mucho turista, una revisión también a tenor de que mucho ciudadano de Alcalá no se siente a gusto con este mercado. De lo que era un par de días del fin de semana este año ha pasado a ser del atardecer de un lunes al anochecer del domingo que le sigue, siete días. A este paso ¿qué nos impide que un año digamos quince días o un mes, o medio año, qué narices: todo el año? Hay que poner raciocinio y reconocer que si Alcalá no es un parque temática sino una ciudad para sus ciudadanos, debe replantearse el modelo de mercado cervantino que queremos. Los graves problemas de circulación vial (tanto en automóvil como peatonal) que ocasiona es de por sí un valor suficiente para replantearlo. Eso por no hablar de perjuicios que ocasiona a varios de los comercios (y los empleos asociados a estos) del distrito centro y de los barrios más cercanos. El dinero que se va al mercado no va a los comercios de la zona y una semana entera de pérdidas son muchas pérdidas de dinero.
Sea como sea, querido Alto Mando del Servicio de Espionaje de Bares, saludos y que la cerveza os acompañe.
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