lunes, julio 15, 2013

NOTICIA 1224ª DESDE EL BAR: FRAGOR HANNIBALIS, ANÍBAL EN HISPANIA


El Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid (Alcalá de Henares, Plaza de las Bernardas)  acoge desde el pasado 9 de julio y hasta el 12 de enero de 2014 una nueva exposición temporal que, como siempre y al igual que su exposición  permanente, es gratuíta. En esta ocasión la nueva exposición ha hecho bastante ruido mediático en la prensa más importante, como por ejemplo EL PAÍS o EL MUNDO, alguna emisora de radio y alguna cadena de televisión. No era para menos, el mismísimo presidente de la Comunidad de Madrid, el conservador Ignacio González (Partido Popular, PP) decidió venir a la ciudad complutense para inaugurarla. Dentro de la prensa local, quien le ha dado una cobertura más amplia ha sido el semanario PUERTA DE MADRID. Lo cierto es que esta cobertura mediática viene de una campaña de promoción turística de Alcalá de Henares amparada por las políticas del gobierno local y autonómico, ambos en manos del PP. Hay poco dinero para Cultura, y lo poco que se usa es anunciado su uso a los cuatro vientos, a pesar de que los expertos y los que nos dedicamos al sector de la Cultura incluso profesionalmente ponemos "peros" importantes y serios que no resultan atractivos a la prensa para sacarlos a la luz, ni a los políticos, privados de una bonita foto si tuvieran que atenderlos. La cosa no es de poca importancia, esos "peros" en ocasiones implican graves situaciones que podrían llevar a la destrucción de nuestra cultura y de aquello que la formó, por ejemplo, la Fuente de la Salud romana de la que hablé ampliamente el 17 de mayo de este año en la Noticia 1210ª, cuyo estado es tan lamentable que incluso me motivó para mandarle una carta a Patrimonio Nacional, la cual ni ha sido contestada hasta la fecha, ni tiene pinta de que me vayan a contestar ni para decir un acuse de recibo.

Antes de decir de qué exposición se trata ahora y de analizarla modestamente, hay que destacar que al fin el Museo Arqueológico Regional ha hecho algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo: poner un rótulo en su fachada lateral que da a la calle Santiago indicando que ese es el edificio del museo, y no una casa abandonada. Claro que en ese sentido habría que tirar de las orejas al arquitecto que restauró tal edificio, yo no hubiera tapiado sus ventanas, hay otros métodos para matizar la luz solar dañina para las piezas milenarias que van a guardar. Esas ventanas tapiadas dan un aspecto de fealdad y abandono enormes. Pero ya está hecho desde hace años, ahora simplemente habrá que suavizarlo, quizá con la ampliación que se planea y colocando otros elementos como el de ese rótulo de la fachada lateral. Buena falta hacía, mucha gente que venía a verlo no solía identificarlo. Aparte de esto, este museo debiera empezar a funcionar como el resto de museos, sobre todo arqueológicos, y empezar a tener no sólo un precioso patio renacentista donde se programan a veces actos sociales diversos, sino también una mayor publicidad y uso de su biblioteca, archivo, salas de restauración y conservación, laboratorios, depósitos, etcétera. Y teniendo en cuenta el pasado de este edificio, pequeña cárcel procesal de la Inquisición, juzgados y colegio, se podría hacer también alguna referencia a ello dentro del mismo, tener aunque fuese una sala dedicada. Como sea, hay tres edificios que culturalmente funcionan muy bien en Alcalá de Henares, y cuya elección de oferta cultural que dan al ciudadano es impecable, son: este mismo Museo Arqueológico Regional, la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital Santa María la Rica y el Corral de Comedias de la Plaza de Cervantes, y le diría al ayuntamiento que tome buena nota, porque los tres dependen de la Comunidad de Madrid, no del municipio de Alcalá de Henares. Es una lástima, por otra parte, que el ayuntamiento no les dé más cobertura ya a título propio.

 La exposición temporal de la que se trata ahora mismo se llama "Fragor Hannibalis. Aníbal en Hispania". Trata, obviamente, sobre la figura del general y jefe de Estado del antiguo Imperio de Cartago, Aníbal Barca (247 al 183 a.C.), a su paso por la península Ibérica. El director del museo, Baquedano, parece haberse especializado en organizar y mostrar exposiciones arqueológicas nunca vistas ni ideadas jamás en España, como las que dedicó en el pasado a los Íberos, a los carpetanos, a los musulmanes de Al-Andalus, o a la Sociedad Hispanófila de Estados Unidos de América, por poner ejemplos de entre sus muchas exposiciones temporales desde que existe el museo. Esta sobre Aníbal también es inédita, lo que es algo sorprendente a juzgar por el afán diferenciador y nacionalista que hubo en los estudios clásicos hispanos en las primeras décadas del siglo XX y, sobre todo, en las primeras décadas de la dictadura de Franco, cuando se buscaba crear una base cultural hispana compatible con las ideas diferenciadoras de la raza aria alemana de las teorias nacionalsocialistas de los años 1930 y 1940, claro que por aquel entonces se centraron más en los visigodos, que eran más germanos. Sea como sea, la facilidad con la que suele crear y mostrar exposiciones inéditas este museo demuestra que su director tiene un amplio conocimiento en la tradición e Historia museística española.

 El comisario de esta exposición es Manuel Bendala. Reúne mucho material cartaginés relacionado con la península Ibérica. Fundamentalmente se trata de una importante colección de monedas (que suelen aportar mucha información, a pesar de que las de esta época suelen idealizar las facciones de los representados, en este caso relacionando a Aníbal con Alejandro Magno), estelas, cerámicas y armas encontradas en algunas excavaciones. Contiene la presentación de un nuevo método de investigación arqueológica que en los útlimos años ha dado muchos frutos, con permiso de los saqueadores arqueológicos, que es el dotar de importancia el hayazgo de tachuelas de calzado y vestimentas en su contexto geológico y geográfico, con la idea de poder reconstruir mejor los escenarios y movimientos bélicos que atrajeron a la familia Barca a la península. La aparición de numerosos animales en sus monedas, e incluso en sus estelas epigráficas, nos hablan de una sociedad muy ligada a dotar de valor intrínseco al mundo Natural y especialmente a caballos y elefantes. Los cartagineses, otro hayazgo arqueológico de nuestros días, aunque desde el Norte de África, son los inventores de la agricultura moderna, y no los romanos, por lo que de ellos vienen determinados avances que perfeccionaban otros dados en Oriente Próximo. Esas técnicas quedaron como propias de los pueblos iberos, cuyas tierras era muy fértiles, y son las que los romanos aprovecharán y mejorarán hasta tal punto que la economía romana tendría una parte importante de su base en aceites, trigos y olivas de Hispania, sus lotes de tierra serían fundamentales para mantener tropas a las que se les prometía tener uno, y más de un latifundista "empresario" de la época influiría con su dinero y negocios a subir y bajar políticos en la propia capital romana. También podremos ver un pebetero con una cara de un cartaginés y otras piezas con formas humanas. Es un gran acierto, y algo bastante único, el haber podido reunir piezas de museos muy diferentes, de Valencia, de Murcia, de Cádiz e incluso de fuera de España, de Túnez. El museo que más piezas aporta es el Museo Arqueológico Nacional, el cual lleva varios años en obras y habitualmente cede piezas a las exposiciones temporales del Museo Arqueológico Regional.

Quizá en detrimento de la exposición hay que citar determinados paneles que ilustran idealizadamente diferentes aspectos de la Historia y vida cartagineses. Están muy bien hechos, eso es cierto, y alguno de sus autores podría probar suerte en el mundo del cómic, pero para mí gusto se ha abusado del uso de estos. Quizá, para alguna escena, podrían incluso haber pedido en préstamo alguno de los cuadros almacenados en los sótanos del Museo del Traje o el de El Prado que traten del tema, que digo yo que alguno habrá ahí o en otro lugar. Y otro aspecto a criticar es muy evidente para aquellos que habitualmente vamos a este espacio,  varias de las piezas usadas en la exposición, y no pocas, ya se usaron en anteriores exposiciones temporales más o menos recientes del mismo museo, como por ejemplo una reproducción de la Dama de Baza. Signo de los tiempos de recortes económicos en Cultura. No obstante, en otros años han habido hasta tres exposiciones temporales en un año, si la memoria no me falla, y en este año sólo habrá dos y una de ellas, esta, de este modo donde una parte ya había sido vista bajo otros enfoques historicistas. La reutilización no está mal, pero podrían hacerla haciendo girar esas piezas por otros museos arqueológicos que aún no las hayan podido disfrutar, creando así una red de intercambios que evite un uso endogámico y repetitivo de los recursos.

Para quien no tenga unos conocimientos de Historia básicos sobre la temática de la exposición anotaré una breve referencia. En la Edad Antigua, dependiendo del milenio, hubo diversas contiendas bélicas que se podrían entender como "Mundiales" y que su resultado cambió el rumbo de los acontecimientos. Saltándonos los casos de las guerras de o con persas, o las relacionadas con griegos y macedonios, dos de ellas tienen que ver con la Europa Occidental. Pero antes hay que tener en cuenta que los fenicios, un pueblo dedicado al comercio y asentado en los territorios costeros de Próximo Oriente, quizá con un origen en los pueblos del mar (piratas) asentados allí, habían competido en colonias comerciales con los griegos. Ambas culturas pusieron asentamientos en las costas occidentales de Europa, y ambas estaban interesadas en Egipto y Oriente. Damos un gran salto en el tiempo y encontramos que parte de ese pueblo fenicio decidió independizarse fundando Cartago en la actual Túnez. Europa Oriental entró en declive político, aunque no cultural, y en ese ambiente se hizo difícil el comercio en todo el Mediterráneo. La inestabilidad política llevó a la misma conclusión de necesidades para poder existir a dos Estados hasta entonces no muy significativos: Roma en Italia, Cartago en África. Su conclusión era la necesidad de expandirse por Europa Occidental, donde había muchos recursos mineros y agrarios, y aculturar a sus pueblos para que estos sean parte de ellos y no potenciales enemigos (algunos pueblos bárbaros de Galia ya habían saqueado Italia en el pasado). En otras palabras, como apuntó Ortega y Gasset en su libro "La Rebelión de las Masas", su teoría y práctica política evolucionó de la ciudad-Estado a la construcción de un Estado regional e, incluso, imperial. Tanto Cartago como Roma eran Repúblicas, e incluso algunos textos de la época nos dicen que Cartago daba más derechos y poder a sus ciudadanos que Roma a los suyos, aunque también que en Cartago los ciudadanos no solían optar por cambiar de gobernantes. El conflicto de intereses chocó en el 264 a.C.. Estalló entonces la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.) en torno a Sicilia. Aquella la ganó Roma y se establecieron una serie de acuerdos de paz muy severos que dividían el Mediterráneo occidental en dos zonas de influencia, una para Roma y otra para Cartago. 

Amílcar Barca era el líder cartaginés que había sufrido aquella derrota. En el periodo de entreguerras decidió que el futuro de Cartago pasaba por expandirse por Hispania, donde se garantizaría un nuevo mercado, materias primas y aliados en un territorio con relaciones antiguas con los fenicios y que en esos momentos tenía al norte varias ciudades aliadas o amigas de Roma y de los griegos. La expansión implicó una guerra de conquista, pero también una serie de políticas de asimilación cultural y alianzas políticas y militares. Amílcar murió en combate en el río Guadalquívir, aunque le había hecho jurar a su hijo Aníbal odio eterno a Roma. El nuevo jefe de Estado pasó a ser el cuñado de Amílcar, Asdrúbal, que optó por la asimilación y la alianza sin violencia, sino con pactos. Asdrúbal murió por enfermedad de manera temprana. Así que la península quedó en manos de los dos hijos de Amílcar: el también llamado Asdrúbal Barca y Aníbal Barca. Aníbal sería el jefe de Estado de todo Cartago, y Asdrúbal el gobernador de la provincia Íbera, la cual había cobrado un gran peso político, económico y social dentro de su Imperio, hasta el punto que se trasladaron allí para vivir y llegaron a fundar una segunda capital imperial, Qart Hadasht (Cartagena).

Tras una serie de consolidaciones de su poder y sus alianzas, Aníbal juzgó que debía invadir Roma y acabar con los romanos. Dejó a su hermano al cargo de toda operación militar que se pudiera dar en la península y él, con un numeroso ejército provisto de elefantes de combate, traspasó la frontera figurada de área de influencia de los acuerdos de paz de la Primera Guerra Púnica y atacó a la ciudad de Sagunto (hoy día en Valencia), aliada de Roma, dando pie al comienzo de la Segunda Guerra Púnica (218 a 201 A.C.). Como es sabido, Aníbal actuó rápido, todo lo que le permitieron las circunstancias, y se trasladó por tierra hacia Italia, convencido de que por mar eran superiores los romanos, y convencido de que, como así ocurrió en muchos casos, el carácter social de Cartago (más abierto en derechos a los ciudadanos que Roma) haría que a su paso los aliados de los romanos cambiarían su alianza en favor de ellos. Además, sabía que los elefantes harían estragos bélicos y que su idea de crear torretas móviles gigantes serían una maquinaria de guerra muy superior a la de sus enemigos. Los elefantes fueron llamativos y efectivos, al menos hasta entrar en la península Itálica. Entre batallas en la península Ibérica y la actual Francia, sobre todo a la altura de Marsella, y los fríos y esfuerzos al pasar los Pirineos y los Alpes, murieron casi todos esos elefantes. En Italia entraron apenas unos pocos que, además, murieron en los primeros combates. Eso no ha evitado que sea de lo más llamativo, conocido y representado a lo largo de los siglos. Con todo, Aníbal efectivamente logró convertir las alianzas romanas en cartaginesas, mientras en España Asdrúbal tenía aciertos y desaciertos bélicos con los romanos. Aníbal llegó a cercar a Roma, que planteó la guerra atacando la retaguardia en Hispania. Asdrúbal murió a manos de Escipión y su cabeza fue enviada a Aníbal, pero este no culminó el final de la guerra asaltando Roma no por ello, sino porque le llegaron noticias de que tras la muerte de Asdrúbal, Escipión planeaba atacar la propia ciudad de Cartago. Aníbal embarcó y se fue a África. Allí los romanos habían comprado a la caballería numida, que era una caballería mercenaria aliada de Cartago. En la batalla decisiva los numidas se fueron a la señal convenida con los romanos. Aníbal abandonado se vio rodeado y vencido en Zama. 

Aún habría una Tercera Guerra Púnica entre el 149 y 146 a. C.. Los romanos optaron por conquistar Galia e Hispania enteras para asegurarse la paz romana. Cartago, mientras tanto, se había visto reducida a sus territorios y ciudad en Túnez. No se habían aventurado a ningún otro proyecto bélico, pero sí se habían dedicado a recuperarse económicamente mediante el comercio. Cuando el pensador y senador romano Catón el Viejo vio con sus ojos que Cartago era una ciudad próspera y sus habitantes gente satisfecha con ello, creyó que era una amenaza potencial. Catón decidió cerrar todas sus intervenciones políticas en el Senado Romano con la frase "por lo demás Cartago debe ser destruida", fuese cual fuese el tema a tratar, aunque por supuesto muchas veces hablaría en profundidad del tema. Cuando en unos años de flojeo comercial romano coincidió con romanos afectados influenciables por este modo de hacer política, se vió a Cartago como enemigo comercial y militar real, aunque no lo era, y se procedió a su invasión y destrucción pese a que resistieron tres años. 

La exposición del Museo Arqueológico Regional se centra sobre todo en las relaciones y actividades de los cartagineses en la península Ibérica. Tiene un gran aporte de información en sus cartelas, pero sobre todo en sus monedas. Nos invita a pensar un mundo diferente si hubiera ganado la guerra Cartago, pero también a enfocar de nuevo modo nuestro pasado cartaginés. Un modo donde estos no son tando invasores, sino que, tras invadirnos, eramos ellos y nosotros un conjunto cultural del que hemos heredado diversos rasgos diferenciadores, incluso en épocas romanas, y nos legaron una serie de técnicas agrarias y aperturas multiculturales muy identitarios.

Saludos y que la cerveza os acompañe. Disfrutad de la exposición.

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