viernes, enero 06, 2012

NOTICIA 1036ª DESDE EL BAR: EL MEJOR ALBERTO CEREZO

Ellen Ripley se ha metido en el traje espacial de la cápsula de auxilio de la nave USCSS Nostromo. Mira con tristeza el espacio. Se siente así escondida de un alien altamente peligroso que ha ido matando y comiéndose al resto de la tripulación que viajaba de regreso desde el planeta Thedus al planeta La Tierra. La cápsula se aleja de la nave, que está programada por la propia Ripley para explotar. Pretende matar asi a ese alien, destruyendo el lugar que no sólo les llevaba a casa tras un largo viaje de trabajo minero, sino también el lugar donde ha convivido durante años con las únicas personas humanas con las que ha podido mantener contacto físico, ahora muertas por esa criatura. Ignora que el mal del que pretende huir y destruir viaja en realidad con ella misma.


Esa es la historia que nos planteaba en 1979 el director de cine Ridley Scott en la película "Alien, el octavo pasajero", con la actriz Sigourney Weaver en el papel principal. Película que curiosamente no tiene por título el nombre de la heroína, ni sus cualidades, sino el nombre genérico del ser maligno que viaja con los humanos en aquella nave de la que no pueden escapar. Sus fotogramas son pensadamente oscuros y llenos de galerías enrevesadas y laberínticas, donde los protagonistas no sólo luchan con el alien para sobrevivir sino que van descubriendo sus pasiones e intenciones más humanamente oscuras. En manos de otro artista, uno actual, Alberto Cerezo, el sentido del terror en la ciencia ficción cambia. Es un amigo personal más o menos de mi edad, de aquí, de Alcalá de Henares. En sus manos, Ripley podría ser una astronauta perfectamente de la vida real que mira el espacio exterior con la seriedad con la que se miran las cosas que nos sobrepasan por su inmensidad que nos es incomprensible y familiar a la vez. También se adivina un sentimiento de tristeza, incluso en aquel fotograma donde Ripley aparece con unas modestas bragas de algodón blanco que nos ha apasionado a tantas generaciones de varones desde que hemos visto la película.

Alberto Cerezo, cuya obra se puede ver en parte por facebook como por youtube, hasta su portfolio, es Premio Ciudad de Alcalá de Pintura del año 2006 por su obra "Canto XIII", que fue expuesta por la Fundación Colegio del Rey en la Casa de la Entrevista de Alcalá de Henares. Aunque ha expuesto en varios bares de la ciudad, como El Perro Verde y La Vaca Flaca (donde le conocí cuando yo era camarero allí hace años), no suele acudir a las galerías de exposición artística con su obra. Expone de vez en cuando, pero no va a esas salas. Últimamente me lo he encontrado con una carpeta llena de obras originales suyas donde reinterpreta a tinta fotografías antiguas del descubrimiento de la tumba egipcia de Tutankamon. Artísticamente incluso colaboró también en las Navidades de 2010 con otro artista local, este del reciclaje, Raúl Armenteros.
Alberto ha creado obras con las técnicas del collage o las acuarelas, por ejemplo, pero donde se siente más cómodo últimamente, con lo que más trabaja, es con los bolígrafos. No es el primero en pintar con bolígrafos auténticas obras de arte, pero sí es de destacar la aportación emocional propia que le da a imágenes a veces conocidas de la cultura popular, como pueda ser los fotogramas de la película de 1982 Blade Runner, también de Ridley Scott, basada en la novela de Phillipe K. Dick de 1968, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Rick Deckard, interpretado por Harrison Ford, es un cazador de ciborgs (robots de aspecto humano) que se han rebelado contra los humanos porque no desean apagarse, morir. Una historia de ciencia ficción llena de recovecos existenciales que transcurren en una lucha violenta por la supervivencia mientras todos los personajes, ciborgs y humanos, saben que están condenados a morir, por lo que su lucha sólo retrasa o adelanta lo inevitable. En manos del bolígrafo de Alberto Cerezo la expresión de Deckard cuando apunta con su arma a uno de los ciborg fugitivos cobra un significado entre el odio y la esencia de la historia que cuenta como los humanos dejan de comportarse como humanos para actuar por órdenes como máquinas.

Cerezo estudió durante un tiempo como artista las formas de creación y las técnicas de dibujo de los grabados. La aparición de estos sobrevino con la invención de la imprenta en el siglo XV. Los grabados no eran pinturas de tinta sobre papel, aunque ambos elementos sean imprescindible, sino que requiere de planchas metálicas, ácidos, buriles, prensas... Ya expliqué todo esto cuando hablé de un grabador innovador como fue Francisco de Goya. Quizá fue el siglo XIX el de máximo esplendor de los grabados, cuando la prensa escrita en papel tuvo gran difusión gracias al avance del alfabetismo, cierta igualación de derechos entre las clases sociales, el abaratamiento del papel al acabar determinados impuestos sobre él y la imprenta, determinadas leyes de libertad de información, y la consecución por parte de los obreros tras muchas huelgas del derecho de un día de descanso a la semana, que fue el domingo, lo que dio pie a la aparición de los periódicos dominicales, que eran los más vendidos ya que los obreros tenían más tiempo para leerlos y disfrutar así de su tiempo libre. Sería Gustave Doré el gran maestro del grabado en aquel siglo XIX, y Escher en el siglo XX.
Alberto Cerezo no crea grabados. Ignoro si ha hecho alguno, pero si cito esto es porque sus dibujos a bolígrafo tienen una gran influencia del grabado clásico. Y se podría muy bien apreciar en los dibujos que pintó en torno a la película que rodó Francis Ford Coppola en 1992 sobre Drácula, el vampiro de la novela que escribió Bram Stocker en 1897. Tienen los dibujos que os muestro una profunda carga erótica y sexual que se relaciona profundamente con el hecho de la muerte, ya en el personaje humano de Jonathan Harker siendo comida su sangre por tres vampiresas, o ya en esa vampira que se contonea voluptuosamente llena de dolor ante el crucifijo de Van Helsing, el cual va a matarla en su sepulcro. Sin embargo, en otros dibujos de Cerezo sobre esta serie, él destaca otro valor muy diferente al erotismo, el del amor romántico, tan presente en la idea de toda la película, la cual no nos da terror por ello, sino que nos mueve a emociones pasionales del amor.


Pero Alberto no sólo recurre a la cultura popular del cine. Tiene obras salidas de cuadros muy famosos, como pueda ser los del decimonónico y romántico Friedrich. Pero aquí también da Cerezo su visión. Si Friedrich exalta la fuerza de la Naturaleza frente al hombre, que sólo puede contemplarla, Cerezo remarca al hombre observando la Naturaleza como si esta le obedeciera. Una idea que quizá tuvo ya Walt Disney en su película de dibujos animados Fantasía, de 1940, sólo que si bien en aquella ocasión había connotaciones encubiertas sobre ideas del superhombre ideado por los NAZIS que es capaz de manejar los elementos a su conveniencia, en Cerezo no hay nada de eso, sino una redimensión, una vuelta de tuerca de las relaciones entre la Naturaleza y el ser humano entre ese siglo XIX de Friedrich y el XXI de Alberto. El hombre contempla los elementos desde una posición más segura de sí misma, pero no poseedera del control total de la Naturaleza.

En Alberto la reproducción de determinados cuadros se podría interpretar del mismo modo que los bodegones. No sólo muestran una imagen muerta, sino algo mucho más vivo si se reflexiona sobre lo que se nos muestra. El deshielo que se ve en un famoso cuadro connota en Alberto un profundo choque emocional interior, una ruptura un tanto violentada y sin embargo acorde con el lugar donde se da, la persona, el mar de hielo.


Incluso las imágenes bucólicas y románticas de las ruinas de una iglesia en mitad del campo a la que acuden personas aparentemente del siglo XVIII, dan en sus dibujos un aspecto entre lo lúgubre y la vida, una vida rodeada de invierno y de ruinas, pero de vida abundante representada en esos árboles de hoja caduca que duermen latentes el invierno, pero que se alzan altos encuadrándolo todo en una promesa de vida, como una promesa de vida constante es que las personas del cuadro dibujado por Cerezo se dirijan hacia las ruinas de una iglesia; tampoco la vida de ese edificio parece haber acabado con su derrumbamiento.


Pero Alberto también tiene otras temáticas salidas ya de su cabeza, como pudieran ser ciudades abandonadas o enrevesados cuadros abstractos y conceptuales que a veces me plantean la necesidad de mirarlos y reflexionarlos un poco más tiempo que otras de sus creaciones. Como el propio Alberto dice, cada persona tiene sus propias experiencias y perspectivas, sus propias vivencias, y lo que uno puede ver en algo otro puede matizarlo o ver otraas cosas, y todo es válido. Una vez le pregunté si se planteó alguna vez dibujar cómic, me contestó que le gustaría, pero que sólo aceptaría algo así si tuviera un guión excepcional. Él dibujaría, pero le debían dar un guión que le motivara mucho. Quizá las mayores aproximaciones que ha podido hacer al Noveno Arte ha podido ser una serie de dibujos sobre una presunta guerra de extraterrestres, de la que os pongo uno de esos extraterrestres, o bien otra serie de dibujos, algunos con texto, donde se intuyen diversos personajes oscuros y misteriosos, algunos con armas, que en parte nos ponen en guardia si nos encontráramos en su ambiente en la vida real.


Pero también hace montones de retratos. Retratos de amistades suyas y conocidos suyos. Preferentemente le llama la atención el mundo femenino dentro del mundo del retrato. Usa las fotografías que ve que puede usar, y de ahí crea esos retratos, que son, con mucho, toda una gozada para los que nos gusta encontrar cierta transmisión emocional y comprensión de quién o cómo es el personaje retratado sin necesidad del espectador de haber conocido jamás a la persona retratada.


Saludos, feliz día de Reyes Magos, que este año me ha traído el mayor de los regalos: la reconciliación esperada. Si os cruzais con Alberto Cerezo por Alcalá de Henares, si lleva su carpeta, pedidle si os deja verla, merecerá la pena. Es un hombre de conversación interesante, aunque a veces hay que atender bien a lo que dice para poder seguirle. Que la cerveza os acompañe.

P.D.: Todas las imágenes, como siempre, se amplian si se pulsa sobre ellas.

2 comentarios:

Liliana Sáez dijo...

Excelente dibujante. Gracias por compartirlo, Dani.
Me alegra tu regalo de Reyes.
Un abrazo.

Canichu, el espía del bar dijo...

Es un buen regalo. Un abrazo.