miércoles, octubre 19, 2011

NOTICIA 998ª DESDE EL BAR: MUNDO EDITORIAL, ADAPTACIÓN O ESTANCO

Que no hombre, que no, que los cristales de las gafas no hacen que sólo vea el cristal. Que nunca me agradó que se me quiera imponer la terca voluntad. Y que las declaraciones de José Manuel Lara Bosch, presidente del grupo editorial Planeta, el pasado 14 de octubre no me convencen. No digo que no lleve parte de razón, pero sí digo que no lleva la única razón. Para quien no sepa de qué hablo, es algo que llevo dando vueltas desde que lo dijo, pero que no me he animado a publicarlo en esta bitácora porque, por una serie de cuestiones personales que me han ocurrido inesperadamente desde el pasado sábado, no quería que llevara a malentendidos que empeoraran las situación que actualmente vivo. Pero ayer El Roto dibujó una viñeta que me hizo gracia al respecto, y que os pongo abajo de esta entrada (ampliable como siempre pasa con todos los dibujos y fotos que pongo si pulsáis sobre la imagen), y me quedaron más ganas de poder hablar de ello... pero una vez más tenía miedo pensando que quizá llevara a un malentendido del porqué publico esto que empeorara el enfado que conmigo tiene cierta amistad... Pero hoy pienso que si lo quería escribir sin malicia ninguna antes del hecho inesperado del sábado, sólo con mi reflexión, y sigo queriendo hacerlo, pues esa amistad, aunque esté ahora mismo enfadada, espero que sabrá comprender y entender que no lo escribo con mala intención, ni como nada negativamente interpretable, porque simplemente es algo que quería escribir por mi propia reflexión, no pensando en segundas personas o terceras de mi vida particular. Realmente no sé porqué escribo esta introducción así, será porque el mundo de las bitácoras permite que te lean desde gente de Colombia a esas amistades muy queridas que están cerca de ti, y es por ello que quizá lo escriba, para pedirle a esa amistad muy querida que si está leyendo esto no lo lea como algo negativo contra ella, es simplemente que es un tema que me atrae para hablar de él y ya quería escribir sobre ello antes de que ocurriera lo del sábado, del mismo modo que me hubiera encantado poder hablarlo libremente con esa amistad misma. En fin, vamos a ello.

La cosa es que Lara un día antes de los Premio Planeta hizo unas declaraciones donde pedía el cierre de las páginas de Internet donde se descargan libros de forma gratuita, acusándolas de piratería intelectual (acusación que imagino habría que analizar caso por caso para ver si es así en todos los casos). Haciendo una comparativa con la industria discrográfica, muy mermada desde mediados de los años 1990' por las copias en CD de los discos de música originales, y desde los 2000' por las múltiples posibilidades que han dado diversos formatos de sonido y almacenaje de canciones en otros formatos tipo MP3 o también en red (Spotify), Lara decía que había que legislar para acortar esta situación pues le daría pena que le ocurriera lo mismo al libro. Decía que quien peor lo pasaría sería el autor y que prácticamente el mundo de la Literatura podría verse en este momento abocado a su final. Bueno, aunque en una parte pueda llevar razón, en otra mucha, no. Si bien mencionó la Propiedad Intelectual, no se adentró en los términos de Derecho de Autor, y menos en los de Derecho o Contrato de Edición, y es que ese mundillo es más complejo de lo creíble.

Lo cierto es que la llegada del ebook, o libro digital, es lo que le suscitan estos miedos, el miedo a que determinados lugares nuevos de la red de Internet puedan hacer una competencia realmente agresiva a su editorial, ofreciendo por menos costes lo que ellos puedan ofertar por costes mayores. O quizá ofreciendo sin costes, pero en algún caso también sin ganancias, lo que ellos sí puedan ofertar comercialmente. Ahí está la cuestión.

En las estrategias de mercado que deban ofertar y en la nueva concepción del producto de lectura no me meto, es algo que debieran pensar ellos, pues eso es lo que realmente les salvará, aunque nunca del todo, del mismo modo que la industria musical se decidió por editar discos que incluyeran pistas que eran videos en sus álbumes de música, o el cine optó por editar mayor número de películas en tres dimensiones, ambas estrategias prácticamente imposibles de piratear en Internet en un mismo formato, o simplemente imposibles de piratear, según la habilidad de quien lo pueda poner a disposición del público, y de los medios y conocimientos que disponga el que vaya a colgarlo y el que vaya a recibirlo.

Pero voy a lo que voy, lo que no me parece legítimo es que se recurra al miedo de "esto es el final de la Literatura y de los autores", porque es un truco barato, aunque efectista. Es el mismo argumento usado con la música, pero la música no ha desaparecido. Ni lo hará. Ya existía música antes que industria musical y seguirá existiendo. La industria musical podrá quejarse de sellos cerrados, de menos ventas de álbumes, del paso de vuelta de la venta del álbum al sencillo de nuevo, o el tener que regresar a centrarse en los conciertos, como en los años 1950' y 1960' iniciales, y menos en moverlo todo en tiendas de discos y cadenas de televisión, no tanto emisoras de radio (que les son necesarias ahora que resurgen con fuerza a través de canales de Internet). No es que la música muera. No lo hace, hay más músicos que llegan al público, más espectáculo, y ya no hablo de gente famosa, también de desconocidos por bares, y en fin, un panorama que parece regresar al origen de los 1950' en sus formas, pero con un buen lavado de cara con los medios tecnológicos del siglo XXI. No, no muere la música, sino que la industria musical disminuye sus ingresos... que tampoco desaparecerá, porque los grandes conciertos les dan grandes ingresos, y aún venden númerosa cantidad de música por Internet y de videos, y se mantienen canales televisivos musicales. Quizá lo que si pasa es que las grandes estrellas lo tienen más dificil para sobrevivir porque su negocio se basó en discos, ya que pierden en los directos muchas veces, y ahora sólo atiende el público a quien le merece la pena, sea muy conocido, conocido o desconocido.

Pues lo mismo para el mundo de la Literatura. El mundo escrito ha existido desde que existe la Historia. El primer texto escrito de hecho es un poema épico, el Enumah Elish. Tuve en la carrera universitaria una asignatura llamada Historia de la Cultura Escrita, que trataba precisamente de todas estas cosas. Hablaba de la Historia de la Humanidad a través de sus textos escritos, no tanto del análisis de los escritos, sino de todo lo que rodea a los escritos, quién escribe, quién lee, para quién se escribe, para qué se escribe, cómo se escribe, dónde se escribe, porqué se lee, quién edita, porqué edita, dónde edita, cómo edita, qué se legisla de la escritura y de la lectura, qué materiales se usan, cómo han evolucionado, cómo influyen en la difusión de la lectura, cómo afecta la lectura a las sociedades, etcétera. Pues bien, que ahora mismo quepa la posibilidad de que existan publicaciones electrónicas no quiere decir que se vaya a acabar la cultura de la Literatura, en todo caso que quizá se vayan acabando los llamados escritores profesionales (que por cierto me son objeto de otro tipo de reflexiones bastante críticas), y con ellos parte de la industria editorial, pero no de toda la industria editorial. A lo largo de la Historia buena parte de los escritores no eran remunerados para que pudieran vivir de ello, y sin embargo siempre ha existido gente escribiendo, y muy válida. Así por ejemplo ni que decir tiene que hasta el Barroco, siglo XVII, los autores no se llevaban beneficios de su obra salvo que fueran sus propios impresores o colaboraran con ellos o tuvieran un acuerdo con ellos (aunque ignoramos el funcionamiento exacto del negocio de los escritos en la Edad Antigua). Y aunque el asunto fue asunto de debate desde ese Barroco, la verdad es que entrado el siglo XX aún muchos autores de los más famosos, ya no hablemos de los desconocidos, no cobraban nada y seguían escribiendo, muchos de ellos lograban sus ingresos por publicar en periódicos varias de sus obras que iban creando en el momento por capítulos, que han terminado siendo de las más conocidas, como parte de una sección de un semanario o un diario. Es de señalar otro caso, el que protagoniza por ejemplo Dostoievski, que cuenta con algunos de los libros más voluminosos porque le pagaban por página, lo que no indica en ningún momento que ganara dinero de las ventas de sus libros. Le pagaban por libro entregado, por página. Sin embargo, los libros se editaban.

La gente no ha dejado de escribir por no tener un contrato con una editorial, como se ha generalizado tras la Segunda Guerra Mundial, o por no tener ingresos de ventas. Que esa sea la situación actual es otra historia muy generosa para el escritor. Para el famoso, claro, para el desconocido, sobre todo para el poeta, muy a menudo le está vetado entrar en las editoriales si no conoce a los editores o si no cuenta con un agente literario muy eficaz y con muchos buenos contactos. Ahora mismo, con Internet, gente muy válida que tiene imposibilitado el acceso a las editoriales ve como ahora se puede autoeditar, como Creative Commons o Copy Left le da otras posibilidades diferentes al Copy Right, y como, en fin también, lo que ocurre es que el mundo de la Literatura cambia y el mundo editorial debe cambiar. No acaba la Literatura con todo esto, lo que ocurre es que la industria editorial debe adaptarse, aceptar una disminución de ingresos y reconocer que los escritores puede que se independicen de ellas en muchos casos, que de tener un 4 % de beneficios de las ventas, y el resto para la editorial, deseen tener un 50 %, un 60 % ó un 90 %, lo que sea que puedan obtener si optan por estos medios cibernéticos por su cuenta. Eso sin mencionar el hecho de que muchos autores desearían poder controlar qué se hace con su obra, al menos mientras están en vida, se rodeen o no de gente que les pueda bien aconsejar.

Es más, numerosos son los escritores que hoy día escribimos gratuitamente nuestros poemas, relatos y ensayos en Internet, por el mero gusto de escribir y compartir. Escritores que, por otra parte, han saltado a los libros autoeditados o de editoriales por cuenta agena. El mundo de la Historia de la Cultura Escrita está cambiando entre el final del siglo XX y el comienzo del XXI, tiempo en el que estamos inmersos. Eso es algo que debieran comprender y afrontar todos los que componen la industria editorial actual.

Pero imagino que Lara sobre todo se refiere a la piratería de los libros que ellos tienen contratados con sus autores en derechos de edición. La cosa es que lo que propone, prohibir webs que los pongan a disposición del lector, no es la mejor solución, aunque deba pedirla, ya que se ha demostrado ineficaz en la música y el cine. Más bien debería adaptarse, buscar un algo diferenciador y tentador para el público, para que el lector desee su edición, ya en papel ya electrónica, y no la pirateada. Pero en todo caso, la llegada de la Literatura en electrónico (a pesar de que yo prefiero y me mantengo fiel al papel) no es el final de la Literatura y de los autores. Siempre ha existido gente escribiendo, aunque no haya vivido de sus escritos... Cervantes, Rimbaud, Garcilaso de la Vega, Bécquer, en buena parte de su vida Bukowski, Poe...

"Las alteraciones sustanciales de la técnica cultural que es la lectura tuvieron, naturalmente, efectos inmediatos sobre el mercado del libro, que modernizó tanto sus modos de distribución como su objeto. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, el libro se concibió consecuentemente como una mercancia cultural, y el mercado se orientó según principios capitalistas con el paso de la economía del trueque, dominante hasta la fecha, a la circulación monetaria. La tendencia, impulsada desde Leipzig y los libreros sajones y del Norte de Alemania, hacia una producción estrictamente determinada por las ventas propició un nuevo mercado centrado en la demanda y también nuevas formas de publicidad. El número de libreros aumentó perceptiblemente incluso en provincias, y una nueva generación de editores cultivó la Ilustración como negocio. Por ello, los periodistas conservadores los denunciaron como principales impulsores de la revolución lectora."

Reinhard Wittmann, "¿Hubo una revolución en la lectura a finales del siglo XVIII?", en Historia de la Lectura en el Mundo Occidental. ed. Taurus, 1997.

Pues ahora, como en ese siglo XVIII que analizaba Wittmann en su artículo (del que por cierto hace un acertado análisis también de la reintroducción de la mujer a la lectura por placer), el siglo XXI regresa a otro concepto de expansión de la lectura, esta vez desde principios no estrictamente de mercadeo, sino de coexistencia entre la Literatura altruista y la de mercadeo. Son mundos de un mismo mundo, habrán de adaptarse y autocomprenderse.

Que la cerveza os acompañe.



Dibujo de El Roto, en EL PAÍS, publicado el 18 de octubre de 2011.

No hay comentarios: