Hace un par de años me regalaron en mi cumpleaños el cómic integral de Blacksad, de Díaz Canales y Pellejero. En realidad era integral cuando lo sacaron, pero al poco de sacarlo ellos, tras mucho tiempo sin hacerlo, sacaron una nueva historia que publicaron en dos tomos espaciados entre sí. El primer tomo de la nueva historia estaba ya en el mercado, así que lo compré a los pocos meses de tener en integral, pero retrasé la lectura para poder leer todo completo de seguido. El segundo tomo salió al tiempo, y se agotó de inmediato. Localicé un ejemplar en Alcalá Cómic, que es donde compré el otro. Allí me dijeron que estaban esperando a que la editorial volviera a sacar una nueva tirada, porque el que tenían estaba deteriorado por el distribuidor. Pacientemente esperé a que llegara ese momento, pero como no parecía llegar, al cabo de otros tantos meses terminé buscándolo por Internet y comprándolo a un librero de alguna localidad de España. Así que para 2024 tenía ya todo completo, ahora sí, pero volví a retrasar su lectura. Ese momento no llegó hasta el comienzo de este 2025.
La obra está muy ampliamente premiada y reconocida tanto dentro como fuera de España. La verdad es que fue realmente todo un descubrimiento. Buen guion, buenas ilustraciones, excelentes composiciones de página, poética visual y textual, y un saber manejar las perspectivas de una manera asombrosa y compleja que dota a todo este mundo de animales antropomorfos de un realismo sorprendente. Y es quizá en la calidad de los detalles, hasta los más mínimos, el gran formato y esa precisión de las perspectivas lo que más destaca junto a un guion tocado de excelencia. Una de las cosas que más me llamó la atención es la habilidad de los autores para narrar la historia con un manejo de la viñeta tal que según lees los textos te dirigen los ojos a rincones de la ilustraciones que en principio habías pasado por alto, y añaden más narración a lo ya narrado. Saben introducir movimiento y detalles, incluso estados interiores de los personajes. Probablemente sea uno de los cómic europeos más geniales de lo que va de este siglo XXI.
Narra un mundo humano de detectives y crímenes en el Estados Unidos de la década de 1950, con el racismo y la desigualdad social campando a sus anchas, tanto como la Guerra Fría y las conspiraciones y miserias de cada cual. Sólo que ese mundo oscuro oculto detrás de lo brillante, lo protagoniza un universo compuesto por animales con cualidades humanas. Al igual que pasara en Maus, de Spiegelman, la elección de determinados animales para determinados personajes responde a un mensaje extra sobre ellos mismos y sobre su pertenencia social, racial, su psicología, su forma de ser... mensajes que van sumando más lecturas y metamensajes a la narración. Permiten además introducir una especie de análisis y crítica de los momentos y acontecimiento que, fuera del cómic, iban ocurriendo en la vida real en la década de 1950 en el mundo occidental.
Pero el cómic es algo más que eso, si bien es una novela de detectives que te atrapa y que contiene todos los elementos de las mejores historias de detectives que nos narraron con Bogart en el cine, toda la maestría de las ilustraciones es prácticamente toda una obra de Arte de primera categoría. Junta entretenimiento de calidad que cumple con la finalidad comercial de una editorial con Arte puro que, dado el éxito, no es sólo que los autores se lo puedan permitir, es que probablemente la editorial les pide que lo hagan, pues entienden que es lo que el lector busca en estas historias.
Quizá la historia más floja de todas sea precisamente la más reciente, que se publicó en dos tomos aparte del integral, como he dicho, y aún así tiene potencia, aunque se note cierto ligero cambio respecto a la dureza de las primeras historias. Más rudas y más fuertes en sus intenciones.
Cuando leí este cómic pensaba en mi nueva novela, Los pasos del ayer. La había terminado de escribir a finales de agosto de 2024, pero un exceso de bares de mi calle paralizó que la revisara. Evidentemente la parálisis va psicológicamente más allá de los bares, porque los bares mismos no son la causa de sí mismos. En todo caso, en enero me dio por leer todo esta obra íntegra y me animaba a repasar mi propia novela. No lo hice hasta finales de febrero y principios de marzo, pero este fue un escalón más que me animó a desatascar repasar esa novela, ya más que entregada a imprenta. Sólo hay que esperar.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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