lunes, octubre 28, 2013

NOTICIA 1262ª DESDE EL BAR: LOU REED



Lou Reed murió ayer con 71 años. Es una noticia que a estas horas, menos de veinticuatro horas del fallecimiento, todo el mundo conoce. No descubro nada nuevo ni pretendo hacerlo. Sus excesos con las drogas afectaron a su hígado, que pasó a mejor vida antes que él mismo. En abril de este año 2013 se lo habían cambiado por otro, pero el transplante no fue todo lo bien que pudo ser. La muerte vino a cobrarse en él a su pasajero, un auténtico Señor del Rock que no cambió en su forma de ser simplemente porque no tenía nada que demostrar que no fuera a sí mismo. Que la tierra le sea leve. Yo le descubrí a través de uno de los dos amigos más antiguos que tengo, Jimmy "Rizos", bajista actual de la banda de blues Delta Hot, y de muchos otros proyectos musicales. Nos conocemos desde la guardería infantil, pero en concreto él me lo descubrió el 4 de julio de 1997, con 18 años. ¿A qué se debe tanta precisión? En aquellas épocas Internet no estaba tan desarrollado como ahora y para acercarte a músicas que no conocías se repetía un hecho que ya habían realizado nuestros padres y nuestros abuelos antes que nosotros: o le invitabas a esa persona a ir a tu casa para ponerle un álbum musical, o le dejabas el álbum. Aún había abundantes discos de vinilo, aunque estos habían dejado de fabricarse en masa. Los discos compactos eran muy caros y raro era el joven que lo tenía. Se imponía aún el uso de algo barato: los cassettes, las cintas magnéticas. Jimmy tenía discos compactos (CD). Su padre, músico como él, tenía un equipo para leer CD's. Tenía además un buen equipo de altavoces distribuidos por toda la casa. Era un sueño ir allí a escuchar música. Sin embargo yo no tenía más que un equipo para escuchar discos de vinilo y cassettes. Pero en 1997, quizá en 1996, accedí a dos de mis primeros trabajos: uno, repartiendo propaganda de libros de oposiciones de la editorial MAD, para la Librería Diógenes de Alcalá de Henares; el otro, fabricando roscas de tornillos, roscas de varas de moto y pernios de ascensor en el taller de tornos que tenía mi padre, unas diez a once horas de trabajo diario en verano. Fue gracias a eso que me compré un discman (un lector de CD's portátil) y un par de discos (el Yellow Submarine, de The Beatles, y uno con fragmentos de sinfonías de Berlioz). Los CD eran extremedamente caros, aunque no tanto como ahora, y difícilmente me podía permitir comprar álbumes más que de tarde en tarde. Asíque recurríamos a intercambiarnos álbumes entre varios amigos cuando alguno tenía algo nuevo que podía interesarle a otro. Jimmy, por descontado, tenía mucha ventaja, pues mucha de su música era de sus padres. Fue así cómo un día me prestó dos discos, Rock 'n' Roll Animal, que grabó Lou Reed en 1977, y el homónimo de Dire Straits de 1978. Aquellos discos, sobre todo el primero, me dejaron impresionado. Era un sonido vital que iba desde la depresión hasta el estallido de vitalidad y violencia maestralmente logrado en temas como Heroin. Las historias y anécdotas en torno eran además un aliciente. Como cualquier otro del grupo de amigos, como cualquier adolescente de la época, me había hecho con unos cables especiales que adaptaban el discman a una radiocassette normal y corriente. Grabé los dos discos en una cinta de sesenta minutos de duración, perdiendo buena parte del disco de Dire Straits. Yo acostumbraba a hacerles portadas especiales, anotarme los títulos, los componentes de los grupos y la fecha en que lo grabé. De ahí que sepa que ocurrió el 4 de julio de 1997. La idea era comprarme el disco cuando pudiera. Jimmy llegó a dejarme otro más de Reed, Transformer, de 1972. Fue pasando el tiempo y, unas veces por dinero, otras por tener otras preferencias en la compra de un álbum, retrasé tanto la compra de aquel maravilloso Rock 'n' Roll Animal, que no lo compré ni cuando lo sacaron en edición especial, aunque sé que tarde o temprano lo compraré como he comprado innumerables otros discos cuyo primer acercamiento mío no es muy diferente a este.

Los amigos que he ido haciendo con posterioridad se extrañaban de que conociera más a Lou Reed en solitario que cuando estaba en su primer grupo, The Velvet Underground. La verdad es que he escuchado todo tipo de etapas de este hombre, pero el motivo es el que he citado. Reed, con su historia relacionada e intercalada con David Bowie, The Rolling Stones, Andy Warhol o Lulu, pertenece a ese mundo del rock de la tercera oleada, la de la psicodelia experimental de la segunda mitad de los 1960, que empalmó perfectamente con aquella cuarta oleada del rock duro de comienzos de los años 1970... ¡E íncluso se intuye sus acercamientos con humor al glam rock de aquella época). Era adicto a las drogas, pero a la vez era un intelectual, un intelectual de la cultura rock. Sirva mi homenaje la trasncripción de una canción de su álbum Berlin (1973), del cual se suele decir que es su mejor trabajo, e insisto en mi pesar: que la tierra le sea leve.

CAROLINA SAYS, I 
(Carolina dice, I)

Carolina dice
que no soy más que un juguete,
que ella quiere un hombre,
no a un  chaval.
Carolina dice...
Oh, Carolina dice...

Carolina dice
que no puede evitar ser mala,
ni cruel,
oh, eso es lo que parece,
Carolina dice...
Oh, Carolina dice...

Dice que no quiere a un hombre que se incline,
aún así es mi reina germánica,
sí, es mi reina;
qué cosas hace y qué cosas dice,
la gente no debería tratar así a los demás,
pero aún así creí que podría soportarlo,
como tomar veneno de un vial,
ella podía ser muy perversa,
pero claro, yo creí que podría soportarla.

Carolina dice
que no soy un hombre,
va a quedarse con un partido tan bueno como pueda.
Oh, Carolina dice...
Sí, Carolina dice...

Carolina dice
que los momentos
no pueden seguir siendo sólo míos
Oh, Carolina dice...
Sí, Carolina dice...

Ella me trata como a un tonto,
pero para mí sigue siendo una reina germánica,
Oh, ella es mi reina.
Mi reina.
Cariño, es mi reina...

(Reina)
(Reina)
(Reina)
(Reina)
(Reina)
(Reina)
(Reina)
(Reina)
(Reina)...

 (Lou Reed, 1973, del álbum Berlin.)

1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

A nuestros vecinos:

¡Qué otoño tan maravilloso! Todo reluciente y dorado y toda esa increíble luz suave. El agua nos rodea.

Durante los últimos años Lou y yo pasamos tiempo aquí, y aunque somos gente de ciudad este es nuestro hogar espiritual.

La semana pasada le prometí a Lou que lo sacaría del hospital y volveríamos a casa a Springs. ¡Y lo conseguimos!

Lou era un maestro de tai chi y pasó sus últimos días aquí feliz y deslumbrado por la belleza y el poder y dulzura de la naturaleza. Murió el domingo por la mañana mirando a los árboles y haciendo la famosa posición 21 del tai chi con tan solo sus manos de músico moviéndose en el aire.

Lou era un príncipe y un guerrero y sé que sus canciones sobre el dolor y la belleza en el mundo llenarán a muchas personas con la extraordinaria alegría de vivir que él tenía. Larga vida a la belleza que desciende y perdura y que se adentra en todos nosotros.

Laurie Anderson

Su amante esposa y eterna amiga


(Viuda de Lou Reed, 1 de noviembre de 2013.)