domingo, junio 10, 2018

NOTICIA 1797ª DESDE EL BAR: LOS LIBROS, COMENTADOS, QUE LEÍ EN 1999-2006 (8 de 8, final, juventud, años universitarios)

Llegamos con esta entrega al final del serial de los libros que leí durante mi juventud en sus años universitarios. Terminaba el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) y me reintroducía de nuevo en la contracultura, ofreciendo algún recital entre La Vaca Flaca y el Flamingo Rock Bar. A la vez buscaba trabajo y trataba de opositar, de manera fallida, y tenía pequeños empleos que no iban a ningún lugar, aunque me han dado estupendas experiencias de vida y numerosas personas que merece la pena conocerlas.

Año 2006: 27 años de edad.
Leí 15  libros completos.

Didáctica de Geografía e Historia. Formación de profesores de Geografía e Historia (2005, J. J. Pérez Martínez y P. Vela Vázquez): Siguiendo con la preparación del CAP, este era el tercer libro que me vendieron con la matrícula y que tuve que leer, tal como conté y analicé en la entrega anterior. En realidad un librito así teniendo en cuenta cinco años de licenciatura, era un poco una broma, pero era necesario que como temario que era también se impartiera, pese a que creo que es muy evidente la paradoja que supone la lectura de un libro de Historia para capacitarte como profesor de Historia, frente a una licenciatura de cinco años. Es parte del problema del sistema educativo y de inserción laboral que tenemos en España. Saqué el CAP adelante con la práctica ejerciendo como profesor en mi antiguo instituto donde hice el bachillerato y el COU, con la entrega de un trabajo sobe aquello y la realización de un examen dispuesto casi como una oposición, aunque no te daba acceso a, ni garantizaba, trabajo alguno. Supe que varias de las personas que hicieron el CAP no realizaron las prácticas, porque simplemente sus antiguos profesores les firmaron el papel como tutores afirmando que las hicieron, cuando no las hicieron, y luego simplemente conseguían la redacción de sus trabajos comprándolas o bien porque alguien se las había dejado de años atrás. El sistema, como digo, como dije en la anterior entrega, está viciado. Sólo había dos notas, "apto" y "no apto", y dentro de eso daba igual la calidad, los conocimientos, las aptitudes o que hubieras hecho o no hecho lo que debías hacer. Por lo general todos eran "aptos", era rarísimo el caso de los suspensos en los exámenes, por muy largos que fueran, a lo que varias veces en conversaciones a tiempo pasado escuché el razonamiento que simplemente les vale con que pagues el alto precio de la matrícula, todo lo demás venía casi solo a poco que hicieras para ellos. Sea como sea, yo hice el CAP y lo hice a conciencia de que quería hacerlo como debía hacerse, con las prácticas dando clase en aula, con la redacción y reflexión de un trabajo sobre ello, del que puse sus conclusiones por aquí, en esta bitácora, y haciendo el examen con la lectura atenta de aquellos libros.

Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552, fray Bartolomé de las Casas): Ya había leído muchos libros y textos sobre la conquista de América. Ahora me compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión este libro clásico de aquellos hechos. Bartolomé de las Casas no fue testigo directo de casi nada de lo que cuenta en este libro. Mucho de lo que cuenta se lo habían relatado. Hay exageraciones y probablemente sucesos que fueron deformados con la transmisión oral de unos a otros, lo que se llama el "teléfono escacharrado", pero es innegable que hubo muchas barbaridades contra los indios en el descubrimiento y la conquista de América. La mera existencia de este libro, que alimentó la leyenda negra española en el siglo XVI, debiera servir para contrarrestar precisamente a la leyenda negra respecto a lo que concierne a los españoles en América. La cuestión es que ya los Reyes Católicos se plantearon temas como si los indios eran o no eran humanos, si eran o no eran herejes y otro tipo de cuestiones que aunque hoy día nos parecen barbaridades, en aquella época era algo que en todo Occidente era tema de debate serio. Con los Reyes Católicos se dejó legalmente establecido que eran humanos, que no eran herejes, puesto que no conocían la religión católica, sino que eran paganos, y que no eran enemigos a los que esclavizar, sino súbditos. A todo esto se le unió toda una serie de otras razones legales, como el pago del impuesto de la mita, que hizo que durante lo que se llamó el periodo de conquista hubiera conquistadores que cometieron abusos y actos contra las leyes establecidas, si bien lo actos de guerra eran tan bárbaros como cualquier acto de guerra que se cometían en ese mismo siglo en Europa, con la diferencia de la inferioridad técnica y tecnológica, de conocimientos en general, de los pueblos indios frente a los ejércitos europeos. A mediados del siglo se planteó un largo juicio para todos estos temas y de ahí nació el libro de Bartolomé de las Casas, y es que hubo numerosos españoles que se comportaron con los indios todo lo contrario de lo que afirma la leyenda negra. Se dictaminó terminado el periodo de conquista para empezar uno de colonización, si bien este otro periodo también tubo momentos bélicos. Se hicieron leyes especiales para proteger a los indios y no se prohibía el mestizaje, como sí hicieron otros países en otras latitudes americanas. Eso no evitaba que existiera el clasismo racial en algunas ciudades importantes que se fundaron. Y digo clasismo racial, como variante de racismo, ya que no sería un racismo al uso. Pese a ello, mientras países como Inglaterra o Francia hacían segregación y matanzas en las zonas de América que ellos conquistaban, en la zona española no existía esa segregación y se daba la mezcla racial genética y cultural, aunque (siempre hay "aunques") existen numerosos matices que anotar, no obstante hemos llegado al hoy día con graves problemas de exclusión social y política interracial, pensemos que Evo Morales fue hace relativamente pocos años el primer presidente netamente indio en Sudamérica en quinientos años.

Las venas abiertas de América Latina (1971, Eduardo Galeano): Me lo prestó una camarera empeñada en creer que no era consciente del punto de vista americano, aunque, como ya se ha podido leer en este serial, lo era y mucho. Lo que ocurría es que yo no coincidía en mi análisis con ella. Ella, psicóloga, tenía un conocimiento muy repleto de tópicos. Además había vivido una temporada en América y se le notaba un conocimiento viciado de la historiografía sudamericana, que sigue en su mayor parte las lineas que se crearon en el comienzo del siglo XIX para construir las historias nacionales de cada país que se formó allá. Allí se creó una historiografía donde el enemigo común, y a la vez madre generadora, era España. Esa historiografía no se ha superado en buena parte a lo largo del tiempo, incluso se potenció con el quinto centenario del descubrimiento, en 1992. Tal como anoté en este serial, en una de sus primeras entregas, sería necesario superar lugares comunes que hoy día sabemos que les falta peso de realidad, y poder hacer un gran ejercicio de investigación y análisis conjunto entre historiadores de los dos lados del océano. Abandonar los intereses nacionales en pro de la Historia. Eduardo Galeano es muy admirado por innumerables personas, especialmente por gente de izquierda, como Pablo Iglesias, que le regaló un ejemplar de este libro a Felipe VI, creo recordar. Sin embargo, Galeano no era historiador, era periodista. Escribió este libro con mucho éxito, pero falto de metodología historiográfica. A pesar de que es un libro valioso, no es un libro propiamente de Historia, es un libro periodístico lleno de opiniones y valoraciones personales y falto de una investigación profunda y profesional de los hechos que narra. Carga las tintas contra los españoles, los señala como el principal mal y problema original de los latinoamericanos, sin tener una autocrítica de la trayectoria de estos mismos tanto en el periodo colonial como desde que se independizaron. Ahora bien, es un buen análisis sobre un estado de identidad unitaria en los lugares comunes hispanoamericanos sobre su razón de ser y existir, y es un buen análisis sobre la pérdida del control de sus fuentes de ingreso a favor de los países del primer mundo, lo que hace que sean siempre países dependientes de estos. Lamentablemente, tener un debate serio, sin enfado ni enfrentamiento sobre la lectura de este libro no fue posible. No coincidíamos ya en la base: no era un libro de Historia, sino periodístico, a pesar de que hablara de datos históricos. El enfoque y el método son claramente diferentes para quien está acostumbrado a leer Historia.

Una temporada en el Infierno y otros poemas (1873, Arthur Rimbaud): Lo compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Tenía muchas ganas de conocer y leer a uno de los poetas malditos más famosos. El Chico Gris ya lo había hecho. Pero no lo compré porque él ya lo hubiera leído. Me había hablado del autor, es un autor altamente conocido. Lo compré porque quería imbuirme más en toda esa literatura que en España no se producía. Poemas con temáticas oscuras escritos por poetas de vidas revueltas. Rimbaud me pareció tener poemas muy coloridos de asuntos enfocados de una manera como nunca antes creía que se pudieran enfocar en poesía. Me gustó mucho, comenzaba en mí en esto un nuevo giro a todos los giros, o mejor dicho, una nueva suma que sumar a los giros en mi poesía. Vino en un momento adecuado, con todo aquello de la desilusión por el mundo universitario, la falta de empleo, los empleos breves y mal pagados, ahora también como camarero, etcétera. Rimbaud tenía además una vida particular que me atraía, veía algo de ella, salvando las distancias, en mí.

La melancólica muerte de Chico Ostra (1997, Tim Burton): Un par de amigos tenían este libro, Chico Gris y no sé si Pedro Maza. Leí algún poema suelto y me gustó. Por ello me lo compré en Librería Diógenes para tenerlo y leerlo entero. el libro es bilingüe, inglés-español, con ilustraciones de Tim Burton. Aunque los poemas parecen simplones, no lo son. Tienen más fondo profundo de lo que parece, y un excelente sentido del humor. Estoy muy contento con este libro, que he recitado en público alguna vez. Forma parte de un grupo de libros que adquirí ese año que se sumaron a su influencia en mí. Temáticas nuevas y oscuras, no faltas de un punto de vista llenos de vida. Lo compré varias veces para varios regalos de personas que juzgué debían tenerlo. Muy recomendable. Fue uno de los dos libros que destaqué de mis lecturas del año 2006 en la Noticia 204ª. Me impactó bastante.

El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (escrito en 1993-1994, publicado póstumo en 1998, Charles Bukowski): Lo compré en la Librería Diógenes. Era un libro póstumo de Bukowski. Reconstruía un poco en manera novelada sus últimos meses de vida. Bukowski hizo de sus memorias de esos días una relato donde él mismo era una vez más personaje de sí mismo. Descarnado, describe con total mordacidad la ancianidad en un hombre rabiosamente joven. No es libro de Bukowski que más me marque, pero es un libro que hace un ejercicio de sinceridad interior y confesión pública.

Las flores del mal (1857, Charles Baudelaire): También lo compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. También tenía muchas ganas de conocer y leer a este otro poeta maldito, que también El Chico Gris ya había leído y me había hablado de él. Baudelaire también tenía una vida atormentada que fue de lo primero que me llamó la atención. Además era citado por varios autores contraculturales del siglo XX. Este poemario, aunque con ciento cincuenta años, me pareció muy innovador. Rimbaud y Baudelaire pasaban así a ser dos de los poetas potentes que pasaban a mi biblioteca personal y cuyos poemas influyeron en esa etapa de poemas mía de ese momento.

Crónicas marcianas (1950, Ray Bradbury): Lo compré en La Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid. No buscaba este libro concretamente, pero lo compré. Se trata de una serie de relatos que publicó Bradbury en prensa y que luego publicó en libro. Entraba dentro de la ciencia ficción y hasta cierto modo rozaba la distopía, en la cual yo seguía muy interesado. Me pareció un libro genial que combinaba un mensaje metafórico preciosamente creado a través de breves relatos de ciencia ficción ante una colonización de Marte. Además, tiene un sano sentido del humor que ayuda mucho en su mensaje. Trata temas conflictivos del mundo actual de Bradbury en los años 1940-1950, como el racismo, de una forma indirecta muy efectiva. Fue el otro de los dos libros que destaqué de mis lecturas del año 2006 en la Noticia 204ª.

Conversaciones con el inspector fiscal y otros poemas (recopilatorio español de poemas entre 1913 y 1930, traducido al español y publicado en 1997, Vladimir Maïakovski): Lo compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Por mucho tiempo pensé que era un libro creado por Maïakovski, pero con el tiempo supe que se trata de una recopilación de poemas que se hizo para acercar al autor a los lectores de habla española y se publicó en 1997, una vez ya acabada la Guerra Fría. Después de 1991 hubo una serie de autores rusos que, aunque se conocían en Europa Occidental, habían sido censurados total o parcialmente en los países soviéticos. Cuando cayó la URSS en 1991 muchos de estos autores fueron paulatinamente recuperados en todos los sitios. España había ignorado o censurado, o ambas cosas, a muchos de estos autores, así que varios de estos nos eran tan nuevos a nosotros como a los rusos de los años 1990. Maïakovski era amigo de Zamiatin. Como él participó de las ideas de la revolución rusa, pero como él se fue desilusionando cuando vio que aquello derivaba en una dictadura por la que no habían combatido ideológicamente. Sufrió la represión y esta se mezcló con una vida azarosa y de amores atormentados y complicados. Como sea, este libro recoge más bien poemas de corte político y activistas. Era otra dimensión de la poesía. Tiene algún reflejo en algún poema mío de entonces, e incluso le dediqué un relato, pero no es el que más me haya marcado. Ahora bien, he regalado y me han regalado a este autor posteriormente, cuando conocí a la poeta de origen ruso Sofia Winter.

Caricatura. Nueve historias (2006, Daniel Clowes -cómic-): Me lo prestó el Chico Gris. Se lo había comprado hacía poco. Le gustaba este autor y quería que lo leyera. Era un cómic contracultural. Los dibujos, muy valorados en general, no eran el tipo de dibujo que más me llame la atención.La temática era bastante descarnada de asuntos de la vida actual. No estaba mal.

Que se mueran los feos (1964, Boris Vian): Era un año donde buscaba muchas de las lecturas de la contracultura y de los escritores malditos, por lo que en Librería Diógenes compré este libro de Boris Vian. Era el segundo libro que iba a leer de él. Una novela de misterio pero a la vez con un sentido del humor interesante que ponía de relieve lo superficial del mundo moderno, y el sexo pasado a algo materializado. Buen libro. Me gustó. Aún quería leer más de Vian tras esto, aunque no he conseguido otros libros de él.

Temas comunes. Alcalá de Henares. Ciudad Patrimonio de la Humanidad (2006, Sección Sindical de Comisiones Obreras del Ayuntamiento de Alcalá de Henares): El ayuntamiento sacó oposiciones para ser peón municipal. Me apunté a la vez que pensaba lo absurdo del sistema que hasta para ser peón debías pasar un estudio y un examen. Pero necesitaba un trabajo más estable de lo que hasta ese momento había tenido. Estaba claro que mi carrera universitaria parecía incluso un obstáculo más que una ventaja para que te contrataran. Con este librito tenía los temas de cultura general de Alcalá, que en buena parte yo la tenía más que superada y mejorada con mis conocimientos previos, pero había que adaptarse a un mensaje oficial de lo que se quería que se supiera de Alcalá.

Temas específicos. Peones. Alcalá de Henares. Ciudad Patrimonio de la Humanidad (2006, Sección Sindical de Comisiones Obreras del Ayuntamiento de Alcalá de Henares): Este es el segundo libro que te vendían en el sindicato Comisiones Obreras para realizar la oposición. Luego, años más tarde un amigo lo intentó y se los regalé. Con este libro te enseñaban la parte teórica de las obras propias de peón: albañilería, electricidad, jardinería, fontanería, carpintería... Yo había ayudado varias veces a mi padre en asuntos de electricidad en casa, y había trabajado en su taller de tornos metalúrgicos. Había tenido otros trabajos, como actor de figuración, repartidor de propaganda, profesor particular, la objeción de conciencia, profesor del CAP, camarero, pinchadiscos, limpiador de un gimnasio y sus servicios... y aún tendría otros trabajos, como transportista de obras de arte, donde tuve que construir cajas de madera, así que alguna utilidad le saqué a este temario. No pasé la oposición. Cuyo examen se celebró en el actual Instituto de Educación Secundaria Antonio Machado. Por estas épocas, no sé si año más o año menos, también lo intenté con el concurso oposición de profesor de la escuela de adultos de Alcalá. Me quedé en segunda posición por puntos, debía hacer un examen, y a pesar de que estuve atento todas las semanas, el examen se convocó en verano de una manera que difícilmente hubiera podido uno enterarse a tiempo.

Pentateuco (a lo largo de los siglos X al V antes de Cristo, varios autores desconocidos; aunque la tradición hasta el siglo XVII después de Cristo, el judaísmo y la Iglesía cristiana católica afirman que es del siglo XV antes de Cristo y el autor es Moisés): El Pentateuco son los cinco primeros libros de La Biblia cristiana, que además también componen la Tora judía. Estos cinco libros son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El Pentateuco en sí mismo es un libro de la religión judía, aunque con ligeras variaciones. Yo ya había leído libros y textos religiosos, no necesariamente de la tradición judeocristiana, como ya dije. Ahora comencé a leer La Biblia de manera ordenada y seguida. Esta parte fue la que me dio tiempo a leer este año 2006. La lectura era ardua, a veces pesada, pero tenía pasajes que tenían cierta belleza poética. Además, da claves sobre la interpretación del mundo en una parte de las sociedades de la Edad Antigua. Lo leí de un ejemplar que tenía mi madre de tapas rojas. Recuerdo que por leerlo, constante, me lo sacaba hasta fuera de casa, leía en alguna plaza, en el jardín del Café Continental y demás, aunque en general me gusta mucho leer con buen tiempo por la calle, cosa que no he podido hacer de nuevo desde hace más de un año, por la carga ocupacional del cuidado familiar de mi tío materno. Esta lectura ocupó buena parte del tiempo de mis lecturas de ese año, ya que es un texto largo no muy fácil de leer, aparte de su tradicional letra pequeña en hojas de grosor muy fino.

Traición (alrededor de 1944-1948, probablemente de 1945, H. C. Crown): Este es un librito muy peculiar que compré en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Era una edición original sin fechar, que pudiera ser de 1945 o de 1946. Lo escribió un tal H. C. Crown y probablemente fue traducido al español por algún exiliado trotskista, del POUM. Me costó barato y me siento orgulloso de haberlo adquirido. En el futuro quizá deba donarlo a la biblioteca de un archivo. El libro hablaba de la actualidad del momento en el que se escribió y es una pieza documental interesante para determinados estudios de Historia. Se denuncia al fascismo, pero el libro trata de dar a conocer lo que el autor intuye como una traición al socialismo por parte de los soviéticos con permiso encubierto de los Estados capitalistas de los aliados. Habla de desaparecidos en Polonia y otros lugares liberados por ellos, desaparecidos que eran trotskistas. Pero habla también de las alianzas de antes y de durante la guerra, así como de lugares donde se encontraron fosas comunes producto de los nazis. Un libro breve con cierto valor informativo acerca del estado de las sospechas entre socialistas justo en el tránsito que hay entre el final de la Segunda Guerra Mundial y 1948, fecha convencional y simbólica del inicio de lo que se entiende como periodo clásico de la Guerra Fría. Es un libro  por tanto imbuido del mismo estado de percepción que Orwell, Zamiatin y Maïakovski, sólo que Crown escribe desde el análisis y la denuncia política, y no desde la ficción o la poesía.

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