sábado, septiembre 11, 2021

NOTICIA 2075ª DESDE EL BAR: ¿CUÁNDO COMENZÓ EL SIGLO XXI?

2977 personas murieron a causa de los atentados de New York del 11 de septiembre de 2001. Oficialmente esta es la cifra. Habría que mirar otras cifras como los que murieron en los años sucesivos por problemas cardiorrespiratorios, por ejemplo, a causa de respirar aquellos penachos de humo, polvo y plásticos volatilizados. Habría que sumar a los que aún hoy se siguen suicidando. A los heridos. A los abortos. A los traumatizados psicológicamente en todo tipo de grados. Y, ¿por qué no? a todo tipo de víctimas que surgieron de las guerras y atentados posteriores que se han ido sucediendo en lo que en aquella fecha se llamó "guerra contra el terror". España venía de una larga guerra contra el terrorismo autóctono, éramos uno de los países de referencia para el mundo en cuanto a la combinación de la lucha contra el terrorismo en el mundo democrático, pero la deriva estadounidense fue otros derroteros que llevaron a guerras que hicieron proliferar derivaciones de Al Qaeda en otros grupos terroristas e incluso en lobos solitarios dentro de las sociedades occidentales y, no lo neguemos, también eslámicos, sería un error negar los atentados que hubo en Casablanca, Tokio, Singapur o en Extremo Oriente en general y solo nos acordáramos de los atentados posteriores en Madrid, Londres o París.

Hace diez años, en 2011, ya hablé de aquella primera década desde el 2001, fue en la Noticia 983ª. estaba en marcha por entonces la crisis de 2008 y acababan de estallar las revoluciones y revueltas populares en todo el mundo árabe, en Grecia y en España, las cuales se extendieron a todo el mundo. Eran consecuencia, en parte, del mundo surgido a consecuencia del cambio de rumbo que provocó el atentado contra las Torres Gemelas de New York en 2001. En los juicios posteriores a los responsables, que duraron varios años, hubo la ocasión en la cual los servicios secretos de Estados Unidos, se hicieron casi por casualidad con cerca de dos mil documentos de Al Qaeda que esclarecieron muchas de las cosas de aquellos días. Se supo que en 2000 habían sido ellos quienes habían dejado inutilizados uno de los portaviones de guerra más avanzados de ese momento, en el Mar Rojo. Se supo también que Bin Laden planeaba colapsar Estados Unidos con este atentado esperando que la sociedad estadounidense reaccionara como en los años 1960 con la Guerra de Vietnam, manifestándose en contra de su gobierno para que abandonara los escenarios bélicos internacionales, con la idea de quedar con las manos libres para expandir la idea del extremismo islámico en Oriente. No ocurrió aquello. Un mes después de lo de New York, Estados Unidos invadía Afganistán, gobernado por los talibanes y refugio de Al Qaeda, y en 2003 invadía Irak. La cosa se fue complicando, porque luego surgió el Estado Islámico en Siria y en África, terroristas solitarios en Europa, y la sociedad islámica estallaba en 2011 pidiendo democracia en todos aquellos países en los que Bin Laden calculó que pedirían estados de gobierno religioso.

Es inevitable comentar que este año mismo una de sus consecuencias inmediatas, la guerra de Afganistán, terminó en derrota al regresar los talibanes al gobierno. Lo comenté por extenso en la Noticia 2068ª. A fecha de hoy, casi un mes de la caída de Kabul, sabemos que los aliados y el gobierno talibán actual tienen un enemigo común por diferentes razones, el Estado Islámico. A veces ocurren cosas que hacen pensar a uno si Estados Unidos no hablaría con los talibanes en secreto precisamente para retirarse siempre y cuando mantuvieran una lucha contra ese enemigo común. Son solo suponsiciones a la luz de algunas de las cosas ocurridas, por muy triste y lamentable que sea para la población civil de allá.

Lo cierto es que este siglo XXI nos ha dado de momento tres grandes crisis humanas y muy pocas alegrías, en realidad a cuatro crisis gigantes. La primera, los atentados del 2001 que cambiaron todo el panorama de lógicas de políticas internacionales y comportamientos sociales. La segunda, la Gran Recesión de 2008. La tercera, la pandemia de la Covid-19. La cuarta, el cambio climático y sus desastres. 

Pero, ¿cuándo comenzó el siglo XXI? Aquel 11 de septiembre y fechas posteriores fuimos muchos historiadores y periodistas los que nos dejamos llevar por los acontecimientos y dijimos que aquel suceso marcaba un antes y un después y se podía elegir como hecho puntual simbólico en el cual marcar el final del siglo XX y el principio del XXI. 

Han pasado veinte años de aquello, que es algo muy cercano al cuarto de siglo, y los historiadores especializados en Historia actual tenemos ya muchas herramientas e informaciones para reflexionar y explicar todo esto. El siglo XXI ya no es joven. Empieza a madurar. Lo que hay en él es lo que será. Será nuestra culpa si no lo hacemos mejor, y estoy pensando en la ecología. 

El periódico El Mundo publica hoy un reportaje en el cual nos narra que los dos astronautas estadounidenses y los dos rusos que estaban aquel 11 de septiembre en la estación espacial internacional se acababan de hacer análisis médicos y al reportarlos a la NASA los técnicos de allí les contaron lo que estaba pasando. Es un mal día para La Tierra, dijo uno de los astronautas. Miraron por la ventana hacia el continente americano y se llevaron la sorpresa de ver un hilo grisáceo sobre New York. Era el humo del desplome de la primera torre. Esa imagen, fotografiada desde el espacio, apareció en la prensa varios días después. Sin embargo, los astronautas recordaron que al poco vieron borroso el espacio de tierra donde estaba New York. Era el impacto e incendio de al segunda torre antes de caer. Luego otro enorme penacho de humo que debía albergar varios kilómetros. Cuentan que a la distancia a la que orbitan se suele ver pequeños hilos blancos que son los vuelos de los aviones. Sobre Estados Unidos hay innumerables. Aquel día, dicen ellos, les impactó que desaparecieron todos. Todos menos uno, el del avión del presidente de Estados Unidos volando hacia New York. Solo ese avión fue autorizado y solo ese avión vieron desde la estación espacial internacional. Aquellos cuatro astronautas coinciden en que tuvieron entonces la sensación de que algo terrible estaba ocurriendo en el planeta. 

Yo estaba en mi casa. Aún no había comenzado el nuevo curso universitario de Historia, aquí en Alcalá de Henares. Todos los días comía con el telediario de Antena 3, ahora veo otros. Como millones de españoles vi en directo el primer impacto, luego el segundo, y lo del Pentágono. Es verdad que al principio creían que era una avioneta, pero yo recuerdo la voz de Matías Prats, el periodista, y pensar que eso no era una avioneta. No lo era. Me hacía preguntas a mí mismo sobre cómo pudo accidentarse y pensaba que era imposible, que era otra cosa. Parece prepotente decir esto hoy, veinte años después, pero es cierto. En Historia actual y contemporánea nos enseñan a analizar, todo, a preguntarnos todo tipo de cosas. A mí no me cuadraba. Luego el segundo impacto de golpe parecía confirmar mis sospechas, y después lo del Pentágono y el de Pensilvania. Aquello era algo más, pero ¿cuándo y cómo acabaría? Mi padre trabajaba, le quedaban pocos años de vida, pero ninguno lo sabíamos. Mi madre estaba en casa y mi dijo si lo estaba viendo, le dije que sí. Luego me llamó un montón de gente preguntándome qué pensaba de esto, qué iba a ocurrir. Y quedamos mucho más tarde en la Facultad de Filosofía y Letras, donde alguno estudiaban exámenes de recuperación. Querían saber cómo lo veía yo. Dije, y no miento, que aquello , fuese quien fuese el que lo hizo, lo pagarían los talibanes, porque en ese 2001 nadie quería a ese gobierno, sobre todo después de la destrucción de los Budas gigantes. Se habían intentado expandir a Pakistán, que tiene bomba nuclear, habían atacado China con grupos terroristas, masacrado a su población, y albergado a Al Qaeda. Bin Laden en los primeros días negó haber sido el autor, se puede repasar la hemeroteca. Reconoció haber sido él cuando Estados Unidos le identificó totalmente como autor, recordó lo ocurrido en África con un helicóptero militar, y con apoyo de la OTAN aprobó la invasión de Afganistán un mes después con la misión de aniquilar a Al Qaeda y capturarle a él. Con el tiempo supimos que Bin Laden no fue atrapado en Afganistán, sino en Pakistán en 2011.

¿Quién nos diría que en 2004 volveríamos a llamarnos los amigos de la Comunidad de Madrid un 11 de marzo para reunirnos horas más tarde y saber si todos estábamos bien tras los atentados de Madrid? Aún con todo, yo pertenecí y participé de manera organizativa en el movimiento del No a la Guerra que se organizó entre 2002 y 2003 contra la Segunda Guerra de Irak.

El siglo XXI posiblemente no se conformó el 11 de septiembre de 2001. Posiblemente fue algo paulatino entre la caída del muro de Berlín en 1989 y aquel atentado de 2001. La caída del muro de Berlín en 1989 llevó a la unificación alemana de 1990, y después a la desintegración del Pacto de Varsovia y la caída de la URSS en 1991. Con ello acabó la Guerra Fría, uno de los grandes actos del siglo XX. Al acabar la Guerra Fría la Unión Europea se expandió al este de Europa, Clinton dio vía libre al capitalismo salvaje liderado por Estados Unidos. El estado del bienestar cayó en todo el mundo. Reino Unido cedió Hong Kong a China y Portugal hizo lo propio con sus ciudades en India. Comenzaron a haber avances científicos y tecnológicos sorprendentes que no eran propios del siglo XX, como la clonación, o la expansión de Internet y los teléfonos móviles, o el descifrado del genoma humano y el telescopio Hubble flotando en el espacio exterior observando otros mundos. Toda la economía cambiaba y con ella la sociedad. La Guerra Fría había sido un dique de contención a ese capitalismo salvaje que tras ir avanzando en el siglo XIX había descarrilado en el fascismo del siglo XX y sus guerras mundiales. Las dictaduras comunistas eran monstruosidades también, pero la Guerra Fría era lo que le hizo comprender al mundo capitalista que necesitaba de un estado del bienestar, y ese fue el que fue desapareciendo tras caer la URSS en 1991. Diez años después de aquella desaparición de la URSS los países más ricos del mundo se reunían periódicamente siempre acompañados de protestas sociales gigantes pidiendo justicia social. Lo que llevaba a a una represión brutal, como fue el caso de Italia. Tras los atentados de New York todo eso desapareció. Todo eso me refiero a las protestas. El miedo se expandió y los controles fueron más extendidos y paranoicos y regresó la censura y el miedo a la ofensa del otro con el humor. 

De acuerdo, en los años más inmediatos a los atentados, digamos entre aquel 2001 y quizá hasta el apresamiento de Sadam Hussein en 2004, ahorcado en 2006, muchos grandes empresarios se contuvieron. Pararon su capitalismo salvaje iniciado en 1992. Pero cuando vieron vía libre de nuevo, con una sociedad paralizada por las innumerables normas y restricciones surgidas de 2001, todo volvió de nuevo potenciado a la máxima. Reventó en 2007 un poco y definitivamente en 2008, pero aún así, no pararon, su ambición va cada vez a más. Si el siglo XXI empezó en algún momento fue entre el cambio de rumbo surgido entre 1991 y 2001, sea bien que elijamos los atentados de New York de 2001 como fecha simbólica del cambio de siglo, del mismo modo que elegimos el descubrimiento de América en octubre de 1492 para marcar el cambio de época de la Edad Media a la Edad Moderna. Todo es más complejo, pero son herramientas útiles para que los historiadores podamos explicarnos ante los menos legos en la materia de analizar acontecimientos. Pensemos que el propio Bin Laden y los talibanes habían sido piezas de la Guerra Fría cuando fueron potenciados por Estados Unidos en Afganistán para que la URSS se metiera en una guerra que no ganó y que acabó con muchos recursos en los años dela década de 1980 que, en parte, explica el derrumbe de la URSS en 1991.

Algunos telediarios repiten hoy la imagen en la que el presidente de Estados Unidos en aquella época, George W. Bush, recibió la noticia de los atentado de New York mientras escuchaba a unos niños en una guardería o colegio de primera infancia. Un asistente se acerca y se lo dice al oído delante de las cámaras. Luego se va y George W. Bush se queda parado, sentado, con los niños. Nos reímos mucho entonces y le criticamos bastante. Incluso hoy día. George W. Bush no ha sido un lumbreras ni le mejor presidente, aunque a la vista de Trump, no ha sido el peor. De hecho aquel 2001 pensamos y hablamos  mucho sobre las afrentas de Bush a todo ese mundo internacional como causas posibles a los atentados. Sin embargo, creo a fecha de hoy que los idiotas éramos nosotros ante esa imagen de un presidente que se queda parado oyendo a los niños tras recibir la noticia. ¿Qué hubiese sido mejor? ¿Qué hubiera dicho a los niños: "parad, están matando a miles de personas"? Le pilló de improviso como nos pilló a nosotros. Nos caiga bien o mal, Bush también era humano. Tomó decisiones horribles, como la invasión de Irak en 2003, pero era humano. Quizá, de toda su trayectoria aquel silencio y dejar que los niños hablaran fuera su única decisión respetable por mucho que nos reímos y le criticamos. Se quedó en blanco y decidió ganar tiempo en aquel colegio sin alertar a los niños, a pesar de que todo el planeta estaba ya en alerta y no había ya tiempo que ganar. Ganó tiempo para mantener aún inocentes unos minutos más, una hora más quizá, a ese pequeño grupo de niños, pensando qué debía hacer ante un ataque totalmente inesperado.

Han pasado veinte años y tenemos varios desenlaces. Tenemos ya materia para analizar desde el prisma de la Historia contemporánea y actual. Y tú, ¿dónde estabas tú el 11 de septiembre de 2001?

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