Es curioso no poder hacer demasiadas cosas por falta de un dinero que uno ha trabajado pero que no le pagan. He estado arreglando viejos muebles y objetos familiares. Tampoco los amigos más antiguos es que hayan querido hacer acto de presencia. Así que uno trata de entretenerse como puede, y entre lo que uno puede está ir a ser jurado del público de Alcine 42. Y como este año ha coincidido que estoy en ese trabajo de becario en el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, ¿por qué no intentar explicar algo del cine que he estado viendo con viejas películas el otro día en la sala de proyección para trabajar de la Filmoteca Española? Vamos a ello, aviso eso sí de que las imágenes no están a escala. Son de una única fotografía que me hizo Ana cuando vino desde Cataluña el pasado mes para, entre otras cosas, visitarme y dejarse llevar por una ruta de explicaciones históricas por Alcalá de Henares. Creo que es una muy buena fotrografía.
El Séptimo Arte es el cine. Está cercano al Teatro, que desde luego es su origen cuando se mezcló con el Octavo Arte (la fotografía). Y en su evolución lo artístico se ha visto en la necesidad de usar o adaptarse a las nuevas tecnologías o bien intentar sobrevivir en el mercado. Como consecuencia, hoy día hay obras de arte que no vemos por cuestiones tecnológicas de conservación, o bien que no vemos tal cómo fueron concebidas. Hasta el punto que no sólo se nos distorsiona y muestra una parte parcial de lo que originalmente concibió su creador, sino que además nos transmite en emociones e ideas cosas muy diferentes a la idea original. En el caso que voy a usar de ejemplo servirá el cómo me vio y concibió en imagen Ana en aquel comienzo de Octubre.
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Claro que hubo numerosos experimentos para competir con la televisión aparte del Panorámico. Como puede ser cierto sistema por el cual los fotogramas no eran horizontales, sino verticales. El problema para proyectarlo no sólo era ya la falta de máquinas proyectoras adecuadas en las salas, también la falta de pantallas adecuadas a un formato vertical. Se usó incluso de técnicas experimentales ya usadas durante los tiempos del cine mudo, como el Cinerama, que implica el uso de tres cámaras para crear una imagen en tres fotogramas correlativos, los cuales necesitaban de tres proyectores y de tres pantallas para ver esas películas. Este experimento no sólo tenía los problemas técnicos evidentes en las salas de cine, sino que además tenían el problema de que a menudo se estropeaba una parte del metraje de la cinta uno, por ejmplo, pero no del resto de las tres cintas, por lo que con el tiempo la película era algo imposible de ver materialmente sin graves problemas. Aparte, era muy caro. Hubo muchos más experimentos de este tipo. Se generalizó la idea en todas las productoras de que todas debían tener su propia técnica de rodaje y metraje registrada para su uso, por lo que aparecieron decenas, quizá alguna centena, de diferentes modos de rodar los metrajes físicamente y de proyectarlos. A veces incluso de darles color. Se da el caso así de que hay numerosos metrajes que hoy día es imposible su proyección por falta de maquinaria adecuada, o que se han perdido irremediablemente. Es lo que le ha pasado a algunos metrajes de la productora española Suevia Films-Cesáreo Gómez. Pero también el caso de que hay un determinado modo ya no de panorámico, sino de color, que curiosamente resiste el paso de los años pero que nadie lo puede usar porque el productor que lo desarrolló lo tiene registrado y, a pesar de que ya no hace cine, se niega a dar la fórmula de sus emulsiones. De todos estos experimentos citaré por ejemplo que el director Alfred Hitchcock consideró que el mejor era Vistavisión, que supone 1:1'96. Decía que era la visión más completa para dar detalles al espectador y para despistarle a la vez. Era una visión muy a la larga, no se interesaba por lo que ocurría arriba o abajo de la imagen central. Muchas de sus películas fueron rodadas en Vistavisión.
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La cuestión es que el Cinemascope registra más imagen que el Techniscope porque sus cámaras registran en el negativo la imagen de forma anamorfizada, que es comprimiéndola. Realmente la foto que os presento está mal. La imagen real que veríamos en el negativo sería así: las imágenes alargadas muy apretadas entre sí, pero el fotograma no sería rectangular en vertical, sino en horizontal y cogiendo cuatro perforaciones de la cinta. El proyector de un metraje en Cinemascope tendría unas lentes para desamorfizar los negativos y permitirnos ver una imagen normal y corriente. Todo esto requería igualmente pantallas enormes para su proyección, lo que hizo crecer las salas y experimentar con los sonidos, hasta llegar por ejemplo a los sonidos en Doble Surround. En cuanto a las imágenes también siguieron evolucionando, así se tiene ahora rodajes en digital, o bien metrajes capaces de abarcar aún más campo de imagen como puede ser el innovador cine IMAX, con el cual se ha rodado entera la recién estrenada este año 2012 "007: Operación Skyfall", de Sam Mendes. El IMAX necesitaría pantallas de 22 metros de ancho y 16 metros de alto. Para rizar el rizo en su competición con el cine no sólo se ha recurrido a la grandeza de las imágenes y la contundencia y precisión del sonido. También se ha estado buscando el mayor acercamiento a la realidad por medio de crear las imágenes que envuelvan al espectador de una manera que crea estar dentro de ellas. Al principio, desde 1890, se intentó alcanzar la grabación de imágenes en tres dimensiones (3-D) por cuestiones científicas. No sólo era captar imágenes en movimiento, sino intentar que pareciera por un truco visual que estas podían salir de la pantalla. En 1922 se había logrado un primer largometraje en 3-D, "El Poder del Amor", de Fairall, en Estados Unidos de América, pero desde 1929 se detuvo esta experimentación por problemas económicos. Cuando llegaron al poder los nazis en Alemania en 1933 invirtieron una gran cantidad de dinero en propaganda, mucha de ella a través del cine, y fueron ellos los que retomaron y desarrollaron el cine en 3-D. Al año siguiente los retomaron los norteamericanos con la productora Metro-Goldwyn-Mayer. Las 3-D se obtenían con gafas que contenían cristales de colores rojo y verde sobre una filmación que requería de dos proyectores en esos colores que proyectaban en una misma pantalla a la vez la misma película. El problema era evidente: desincronización si había problemas en la cinta o bien no era habil el proyectista. La persona veia la imagen en 3-D en blanco y negro, y con la llegada del cine en color y su generalización no cambió mucho este panorama. Con la llegada de los filtros fotográficos de Polaroid en 1947 su extensión se hizo posible en el cine a partir de la década de 1950 gracias a nuevas producciones en 3-D que permitían al espectador verlas en color, sólo que era un color en los tonos prodiminantes del rojo y el verde. Requería además más personal del normal para poder proyectarlo sin que las máquinas proyectoras dieran problemas, ya que se necesitaba de una doble proyección simultánea todavía. En los años 1960 se logró al fin una grabación de imágenes 3-D en una sola cinta de cine y no en dos, se llamó Space-Vision 3-D, logrado por Oboler. Y en los años 1980 el 3-D se mezcló con el sistema IMAX de imágenes con malos resultados. En 2003 todo esto dio fruto en un nuevo sistema de 3-D, el IMAX-3D con la película documental "Fantasmas del Abismo", de James Cameron.
La televisión por su parte, al igual que el cine, tuvo que enfrentarse al cine en video en cinta magnética, ya en sistemas BETA o en VHS, y posteriormente al cine en discos digitales con diferentes tecnologías. Hoy día otro competidor es el cine por Internet o el que se puede grabar en portadores de datos como puedan ser los pendrive. El cine siempre podía hacer alarde de su calidad y de lo grandioso de sus pantallas y sonidos frente a los sistemas magnéticos, e incluso frente a los discos digitales. Sin embargo la televisión vio su aliado en ellos cuando comenzó a fabricar nuevas televisiones desde finales de los años 1990 con pantallas planas, alargadas al estilo pantalla de cine, con sistemas de sonido similares a los del cine, abandonando el tuvo de imagen y adaptando imágenes digitales y por plasma más nítidas, incluyendo en ellos mismos lectores de CD y de pendrive, etcétera. Es a comienzos de siglo XXI que el cine vuelve a tener los mismos problemas que en la década de 1950. La gente prefiere quedarse en casa viendo películas que yendo a centros comerciales con salas de cine, y ya no sólo por frío y lluvia, sino precisamente por cuestiones como no ir al centro de la ciudad, sino precisamente a las afueras a un centro comercial, lo que encarece unas entradas de cine que hoy día son una invitación a no ir por su precio. Las productoras de cine contraatacan hoy día no tentando con la calidad de las historias de los metrajes, sino con la calidad de sus imágenes y sonidos, intentando refugiarse en las 3-D... Y sin embargo, la industria televisiva ya ha comenzado a producir televisores capaces de reproducir imágenes en 3-D.
Quizá en este campo hay que recordar precisamente lo que decía al comienzo sobre que los creadores de películas tratan de narrar algunas cosas muy concretas y unas emociones que, en los televisores, a veces se pierde porque algunas no son capaces de adaptarse a la imagen tal cual la rodó su realizador. Ese problema televisivo también lo tuvieron algunas películas en algunas salas de cine no adaptadas a los nuevos foramtos que iban saliendo. El cine en las primeras televisiones, esas que nos han acompañado a la mayoría hasta comienzos del siglo XXI, y a muchos siguen acompañándoles, tenían una pantalla capaza de mostrar sin problema casi las películas del primer formato del cine, 1:1'33, pero los siguientes formatos sólo estaban visibles si estaban mutilados, incluso poniendo bandas negras arriba y abajo de la pantalla televisiva en las películas de Cinemascope, Techniscope, etc. Los problemas que tuvieron esas películas en los televisores los tuvieron también en su día en los cines, ya que muchas salas de municipios pequeños o de ciudades que no estaban en las últimas novedades tecnológicas, eran incapaces de adaptarse (por motivos económicos) en proyectores y pantallas para poder mostrar los nuevos metrajes. Hay que considerar que los anchos de las cintas también variaron, y que no todos los proyectores tenían las medidas idóneas. Ese es un problema que incluso hoy día surge en algunas salas (y no hablamos de pocas y anecdóticas, sobre todo en festivales y muestras), pese a que se haya comenzado a distribuir metrajes en sistemas digitales.
A continuación os dejo las imágenes anteriores con zonas tachadas, que sería lo que no se hubiera visto en una televisión o en una sala de cine que no estuviera adaptada. Y os recomendaría que recapacitéis sobre qué emociones os sugiere cada imagen mostrada a lo largo de esta entrada, o qué historia. Sólo así podréis comprender que el cine tiene una importancia grande centrada en su imagen tal como la concibió su creador en el formato que él manejó, y que pretender ver determinados metrajes en determinados formatos, pese a que sirva que puedas ver la historia que cuenta, no sirve para ver lo que realmente el director te contó. Hoy día hay muchas películas mutiladas y que necesitan de una restauración seria en su paso de cinta de película a digital, ya que, efectivamente, cuando parte de los metrajes fueron pasados a magnético fueron mutilados, y que cuando fueron pasados a digital se usó del magnético y no de la cinta de metraje, por lo que de la realidad de lo que fue a lo que nos ha llegado en bastantes casos es algo muy diferente. saludos y que la cerveza os acompañe.
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P.D.: Todas las imágenes son ampliables si se pulsa sobre ellas, como siempre.
2 comentarios:
Muy didáctico y disfrutable este artículo.
Saludos
Muchas gracias, Liliana.
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