Vamos con la tercera entrega de las fotografías y explicaciones de problemas mediambientales desde 1979, no sin antes llamaros la atención sobre el cartel de las fiestas de Navidad de Alcalá de Henares 2019. Aunque el motivo es obviamente el fomento de lo entrañable, en realidad esconde un mensaje de cambio climático totalmente claro. No lo digo por el color naranja del cielo, sino por la presencia de una cigüeña blanca europea, tan comunes y emblemáticas de la ciudad. Teóricamente no debería estar ahí. Sus biorritmos las llevan a emigrar al sur, a África, para pasar el invierno. Según lo que sabemos por su anillado las nuestras llegan a Nigeria. Sin embargo es cierto que hace años que muchas de ellas no emigran. Las más jóvenes sí siguen yendo a África, o lo intentan. Algunas se quedan en Doñana. Las de más edad, por el cambio de temperaturas y teniendo comida asegurada acá, se quedan en Alcalá. Y las alemanas, que llegaban a Doñana, se quedan por el centro peninsular. En consecuencia hace años que tenemos cigüeñas en todo momento del año. El cartel de Navidad de este año no podía tener un mensaje de fondo más de cambio climático que nunca. Por cierto, el adelanto de estas celebraciones en un mes con todo su consumo de electricidad, así como la constante incitación al consumo, son en nuestros días actuales parte del problema climático.
El accidente del petrolero Prestige en aguas de España, frente a Galicia, en el año 2002 no fue ni el primero ni el más grande en magnitud de catástrofe, ni antes ni después de él mismo en cuanto a accidentes de petroleros a nivel mundial. Pero en aquel 2002 fue la primera vez en un largo periodo de tiempo que ocurría una gran catástrofe internacional con un petrolero. Fue internacional porque aunque se produjo y afectó principalmente en España, sus dimensiones sí se pueden encuadrar dentro de las mayores catástrofes de un accidente de barco petrolero. Portugal, Reino Unido, Irlanda y Francia fueron países que también recibieron la marea negra que produjo el vertido del petróleo al igual que España. Miles de kilómetros cuadrados marítimos, de fondo marino y de costas quedaron afectados. El petrolero tenía una serie de problemas técnicos que el capitán no supo gestionar, al igual que las autoridades portuarias con las que tuvo que gestionarlo. Era evidente que se iba a hundir y que además se iba a partir, dentro de la catástrofe se podría haber intentado minimizar dando permiso para que entrara en una ría, a pesar de la catástrofe que sería aquello también. En lugar de eso se le ordenó alejarse y en alta mar, no muy lejos de la costa, se hundió y partió vertiendo al mar 77.000 toneladas de petróleo. La tripulación fue rescatada, pero la tragedia de escala europea era inevitable, especialmente para toda la costa gallega y para el Mar Cantábrico. Las corrientes marinas dispersaron buena parte de aquel petróleo. La movilización espontánea de miles de voluntarios fundamentalmente españoles, de manera generosa e ignorando los posibles efectos de los gases, hizo que esta tragedia entrara también en la Historia de las tragedias de petroleros como la que más rápidamente había movilizado tal cantidad de personas dispuestas a ayudar que forzaron a que fuera la que más rápidamente limpió la mayor parte de su vertido. Aún así, a fecha de hoy, todavía se desconoce el paradero de parte de ese petróleo, dispersado por el mar. Se sigue midiendo la cantidad de contaminación de la fauna y flora de las costas gallegas. Aunque ya está prácticamente descontaminada y es fiable su consumo, en el caso de mejillones y mariscos, aún hay algún rastro. Se tuvo que limpiar el mar, las playas, las rocas, los animales... Muchos murieron petroleados. La mezcla de petróleo con el agua recibía el nombre popular en Galicia de "chapapote". durante meses se tuvo que limpiar aquello, durante años se cerraron caladeros. Se arruinó el medio ambiente del lugar, pero también muchas economías pesqueras, marisqueras, turísticas, etcétera. Entre medias, las autoridades políticas trataron el asunto minimizándolo o mintiendo sobre su magnitud, a la vez que los conservadores, que eran quienes gobernaban, lanzaban rumores e insidias sobre la naturaleza real de los voluntarios como si fuera un complot de los partidos de izquierda. Se llegó a boicotear desde la Junta de Galicia u otros órganos la tarea de varios grupos voluntarios. Fue gracias a esos voluntarios que la concentración de hidrocarburos y metales se recogiera en su gran mayoría de manera rápida, por más que en este 2019 todavía se registran ligeramente subidos, a la vez que se considera saneada la costa. La utilización y manipulación política antepuso sus intereses de imagen a los intereses ecológicos, pero la ciudadanía común estuvo a la altura de las circunstancias en concienciación de lo que se debía hacer. Lamentablemente, no es exclusiva de España ni tampoco algo excepcional que los intereses creados se antepongan a los intereses medioambientales. (Foto de Cuaderno de Cultura Científica).
El accidente del petrolero Prestige en aguas de España, frente a Galicia, en el año 2002 no fue ni el primero ni el más grande en magnitud de catástrofe, ni antes ni después de él mismo en cuanto a accidentes de petroleros a nivel mundial. Pero en aquel 2002 fue la primera vez en un largo periodo de tiempo que ocurría una gran catástrofe internacional con un petrolero. Fue internacional porque aunque se produjo y afectó principalmente en España, sus dimensiones sí se pueden encuadrar dentro de las mayores catástrofes de un accidente de barco petrolero. Portugal, Reino Unido, Irlanda y Francia fueron países que también recibieron la marea negra que produjo el vertido del petróleo al igual que España. Miles de kilómetros cuadrados marítimos, de fondo marino y de costas quedaron afectados. El petrolero tenía una serie de problemas técnicos que el capitán no supo gestionar, al igual que las autoridades portuarias con las que tuvo que gestionarlo. Era evidente que se iba a hundir y que además se iba a partir, dentro de la catástrofe se podría haber intentado minimizar dando permiso para que entrara en una ría, a pesar de la catástrofe que sería aquello también. En lugar de eso se le ordenó alejarse y en alta mar, no muy lejos de la costa, se hundió y partió vertiendo al mar 77.000 toneladas de petróleo. La tripulación fue rescatada, pero la tragedia de escala europea era inevitable, especialmente para toda la costa gallega y para el Mar Cantábrico. Las corrientes marinas dispersaron buena parte de aquel petróleo. La movilización espontánea de miles de voluntarios fundamentalmente españoles, de manera generosa e ignorando los posibles efectos de los gases, hizo que esta tragedia entrara también en la Historia de las tragedias de petroleros como la que más rápidamente había movilizado tal cantidad de personas dispuestas a ayudar que forzaron a que fuera la que más rápidamente limpió la mayor parte de su vertido. Aún así, a fecha de hoy, todavía se desconoce el paradero de parte de ese petróleo, dispersado por el mar. Se sigue midiendo la cantidad de contaminación de la fauna y flora de las costas gallegas. Aunque ya está prácticamente descontaminada y es fiable su consumo, en el caso de mejillones y mariscos, aún hay algún rastro. Se tuvo que limpiar el mar, las playas, las rocas, los animales... Muchos murieron petroleados. La mezcla de petróleo con el agua recibía el nombre popular en Galicia de "chapapote". durante meses se tuvo que limpiar aquello, durante años se cerraron caladeros. Se arruinó el medio ambiente del lugar, pero también muchas economías pesqueras, marisqueras, turísticas, etcétera. Entre medias, las autoridades políticas trataron el asunto minimizándolo o mintiendo sobre su magnitud, a la vez que los conservadores, que eran quienes gobernaban, lanzaban rumores e insidias sobre la naturaleza real de los voluntarios como si fuera un complot de los partidos de izquierda. Se llegó a boicotear desde la Junta de Galicia u otros órganos la tarea de varios grupos voluntarios. Fue gracias a esos voluntarios que la concentración de hidrocarburos y metales se recogiera en su gran mayoría de manera rápida, por más que en este 2019 todavía se registran ligeramente subidos, a la vez que se considera saneada la costa. La utilización y manipulación política antepuso sus intereses de imagen a los intereses ecológicos, pero la ciudadanía común estuvo a la altura de las circunstancias en concienciación de lo que se debía hacer. Lamentablemente, no es exclusiva de España ni tampoco algo excepcional que los intereses creados se antepongan a los intereses medioambientales. (Foto de Cuaderno de Cultura Científica).
La invasión de especies animales y vegetales en lugares que no son su hábitat natural es otra de las cuestiones abiertas en el mundo actual. La introducción de especies fuera de su hábitat natural comienza a tener efectos devastadores para la flora y fauna autóctona de numerosos lugares. Se transforman en invasoras y acaban con los biotopos naturales de los lugares que las reciben. Ocurre en gran parte del mundo. El árbol ailanto de origen asiático o el eucalipto de origen australiano fueron introducidos en España para obtener madera u arbolado de manera rápida durante la dictadura de Franco y años posteriores. Empobrecen los suelos y podrían eliminar extensas zonas de bosque futuras. El cangrejo americano llegó a los ríos españoles de forma desconocida, devorando todo tipo de ser vivo que se encuentra en los cursos fluviales. Las tortugas marroquíes, que están en especie de extinción, son introducidas ilegalmente y vendidas a personas que las crían en su casa y, al crecer, las liberan en lagos, ríos o parques públicos. En 2003 se detectaron por primera vez huellas de mapache en Madrid, hoy día esta especie americana que probablemente llegó clandestinamente en forma de mascotas son una plaga. Diversas especies de loros y periquitos, fugados de sus hogares como mascotas, compiten con el espacio de palomas y gorriones en las ciudades españolas, estos últimos están perdiendo la batalla, van desapareciendo. Por otro lado tenemos el otro caso de los animales salvajes que cada vez más se acercan a los municipios, ya sean pueblos o ciudades, en busca de comida. La urbanización desorbitada y sin control ecológico ha hecho que se invadan y minimicen sus hábitats naturales y se vean necesitados de buscar comida a toda costa. En España es común ver jabalíes yendo a las nuevas urbanizaciones a buscar comida en la basura, en otros lugares son osos y ciervos, en Japón son más mapaches. Una buena película infantil pero para todos los públicos para enseñar y concienciar sobre estos problemas es La batalla de los mapaches del valle Pompoko (Isao Takahata, 1994). En ambos casos, plantas y árboles invasores fuera de su hábitat o animales salvajes buscando comida en las urbanizaciones que antes eran su campo o monte natural, es el ser humano y sus caprichos y ambiciones quien provoca la situación. (Foto de Telemadrid).
La Gran Barrera de Coral está en el origen de la vida que conocemos, extinta o no, desde hace millones de años. Ocupa 2.600 kilómetros en el Mar de Coral, en Australia. La vida en La Tierra no siempre fue la que conocemos. Anteriormente, en la vida acuática, existían otras formas de vida que acabaron envenenadas cuando aparecieron algas y corales que comenzaron a fabricar oxígeno. Las nuevas formas de vida se adaptaron a ese nuevo gas, siendo fundamental para casi todas las vidas que conocemos. Fueron ellas algas y corales, que también son formas de vida vegetal, quienes comenzaron a oxigenar el agua y la atmósfera. A partir de ahí, durante millones de años se ha ido formando la evolución de las diferentes formas de vida. En 2004 se detectó una gran amenaza ecológica provocada por el ser humano que afecta a la Gran Barrera de Coral. Hasta un tercio de la Gran Barrera de Coral está afectado. El cambio climático con el aumento de temperaturas, las tormentas huracanadas cada vez más violentas y frecuentes por ese cambio climático, la acidez mayor del agua por culpa de la contaminación, la acumulación de plásticos en el mar, sedimentos, químicos y pesticidas que acaban en el mar de las industrias, poblaciones y barcos, los deshechos de los alcantarillados de las ciudades, los aceites de los barcos y otras muchas cuestiones contaminantes, como los vertidos accidentales de petróleo y de metales, están haciendo enfermar a los corales y provocándoles la decoración como fase final hasta su muerte. De su salud depende ecosistemas enteros de fauna y flora marina, pero también la oxigenación de las aguas y con ella la nivelación de la temperatura del planeta. Todos dependemos de esta barrera, del mismo modo que de las selvas. Esta preocupante situación intenta ser afrontada con campañas de concienciación sobre el cuidado de los mares, pero también lanzando pequeñas baldosas para que los corales las colonicen de manera sana. Es insuficiente de momento. Todo depende de que sepamos aprender la lección de que el mar debe ser respetado, y para eso tenemos que cambiar muchos hábitos y costumbres, sobre todo de consumo. (Foto de La Vanguardia).
Uno de los efectos del cambio climático son los desastres naturales cada vez más grandes y continuados. Desastres naturales de toda índole y en todos los lugares del planeta, algunos fuera de sus áreas habituales. Así por ejemplo, se han llegado a ver torbellinos en aguas del Mar Mediterráneo, cosa que no es algo común. En 2005 ocurrió el huracán Katrina. Ese año debía ponerse en marcha lo acordado en el Protocolo de Kioto, no firmado por Estados Unidos, como ya vimos. Gobernaba George W. Bush. El huracán Katrina afectó de lleno a Estados Unidos por su zona sureste. Previamente había arrasado varias islas del Mar Caribe, algunas de ellas Estados en sí mismas, como Cuba. Pero Estados Unidos se vio afectada en varios de sus Estados, como Florida, Alabama, Misisipi, Louisiana, toda la costa este atlántica, ya como una tormenta fuerte y alcanzó Canadá. La peor parte se la llevaron las islas del Caribe que no eran Estados Unidos, por ser además lugares con pocos recursos. Pero en Estados Unidos ocurrió la tragedia que no se esperaban, quedó arrasada por las aguas la ciudad de Nueva Orleans. Tras este huracán los estadounidenses quedaron en un trauma sumado al de los atentados de 2001. Ahora se daban cuenta de que el cambio climático era real y que además podía matar y destruir en Estados Unidos igual que en el resto del mundo. Cuando Obama llegó a la presidencia en 2009 siguió sin firmar el Protocolo de Kioto, pero proyectó aminorar gases para 2030. Este proyecto quedó paralizado al comenzar a gobernar Trump en 2017, el cual es negacionista del cambio climático, siempre en favor del dinero y los negocios. Sea como sea, los huracanes se han hecho más potentes y más seguidos en el Caribe, incluso llegó a haber tres seguidos en un año y en Asia. Hay torbellinos en el Mediterráneo, sequías muy prolongadas en África y el Sur de Europa, fuertes lluvias que inundan y arrasan por todo el norte europeo y el estadounidense, fríos fuera de lo común en Alemania en invierno, etcétera. Las temperaturas medias van desapareciendo y dan paso a las temperaturas extremas. Las corrientes de aire cambian sus flujos y con ello cambian el clima y sus efectos en la Naturaleza. Estados Unidos era hasta 2005 el país más contaminante del mundo. Tras ese año, lo comenzó a ser la República Popular China. (Foto de José Cárdenas).
En 2006 Al Gore, exvicepresidente demócrata estadounidense y rival político de Geoge W. Bush, comenzó su bagaje como ecologista (actualmente incluso es vegano) produciendo la película Una verdad incómoda, dirigida por Davis Guggenheim. Precisamente el desastre del año anterior con el huracán Katrina sirvió de pretexto para explicarle al público norteamericano fundamentamente los problemas y la causas del medio ambiente, así como sus efectos presentes y futuros. Este documental se rodó con un sentido cinematográfico entre sensacionalista, espectáculo y pedagogía científica, lo que hizo que muchos ecologistas lo criticaran. Sin embargo infravaloraron el auténtico valor de este metraje de que Al Gore estuviera detrás de él: su mensaje alcanzó muchos más millones de personas que lo que llegan los mensajes de los ecologistas convencionales, los cuáles a menudo no alcanzan tampoco al millón de personas. Mucha gente despreocupada o desconocedora de en qué consistía el cambio climático comenzó a conocer con esta película. Ahora bien, una verdad incómoda que no contaba el largometraje es que la superpoblación humana mundial es el origen de muchos de estos problemas, combinada con una forma económico social capitalista, en concreto: ultracapitalista, la cual se basa en el consumo desmedido y el uso de los recursos naturales por encima de las posibilidades del planeta y de sus seres vivos. La superpoblación humana, cada vez mayor, es un gran problema. Cada ser humano requiere una serie de necesidades mínimas y una serie de usos, costumbres y formas de vida que requieren del consumo (a veces abusivo y otras no tanto) de lo que sea. Ya sea ropa, comida, agua, transporte, trabajo, ocio, caprichos, reproducción, vivienda, guerra, etcétera. Todo eso es un desgaste de los recursos naturales. El control de la natalidad no es algo obvio en muchas regiones del planeta, ni algo permitido por todas las religiones, la mejora de la sanidad y de la alimentación prolonga las vidas, y aunque esto en sí es bueno, no es beneficioso un aumento por millones y millones de habitantes cada año. El planeta y sus recursos son limitados. Todo remite a un control de la natalidad necesario, pero este es un aspecto bastante insalvable hoy por hoy, por los citados motivos ya sean de origen religioso, cultural, económicos, políticos, etcétera. (Foto de IMDb).
Los grandes incendios forestales son otra evidencia y otro problema medio ambiental. Cada vez son más y mayores. Algunos tienen causas naturales al combinarse con gigantescas y cada vez más calurosas etapas de sequía. Así por ejemplo ha ocurrido en los últimos años en Australia. El mayor de los incendios que se han registrado en la Historia fue en 2018, arrasando los campos y bosques de California, en Estados Unidos. Otro incendio de dimensiones gigantescas ha sido este año 2019 en Siberia, en la Federación Rusa. Pero también estos grandes incendios, que liberan grandes toneladas de dióxido de carbono y cenizas, que destruyen árboles, vegetación, animales, hábitats, a veces también poblaciones humanas, son provocados por los humanos. Así por ejemplo, por intereses económicos disfrazados de suceso accidental natural, este mismo 2019 han habido numerosos focos de fuegos provocados en la selva del Amazonas, en Brasil, que han provocado uno de los mayores incendios de la selva que es el pulmón de La Tierra, por ser el mayor productor de oxígeno y regulador de la temperatura, al margen de ser foco de vida. El presidente de Brasil, Bolsonaro, es negacionista del cambio climático y ha visto en la selva la posibilidad de crear más negocio económico con la posible construcción de carreteras, nuevas poblaciones, permitir pastos y campos de cultivo en las zonas de selva destruidas... Y todo ello incluso pasando por encima de los pueblos indígenas que la habitan. Uno de los países que más incendios provocados tiene en el mundo todos los años es España. En Doñana, en Guadalajara, Galicia, Valencia, en todos los sitios verdes. A veces parece que hubiera detrás inmobiliarias, con el tiempo el negocio lo hacen compañías eléctricas, otras veces son gente que ocasionalmente encuentra trabajo ayudando a apagar incendios, por lo que provocan incendios. Las leyes contra la piromanía son demasiado leves e insuficientes. Sirva de ejemplo los incendios provocados por un vigilante forestal, precisamente para tener más trabajo, en 2007 en la isla de Las Palmas de Gran Canaria, coincidió en el tiempo con otros incendios importantes en las Canarias, uno en la Gomera y el otro en Santa Cruz de Tenerife. Su humo se veía desde los satélites metereológicos, y con todo, estos no son los mayores incendios que han existido. (Imagen de El Mundo).
La acumulación de gases contaminantes por los biocarburantes de los vehículos, las fábricas, las plantas eléctricas, las calefacciones, las quemas controladas y otros orígenes son una constante en este serial como principal problema atmosférico. Esta contaminación es cada vez más peligrosa y de mayor cantidad en las grandes ciudades. Los ritmos de vida actuales, la necesidad creada de ir en transporte a un centro de trabajo, a uno comercial o a un espacio de ocio o educativo, el cada vez mayor uso de la electricidad, el consumo sin fin que implica la producción sin parar, aumenta las emisiones de dióxido de carbono, nitratos, azúfres y otros elementos, ayudando al deterioro de la salud a niveles letales o bien crónicos, el calentamiento global, la disminución de las lluvias, la reducción de las zonas verdes para crear espacios para esa forma de vida, la lluvia ácida, la puesta en peligro de la existencia de especies animales, etcétera. El aumento del asma, los problemas pulmonares, los cardiorrespiratorios o el cáncer se han disparado entre los habitantes de las grandes ciudades. En las Olimpiadas de Pekín en 2008 la contaminación de la ciudad puso de relieve internacional todos estos problemas de manera mucho más que visible, a pesar de ser palpable en cualquier gran ciudad del mundo las enormes boinas de humo que extienden por kilómetros sobre ellas y alrededor de ellas. La República Popular China había pasado a ser el Estado más contaminante del mundo desde 2005, desplazando a Estados Unidos de América al segundo lugar. China contenía es sí otros muchos problemas que quizá deberían haber evitado que celebrara unas Olimpiadas, como la represión política, la desmesurada pena de muerte, el régimen dictatorial, el trabajo sin apenas derechos laborales, etcétera, pero el hecho de su poder contaminador fue otro de los grandes focos que pusieron en riesgo que se celebrara allí los Juegos Olímpicos. Tanto es así que para remediarlo el gobierno emitió una serie de prohibiciones y limitaciones a su población para reducir la contaminación justo lo que duraran los juegos. Además, provocaron la lluvia con químicos para limpiar el ambiente, cosa que no lograron del todo y que además tuvo daños colaterales para los campos. Algunos atletas escupían literalmente saliva negra. La alta contaminación de Pekín, una ciudad superpoblada, se mezclaba con sus nieblas y se formaba una especie de pesada muralla a modo de niebla amarilla que incluso impedía ver, pero que era contaminación. China, a pesar de estar convirtiéndose en un líder económico a nivel Imperio del mundo, usaba el carbón como una de sus principales fuentes de producción de energía. La quema de carbón es uno de los elementos de máxima contaminación. En los últimos años las únicas manifestaciones permitidas en China eran en torno a problemas ecológicos, en estas fechas quedaron en suspenso. Si no se avanza en recursos energéticos limpios y renovables y en un raciocinio mayor de recursos y del mundo laboral, el camino de Pekín puede que lo sigan otras muchas ciudades del mundo en el siglo XXI. (Foto de Natura Medio Ambiental).
Uno de los datos aportados en 2009 que parece que cada vez más personas aceptan como un hecho innegable, y que las grandes cadenas informativas repiten estos días sin parar, puede que tal vez oculte detrás un interés empresarial muy diferente a la realidad ecológica que mucha gente, interesados en frenar el cambio climático, quiere cambiar. Se trata del estudio que algunos científicos realizaron asegurando que las flatulencias de las vacas de Nueva Zelanda aumentaban el metano en la atmósfera provocando el calentamiento global. Este estudio se ha repetido hasta la saciedad y se ha ido extendiendo a afirmar que todas las vacas del mundo, y más tarde todos los ganados de lo que sea del mundo y las granjas de pollos, especialmente si son criados en centros al modo fábricas. Incluso la Organización de Naciones Unidas se sumó a este argumento y estos días se habla de ello en el COP25. Lo cierto es que en ese COP25 y en otros organismos internacionales colaboran grandes empresas multinacionales que son responsables de buena parte de la contaminación por dióxido de carbono, nitratos, azufre, metano, gases fluorados, etcétera. Compañías como por ejemplo la petrolera Shell. ¿Qué hay más en el mundo? ¿Vacas o automóviles, aviones, barcos y fábricas, chimeneas de hogares y plantas eléctricas? ¿Las flatulencias de una vaca a cuanta contaminación de una fábrica equivale? ¿Y de un coche? ¿Y las flatulencias de los seres humanos, que también lanzan metano, cuánto contaminan y como influyen nocivamente en el medio ambiente? ¿Cuántos humanos y cuántas vacas hay en el mundo? ¿Quién emite más dióxido de carbono a base de flatulencias atendiendo a su cantidad total de seres con existencia mundial? Otra realidad es que estos estudios se comparan con las emisiones de las grandes empresas reconocidas como mayores productoras contaminantes; ¿problema? El problema es que estas empresas no dan los datos ni cifras totales ni precisas de cuánto supone la contaminación que ellas producen ni los productos que ellas producen y están siendo usados. Sin embargo estas empresas están interesadas en difundir la problemática de las flatulencias del ganado. Algunas organizaciones ecologistas calculan que el 90% de la contaminación es por culpa de las empresas multinacionales, no de las vacas. La contaminación de las vacas sólo sería superior a la contaminación de esas empresas si no se conocieran los datos con precisión de las emisiones de estas empresas y sus emisiones, como así sucede. Por supuesto, todas estas empresas existen y en las dimensiones que lo hacen porque sus productos se venden en las cantidades que se venden. Anotemos que siempre es más saludable, por otra parte, para todo el planeta, disminuir la cantidad de consumo de carnes y pescados y que estos sean producidos cerca del lugar donde vives, para evitar la contaminación de los medios de transporte de ese ganado o de los productos a partir de ese ganado, esto igual para los productos agrícolas. Además, mantener grandes ganados implica un forraje que conlleva grandes áreas rurales a menudo ganadas talando selva y bosque, o empobreciendo sus tierras con químicos y plaguicidas. Ahora bien, la eliminación de ganado para una alimentación más vegetal no impide la destrucción de bosques y selvas, es más, probablemente la potencien al tener que alimentar a un planeta superpoblado. Quizá por ello algunos organismos internacionales empezaron a hablar hace tiempo de la alimentación a través de insectos. Pero si esto se produjera, ¿qué apostáis a que empresas multinacionales te meterían el miedo en el cuerpo a comer cualquier insecto para que comas justo el que ellos críen y embolsen? Seríamos también grandes cínicos si negáramos que la mejora de la alimentación por medio del mayor acceso a todos los alimentos de la pirámide alimenticia ha mejorado la salud y esperanza de vida en todo el planeta. Lo que hay que hacer es no consumir tanto, no desperdiciar alimento, no comer por comer, tener un respeto por la vida ajena, ser responsables con el origen del alimento, disminuir las carnes en la dieta (que no digo eliminar, aunque esto es opcional), y también ser críticos ante algunas noticias, sobre todo cuando se empeñan en repetírtela una y otra vez las grandes empresas. (Foto de Femenino Rural).
La tormenta tropical Matthew provocó en 2010 un deslizamiento de tierras en Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. Se cobró unas dieciocho vidas, una mayor cantidad de heridos y numerosas casas y carreteras destruidas. Lo que en principio podríamos pensar como una catástrofe por una tormenta tropical, en realidad sienta sus bases en una construcción urbana en un terreno arcilloso y en una ubicación geográfica que invitaba a dejar ese espacio para la Naturaleza y no para la habitación del ser humano. Ese mismo año 2010 otro corrimiento de tierras se llevaba la vida de unas 350 personas en un poblado de Uganda. En España ya había ocurrido que una zona comercializada como zona de camping en Biescas fue arrasada por la lluvia y los lodos en 1996, matando a varias personas. El proceso judicial posterior reconoció como culpables a los que crearon allí el camping, ya que la zona no era viable. La tragedia se repetiría en un pueblo de Murcia en la década de 2010. En 2015 fue en Nepal, en 2016 en China, en 2017 en Chile y podríamos seguir. Nuevos barrios residenciales, ya sean formalmente creados o a modo chabolista, en pasos naturales de arroyos, terrenos arcillosos asentados sobre bases de piedra, terrenos arcillosos a los que se les ha talado la vegetación que les retenía en los montes, otros excesivamente cerca del mar, en fin la ambición inmobiliaria combinada con permisos de las administraciones y la confianza en los largos periodos sin lluvias hace que se colonicen lugares naturales restándoselos a la naturaleza y esta termina reclamándolos. Una desgracia para la Naturaleza en sí cuando se ve usurpada por el cemento y para los humanos cuando ocurre la tragedia. (Foto del Heraldo de Aragón).
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