En el 87º aniversario de la proclamación de la Segunda República me da la impresión que la República en sí, como forma de gobierno, está altamente denostada por la sociedad gracias a la tergiversación de lo que medios de comunicación y políticos han querido reflejar desde hace poco más de un año en ese concepto de constitución política. No es que la República fuera admirada y comprendida por toda la sociedad española, pero sí iba ganando partidarios de manera confesa abiertamente, especialmente desde el 15M de 2011. Sin embargo, desde que el nacionalismo catalán ha optado por la independencia de una manera radicalmente unilateral, y desde que el proceso se ha ido enrareciendo a costa del referéndum del 1 de octubre de 2017, que ya analicé y del que ya opiné en 2017 en la Noticia 1741ª y en la Noticia 1744ª, se ha usado tanto la palabra "República" asociada a ruptura del Estado España, a encarcelados, a fugados o exiliados (según quien hable), a actos de violencia y forcejeos de poder, que mucho me temo que la han desvirtuado totalmente de su auténtico cariz democrático para devolverla al uso que de ella hacían los más fervientes partidarios de la pasada dictadura de Franco y también aquellos que, sin ser partidarios de la misma, optaron en aquellos tiempos y posteriores por no conocer, por no reflexionar, por aceptar la versión oficial de aquella dictadura acerca de que la República era el caos y el mal; sólo con un Estado centralizado y con un jefe del Estado no elegido más que por una especie de providencia que lo ubica en la Historia como garante de unidad y orden, España podría ir bien.
Aún con todo, en Alcalá de Henares han aparecido carteles llamando a una manifestación a las 19:00 horas del 14 de abril que iría de la Plaza de Cibeles de Madrid a la Plaza del Sol. Parece que entre la numerosa gente que ahora mismo habla sin tapujos contra la República como si esta forma de gobierno fuera contraria a la democracia, aparece otra gente que también tiene ganas de seguir hablando sin tapujos de que la República les es más deseable como gobierno democrático que la Monarquía Parlamentaria actual.
Modelos de Repúblicas hay muchos. No es lo mismo una República presidencialista que una parlamentarista, una popular que una asamblearia, una federal que una confederal, una de trabajadores que una burguesa, etcétera. Pero ese debate político se ha esquivado totalmente, y curiosamente en unos momentos de nuestra Historia donde la corrupción del sistema abunda por doquier. Se ha hurtado ese debate y creo que en parte el favor se lo ha hecho el independentismo al devolver la palabra "República" al argumentario de los más reacios a ella en nuestra sociedad. Los hechos vividos desde septiembre de 2017, especialmente desde entonces, han reactivado un imaginario construido durante décadas de propaganda política de otra época que trataba de justificar el origen y la necesidad del gobierno militar que había, reconvertido a tecnócrata y religioso, y que en la Transición se reconvirtió en la necesidad de un Rey como símbolo de la unidad y la permanencia del Estado y árbitro y moderador de las instituciones (artículo 56 de la Constitución Española vigente). Rey no electo en las urnas, porque la jefatura del Estado en España es ejercida por la Corona, por el Rey, y este sólo lo es por herencia familiar de su dinastía (artículo 57).
Que no se entienda mal lo que digo. Debo una doble explicación. La primera explicación es que no comparo el actual sistema político con la dictadura de Franco. No tienen que ver. Hay que reconocer que en la actual Monarquía Parlamentaria existe un alto grado de democracia, aunque esta no sea total, al ser una monarquía. De lo que hablo es de un sesgo ideológico contrario a la forma republicana de gobierno que, sin reflexión alguna, equipara República con mal para la sociedad, y no con democracia. Un sesgo ideológico que fue alimentado social y educativamente por los diversos organismos y medios de la dictadura de Franco desde el mismísimo julio de 1936, si no desde los golpistas que empezaron a maquinar contra la República casi desde el comienzo en 1931, o incluso sesgo que se fue formando en los años 1910 y 1920, con ese apogeo con Miguel Primo de Rivera. Una equiparación de República con caos y mal que conlleva su contrarrestación con un gobierno con menos opciones en las urnas, por muchos y muy variados partidos políticos que puedan existir. No es de opciones de partidos a lo que me refiero, si no de opciones reales de materia política y social más allá de los partidos.
La segunda explicación que debo es que no escribo esto tampoco contra las opciones republicanas catalanas. Sobre el proceso independentista ya hablé en su día, como he referido y enlazado antes. Es cierto que desde entonces no he comentado sobre la deriva de todos estos asuntos. Lo que digo no es que su opción sea mala porque tengan la intención de devolvernos a un imaginario propio del franquismo social, en concreto el que defendía que la República era el caos y el mal, ya que ellos idean la República como todo lo contrario y hablan de República Catalana pero también hablan de una futura República en España con la que colaborar. Pero es evidente que para el resto de España hay una parte grande de la sociedad a la que le han devuelto esa imagen del imaginario del franquismo social que defendía la idea de República con caos y mal.
La República como sistema de gobierno anda denostada en 2018, o eso me parece percibir en el ambiente general. El asunto, guste o no, viene de un sistema que realizó una determinada propaganda que quedó en muchas conciencias, no necesariamente de la misma tendencia política, y esa propaganda tomaba por referencia la Segunda República, para justificarse a sí en su modo de hacerse con el poder, a su necesidad, su existencia y su pervivencia. Ha bastado avivar el fantasma de la secesión para reavivar todo un conjunto de argumentos que hacía muchos años que no se oían como ahora y con la misma pasión. Ni rastro del significado de los valores y los respetos democráticos de una República, a pesar de que los países europeos por los que va pasando el entramado de peticiones policiales y judiciales españolas, para arrestar y extraditar a los responsables políticos catalanes del proceso independentista huidos de España, dan por respuesta a los organismos españoles la misma cuestión: no ven razones suficientes que avalen rebelión, alta traición, antidemocracia, golpe de Estado, etcétera. Al menos de momento, esto es lo que ha venido ocurriendo desde octubre-noviembre del año pasado, 2017, y estamos en 14 de abril de 2018. Quizá nos queda algo que reflexionar como sociedad, pero sin iras, sin enfados porque el tema a tratar no nos guste. La democracia, el demócrata, usa del diálogo.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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