La estrella para mí en Alcine como jurado del público desde el 2000 es Pantalla
Abierta a los Nuevos Realizadores, donde se exhiben en competición el
primer largometraje (opera prima) de un realizador (director/a de
cine) en cualquiera de los idiomas de España, y por extensión abierto a
las obras en castellano de otros países, aunque de estos se han visto
poco en años precedentes (alguna cosa con argentinos y chilenos se vio
en alguna ocasión). A veces algunos realizadores que previamente
participaron en cortometraje terminaron iniciando sus carreras de
largometraje por acá. Se han estrenado afortunadas y famosas carreras de
todo tipo de cineastas, aunque los más llamativos siempre sean
directores, actores y actrices, pero también hubo músicos de cine,
montadores, guionistas, documentalistas... Por aquí han pasado premios
Goya, Palmas de Oro y Oscars entre otros, y también otros metrajes más
modestos, algunos muy meritorios difíciles de ver incluso pasados los
años, ni por televisión hoy día.
Este año ha ocurrido el caso insólito de que de seis películas seleccionadas, cuatro estaban en catalán. Si a esto le unimos que hoy anunciaron que el Premio Cervantes 2020 es para Joan Margarit, un poeta catalán, podríamos pensar si en vista del panorama político y social se ha tendido puentes por cuestiones diferentes a las obras y autores, independientemente de que sea merecido o no. Hay que recordar que en España se hacen obras en catalán todos los años, y no sólo en catalán, también en gallego, vasco y demás, no obstante cobran una segunda subvención de parte de su autonomía. Otros años han habido obras en catalán, pero nunca tan abundantemente como este año. Digamos que es peculiar que justo este año se haya considerado que lo mayoritariamente seleccionable esté en catalán. Da la sensación, hablando claro, de que se ha querido acercar y normalizar lo catalán a este lugar de España. Un aporte a la comprensión y convivencia social. En principio podríamos creer que pudiera ser un impedimento para el éxito del metraje en esta zona de la península, pero eso es un tópico. No es la primera vez que se proyectan películas en idiomas que no sean el castellano, y, a pesar de lo evidente del ambiente político que vivimos, el público que asiste a Alcine es en general sensato, sin prejuicios. Valoran la obra. Si que es cierto que otra cosa será cuando la película haga su recorrido comercial tras dejar las pantallas de los festivales. Pues fuera de las autonomías de habla catalana (o valenciana y balear, para no herir susceptibilidades) sí puede encontrar reticencias en el público a la hora de hacer el esfuerzo de ir a una gran sala a ver una película en catalán, aunque no me sorprendería que esas mismas personas en sus casas vieran series y películas en inglés, francés o lo que sea subtituladas al castellano.
Pasemos a hablar de los largometrajes de Pantalla Abierta.
La filla d'algú [La hija de alguien] (Marcel Alcántar, Júlia De Paz Solvas, Sara Fantova, Guillem Gallego, Celia Giraldo, Alejandro Marín, Valentín Moulias, Pol Vidal, Gerard Vidal Cortés, Enric Vilageliu y Carlos Villafaina, 2019. España): Hasta once nuevos realizadores (directores y directoras) para realizar este largometraje. Y con este alarde de rizar el rizo comenzó el certamen de Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores el lunes 11. La obra estaba en catalán subtitulado al castellano. La sala estaba bastante llena. Este largometraje de tan innumerables participantes detrás de las cámaras, pues cuenta con un equipo muy extenso, aunque el reparto de actores es muy reducido. El peso de la película recae en la interpretación de Marta Aguilar, que interpreta a la hija de un abogado conocido de Barcelona, la cual trabaja con él también como abogada. Ella está embarazada y acaba de llegar de Madrid para tomar parte en el inicio de un caso mediático de corrupción política. El problema es que la presión aumenta porque a lo relevante del caso, rodeado de periodistas, se le suma la desaparición misteriosa de su padre. Ella trata de llevarlo en secreto mientras trata de ganar tiempo a la vez que investiga que ha pasado con el padre. Poco a poco irá descubriendo una doble vida de su progenitor que, de paso, nos hará recordar múltiples casos de noticias de los últimos tiempos. Desde la posibilidad del secuestro a la de asesinato, violencia doméstica, bigamia y corrupción. El metraje está llamado a transmitirnos la ansiedad de la situación, pero como difícilmente podemos ponernos en la piel de alguien afamado y rico que trabaja con las leyes y la alta política, el guión está llamado a entregarnos esta situación bajando a la abogada al mismo plano que el resto de los mortales, de ahí por ejemplo que tenga los mismos procesos y problemas que cualquier embarazada, los mismos problemas y relaciones familiares que cualquiera, y otras cuestiones que, en la vida de alguien famoso tal vez no se dé tanto así como se nos muestra. Además, se recurre a un truco clásico de las películas de guerra y de las de terror para transmitir la tensión y la ansiedad, incluso la confusión, y contagiar al espectador: primerísimos planos cortos centrados en las caras y personajes, sin apenas dar muchos datos del escenario, movimientos rápidos y constantes y una cámara que no está fija, siempre en volandas del operario de cámara. A esto le sumamos una información dada con cuentagotas a través de diálogos siempre en tensión y llenos de incógnitas y de mentiras. El metraje logra su objetivo, contagiar la ansiedad, al menos eso decía parte del público al salir del Teatro Salón Cervantes. La película también se puede ver como una película de suspense, al estilo de Hitchcock, pero no termina de llegar a esto y, además, si has visto y leído muchos noticiarios en parte ya sabes cómo es el final, que por otra parte queda abierto en muchos frentes planteados, pese a que todo se remite al engaño frente al que confía en ti. El trabajo de realización es importante y no se nota donde empieza y donde acaba la parte de cada uno de los múltiples realizadores con los que cuenta. Por mi parte, aunque hubo mucha gente convencida por lo que habían visto, a mí me pareció una película entretenida, pero no una película que e transmitiera algo. Quizá he visto ya muchos telediarios.
El increíble finde menguante (Jon Mikel Caballero, 2019. España): Esta fue en castellano. Seamos sinceros, la idea de la película está sacada descaradamente de Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993). Jon Mikel ha considerado que deseaba hacer esa película y la ha vuelto a rehacer, pero a la española. No es una comedia, más bien es una película de fantasía, pero sobre todo es una fantasía romántica. Básicamente el argumento es un grupo de amigos que se van de fin de semana a una casa rural de Navarra. Al comienzo parece un drama en el que se dibujan las personalidades psicológicas de gente que se conoce desde muy jóvenes, pero que ahora están cada vez más metidos en la vida adulta. Cada uno tiene unas experiencias de la vida diferentes y eso hace que surjan momentos divertidos pero también roces. Este tema del paso de la vida infantil a la adulta, o de cambio drástico en la vida ante los acontecimientos inevitables de la vida, ha sido una constante en todo el festival, tanto en cortometrajes como en largometrajes. La cuestión es que una de las protagonistas no se ha enfrentado a la vida adulta con totalidad, mientras que sus amistades y novios se ven llevados a dar ese paso decisivo. A ella no el gusta. Ante su disgusto ocurre el hecho mágico de quedar atrapada en el tiempo. Está condenada a repetir el fin de semana una y otra vez, sólo que esta repetición va menguando una hora cada vez que se repite. Un poco más allá de la mitad de la película se repiten una serie de situaciones que ya vimos en Atrapado en el tiempo. Resulta algo repetitivo y cansado, incluso piensas en la sala que porqué rehacer un clásico de los años 1990 y además sin tono de comedia. Lo que pasa es que pasada esa mitad de película, Jon Mikel le imprime su carácter propio, alejándolo del metraje norteamericano. Nos adentra en una vuelta de tuerca en la que nos lanza el mensaje de que a veces creemos estar con alguien muy querido a quien conocemos totalmente, pero lo superficial del trato constante nos ha impedido conocer realmente todas las preocupaciones de esas personas. Nos invita a humanizar nuestras relaciones por medio de no tener reticencias a compartir y a hablar nuestros pensamientos y sentimientos con la gente que queremos. Por supuesto el nudo principal es que se le acaba el tiempo para arreglar todos los problemas de relaciones personales que tiene abiertos tanto con su novio como con sus amigos. Metafóricamente, ese fin de semana donde todos se hacen adultos, es una oportunidad para que la que aún está más en un mundo infantilizado aprenda a entrar en ese mundo adulto sin traumas ni peleas insalvables. A todo esto la luz natural de la fotografía y una acertada percepción de la dirección fotográfica de crear otra metáfora, ir disminuyendo progresivamente la pantalla sin que nos demos cuenta hasta que es inevitable, hacen que la película se revalorice y mucho. Los planos comienzan a ser más cortos y centrados en las personas protagonistas. De la historia coral expresada en pantalla grande con todo el grupo en plano se va pasando a planos donde sólo cabe de dos a una sola persona, según el guión se centra en que debe haber una evolución interior personal para poder seguir estando dentro de una vida social sana, que vuelve a regresar en planos abiertos y grupales a final de metraje. Una buena película. Recomendable, a pesar de esa primera mitad que se nos puede hacer pesada hasta que no llegamos a ese replanteamiento del argumento que nos lleva al nudo y desenlace. La sala estaba llena y más o menos percibí la misma sensación que la mía en líneas generales en otros espectadores amigos y conocidos.
La banda (Roberto Bueso, 2019. España): Este metraje estuvo repleto de gente. Cuando salieron de la sala lo que yo escuché es que a todos les había encantado. A mí personalmente me pareció una película más bien anodina y prescindible. Como mucho para una tarde de fin de semana viendo la televisión por pasar el rato. Pero tuvo muchas personas encantadas con ella. Quizá sea porque era una película facilona, llena de tópicos comerciales de los metrajes de drama romántico con toques ligeritos de comedia. Estaba en valenciano. Un chico que es músico en Londres tiene miedo de no estar a la altura en una prueba de música para entrar en una sinfónica y abandona la prueba. Sube a un avión para regresar a su pueblo en Valencia, pues se casa su hermano. Allí se reencuentra con sus amigos de toda la vida, con los que fue parte de una banda municipal de fiestas. Se nota que con ellos vivió la mejor etapa de su vida. Una vez más básicamente la historia relata del miedo de alguien a pasar a la vida adulta. Los días que vive en su pueblo con sus amigos y volviendo a tocar en la banda servirán para que termine comprendiendo que debe dar el paso a la vida adulta en Londres. ¿Por qué? Porque en medio hay una historia de amor interrumpida de su infancia que revive cuando se encuentra con ella, pero de manera atormentada y en triángulo, pues a ella le gusta uno de sus amigos, a su amigo ella. No hay conflicto, realmente. No hay nudo. No hay nada realmente conflictivo, pero él es muy atormentado. El reparto tiene al galán trascendente, al galán canalla, al contrapunto cómico, al de relleno para equilibrar y a la dama. En fin, es una historia amable. Yo creo que no destaca en nada concreto. Es un metraje correcto. No está mal hecho, pero creo que ni atrapa de verdad, ni cuenta algo realmente atrayente. Simplemente nos deja un mensaje positivo y eso en nuestros días imagino que lo busca mucha gente al entrar al cine. No hay nada más. Ni siquiera la música como hilo de unión y de vida social tiene el papel que debería tener en un metraje dedicado a una banda.
La vida sense la Sara Amat [La vida sin la Sara Amat] (Laura Jou, 2019): Esta fue la tercera película en catalán. En este caso la película volvía sobre la novela más célebre de Nabokov y era una vuelta de tuerca sobre esa historia, narrada en cine por Stanley Kubrick en 1962, Lolita. La verdad es que junto a la anterior película mencionada es lo mejor de Pantalla Abierta de este año, y quizá, estas dos películas, de Alcine 49. Esta película tiene una buena iluminación, una buena dirección artística pues la ambientación en un pueblo de los años 1980 está hecha al detalle, casi me parecía esta viendo muebles, objetos, ropas y comportamientos de mi infancia, y tiene también una buena dirección, ya que los protagonistas son adolescentes y estos interpretan con una precisión y una transmisión de los sentimientos que nos hace totalmente creíbles los personajes. Un chico que vive en la ciudad va a su pueblo a pasar las vacaciones de verano con su abuela. Allí se junta con sus amigos del pueblo Entre estos está Sara Amat, de la que él está enamorado platónicamente. Sólo que ese año dejan la niñez para ser adolescentes. Ella vive en un entorno familiar pobre y austero en expresar sentimientos. Ella se fuga y se esconde en la habitación de él. Sabe que él la quiere y no duda en utilizar y manipular sus sentimientos para lograr de él que la esconda y que haga todo lo que ella desea, dentro de sus circunstancias, pues la está buscando la guardia civil. Una guardia civil, por cierto, interpretada con acierto, pues nos deja intuir a esa guardia civil que en los años 1980 aún tenían cierta fama de estar salida de la dictadura franquista, con cierto sentido de sentirse autoridad por encima de los derechos de las personas. Bien es cierto que la desaparición de la guardia civil en mitad del metraje es lo único que le falla a la película, pues no cierra ese hilo. Mientras el grupo de niños comienza a ser adolescente y tiene sus escarceos con el sexo, que en los años 1980 eran cosas muy atrevidas y hoy día muy inocentonas (salvo una cosa), Sara Amat evidentemente ya había dado ese paso con un chico francés de unas vacaciones anteriores, ella da un salto a la vida adulta de manera prematura. El final del metraje es metafórico, y mientras uno interpretan el paso total de niña a mujer, otros, entre ellos yo, interpretamos que eso es así pero que va más allá, y todo lo vivido entre ella y el chico es un ensayo de ella para lograr sus objetivos mediante el sexo. "A las chicas siempre les paran", le dice ella a él cuando le comenta que se irá del pueblo en auto-stop. Película muy recomendable. De lo mejor del certamen este año. Por medio deja intuidos numerosas cuestiones de la sociedad española de los primeros años 1980, tan llena aún de heridas, problemas y pobrezas de todo tipo mientras se vivía un "verano" hacia la modernidad.
La hija de un ladrón (Belén Funes, 2019): En castellano. Algo se me escapaba de este largometraje. La propia directora explicó que era la continuación ocho años después de una historia que precisamente ocho años atrás ella misma contó en un cortometraje. Eran los mismos personajes y una historia evolucionada. Creo que me faltaban referencias y datos, pero aún así se entendía lo que ocurría. Una chica muy joven, muy, muy joven, ha tenido que dejar de ser niña de golpe para ser adulta, pues tiene un bebé y además se hace cargo de su hermano de ocho años que está en una especie de orfanato. Ella misma estuvo allí. Su padre es un convicto que ha salido de prisión. Ella tiene un trauma con él, más o menos sabemos que hubo malos tratos, que la pareja de él no es madre de ninguno de los hermanos y, en fin, se nos dan datos de una familia desestructurada y en medio de la necesidad económica, la explotación laboral y la violencia y alcoholemia del padre. Ella vive en una casa de acogida de los asuntos sociales con su bebé, pero en dos meses ya no podrá vivir allí. El padre de su hijo no quiere vivir con ella, su padre no la quiere en casa, ni ella a él, y su hermano pequeño quiere estar con su padre. Es la historia de una chica que se siente sola y que llama a gritos el afecto y la compañía de alguien, pero su entorno le es francamente malo para su propia salud mental y física. Tiene también una buena dirección artística. Las interpretaciones son lo mejor de todo este largometraje. Puede que estemos ante una actriz que tiene muchos buenos momentos que darnos en el cine. Pero sí que es cierto que aunque es un drama notable, la falta de datos previos me hizo despistarme en algún momento.
Asamblea (Álex Montoya. 2019): Se cerró con una comedia coral basada en una obra de teatro. En catalán y castellano. Una película ligerita rodada en su mayoría en una sola sala, donde se celebra la asamblea, lo que le da sensación de teatralidad. Recogiendo todas las problemáticas de comunicación que hubo en las asambleas del Movimiento 15M se hace bromas de todas las frases y posturas tópicas que entorpecían las mismas. Es gracioso porque es cierto, y por ello la entenderán mejor quienes estuvieron o están en los movimientos asamblearios o en los sindicatos. En ningún momento sabrás de lo que se está hablando, ni ellos tampoco, se pierden en las formas de cómo decidir, pero no se adentran sobre el asunto a decidir... una cruz real en innumerables asambleas. Está llevado a la exageración para poder crear la comedia. La frase final entre un padre y su hija es la clave de lo visto. Aún con todo, no es una película con algo destacable. Se deja ver.
Y con todo esto, vamos ya hacia la recta final, el domingo y su concierto de cierre, la próxima entrada. Saludos y que la cerveza os acompañe.
Este año ha ocurrido el caso insólito de que de seis películas seleccionadas, cuatro estaban en catalán. Si a esto le unimos que hoy anunciaron que el Premio Cervantes 2020 es para Joan Margarit, un poeta catalán, podríamos pensar si en vista del panorama político y social se ha tendido puentes por cuestiones diferentes a las obras y autores, independientemente de que sea merecido o no. Hay que recordar que en España se hacen obras en catalán todos los años, y no sólo en catalán, también en gallego, vasco y demás, no obstante cobran una segunda subvención de parte de su autonomía. Otros años han habido obras en catalán, pero nunca tan abundantemente como este año. Digamos que es peculiar que justo este año se haya considerado que lo mayoritariamente seleccionable esté en catalán. Da la sensación, hablando claro, de que se ha querido acercar y normalizar lo catalán a este lugar de España. Un aporte a la comprensión y convivencia social. En principio podríamos creer que pudiera ser un impedimento para el éxito del metraje en esta zona de la península, pero eso es un tópico. No es la primera vez que se proyectan películas en idiomas que no sean el castellano, y, a pesar de lo evidente del ambiente político que vivimos, el público que asiste a Alcine es en general sensato, sin prejuicios. Valoran la obra. Si que es cierto que otra cosa será cuando la película haga su recorrido comercial tras dejar las pantallas de los festivales. Pues fuera de las autonomías de habla catalana (o valenciana y balear, para no herir susceptibilidades) sí puede encontrar reticencias en el público a la hora de hacer el esfuerzo de ir a una gran sala a ver una película en catalán, aunque no me sorprendería que esas mismas personas en sus casas vieran series y películas en inglés, francés o lo que sea subtituladas al castellano.
Pasemos a hablar de los largometrajes de Pantalla Abierta.
La filla d'algú [La hija de alguien] (Marcel Alcántar, Júlia De Paz Solvas, Sara Fantova, Guillem Gallego, Celia Giraldo, Alejandro Marín, Valentín Moulias, Pol Vidal, Gerard Vidal Cortés, Enric Vilageliu y Carlos Villafaina, 2019. España): Hasta once nuevos realizadores (directores y directoras) para realizar este largometraje. Y con este alarde de rizar el rizo comenzó el certamen de Pantalla Abierta a los Nuevos Realizadores el lunes 11. La obra estaba en catalán subtitulado al castellano. La sala estaba bastante llena. Este largometraje de tan innumerables participantes detrás de las cámaras, pues cuenta con un equipo muy extenso, aunque el reparto de actores es muy reducido. El peso de la película recae en la interpretación de Marta Aguilar, que interpreta a la hija de un abogado conocido de Barcelona, la cual trabaja con él también como abogada. Ella está embarazada y acaba de llegar de Madrid para tomar parte en el inicio de un caso mediático de corrupción política. El problema es que la presión aumenta porque a lo relevante del caso, rodeado de periodistas, se le suma la desaparición misteriosa de su padre. Ella trata de llevarlo en secreto mientras trata de ganar tiempo a la vez que investiga que ha pasado con el padre. Poco a poco irá descubriendo una doble vida de su progenitor que, de paso, nos hará recordar múltiples casos de noticias de los últimos tiempos. Desde la posibilidad del secuestro a la de asesinato, violencia doméstica, bigamia y corrupción. El metraje está llamado a transmitirnos la ansiedad de la situación, pero como difícilmente podemos ponernos en la piel de alguien afamado y rico que trabaja con las leyes y la alta política, el guión está llamado a entregarnos esta situación bajando a la abogada al mismo plano que el resto de los mortales, de ahí por ejemplo que tenga los mismos procesos y problemas que cualquier embarazada, los mismos problemas y relaciones familiares que cualquiera, y otras cuestiones que, en la vida de alguien famoso tal vez no se dé tanto así como se nos muestra. Además, se recurre a un truco clásico de las películas de guerra y de las de terror para transmitir la tensión y la ansiedad, incluso la confusión, y contagiar al espectador: primerísimos planos cortos centrados en las caras y personajes, sin apenas dar muchos datos del escenario, movimientos rápidos y constantes y una cámara que no está fija, siempre en volandas del operario de cámara. A esto le sumamos una información dada con cuentagotas a través de diálogos siempre en tensión y llenos de incógnitas y de mentiras. El metraje logra su objetivo, contagiar la ansiedad, al menos eso decía parte del público al salir del Teatro Salón Cervantes. La película también se puede ver como una película de suspense, al estilo de Hitchcock, pero no termina de llegar a esto y, además, si has visto y leído muchos noticiarios en parte ya sabes cómo es el final, que por otra parte queda abierto en muchos frentes planteados, pese a que todo se remite al engaño frente al que confía en ti. El trabajo de realización es importante y no se nota donde empieza y donde acaba la parte de cada uno de los múltiples realizadores con los que cuenta. Por mi parte, aunque hubo mucha gente convencida por lo que habían visto, a mí me pareció una película entretenida, pero no una película que e transmitiera algo. Quizá he visto ya muchos telediarios.
El increíble finde menguante (Jon Mikel Caballero, 2019. España): Esta fue en castellano. Seamos sinceros, la idea de la película está sacada descaradamente de Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993). Jon Mikel ha considerado que deseaba hacer esa película y la ha vuelto a rehacer, pero a la española. No es una comedia, más bien es una película de fantasía, pero sobre todo es una fantasía romántica. Básicamente el argumento es un grupo de amigos que se van de fin de semana a una casa rural de Navarra. Al comienzo parece un drama en el que se dibujan las personalidades psicológicas de gente que se conoce desde muy jóvenes, pero que ahora están cada vez más metidos en la vida adulta. Cada uno tiene unas experiencias de la vida diferentes y eso hace que surjan momentos divertidos pero también roces. Este tema del paso de la vida infantil a la adulta, o de cambio drástico en la vida ante los acontecimientos inevitables de la vida, ha sido una constante en todo el festival, tanto en cortometrajes como en largometrajes. La cuestión es que una de las protagonistas no se ha enfrentado a la vida adulta con totalidad, mientras que sus amistades y novios se ven llevados a dar ese paso decisivo. A ella no el gusta. Ante su disgusto ocurre el hecho mágico de quedar atrapada en el tiempo. Está condenada a repetir el fin de semana una y otra vez, sólo que esta repetición va menguando una hora cada vez que se repite. Un poco más allá de la mitad de la película se repiten una serie de situaciones que ya vimos en Atrapado en el tiempo. Resulta algo repetitivo y cansado, incluso piensas en la sala que porqué rehacer un clásico de los años 1990 y además sin tono de comedia. Lo que pasa es que pasada esa mitad de película, Jon Mikel le imprime su carácter propio, alejándolo del metraje norteamericano. Nos adentra en una vuelta de tuerca en la que nos lanza el mensaje de que a veces creemos estar con alguien muy querido a quien conocemos totalmente, pero lo superficial del trato constante nos ha impedido conocer realmente todas las preocupaciones de esas personas. Nos invita a humanizar nuestras relaciones por medio de no tener reticencias a compartir y a hablar nuestros pensamientos y sentimientos con la gente que queremos. Por supuesto el nudo principal es que se le acaba el tiempo para arreglar todos los problemas de relaciones personales que tiene abiertos tanto con su novio como con sus amigos. Metafóricamente, ese fin de semana donde todos se hacen adultos, es una oportunidad para que la que aún está más en un mundo infantilizado aprenda a entrar en ese mundo adulto sin traumas ni peleas insalvables. A todo esto la luz natural de la fotografía y una acertada percepción de la dirección fotográfica de crear otra metáfora, ir disminuyendo progresivamente la pantalla sin que nos demos cuenta hasta que es inevitable, hacen que la película se revalorice y mucho. Los planos comienzan a ser más cortos y centrados en las personas protagonistas. De la historia coral expresada en pantalla grande con todo el grupo en plano se va pasando a planos donde sólo cabe de dos a una sola persona, según el guión se centra en que debe haber una evolución interior personal para poder seguir estando dentro de una vida social sana, que vuelve a regresar en planos abiertos y grupales a final de metraje. Una buena película. Recomendable, a pesar de esa primera mitad que se nos puede hacer pesada hasta que no llegamos a ese replanteamiento del argumento que nos lleva al nudo y desenlace. La sala estaba llena y más o menos percibí la misma sensación que la mía en líneas generales en otros espectadores amigos y conocidos.
La banda (Roberto Bueso, 2019. España): Este metraje estuvo repleto de gente. Cuando salieron de la sala lo que yo escuché es que a todos les había encantado. A mí personalmente me pareció una película más bien anodina y prescindible. Como mucho para una tarde de fin de semana viendo la televisión por pasar el rato. Pero tuvo muchas personas encantadas con ella. Quizá sea porque era una película facilona, llena de tópicos comerciales de los metrajes de drama romántico con toques ligeritos de comedia. Estaba en valenciano. Un chico que es músico en Londres tiene miedo de no estar a la altura en una prueba de música para entrar en una sinfónica y abandona la prueba. Sube a un avión para regresar a su pueblo en Valencia, pues se casa su hermano. Allí se reencuentra con sus amigos de toda la vida, con los que fue parte de una banda municipal de fiestas. Se nota que con ellos vivió la mejor etapa de su vida. Una vez más básicamente la historia relata del miedo de alguien a pasar a la vida adulta. Los días que vive en su pueblo con sus amigos y volviendo a tocar en la banda servirán para que termine comprendiendo que debe dar el paso a la vida adulta en Londres. ¿Por qué? Porque en medio hay una historia de amor interrumpida de su infancia que revive cuando se encuentra con ella, pero de manera atormentada y en triángulo, pues a ella le gusta uno de sus amigos, a su amigo ella. No hay conflicto, realmente. No hay nudo. No hay nada realmente conflictivo, pero él es muy atormentado. El reparto tiene al galán trascendente, al galán canalla, al contrapunto cómico, al de relleno para equilibrar y a la dama. En fin, es una historia amable. Yo creo que no destaca en nada concreto. Es un metraje correcto. No está mal hecho, pero creo que ni atrapa de verdad, ni cuenta algo realmente atrayente. Simplemente nos deja un mensaje positivo y eso en nuestros días imagino que lo busca mucha gente al entrar al cine. No hay nada más. Ni siquiera la música como hilo de unión y de vida social tiene el papel que debería tener en un metraje dedicado a una banda.
La vida sense la Sara Amat [La vida sin la Sara Amat] (Laura Jou, 2019): Esta fue la tercera película en catalán. En este caso la película volvía sobre la novela más célebre de Nabokov y era una vuelta de tuerca sobre esa historia, narrada en cine por Stanley Kubrick en 1962, Lolita. La verdad es que junto a la anterior película mencionada es lo mejor de Pantalla Abierta de este año, y quizá, estas dos películas, de Alcine 49. Esta película tiene una buena iluminación, una buena dirección artística pues la ambientación en un pueblo de los años 1980 está hecha al detalle, casi me parecía esta viendo muebles, objetos, ropas y comportamientos de mi infancia, y tiene también una buena dirección, ya que los protagonistas son adolescentes y estos interpretan con una precisión y una transmisión de los sentimientos que nos hace totalmente creíbles los personajes. Un chico que vive en la ciudad va a su pueblo a pasar las vacaciones de verano con su abuela. Allí se junta con sus amigos del pueblo Entre estos está Sara Amat, de la que él está enamorado platónicamente. Sólo que ese año dejan la niñez para ser adolescentes. Ella vive en un entorno familiar pobre y austero en expresar sentimientos. Ella se fuga y se esconde en la habitación de él. Sabe que él la quiere y no duda en utilizar y manipular sus sentimientos para lograr de él que la esconda y que haga todo lo que ella desea, dentro de sus circunstancias, pues la está buscando la guardia civil. Una guardia civil, por cierto, interpretada con acierto, pues nos deja intuir a esa guardia civil que en los años 1980 aún tenían cierta fama de estar salida de la dictadura franquista, con cierto sentido de sentirse autoridad por encima de los derechos de las personas. Bien es cierto que la desaparición de la guardia civil en mitad del metraje es lo único que le falla a la película, pues no cierra ese hilo. Mientras el grupo de niños comienza a ser adolescente y tiene sus escarceos con el sexo, que en los años 1980 eran cosas muy atrevidas y hoy día muy inocentonas (salvo una cosa), Sara Amat evidentemente ya había dado ese paso con un chico francés de unas vacaciones anteriores, ella da un salto a la vida adulta de manera prematura. El final del metraje es metafórico, y mientras uno interpretan el paso total de niña a mujer, otros, entre ellos yo, interpretamos que eso es así pero que va más allá, y todo lo vivido entre ella y el chico es un ensayo de ella para lograr sus objetivos mediante el sexo. "A las chicas siempre les paran", le dice ella a él cuando le comenta que se irá del pueblo en auto-stop. Película muy recomendable. De lo mejor del certamen este año. Por medio deja intuidos numerosas cuestiones de la sociedad española de los primeros años 1980, tan llena aún de heridas, problemas y pobrezas de todo tipo mientras se vivía un "verano" hacia la modernidad.
La hija de un ladrón (Belén Funes, 2019): En castellano. Algo se me escapaba de este largometraje. La propia directora explicó que era la continuación ocho años después de una historia que precisamente ocho años atrás ella misma contó en un cortometraje. Eran los mismos personajes y una historia evolucionada. Creo que me faltaban referencias y datos, pero aún así se entendía lo que ocurría. Una chica muy joven, muy, muy joven, ha tenido que dejar de ser niña de golpe para ser adulta, pues tiene un bebé y además se hace cargo de su hermano de ocho años que está en una especie de orfanato. Ella misma estuvo allí. Su padre es un convicto que ha salido de prisión. Ella tiene un trauma con él, más o menos sabemos que hubo malos tratos, que la pareja de él no es madre de ninguno de los hermanos y, en fin, se nos dan datos de una familia desestructurada y en medio de la necesidad económica, la explotación laboral y la violencia y alcoholemia del padre. Ella vive en una casa de acogida de los asuntos sociales con su bebé, pero en dos meses ya no podrá vivir allí. El padre de su hijo no quiere vivir con ella, su padre no la quiere en casa, ni ella a él, y su hermano pequeño quiere estar con su padre. Es la historia de una chica que se siente sola y que llama a gritos el afecto y la compañía de alguien, pero su entorno le es francamente malo para su propia salud mental y física. Tiene también una buena dirección artística. Las interpretaciones son lo mejor de todo este largometraje. Puede que estemos ante una actriz que tiene muchos buenos momentos que darnos en el cine. Pero sí que es cierto que aunque es un drama notable, la falta de datos previos me hizo despistarme en algún momento.
Asamblea (Álex Montoya. 2019): Se cerró con una comedia coral basada en una obra de teatro. En catalán y castellano. Una película ligerita rodada en su mayoría en una sola sala, donde se celebra la asamblea, lo que le da sensación de teatralidad. Recogiendo todas las problemáticas de comunicación que hubo en las asambleas del Movimiento 15M se hace bromas de todas las frases y posturas tópicas que entorpecían las mismas. Es gracioso porque es cierto, y por ello la entenderán mejor quienes estuvieron o están en los movimientos asamblearios o en los sindicatos. En ningún momento sabrás de lo que se está hablando, ni ellos tampoco, se pierden en las formas de cómo decidir, pero no se adentran sobre el asunto a decidir... una cruz real en innumerables asambleas. Está llevado a la exageración para poder crear la comedia. La frase final entre un padre y su hija es la clave de lo visto. Aún con todo, no es una película con algo destacable. Se deja ver.
Y con todo esto, vamos ya hacia la recta final, el domingo y su concierto de cierre, la próxima entrada. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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